Autor: cris

  • Será eterno el infierno o lago de fuego

    El infierno o lago de fuego es el destino final de Satanás, y sus demonios, porque ha sido preparado para ellos. Lamentablemente a ese lugar irán también todos aquellos que voluntariamente han decidido ir a aquel lugar. Quizá Ud. se estará preguntando con preocupación: ¿Cómo es posible que alguien elija voluntariamente ir a aquel lugar?

    Bueno, lo hacen cuando rehúsan recibir a Cristo como Salvador. La única manera posible de evitar terminar en el infierno es recibiendo a Cristo como Salvador. Pero millones de millones hoy y siempre han pensado que el infierno no existe, que es una fábula inventada por los fanáticos religiosos, que un Dios de amor no puede arrojar a alguien al infierno, etc., etc., de esta manera, caen en el engaño del diablo, quien está interesado en que nadie tome en serio al infierno, y consecuentemente, desperdician su oportunidad de evitar ir a aquel lugar.

    Ellos son los que acompañarán a Satanás y sus demonios en el infierno. Pero su pregunta es: ¿Será eterno el infierno o lago de fuego? La respuesta es sí.

    El infierno es real. Jesús habló más del infierno que del mismo cielo, porque Jesús sabe cuán trágico es que alguien termine en ese lugar. Es tan trágico, que vale la pena cualquier sacrificio para no ir allá. Jesús, hablando figuradamente, dice: Sería preferible cortarse el pie o la mano, o sacarse el ojo, si eso garantizaría no ir al infierno, porque el infierno es un lugar terrible.

    Por supuesto que Jesús no está enseñando que para evitar ir al infierno es necesario auto mutilarse. Lo que está diciendo es: No escatime cualquier esfuerzo, por más grande que parezca para no terminar en el infierno. Son palabras solemnes de advertencia. Pero note también, la manera tan cruda que Jesús testifica en cuanto a la eternidad del infierno. Por tres ocasiones, en el pasaje leído, hablando sobre el infierno, Jesús dijo estas palabras: al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.

    Este dicho es evidencia suficiente para saber que el infierno o lago de fuego, es eterno. Será la morada eterna de Satanás, sus demonios y todos los que han rechazado la invitación de Dios para ser librados de ir a aquel lugar.

    Ud. que nos escucha, no desestime la advertencia del Señor. No ignore la existencia de un infierno eterno. No ignore que Ud. está en peligro de llegar a ese lugar algún día. No ignore que si Ud. por desgracia llega a ese lugar, no habrá oportunidad de salir de allí. No hay esperanza para los que lleguen al infierno. Pero aquí vienen las buenas noticias. No ignore que Dios le está dando una oportunidad para evitar ir a ese lugar. No ignore que Cristo murió para que Ud. quede libre de ir a aquel lugar. No ignore que si Ud. quiere evitar ir a ese lugar, hoy mismo, en este instante si quiere, Ud. puede tomar la mejor decisión de su vida, la decisión de cortar cualquier posibilidad de ir al infierno.

    Si ese es su deseo Ud. necesita recibir a Jesús como su Salvador. Jesús dijo: De cierto, de cierto os digo: el que cree en mí, tiene vida eterna. No desperdicie esta oportunidad. Tome hoy mismo la decisión de recibir a Cristo como Salvador y como consecuencia, Ud. no solo evitará terminar en el infierno sino que gozará del privilegio de tener vida eterna, una vida que mientras Ud. esté en la tierra será llena de significado y una vida que cuando Ud. salga de la tierra, tendrá lugar en el cielo junto a Dios.

    Si Ud. ha tomado esta decisión, háganos saber por correo o por teléfono, para que nosotros podamos enviarle gratuitamente y sin compromiso para Ud., material que será útil para que Ud. crezca en el conocimiento de quien es ahora su Salvador.

  • Muere el alma de los malos

    El alma de una persona, no importa si la persona es buena o mala, es lo que la persona es. El alma designa la vida personal o al individuo mismo. Cuando la persona está viva en el mundo, el alma de la persona está unida al cuerpo de la persona. Cuando la persona muere físicamente, se produce una separación entre el alma y el cuerpo. El cuerpo comienza inmediatamente a descomponerse y permanecerá en descomposición hasta el momento de la resurrección, tanto en los creyentes como en los incrédulos. Pero el alma, simplemente continúa su existencia en otro plano de vida podríamos decir. En el caso de los creyentes, el alma continúa existiendo en el cielo. Esa es la esperanza que Dios nos da por medio de su palabra.

    Observe lo que dijo Pablo al respecto 2ª Corintios 5:6-8 dice: «Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor»

    Pablo sabía que su alma podía estar en uno de dos lugares. En el cuerpo mientras su cuerpo estaba con vida en este mundo. O en el cielo, con el Señor, cuando su alma salga de su cuerpo. La existencia del alma en el cielo es por la eternidad.

    Pero ahora veamos el caso de los incrédulos. En este caso también, el alma continúa existiendo, pero en tormento en fuego. Mateo 25:41 dice: «Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles»

    Las almas de los que nunca han recibido el perdón de Dios de Cristo, continuarán existiendo por la eternidad, pero en el fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Ese es el destino que ellos mismos eligieron cuando rehusaron recibir a Cristo como Salvador mientras tuvieron su oportunidad. De modo, que, el alma de las personas no muere, continúa su existencia por la eternidad, ya sea en el cielo o en el infierno, dependiendo de lo que hayan hecho en cuanto a la salvación que Dios ofrece en Cristo.

  • Denominaciones

    Recibí al Señor y me convertí en cristiana. Más o menos a los tres años de eso me bauticé en una Iglesia evangélica y realmente pensaba que ahí quedaba la cosa cristiana evangélica, pero con el pasar del tiempo he conocido que existen como las estrellas las denominaciones. Quisiera que Uds. me expliquen por qué y para qué existen las denominaciones y cómo sé yo si estoy en la denominación correcta.

    Comenzaré por solidarizarme con Ud. por la incertidumbre en la que Ud. se encuentra ante la infinidad de denominaciones existentes entre los evangélicos.

    Es por demás comprensible que una tierna creyente como es Ud. se halle confundida y tema involucrarse en algo que a lo mejor no es sano doctrinalmente hablando.

    Bueno, nos pide una explicación de por qué y para qué existen tantas denominaciones. Sin que lo que voy a decir sea considerado como un ataque deliberado a las denominaciones, debo señalar que las denominaciones no tienen un fundamento estrictamente bíblico.

    Más bien son algo que va en contra de la unidad de la iglesia de Cristo. Las denominaciones han dividido el cuerpo de Cristo que es la iglesia. Hoy en día, no es suficiente decir soy hermano en Cristo. Casi siempre añadimos algún otro calificativo ya sea bautista o aliancista o Nazareno o metodista, etc.

    Esto es equivalente a fraccionar la unidad que ya tenemos en Cristo los que somos de Cristo. Aún en el primer siglo, ya se estaban echando raíces para lo que tenemos hoy en día, pero esta conducta de la iglesia de Cristo fue severamente cuestionada por el apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios.

    1ª Corintios 3:1-9 dice: «De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales? ¿Qué, pues, el Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, Sino Dios que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios»

    En la iglesia de Corinto había celos, contiendas y disensiones. Esto fue el caldo de cultivo para que surjan las facciones dentro de la iglesia.

    Una facción eran, digamos los paulistas. Eran los seguidores de Pablo. Otra facción eran, digamos los Apolistas. Eran los seguidores de Apolos. Entre las facciones no tenían buenas relaciones. Cada facción levantaba su propia bandera. Cada facción hacía la obra del Señor a su manera. Cada facción se jactaba de ser más espiritual que la otra. ¿No le parece que algo similar acontece hoy en día entre la infinidad de denominaciones que existe en la iglesia de Cristo?

    Cada denominación levanta su propia bandera. Cada denominación hace la obra del Señor a su manera. Cada denominación se siente superior a las demás. Cada denominación piensa que está en la verdad y todas las demás están equivocadas.

    ¿Sabe lo que dijo Pablo al ver esta triste realidad? Les dijo: Hermanos yo no puedo hablarles como a espirituales sino como a carnales, como a niños en Cristo.

    La división en la iglesia de Cristo es producto de la carnalidad de los miembros de la iglesia de Cristo. Pero Dios no nos llama a ser carnales sino a ser espirituales. Por tanto es deseable que no hagamos divisiones denominacionales en el cuerpo de Cristo que es la iglesia.

    Cuando uno investiga un tanto el origen de algunas de las denominaciones existentes, va a encontrar que comenzaron cuando uno o más hermanos no pudieron ponerse de acuerdo sobre algo y acabaron por dividirse, llevando consigo a los que estaban de acuerdo con ellos.

    Otras veces las denominaciones surgieron cuando alguien puso tanta importancia en algún asunto doctrinal secundario e hizo de ello su bandera de lucha. El triste resultado fue que algunos le siguieron y pronto vino a la luz una nueva denominación. Ante esto, lo deseable es no causar más división que la que ya existe en el cuerpo de Cristo que es la iglesia. Es hora de bajar las banderas denominacionales y elevar una sola bandera, la bandera de Cristo.

    La consulta también tiene que ver con cuál denominación asociarse. Mi recomendación es que antes de comprometerse con alguna iglesia local, pregunte a qué denominación pertenece esa iglesia local. Una vez que lo sepa, investigue los distintivos o características doctrinales de esa denominación.

    Es posible que la iglesia local en cuestión no esté afiliada a ninguna denominación. Si este fuera el caso, solicite a los líderes de esa iglesia local lo que se llama la declaración de fe, que no es otra cosa sino un documento en el cual la iglesia local pone por escrito lo que cree. Si los principios doctrinales son bíblicos y concuerdan en todo con lo que la Biblia dice, entonces siga adelante, esa es una buena alternativa.

    Termino con una ilustración que viene bien a este respecto. Un creyente bautista tuvo un sueño. En el sueño se vio ante la puerta del cielo. Desde afuera preguntó: ¿Hay aquí metodistas? De adentro le respondieron: NO. Felizmente no soy metodista se dijo a sí mismo. Luego preguntó: ¿Hay aquí aliancistas? De adentro le respondieron: No. Gracias a Dios que no me hice aliancista, se dijo. Después preguntó: ¿Hay aquí nazarenos? No, le respondió la voz desde adentro. Que bueno que no soy nazareno, se dijo a sí mismo. Así por el estilo preguntó sobre todas las denominaciones que se acordaba. Finalmente se armó de valor y con voz trémula dijo: ¿Hay aquí bautistas? La voz desde adentro respondió: No. Aquí tampoco hay bautistas. Se quedó frío y añadió. ¿Entonces, quiénes están aquí? La misma voz le respondió: Aquí hay solamente redimidos por la sangre de Cristo.

    Sí, fue solamente un sueño, pero ilustra el hecho que en el cielo no habrá divisiones denominacionales. Más vale entonces que nos acostumbremos a no hacer diferencias denominacionales aquí en la tierra.

  • serán arrebatados los creyentes que están pecando

    ¿Qué pasará con los creyentes que están en pecado y les sorprende el arrebatamiento? ¿Serán arrebatados o no? ¿Serán condenados a muerte según lo que dice la Biblia que el alma que pecare ésa morirá? ¿Serán como la mujer de Lot, según Génesis 19:26? Me parece que según Hechos 2:3 estos creyentes han perdido toda posibilidad de ser salvos porque han descuidado su salvación.

    Para responder a cabalidad es necesario poner un fundamento doctrinal sano y sólido. Para eso permítame rápidamente compartir con Ud. lo que dice la Biblia acerca de la seguridad de salvación del verdadero creyente. De entre la cantidad de evidencias bíblicas en favor de la seguridad de salvación del verdadero creyente, me voy a permitir citar solamente dos textos que yo considero claves a este respecto.

    El primero se encuentra en Juan 6:47 dice: «De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna»

    Estas son palabras de Jesús. Cuando Jesús comienza un dicho utilizando esa frase: De cierto, de cierto os digo, es que está por afirmar algo supremamente importante y supremamente verídico.

    El dicho supremamente importante y supremamente verídico es que el que cree en él, es decir en Cristo Jesús, tiene vida eterna. Note el tiempo en el que está conjugado el verbo tener. Está en tiempo presente. Esto significa una acción que se mantiene en cualquier instante del tiempo. Es decir que la persona que en algún momento de su vida ha creído en Cristo Jesús como su Salvador personal, tiene en cualquier instante del tiempo, lo que la Biblia llama vida eterna.

    Si la salvación de un verdadero creyente se pudiera perder por cualquier causa, Jesús habría engañado al afirmar que el que cree en él tiene vida eterna. Por otro lado el mismo concepto de vida eterna denota algo que nos se puede perder, algo eterno.

    No está por demás señalar sin embargo, que creer en Jesucristo va mucho más allá de un mero asentimiento intelectual en cuando Jesús como Salvador.

    La Biblia es clara al manifestar que creer en Jesucristo es equivalente a recibir a Jesucristo como Salvador personal, es equivalente a confesar a Cristo como Salvador, es equivalente a nacer de nuevo en Cristo, nacer a una vida que aborrece el pecado y ama la justicia. Es decir, una vida en sumisión al Señorío de Cristo. No estoy diciendo que la salvación es por medio de aceptar el señorío de Cristo. Lo que estoy diciendo es que cuando una persona recibe a Cristo como su Salvador, manifiesta esa fe en Cristo por medio de someterse al Señorío de Cristo.

    La palabra de Dios enseña que la verdadera fe, la fe que salva, se manifiesta en buenas obras, es decir en una vida en sumisión al señorío de Cristo. Esto deja de lado a personas que se llenan la boca afirmando que creen en Cristo, pero viven en pecado. Personas así, no es que han perdido su salvación, es que nunca jamás han sido salvos. No se puede perder algo que primeramente no se ha adquirido.

    La falta de santidad en la vida es evidencia incontrastable de que falta fe verdadera. De modo que no nos confundamos. Millones afirman que creen en Cristo, pero viven en inmoralidad, borrachera, avaricia, peleas, idolatría, etc.

    Esta conducta desenmascara la cruda realidad de la hipocresía al afirmar que creen en Cristo.

    La otra cita que voy a mencionar para afirmar que la salvación no se pierde se encuentra en el Antiguo Testamento. Isaías 12:2 dice: «He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová, quien ha sido salvación para mí»

    Los que creemos que Dios nos ha dado salvación en Cristo podemos estar totalmente seguros de esa salvación desde el momento que creímos hasta siempre. Por eso dice la Biblia: Me aseguraré y no temeré.

    Lo que pasa, es que aquel que promete salvación no es hombre para que mienta sino Dios que no puede mentir por su mismo carácter. Si él dice que es salvo todo aquel que ha confiado en Cristo como Salvador, entonces podemos estar totalmente seguros de eso y desechar de una vez por todas cualquier temor de perder la salvación.

    Ahora bien. En este punto surge normalmente una inquietud. Se cuestiona diciendo: Aha, si ya soy salvo y si la salvación no se pierde jamás, entonces ahora si, puedo hacer lo que me venga en gana. Voy a matar, robar, mentir, adulterar, etc., etc., y nada me puede pasar porque cuando me muera me iré al cielo porque ya soy salvo y la salvación no se pierde. Ah, si alguien piensa así, está dando señal inequívoca de que esa persona nunca jamás en su vida fue salva.

    La razón para esto la tenemos en Romanos 6:1-2 que dice: «¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?»

    La pregunta que Pablo el apóstol está haciendo es ésta: ¿Ahora que somos salvos, y la salvación no se pierde, perseveraremos en el pecado porque ese pecado ya ha sido cubierto por la abundante gracia de Dios? Luego Pablo da la respuesta: En ninguna manera. Es una forma de decir: Imposible. La razón es sencilla. Los que somos verdaderos creyentes, hemos muerto al pecado y por tanto no es posible que podamos vivir todavía en el pecado.

    Así es, una persona genuinamente salva, no vive en pecado. Pero una persona que dice de labios para afuera que es salva, normalmente vive en pecado. De modo que, el tener seguridad de salvación, no es de ninguna forma licencia para pecar todo lo que queramos.

    Ahora apliquemos esto a su inquietud. Ud. se pregunta si un creyente está en pecado y en ese instante ocurre el arrebatamiento, ¿será arrebatado este creyente? O se quedará en el mundo como todos los incrédulos. Mi respuesta es en este sentido.

    Si ese creyente de quien Ud. habla es un verdadero creyente y neciamente ha cometido un pecado, y justo en ese momento viene el Señor a arrebatar a su iglesia, entonces ese verdadero creyente irá con los demás verdaderos creyentes a encontrarse con el Señor en las nubes para estar para siempre con el Señor, por cuanto la salvación no se pierde una vez obtenida.

    Esto por supuesto no significa que no haya problema con el pecado en los verdaderos creyentes. El pecado en cualquier persona y peor en los verdaderos creyentes es aborrecible a Dios y Dios toma muy en cuenta ese pecado. Dios no castigará a un verdadero creyente que ha pecado quitándole la salvación, porque ya Dios ha dicho que no lo va a hacer, pero si puede disciplinar a ese verdadero creyente y ese verdadero creyente perderá oportunidades de obtener recompensas en el Tribunal de Cristo.

    Pero ahora, observe lo siguiente, si ese creyente de quien Ud. habla no es un verdadero creyente, sino uno de tantos que dicen que son pero no son y lo manifiestan porque viven en pecado, y en esas circunstancias viene Cristo a arrebatar su iglesia, entonces ese falso creyente no será arrebatado, por eso, porque es falso. Es una persona que nunca ha sido salva aunque de labios para afuera ha afirmado que es salva, pero sus obras, o su vida de pecado ha demostrado la falacia de su afirmación.

    Dicho esto, quisiera finalmente aclarar algunas cosas. Cuando la Biblia habla acerca de que el alma que pecare, ésa morirá, no se está refiriendo solamente a la muerte física sino además a la muerte espiritual o a la separación entre el alma pecadora y Dios.

    De modo que, los pecadores que no han confiado en Cristo como Salvador, están ya muertos espiritualmente y algún día también morirán físicamente y a partir de allí no habrá más esperanza de salvación para ellos. El caso de la mujer de Lot, que fue convertida en estatua de sal, justo cuando estaba por venir el juicio de Dios sobre Sodoma y Gomorra, cuyo relato aparece en Génesis 19:26 es más bien comparable a alguien que desperdicia su oportunidad de salvación justo cuando faltaba solo la decisión de recibir a Cristo como Salvador.

    Como afirma el dicho: En la puerta del horno se quema el pan. Esto no correspondería al caso de un verdadero creyente que pierde su salvación, porque como hemos señalado, los verdaderos creyentes no pueden perder su salvación.

    Hebreos 2:3 tampoco apoya la pérdida de la salvación leamos lo que dice: «porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda trasgresión y desobediencia recibió justa retribución ¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron»

    Lo que el autor de Hebreos está diciendo es que si la desobediencia a los preceptos del antiguo pacto de la Ley, significaba severo y seguro castigo, cuánto más severo y seguro será el castigo a los que desobedecen a los preceptos del nuevo pacto, es decir a los que se resisten a las Buenas Nuevas de salvación. Así que no tiene nada que ver con enseñanza sobre la pérdida de la salvación.

  • Como organizar mi presupuesto

    He tenido dificultades económicas porque no sé como administrar mi sueldo. ¿Pueden orientarme hacia organizar mi presupuesto?

    Con mucho gusto. Antes de hablar de presupuesto permítame felicitarle por su interés en administrar correctamente los recursos que Dios le ha dado por medio del sueldo que mes a mes percibe. No son muchas las personas que están verdaderamente interesadas en una buena mayordomía del dinero que siendo de Dios nos permite utilizarlo para sacar el mayor provecho de él en la voluntad del Señor.

    Las ideas que mencionaré a continuación han sido tomadas del librito «Guía para el presupuesto familiar» escrito por Larry Burkett y publicado por Conceptos Financieros Cristianos, Inc.

    Primero, enumere los gastos mensuales del hogar. Esto debe hacerlo dividiendo estos gastos en gastos fijos y gastos variables.

    Los gastos fijos son cosas como la ofrenda ya sea a personas en particular o a la iglesia local, los impuestos, los gastos de vivienda, bien sea alquiler o hipoteca, los impuestos a la vivienda, el seguro de la vivienda, otros seguros, pagos mensuales de deuda, y educación de los hijos.

    Los gastos variables son, compra de alimentos, pago de luz, agua, teléfono, gas, distracciones, recreación, paseos, ropa, gastos médicos bien sea en medicinas, o en médicos, dentista, ahorro y gastos varios.

    Segundo, enumere los ingresos disponibles por mes, es decir, salario, rentas como alquileres, pagarés, intereses, dividendos, y cualquier otro ingreso que perciba.

    Si Ud. no se maneja en base a un sueldo fijo, tome la cantidad de ingresos recibido en el último año y divídalo por doce. Eso le dará su salario promedio mensual que podrá usar para armar su presupuesto familiar.

    Tercero, compare ingresos con gastos. Si sus ingresos totales son superiores a sus gastos, Ud. sólo necesita implementar un método de control presupuestario en su hogar para maximizar sus ingresos.

    Sin embargo, si los gastos son mayores que los ingresos, se requieren pasos adicionales. En ese caso, es necesario hacer un análisis de cada área del presupuesto a fin de reducir gastos. Para eso, tome en cuenta las siguientes recomendaciones.

    Luego de deducir de sus ingresos netos mensuales lo que Ud. ha decidido ofrendar al Señor mensualmente, y los impuestos que está obligado a pagar, le quedará un resto que podrá utilizar para satisfacer las necesidades del hogar.

    Entonces maneje este fondo de la siguiente manera:

    Número 1, utilice no más allá del 38% de este fondo en gastos de vivienda. No es necesario que todo el mundo sea dueño de una vivienda. La decisión de comprar o alquilar debe basarse en las necesidades y capacidad económica individual y no en las presiones internas o externas.

    Número 2, utilice no más allá del 12% de este fondo en gastos de alimentación. Evite el comprar demasiada comida o comida cara. Planifique con anticipación lo que va a comprar y procure comprar al por mayor para obtener un mejor precio por unidad.

    Número 3, movilización, ya sea transporte público o automóvil familiar. Utilice no más allá del 10% de este fondo.

    Número 4, utilice no más allá del 5% de este fondo para el pago mensual de deudas.

    Número 5, planifique no gastar más del 5% de este fondo en seguros de cualquier tipo.

    Número 6. Decida no gastar más del 4% de este fondo en actividades de recreación con la familia.

    Número 7. Use un máximo del 4% de este fondo en vestimenta. No sea el primero en estar a la moda ni el último en dejar de estar a la moda.

    Número 8, planifique un 4% de este fondo, en gastos médicos, ya sean medicina u honorarios médicos.

    Número 9, planifique ahorrar un 4% de este fondo y deposítelo en una cuenta de ahorros.

    Número 10, decida reservar un 4% de este fondo para gastos varios. Gastos varios son aquellos que no pertenecen a ninguna parte del presupuesto familiar, tales como regalos, corte del cabello, perfumería, cosméticos, tintorería, diarios, revistas, etc.

    Número 11, planifique no gastar más del 10% de este fondo en educación de los hijos.

    Si Ud. se somete a algo como lo sugerido, hallará un alivio de las preocupaciones y tensiones por las cuentas atrasadas, una conciencia limpia delante de Dios y de los hombres y una completa seguridad de que su situación financiera está bajo control.

    Esto no significa que su vida estará libre de dificultadas económicas. Muchas veces Dios permite que las consecuencias amargas de nuestros errores del pasado continúen, para así reforzar las lecciones que él quiere que aprendamos. Dios no ha prometido librarnos de toda dificultad, pero sí nos ha prometido que en medio de la tormenta nos dará de su paz. Cuando Dios maneja nuestras finanzas, no tenemos por qué preocuparnos. Él es el dueño del universo y es en su sabiduría que tomamos nuestras decisiones.

  • Fiestas religiosas

    ¿Qué son las fiestas religiosas? ¿Qué fiestas religiosas celebran los cristianos evangélicos y por qué?

    Las fiestas religiosas son conmemoraciones periódicas de hechos propios de determinada religión. No se debe confundir las fiestas religiosas con las fiestas solemnes que Dios instituyó para que sean observadas en una determinada época de su historia del pueblo de Israel. Los cristianos evangélicos no celebramos ninguna fiesta religiosa por cuanto está expresamente prohibido por la palabra de Dios.

    Miremos lo que dice Colosenses 2:16 «por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo»

    En la libertad que tenemos en Cristo, los creyentes no estamos dentro de un riguroso sistema que establece los alimentos que podemos comer o los alimentos que estamos prohibidos de comer, como sucedía en antaño con el pueblo escogido de Dios.

    Igualmente, los creyentes no estamos bajo un riguroso régimen de guardar días de fiesta, cualesquiera que sean, como lo hacía el pueblo de Israel en el pasado.

    Por tanto, no debemos preocuparnos en absoluto por saber cuando es luna nueva, para saber cuándo celebrar los días de fiesta.

    Tampoco debemos observar los días de reposo como lo hacía el pueblo de Israel antes de la venida de Cristo. Por este motivo, los que hemos aceptado a la Biblia como nuestra norma de doctrina y práctica, no celebramos fiestas religiosas de ninguna índole.

    Las fiestas solemnes que Dios instituyó para que fueran observadas por el pueblo de Israel, fueron una manera de anunciar que en el futuro vendría el cumplimiento de lo que esas fiestas solemnes prefiguraban. Todo lo que las fiestas solemnes presentaron en forma pictórica fue cumplido por Cristo en su primera venida y en razón de eso ya no es necesario celebrar, a partir de la primera venida de Cristo, ninguna fiesta solemne.

    En el primer siglo, una iglesia local optó por darse a la celebración de fiestas religiosas, entre otras aberraciones de un ritualismo caduco. Esto fue motivo más que suficiente para que el apóstol Pablo les exhorte duramente. Ud. puede informarse sobre esta exhortación leyendo la Epístola de Pablo a los Gálatas.

    En lo que nos concierne mire lo que les dijo. Gálatas 4:10-11 dice: «Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros»

    El hecho que los creyentes de Galacia estuvieran celebrando fiestas religiosas, pues a eso se refiere la Biblia cuando dice que guardaban los días, los meses y los años, fue considerado por Pablo como una negación de lo que él les había enseñado.

    Por todo esto es que los creyentes evangélicos no celebramos fiestas religiosas. Aún la Navidad o la así llamada semana santa, para nosotros, los creyentes, no son fiestas religiosas que debemos celebrarlas por obligación.

    Son simplemente ocasiones en las cuales nuestros pensamientos se elevan hacia el hecho glorioso de la encarnación de Cristo en la persona de Jesús en el caso de la Navidad y hacia la cruenta muerte de él en el caso de la llamada semana santa. Pero como bien ha señalado alguien, para el creyente piadoso, todos los días son Navidad y también, todos los días son buenos para recordar que el niño de Belén también fue el Cristo del Calvario.

  • Elecciones

    Se aproximan las elecciones en mi país, pero no deseo votar. Se que la Biblia dice que debemos obedecer a nuestras autoridades, pero la política no rinde ningún beneficio. Los partidos políticos se han transformado en asociaciones para la corrupción, donde no existen principios morales, donde no se respeta a las personas, donde el fraude es práctica común, donde se practica aquello que antes se repudiaba. Quizá sea debido a esto que la juventud en general no participa en la política. ¿Debemos los cristianos participar en esto y con nuestra participación avalar estas acciones? ¿No dice la Biblia que no debemos participar en los pecados de otros?

    Interesante su consulta y lamentablemente real y cruda su apreciación de la política. Salvo honrosas excepciones que de seguro existirán, yo también tengo una idea muy semejante a la suya en cuanto a la política.

    La pregunta es: ¿puede un creyente verdadero y fiel al Señor participar en la política? ¿Puede un creyente verdadero y fiel al Señor depositar su voto en una elección democrática, sabiendo que todo esto es orquestado por una política en su mayoría corrupta?

    Mucho se puede decir sobre esto. Yo tengo mi propia convicción personal sobre el asunto y eso es justamente lo que me gustaría compartir con Ud.

    Yo tengo un llamado en mi calidad de creyente. Dios me ha llamado a ser discípulo de Cristo, embajador en nombre de Cristo en este mundo, instrumento del Señor para anunciar las buenas nuevas de salvación, etc. Ese es mi llamado y en esencia es el mismo llamado para todo creyente en general.

    Si Jesús hubiera pensado diferente a esto, se habría afiliado a algún partido político de su tiempo, o hubiera formado su propio partido político. El que no lo haya hecho es el ejemplo que yo sigo. Sobre la votación, aunque ciertamente es parte de un proceso democrático en el cual los políticos tienen mucho que ver, sin embargo, por un lado está la obligación de las autoridades, en los países donde es así, a lo cual debemos someternos y por otro lado está el uso del privilegio de la libre determinación, en el sentido de escoger quien es el mejor, a nuestro criterio para gobernar.

    Depositar un voto en una urna electoral no es necesariamente equivalente a participar en política según mi manera de ver las cosas. Por eso no tengo problema en votar por aquel que el Señor me guíe a hacerlo. Es una tranquilidad sin embargo, saber que mi voto no es quien decide quien va a gobernar, porque como humano yo puedo fallar. Pero quien nunca falla es Dios y en fin de cuentas es Él quien pone y quita a las autoridades.

  • ¿Cuántos libros de la Biblia escribió el Apóstol Juan?

    ¿Cuántos libros de la Biblia escribió el Apóstol Juan?

    ¿Quién es el autor del Evangelio de Juan, las epístolas de Juan y el Apocalipsis? ¿Es la misma persona, el discípulo amado?

    Yendo a su consulta, veamos qué es lo que aportamos como prueba para identificar al autor o los autores del Evangelio de Juan, las Epístolas de Juan y el Apocalipsis. Vayamos a lo primero.

    El Evangelio de Juan

    Juan 21:20 y 24 dice: «Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quien es el que te ha de entregar? Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero»

    El autor del Evangelio de Juan se auto identifica como el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de Jesús para preguntarle quien es el que le ha de entregar.

    Eliminando a los otros dos discípulos que pertenecían al círculo íntimo de Jesús, por cuanto Jacobo ya había sito martirizado para cuando se escribió el Evangelio de Juan y definitivamente Pedro no puede ser porque lo que leímos anteriormente le excluye, la conclusión inevitable es que este discípulo a quien amaba Jesús era el apóstol Juan.

    Exactamente a esta misma conclusión llegó la iglesia primitiva. Uno de los así llamados padres de la iglesia primitiva, de nombre Ireneo, quien fue discípulo de otro padre de la iglesia primitiva llamado Policarpo, quien a su turno fue discípulo del mismo apóstol Juan, indica en uno de sus escritos, que el apóstol Juan escribió el Evangelio que lleva su nombre, durante el tiempo que estuvo en Efeso cuando ya era un hombre bastante anciano.

    Existen más evidencias, pero lo dicho es suficiente para aseverar que el apóstol Juan es el autor del Evangelio que lleva su nombre.

    Ahora vayamos a las Epístolas de Juan.

    Epístolas de Juan

    ¿Cuántas epístolas escribió Juan? Juan escribió tres cortas Epístolas.

    En la primera Epístola no se identifica a ningún autor. Sin embargo, a lo largo de la existencia de la iglesia de Cristo ha existido un fuerte y consistente testimonio en favor de la autoría del apóstol Juan. El anonimato confirma fuertemente el testimonio de la iglesia en el sentido que el apóstol Juan es el autor de esta Epístola, por cuanto solo alguien como el apóstol Juan, con su autoridad y respeto, podría escribir algo sin mencionar su nombre y esperar que lo escrito sea recibido como la genuina palabra de Dios. Bien se ha dicho que cuando se escribió esta Epístola, el apóstol Juan era tan conocido por sus lectores que no hacía falta mencionar su nombre en sus escritos.

    En la segunda Epístola, el autor se auto identifica como el anciano. 2ª Juan 1 dice: «El anciano a la señora elegida y a sus hijos, a quienes yo amo en la verdad; y no sólo yo, sino también todos los que han conocido la verdad»

    El autor de la segunda Epístola de Juan, es el anciano. Esta palabra conlleva la idean de avanzado en años, autoridad y una posición reconocida dentro de la iglesia cristiana primitiva. El autor debe también haber sido testigo presencial del ministerio público de Jesús en la tierra. Solo un apóstol podría cumplir con estos requisitos. Para cuando se escribió esta carta, el único apóstol que todavía vivía era el apóstol Juan, por tanto es lógico pensar que el anciano no es otro sino el apóstol Juan.

    En la tercera Epístola acontece algo similar. Leamos 3ª Juan 1 donde dice: «El anciano a Gayo, el amado, a quien amo en la verdad»

    El autor se auto identifica como el anciano, quien, por lo dicho anteriormente, no puede ser otro sino el apóstol Juan.

    Apocalípsis

    Nos queda Apocalipsis. En cuatro diferentes versículos encontramos identificado al autor.

    Tomemos solo uno de estos textos. Apocalipsis 1:1 dice: «La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan»

    El autor de Apocalipsis es Juan. La gran pregunta es: Este Juan es el mismo apóstol Juan o algún otro de nombre Juan. La gran respuesta es: El mismo apóstol Juan. A esta conclusión han llegado los padres de la iglesia primitiva, entre ellos Justino Martir, Ireneo, Clemente de Alejandría y Tertuliano.

    Por lo dicho, podemos concluir sin temor a equivocarnos que el Evangelio de Juan, las Epístolas de Juan y el Apocalipsis tienen un mismo autor, el apóstol Juan.

  • Disciplina a un creyente 2º parte

    ¿En qué consistiría la disciplina impuesta en cada caso?

    Lo que se ve en el Nuevo Testamento es cierto tipo de secuencia lógica que se debe seguir en cada caso. Los pasos son: primero, una reprensión privada.

    Mateo 18:15 dice: «por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano»

    Desafortunadamente no siempre el creyente que ha cometido la falta está dispuesto a admitir su pecado.

    Por eso tenemos un segundo paso, una reprensión ante testigos. Mateo 18:16: «Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra»

    Si aún esto no trae convicción de pecado en el creyente que ha cometido la falta, entonces es necesario proseguir a un tercer paso, una reprensión pública.

    Mateo 18:17 en su primera parte dice: «Si no los oyere a ellos, dilo a la Iglesia»

    Si ni aun este paso no logra que el creyente que ha cometido la falta reconozca y se arrepienta de su pecado, entonces será necesario ir al paso final, el cuarto, una exclusión de la comunión de los hermanos.

    Mateo 18:17 en su segunda parte, dice: «y si no oyere a la Iglesia, tenle por gentil y publicano»

    Esta es la medida extrema de disciplina. Es algo muy serio llegar a este punto y debe ser ejercitado únicamente bajo total control del Espíritu Santo en los líderes de la Iglesia local. Para el pecador, endurecido en su pecado, el ser excluido de la comunión de los hermanos significa caer en manos de Satanás, no para continuar gozando de los deleites temporales del pecado, sino para que Satanás tenga libertad de destruir el cuerpo del creyente excomulgado. Algo muy doloroso pero necesario en determinados casos.

    Ahora bien, ¿cómo funciona esto en la práctica? pues todo depende de la falta cometida por el creyente. A mayor falta mayor castigo.

    Si la falta es falsa doctrina o inmoralidad sexual, luego de pasar por los dos primeros pasos de este proceso de disciplina es imprescindible llegar al tercer paso, es decir a una reprensión pública ante la Iglesia.

    ¿Por qué? pues porque el pecado afectó el testimonio de toda la Iglesia y toda la Iglesia necesita saber de la propia boca de él que enseñó falsa doctrina que lo que dijo no fue lo correcto, también toda la Iglesia necesita saber de boca del cometió inmoralidad sexual que lo que hizo ofendió a Dios y a la Iglesia en general.

    Desafortunadamente, no siempre se da esto y por ello la Iglesia local se ve forzada a recurrir a ese penoso paso de separar a un hermano de la comunión. Juntamente con todo esto de llevar el caso ante la Iglesia en pleno, cuando se trata de falsa doctrina o inmoralidad sexual y siempre y cuando el pecador haya reconocido su pecado y esté arrepentido, es necesario tomar algunas medidas adicionales.

    Estas medidas dependen de cada caso en particular. A modo de ejemplo, en una Iglesia local en la cual un joven cayó en fornicación, después de que públicamente confesó su pecado, fue necesario que este joven mantenga reuniones semanales con un hermano maduro en la fe, para una especie de discipulado, se le prohibió estar a solas con mujeres durante un tiempo prudencial, se le pidió que no falte a ninguna de las reuniones de la Iglesia, se le pidió que lea y entregue resúmenes de unos pocos libros, y se le pidió que memorice algunos textos bíblicos por semana.

    La disciplina es como el yeso que se coloca sobre un hueso roto para que se cure. La disciplina no es para destruir, sino para edificar. La disciplina debe contemplar cierto grado de dolor, para ayudarnos a no volver a cometer esa falta. Así como los que somos padres no disciplinamos a nuestros hijos con la corbata o con un pañuelo, sino con una vara, porque queremos que los hijos sufran un dolor que pueden tolerar, la disciplina administrada por la Iglesia a los creyentes que han caído en falsa doctrina o inmoralidad sexual, también debe producir cierto dolor que puede ser tolerado, para que produzca un fruto apacible de justicia.

  • Disciplina a un creyente I parte

    ¿En qué casos se debe disciplinar a un creyente?

    Asumimos que Ud se está refiriendo a la disciplina que administra la Iglesia local, porque también existe la disciplina que administra Dios directamente, aunque ciertamente, cuando la Iglesia local disciplina a un creyente es en realidad Dios disciplinando por medio de la Iglesia local. Muy bien. ¿Cuáles son entonces los casos en los cuales la Iglesia local disciplina? El Nuevo Testamento nos presenta dos casos. Primero, por falsa doctrina. La falsa doctrina no puede ser tolerada en la Iglesia local. Veamos qué es lo que dijo Pablo a Timoteo sobre este asunto.

    1ª Timoteo 1:18-20 dice: «Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia, manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos, de los cuales son Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar»

    Este es un claro ejemplo de disciplina por parte de la Iglesia local. Los sujetos disciplinados fueron Himeneo y Alejandro. El motivo para la disciplina fue porque naufragaron en cuanto a la fe. En otras palabras porque cayeron en la falsa doctrina.

    Si queremos saber qué falsa doctrina enseñaba al menos uno de ellos, leamos 2ª Timoteo 2:16-18: «Mas evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad. Y su palabra carcomerá como gangrena; de los cuales son Himeneo y Fileto, que se desviaron de la verdad, diciendo que la resurrección ya se efectuó, y trastornan la fe de algunos»

    Himeneo, Fileto y posiblemente también, Alejandro se desviaron de la verdad, enseñando que la doctrina de la resurrección tenía solo un sentido alegórico o espiritual. Esto les condujo a ser disciplinados por la Iglesia local. Así que, la falsa doctrina es motivo para que una Iglesia local discipline a uno de sus miembros.

    El segundo caso es la inmoralidad sexual de cualquier índole, no importa si se trata de adulterio o fornicación, o incesto o lesbianismo u homosexualismo, etc. En la Iglesia de Corinto existió un caso de incesto de un creyente, veamos qué es lo que recomendó Pablo.

    1ª Corintios 5:1-5 dice: «De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre. Y vosotros estáis envanecidos. ¿No deberíais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción? Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el Espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús»

    Este creyente cayó en incesto con su madrastra. La Iglesia local debía quitar a este creyente de en medio y Pablo lo hizo, entregándolo a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.

    El Nuevo Testamento registra únicamente dos casos de personas siendo disciplinadas por la Iglesia local y entregadas a Satanás. En el un caso fue Himeneo y Alejandro por falsa doctrina y en el otro caso, el creyente de Corinto que cometió incesto con su madrastra. Por esto sostenemos que la falsa doctrina y la inmoralidad sexual de cualquier índole, son los dos únicos casos en los cuales la Iglesia local puede ejercer su derecho a administrar disciplina, la cual, como paso último contempla la separación del creyente de la comunión de los hermanos, o una entrega a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.