¿Adónde va el alma de una persona al morir, asumiendo que esta persona es creyente?

Cuando una persona recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador, esa persona es salva, de modo que al morir, el alma de esa persona va inmediatamente al cielo donde está Cristo. Esto se confirma en varios pasajes de la Biblia. Permítame señalar a manera de ejemplo solo un par de ellos. Primero, 2 Corintios 5:6-8 donde dice: “Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.” El alma del creyente puede morar solamente en uno de dos lugares. O en el cuerpo mientras el creyente vive en este mundo, o en el cielo con el Señor, una vez que el creyente muere. No existe otra posibilidad. Queda así demostrado que el alma del creyente va al cielo con el Señor una vez que muere. Segundo, Efesios 3:14-15 donde dice: “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra.” Según este texto, la familia de Dios, está en los cielos y en la tierra. En la tierra están los creyentes que están vivos. ¿Quiénes serán entonces los que siendo parte de la familia de Dios están en los cielos? No pueden ser otros sino los creyentes que han muerto. Una vez más vemos que el alma de un creyente que muere va al cielo. Esto hace que la muerte para el creyente no sea sino el pasadizo que conduce a ese creyente de la morada en el cuerpo humano a la morada en el cielo con el Señor. Todo esto no por mérito de los creyentes sino por la sola gracia y misericordia de Dios, hecha posible mediante la muerte de Cristo Jesús en la cruz del Calvario.