Autor: cris

  • Porque a los malos les va bien en la vida

    ¿Por qué los que hacen mal les va tan bien en la vida, mientras que los que hacen bien no siempre les va tan bien en la vida?

    Esta inquietud fue planteada y respondida en la Biblia. Veamos en qué términos fue planteada.

    Salmo 73:2-12 dice: «En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos. Porque tuve envidia de los arrogantes, Viendo la prosperidad de los impíos. Porque no tienen congojas por su muerte, pues su vigor está entero. No pasan trabajos como los otros mortales, Ni son azotados como los demás hombres. Por tanto, la soberbia los corona; Se cubren de vestido de violencia. Los ojos se les saltan de gordura; Logran con creces los antojos del corazón. Se mofan y hablan con maldad de hacer violencia; Hablan con altanería. Ponen su boca contra el cielo, y su lengua pasea la tierra. Por eso Dios hará volver a su pueblo aquí, Y aguas en abundancia serán extraídas para ellos. Y dicen: ¿Cómo sabe Dios? ¿Y hay conocimiento en el Altísimo? He aquí estos impíos, sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas»

    Note el sentir del autor de este salmo. Dice que por poco cae pesadamente. La caída hubiera sido el volverse impío para ser próspero. El salmista se sintió inquieto al mirar la prosperidad de los impíos y eso le condujo a sentir algo de envidia de lo bien que les iba en la vida a los impíos.

    Claro, los impíos no se preocupan de la muerte, porque ni siquiera piensan en ella. Más bien parece que rebosa salud. Su vigor está entero dice el salmista. Tampoco tienen que sufrir trabajando, porque con su habilidad para hacer el mal consiguen todo lo que desean. En ese sentido no son azotados con desvelos como aquellos que se ganan la vida honradamente.

    Como consecuencia, los impíos, al verse rodeados de fortuna, de paz, de buena salud, se ciñen la corona de la soberbia, o se tornan arrogantes y en esas condiciones dan rienda suelta a la violencia. Todo esto les pone como animales listos para ser faenados. Sus ojos se les saltan de gordura. No se eximen de nada que desean. Se mofan de todos los demás y planifican sus andanzas con extrema precisión. Dan por seguro lo que tratan de obtener por medio de sus torcidos designios.

    Como si todo esto no fuera suficiente, dice el salmista que ponen su boca contra el cielo, esto significa que hablan mal contra Dios y no contentos con eso, dice el salmista que con su lengua pasean la tierra, en otras palabras, ellos se sienten los amos y señores de todos los asuntos de la tierra. Su malicia queda sellada cuando se mofan de Dios diciendo: ¿Cómo sabe Dios? ¿Hay conocimiento en el Altísimo?

    En esencia, estos malvados, sin encontrar ninguna oposición, logran acumular la riqueza del mundo. ¿No le parece una descripción muy precisa de la prosperidad de los impíos?

    Hace poco tiempo atrás, la policía de un país latinoamericano desarticuló una poderosa banda de narcotraficantes. Entre lo que se incautó, había decenas de autos lujosos último modelo, propiedades con todas las comodidades que desearían tener el común de los mortales, armas de todo tipo y condición, aviones, joyas, y dinero a raudales. Como bien dice el salmista: Sin ser turbados del mundo alcanzaron riqueza. Pero ahora veamos la otra cara de la moneda. ¿Qué pasa con si no todos, al menos una gran mayoría de los que tratan de vivir vidas agradables a Dios? Dejemos que la Biblia nos responda.

    Salmo 73:13-14 dice: «Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, Y lavado mis manos en inocencia, pues he sido azotado todo el día, Y castigado todas las mañanas»

    Esta es la triste realidad. Parece que fuera en vano el haber vivido para agradar a Dios. En lugar de prosperidad material se encuentra azotes y castigo.

    Justamente la misma conclusión a la que llegó Ud. A los que hacen mal les va bien en la vida y a los que hacen bien les va mal en la vida. Cuando uno toma conciencia de esta situación, le entra el deseo de abandonar la justicia y abrigar la impiedad.

    El salmista tuvo este pensamiento Salmo 73:1-2 dice: «Ciertamente es bueno Dios para con Israel, para con los limpios de corazón. En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos»

    Al ver la prosperidad de los malos y la adversidad de los buenos, el salmista se sintió tentado a abandonar la justicia, pero no lo hizo. Casi se deslizaron mis pies, dice. Por poco resbalaron mis pasos. ¿Qué es lo que impidió que el salmista renuncie a lo bueno y abrace lo malo?

    Salmo 73:15-22 dice: «Si dijera yo: Hablaré como ellos, He aquí, a la generación de tus hijos engañaría. Cuando pensé para saber esto, Fue duro trabajo para mí, Hasta que entrando en el santuario de Dios, Comprendí el final de ellos. Ciertamente los has puesto en deslizaderos; En asolamientos los harás caer. ¡Cómo han sido asolados de repente! perecieron, se consumieron de terrores. Como sueño del que despierta, Así, Señor cuando despertares menospreciarás su apariencia. Se llenó de amargura mi alma, Y en mi corazón sentía punzadas. Tan torpe era yo, que no entendía; Era como una bestia delante de ti»

    El impío puede tener todo lo que quiera en este mundo, pero eso será lo único que tendrá, porque en lo que a Dios respecta, el impío está en un deslizadero hacia su propia condenación. En algún momento se desvanecerá todo su esplendor y todo terminará en asolamiento. Allí hallará destrucción y será consumido de terrores. Al mirar el fin de la prosperidad de los impíos, el salmista se reprocha a sí mismo por haber envidiado la prosperidad de los impíos. Dice que le dolió profundamente haber pensado así. Un dolor que hasta le produjo punzadas en su corazón. Se vio a sí mismo como una persona torpe, como alguien que no entiende, casi como una bestia delante de Dios. Así es desear la prosperidad del impío es tamaña torpeza, porque simple y llanamente, la prosperidad del impío es pasajera, subraye esta palabra, pasajera, el momento menos pensado el esplendor se convierte en tormento eterno.

    Veamos cual fue la conclusión del salmista. Salmo 73:27-28 dice: «porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán; Tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta. Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; He puesto en Jehová el Señor mi esperanza, para contar todas tus obras»

    Es sumamente riesgoso andar lejos de Dios. El salmista escogió andar cerca de Dios. Para él eso era el bien. Igual tiene que ser con Ud y conmigo. Nuestra tarea es andar cerca de Dios, eso es el bien. Lo material, no importa si es abundancia o escasez es totalmente secundario. No siempre Dios otorga prosperidad a los suyos. Recuerde a Job. Era tan bueno que Dios estaba orgulloso de él. Sobre él Dios dijo: No hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Bueno si la prosperidad tuviera relación directa con piedad de una persona, Job sería el mejor opcionado a ser próspero. Pero Ud y yo sabemos que un día perdió los bueyes, las asnas, los criados, las ovejas, los pastores, los camellos y sus diez hijos. Para completar el desastre, perdió la salud y hasta su mujer se le volvió en contra.

    ¿Por qué un hombre justo como Job sufrió tal debacle? La respuesta se halla en Job 42:1-6: «Respondió Job a Jehová, y dijo: Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti. ¿Quién es el que obscurece el consejo sin entendimiento? por tanto, yo hablaba lo que no entendía; Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía. Oye, te ruego, y hablaré; Te preguntaré, y tú me enseñarás. De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, Y me arrepiento en polvo y ceniza»

    La adversidad condujo a Job a una experiencia sin igual con Dios. Antes de la adversidad Job tenía un conocimiento superficial de Dios, después de la adversidad, Job tuvo un conocimiento profundo de Dios. Esta es la razón por la cual muchos justos o como dice Ud, personas que hacen el bien, sufren adversidades. Dios usa la adversidad para elevarnos a alturas insospechadas de comunión con él.

  • ¿La masturbación es pecado? ¿Trae consecuencias?

    ¿Es pecado la masturbación? ¿Qué consecuencias produce en la persona que se masturba?

    Según el diccionario, la masturbación es el acto de procurarse solitariamente el goce sensual. También se dice que es la manera auto inducida de encontrar alivio sexual aparte del coito.

    Aunque parezca extraño, la Biblia no trata este asunto específicamente. Se ha usado la historia de Onán, que aparece en Génesis 38:1-11, para indicar el desagrado de Dios ante la masturbación, pero un análisis detenido de esta historia mostrará que el desagrado de Dios contra Onán no fue por la masturbación sino por la desobediencia.

    Sucede que cuando murió el hermano de Onán, la ley en cuanto al matrimonio de aquellos días, demandaba que Onán se casara con la viuda, para que de esa forma levantara una descendencia en lugar del hermano fallecido. Onán se rebeló contra esta ley y dice la Biblia que al llegarse a la viuda derramaba el semen en tierra y consecuentemente nunca llegó a tener hijos con ella. Por esta desobediencia, el Señor castigó con la muerte a Onán. El asunto con Onán entonces no fue la masturbación sino la desobediencia. Sin embargo, aunque la Biblia no trata directamente el tema de la masturbación, contiene varios pasajes que proveen instrucción para el creyente que desea adoptar una convicción sobre este asunto. Veamos algunos de ellos.

    1ª Corintios 7:4 dice: «La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido, ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo sino la mujer.»

    La idea aquí es que el uso del sexo está permitido únicamente dentro del matrimonio. Dios jamás tuvo en mente que un hombre o una mujer se autosatisfaga sexualmente sino que el esposo satisfaga a su esposa y la esposa satisfaga a su esposo en la relación íntima. La masturbación destruye este plan de Dios para el correcto uso del sexo.

    El segundo pasaje, se encuentra en 2ª Timoteo 2:22:

    «Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.»

    La masturbación es una pasión asociada con los jóvenes aunque también los adultos la practican. La Biblia es clara cuando afirma que los creyentes debemos huir de estas pasiones. Algo que también es necesario considerar es que la masturbación está siempre asociada con fantasías impuras y malos pensamientos, pero note lo que dice Filipenses 4:8.

    «por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.»

    La responsabilidad del creyente es pensar en cosas verdaderas, honestas, justas, puras, amables, de buen nombre, virtuosas, y dignas de alabanza. Los pensamientos que conducen a la masturbación son todo lo contrario a lo que tenemos en esta lista. Por tanto, es algo que los creyentes debemos evitar. Por lo que hemos dicho, la masturbación es contraria a la voluntad de Dios para el creyente y por tanto es un pecado.

    ¿Cuales son las consecuencias de la masturbación?

    En cuanto a las consecuencias de la masturbación debemos decir que en lo físico, no hay ninguna. Al menos a esa conclusión ha llegado la medicina. Estamos conscientes que en el pasado se pensó que la masturbación conducía a la locura, la impotencia sexual, enfermedades nerviosas, ceguera, granos en la cara o acné, etc. pero las investigaciones recientes han desechado esta forma de pensar. El hecho real es que no existe ninguna consecuencia a nivel físico.

    Las consecuencias son más bien a nivel emocional y mayormente espiritual.

    En lo emocional la masturbación trae aparejado un enorme sentimiento de culpa y una tendencia al aislamiento que sin lugar a dudas deja heridas muy profundas en sus víctimas. Además la masturbación produce una adicción difícil de superar que añade peso insoportable a la carga de culpa.

    En lo espiritual, las consecuencias son más severas. En el creyente que tiene este hábito, produce un colapso en su relación con Dios. El creyente, aunque se esfuerce por racionalizar su pecado, sabe que en el fondo está pecando y esto lo pone en desventaja espiritual. Ese creyente vivirá atormentado por la culpa, vivirá preso de pensamientos impuros y se sentirá incapaz de relacionarse adecuadamente con Dios. Cada vez que intente escuchar la voz de Dios por medio de su palabra o cada vez que ore a Dios, se sentirá que es un hipócrita porque está ocultando algo que está mal en su vida.

    Una razón muy común para la debilidad espiritual en muchos jóvenes creyentes es justamente la masturbación. No está por demás señalar que la masturbación, además de manchar la conciencia de un creyente, induce a pecados más atrevidos en el área de la sexualidad. Algunos pasos prácticos para librarse del hábito pecaminoso de la masturbación son los siguientes:

    Primero, reconocer que es un pecado y consecuentemente confesarlo a Dios como tal y procurar apartarse de él. El creyente que tiene problemas en esta área no debe justificar su pecado diciendo es que soy débil o es que si no lo hago no puedo liberar mi energía sexual. Esto es solamente una excusa. Dios nos ha dado a todos los creyentes el suficiente poder para decir no a las inclinaciones más fuertes de nuestra carne y además Dios ha diseñado unas formas de liberar la energía sexual sin necesidad de recurrir a la masturbación, en lo que se llama la polución nocturna o sueño húmedo. No mire a la masturbación como una necesidad en su vida sino como un pecado.

    Segundo, procure involucrarse en actividades que demandan una alta dosis de energía física cuando sienta que está despertando el deseo por auto gratificarse sexualmente. La energía sexual que está desarrollándose en su cuerpo se transformará en energía física y desaparecerá el deseo por la masturbación. Esta técnica se conoce como sublimación. Por lo general, evite momentos de inactividad. Los ratos de ocio son los más propicios para caer en este mal hábito.

    Tercero, busque un consejero de su confianza, maduro espiritualmente, con quien pueda hablar sobre este problema y ante quien Ud. se sienta responsable. La persona ideal en el caso de los jóvenes son los padres, a falta de ellos, los pastores o ancianos de la iglesia son una muy buena alternativa. La idea es que su consejero tenga total libertad para indagar su progreso en esta área. Aunque Ud. no lo crea, el sentirse responsable ante alguien ayuda a no cometer algo que sabemos que no es correcto.

    Cuarto, considérese muerto al pecado. Esto significa que Ud. se identifica con la muerte de Cristo. Considerarse muerto al pecado implica que cuando la tentación a la masturbación toca a su puerta para despertar la pasión sexual impropia, Ud. manda a abrir la puerta a Jesucristo. No hay tentación que pueda permanecer firme ante Jesucristo.

    Quinto, evite contaminar su mente con cosas que alientan su deseo sexual. Queme toda revista pornográfica, cambie de canal o apague la TV cuando se presentan escenas inmorales, no vaya a lugares donde se comercia con el sexo, evite fijar su mirada en el cuerpo de las mujeres, aprenda a mirar a una mujer a los ojos.

    Sexto, clame con fervor al Señor para que Ud. tenga el valor de huir ante cualquier tentación de índole sexual. Jamás se quede a resistir una tentación de índole sexual. Para vivir es necesario huir. Recuerde lo que hizo José cuando la esposa de Potifar le tentó a la inmoralidad. Huyó aun cuando tuvo que dejar su ropa con ella.

    Séptimo, reconozca que será necesario que en algún momento, en la voluntad de Dios, Ud. tendrá que casarse para dar un desfogue legítimo a su energía sexual. Por un tiempo Ud. podrá soportar el mantenerse puro como soltero, pero poco a poco eso se irá haciendo más difícil. Pablo el apóstol dice en 1 Corintios 7:9 que es mejor casarse que estarse quemando.

    Octavo, procure guardar la Biblia lo más que pueda en su memoria. La palabra de Dios dice que la Biblia guardada en el corazón de una persona es un gran antídoto para que esa persona no caiga en pecado. Una mente saturada de la Biblia es como una ciudad fortificada, imposible que alguna tentación tenga cabida en ella.

  • Enfermedades, su origen y propósito

    Enfermedades, su origen y propósito

    ¿Cómo puede uno saber si la enfermedad que alguien está padeciendo es un castigo de Dios o de Satanás?

    Origen de las enfermedades según la Biblia

    La enfermedad es una de las muchas consecuencias del pecado en la humanidad y siempre es enviada por Dios. La Biblia no presenta ningún caso donde alguna enfermedad haya sido enviada por Satanás. Normalmente se cita el caso de Job para demostrar que Satanás puede enviar enfermedad, pero veamos como fue el asunto.

    Job 2: 6-7 dice: «Y Jehová dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano, mas guarda su vida. Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pié hasta la coronilla de la cabeza.»

    Note que fue Jehová quien literalmente entregó a Job en la mano de Satanás, para que Satanás le hiera con aquella sarna maligna. Quien envió la enfermedad fue Jehová, Satanás actuó bajo el permiso de Dios para hacer enfermar a Job. Después de todo, aunque Satanás se crea muy poderoso, no es sino un mero instrumento en manos de Dios Todopoderoso. Lo mismo podemos ver en el caso de la enfermedad del apóstol Pablo.

    ¿Las enfermedades son pruebas de Dios?

    2ª Corintios 12: 7-9 dice: «Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.»

    Aquí tenemos a Dios tratando con Pablo. Para evitar que la grandeza de las revelaciones exalte a Pablo desmedidamente, Dios le envió un aguijón en su carne. Esto es una alusión a algún tipo de enfermedad. Pablo lo define como un mensajero de Satanás que le abofetea. De esa manera, Pablo estaba forzado a mantenerse humilde. Que la enfermedad no provenía de Satanás es claro cuando Pablo dice que ha rogado tres veces al Señor que lo quite de él. Pablo sabía que la enfermedad fue enviada por Dios y por eso pide a Dios y no a Satanás, que se la quite. De modo que toda enfermedad es enviada por Dios, no por Satanás. Satanás, actúa en algunos casos, bajo permiso de Dios para traer enfermedad a una persona. Mire como confirma este asunto la palabra de Dios.

    Deuteronomio 28: 59-61 dice: «Entonces Jehová aumentará maravillosamente tus plagas y las plagas de tu descendencia, plagas grandes y permanentes, y enfermedades malignas y duraderas; y traerá sobre ti todos los males de Egipto, delante de los cuales temiste, y no te dejarán. Asimismo toda enfermedad y toda plaga que no está escrita en el libro de esta ley, Jehová la enviará sobre ti, hasta que seas destruido.»

    ¿Qué dice la Biblia sobre las enfermedades?

    Hablando de terribles enfermedades, la Biblia dice: «Jehová la enviará sobre ti.» Dicho esto, ahora nos corresponde dilucidar el asunto de la relación entre el pecado y la enfermedad. Ya hemos señalado que en términos generales la enfermedad es una de las muchas consecuencias del pecado. Uno de los muchos pasajes bíblicos que muestran esto se encuentra en Salmo 32:3-4.

    Sal 32:3-4 dice: «Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedales de verano.»

    David había cometido un grave pecado. Había cometido adulterio y en el intento de cubrir su pecado prácticamente hizo matar al esposo de la mujer con quien cometió el pecado. No se sabe exactamente cuánto tiempo ocultó este pecado. Pero mientras lo tenía oculto, notó que su espíritu, su alma y su cuerpo estaban sufriendo la consecuencia del pecado. En lo que se refiere al cuerpo, David dice que envejecieron sus huesos. Dice también que se sentía como una planta agonizante por el intenso calor del verano. David estaba enfermo. La enfermedad fue la forma de disciplina de Dios para David, a causa de su pecado. Así que, definitivamente en algunas ocasiones Dios disciplina con enfermedad el pecado de uno de sus hijos. Pero no siempre la enfermedad es a causa del pecado. El caso de Job es un excelente ejemplo en el cual la enfermedad fue una prueba y no una consecuencia de pecado.

    Job 1:1 dice: «Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.»

    Este es el testimonio de Dios sobre un hombre llamado Job. Dios no puede mentir. Dios no puede exagerar y Dios dice que Job era un hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. ¡Quisiéramos que Dios se expresara así sobre nosotros! Sin embargo, el resto del relato muestra que por permiso de Dios, Job fue herido por Satanás con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza. Job no había pecado como para decir que esta enfermedad fue consecuencia de pecado. Job sufrió enfermedad para que de esa manera pueda conocer a Dios de una forma como nunca antes le había conocido. Al punto que Job mismo dio testimonio de ello.

    Job 42:5 dice: «De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven.»

    Antes de ser probado con esta enfermedad y con todo lo demás que le sobrevino, Job conocía a Dios de oídas, de lejos, superficialmente, tibiamente, pero después de ser probado, Job llegó a conocer tanto a Dios que parecía que le estaba viendo. La enfermedad en este caso fue para que Job se eleve espiritualmente, para que Job aprenda cosas que de otra manera jamás hubiera podido aprender.

    ¿Las enfermedades vienen por el pecado?

    A veces, Dios puede enviar enfermedad a una persona no como disciplina por haber cometido pecado sino simplemente para ayudar a la persona a elevarse a planos superiores de experiencia espiritual. Cuando todo marcha bien a nuestro alrededor, cuando todos rebosamos de salud, tenemos la tendencia a olvidarnos de Dios. Pero cuando Dios toca nuestro cuerpo con enfermedad, cómo nos acercamos a Dios, cómo le rogamos que nos sane, cómo le buscamos para que nos traiga alivio.

    La enfermedad bien puede ser usada por Dios para acercarnos más a él. Pero en ocasiones la enfermedad no es ni consecuencia de pecado, ni una prueba para acercarnos más a Dios. La enfermedad simplemente puede ser para dar una oportunidad a Dios para mostrar su poder, de modo que Dios sea glorificado en ello. Eso fue lo que sucedió con Lázaro. Cuando Jesús supo que Lázaro estaba enfermo de muerte, dijo a sus discípulos las siguientes palabras.

    San Juan 11:4 dice: «Oyéndole Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»

    Lázaro no estaba enfermo de muerte por haber pecado o como prueba para ser mejor espiritualmente, sino para que Dios manifieste su poder en esa enfermedad y así Jesús su Hijo sea glorificado. Interesante lo que sucedió después. Jesús, a propósito se quedó dos días más allí en el lugar donde estaba. Entre tanto, Lázaro murió y fue sepultado. Cuando Jesús finalmente llegó a donde habían sepultado a Lázaro, habían transcurrido cuatro días desde que murió. Su cadáver estaba hediendo. Pero a pesar de eso, Jesús dio la orden y Lázaro salió del sepulcro. La enfermedad que condujo a Lázaro a la muerte fue para dar la oportunidad a Dios para glorificar a su Hijo Jesucristo.

    A veces nuestras enfermedades pueden ser para eso. Cuando Dios hace el milagro de sanidad, el nombre de Dios es glorificado. La enfermedad puede ser entonces por tres motivos: Consecuencia de pecado, prueba para acercarnos más a él o simplemente una oportunidad para que Dios muestre su poder de sanidad y así su nombre sea glorificado.

    ¿Cuál es el propósito de las enfermedades?

    La gran pregunta es: ¿Cómo saber el motivo para cada enfermedad ya sea en nosotros mismo o en otros? Hasta cierto punto es sencillo discernir si nuestra propia enfermedad es consecuencia de pecado. Es cuestión de simplemente auto-examinarnos y si reconocemos que hay pecado, y estamos enfermos, es muy probable que esa enfermedad sea a causa de nuestro pecado. Lo que no podemos hacer es juzgar a otros y decir: Allí lo tiene, está enfermo, seguramente debe tener algún pecado oculto. Ese fue el error de «los amigos» de Job. Si no hay pecado entonces la enfermedad debe ser una prueba o una oportunidad para que se manifieste el poder de Dios. Una de las dos.

  • Musica en la iglesia

    Hay templos evangélicos en los cuales la gente danza en el Espíritu. ¿Es esto una forma de alabar a Dios? ¿Tiene esto fundamento bíblico para que se practique hoy en día en la congregación de los santos?

    La danza es una costumbre muy propia de muchos pueblos tanto del pasado como del presente. Casi cada región del mundo tiene su particular forma de danzar que es producto de su trasfondo cultural. Ahora la danza como expresión de alabanza a la deidad, era practicada no solo por los israelitas en su alabanza al Dios verdadero, sino también por los no israelitas en su alabanza a sus dioses falsos. Inclusive algunos Israelitas danzaron alabando, no al Dios verdadero, sino a un becerro que ellos mismos construyeron como su ídolo.

    Éxodo 32:19 dice: «Y aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro, y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte.»

    Aquí, tiene un ejemplo del pueblo de Israel, danzando pero no en alabanza a Jehová, sino en alabanza a un ídolo que ellos mismos construyeron.

    No piense por tanto que danzar era una forma de alabanza exclusiva para el Dios verdadero. Hoy en día también, muchas tribus indígenas danzan alabando a sus ídolos. Los brujos también danzan alabando a sus ídolos. Los adoradores de Satanás también danzan en alabanza a él. Todo esto para que Ud. considere que la danza no ha sido una forma exclusiva de alabanza al Dios verdadero.

    Muy bien. Dicho esto, debo señalar además que el Nuevo Testamento no registra en absoluto la danza como una forma de alabar a Dios.

    Si Ud. tiene una concordancia bíblica, busque el sustantivo danza y verá que en el Nuevo Testamento aparece una sola vez, en Lucas 15:25 y no para referirse a la alabanza a Dios sino para hablar de la fiesta que hizo el padre del hijo pródigo cuando éste regresó finalmente al hogar.

    Busque también el verbo danzar y verá que aparece solo dos veces, en Mateo 14:6 y Marcos 6:22 y en ambos casos no se refiere a albar a Dios sino a la hija de Herodías quien danzó en la fiesta de cumpleaños de Herodes.

    Aparte de estas ocasiones, el Nuevo Testamento no registra la danza o el danzar como una forma de alabar a Dios. Claro que el argumento del silencio del Nuevo Testamento sobre danzar como una forma legítima de alabar a Dios hoy en día, no demuestra con absoluta claridad que la danza no es una forma válida de alabanza a Dios en las iglesias, pero ciertamente es algo digno de tomarse en cuenta.

    Lo que podemos decir en honor a la verdad revelada en la Biblia es por tanto que la danza era una forma de alabar a Dios por parte del pueblo de Israel, en el Antiguo Testamento, aunque era también una forma de alabar a los ídolos paganos por parte de los pueblos paganos, y que el Nuevo Testamento no registra que la iglesia primitiva hubiera danzado en alabanza a Dios. Es decir que si una iglesia incorpora la danza como una forma de alabanza a Dios, será por cualquier razón, menos por algo que ordene el Nuevo Testamento.

    Pero las iglesias locales donde se practica la danza, como una forma de alabar a Dios, afirman que es el Espíritu Santo quien impulsa a los creyentes a danzar. Por eso le llaman danzar en el Espíritu. Pero si Ud. hace un estudio de lo que produce en un creyente la llenura del Espíritu Santo, notará que danzar no está en la lista.

    Efesios 5:18-21 dice: «No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Someteos unos a otros en el temor de Dios.»

    Así es como Pablo presenta las evidencias de una vida llena del Espíritu Santo.

    Es una vida de alabanza a Dios en el corazón. No solo en la iglesia, en el culto. Se trata de alabar al Señor en el corazón, siete días a la semana, 24 horas al día. Además es una vida de agradecimiento a Dios por todo, lo que sucede alrededor, aún por las pruebas. Finalmente es una vida de sumisión, una vida de poner a los demás antes de uno. Si dentro de todo esto está la danza en el Espíritu, bueno eso será para los que allí quieran verlo. Y no será extraño porque también verán allí la risa santa, el remolineo, los desmayos, los saltos, el llanto, etc.

    El hombre siempre ha tenido la tendencia a agradar a Dios por medio de las cosas visibles que puede hacer, o por acciones llamativas. Por eso es que mucha gente camina de rodillas hasta el altar de algún ídolo o se auto flagela hasta verter sangre, etc. Son las formas de agradar a Dios diseñadas por el ser humano.

    Pero Dios no se agrada de eso. Dios es Espíritu y los que le adoran en Espíritu y en verdad es necesario que le adoren. Yo me he preguntado por tanto: ¿Cuánto de la alabanza de hoy en día, con acciones espectaculares, caerá dentro de este esfuerzo muy humano por agradar a Dios a través de cosas visibles, admiradas por todos los presentes?

    La alabanza debe ser enfocada sobre Dios, mas no sobre la música de cualquier estilo que sea, o sobre la forma de ejecutar la música por parte de los músicos y por último sobre la forma de ejecución de la alabanza por parte de los creyentes. Ud. y yo hemos visto grupos de alabanza que concentran todo su esfuerzo en un escenario llamativo, rodeado de flores, luces de colores, vapores, etc.

    Los cantantes se mueven frenéticamente al ritmo de la música. La vestimenta de los cantantes es similar a aquella que usan los grupos musicales del mundo que están de moda. La gente que presencia el espectáculo está eufórica con la música a todo volumen. ¿Es esto alabar a Dios? ¿No es más bien alabar a la música o alabar a los músicos o alabar a los cantantes? Claro que la letra de las canciones habla de Dios, pero los espectadores ni siquiera disciernen lo que están cantando porque todo lo demás ha llegado a ocupar el primer plano.

    Un creyente lleno del Espíritu Santo o controlado por el Espíritu Santo, no necesariamente lo demuestra danzando o llorando o gritando descontroladamente o cayéndose al suelo o actuando como si estuviera ebrio. Mire lo que produce el Espíritu Santo en una persona.

    Gálatas 5:22-23 dice: «Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.»

    Ese es el fruto del Espíritu Santo. No solo se demuestra el momento de alabar en la iglesia. Se demuestra en el diario vivir, en el trabajo, en la casa, en la calle, etc. Muchos de los que el domingo están danzando en la iglesia, de lunes a sábado se pasan danzando con el pecado en el mundo. ¿Acaso el Espíritu llena a los creyentes solo por instantes y solo dentro del edificio del templo? Cuidado con atribuir al Espíritu Santo cosas que él jamás las ha hecho.

    En definitiva, el danzar en alabanza a Dios no es una orden del Nuevo Testamento para el creyente, aunque tampoco lo condena como algo impropio. Si alguna iglesia local lo practica será porque tiene sus razones pero muy aparte de lo que ordena el Nuevo Testamento. Bien vale la pena también insistir que en la iglesia local debe haber orden.

    1ª Corintios 14:40 dice: «pero hágase todo decentemente y con orden.»

    Este principio debe regir toda la vida de la iglesia. Cualquier cosa que fomente el desorden y la indecencia, no proviene del Espíritu Santo, sino del espíritu del hombre y lamentablemente también puede provenir de espíritus inmundos.

  • Danzar en el Espíritu

    Hay templos evangélicos en los cuales la gente danza en el Espíritu. ¿Es esto una forma de alabar a Dios? ¿Tiene esto fundamento bíblico para que se practique hoy en día en la congregación de los santos?

    La danza es una costumbre muy propia de muchos pueblos tanto del pasado como del presente. Casi cada región del mundo tiene su particular forma de danzar que es producto de su trasfondo cultural. Ahora la danza como expresión de alabanza a la deidad, era practicada no solo por los israelitas en su alabanza al Dios verdadero, sino también por los no israelitas en su alabanza a sus dioses falsos. Inclusive algunos Israelitas danzaron alabando, no al Dios verdadero, sino a un becerro que ellos mismos construyeron como su ídolo.

    Éxodo 32:19 dice: «Y aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro, y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte.»

    Aquí, tiene un ejemplo del pueblo de Israel, danzando pero no en alabanza a Jehová, sino en alabanza a un ídolo que ellos mismos construyeron.

    No piense por tanto que danzar era una forma de alabanza exclusiva para el Dios verdadero. Hoy en día también, muchas tribus indígenas danzan alabando a sus ídolos. Los brujos también danzan alabando a sus ídolos. Los adoradores de Satanás también danzan en alabanza a él. Todo esto para que Ud. considere que la danza no ha sido una forma exclusiva de alabanza al Dios verdadero.

    Muy bien. Dicho esto, debo señalar además que el Nuevo Testamento no registra en absoluto la danza como una forma de alabar a Dios.

    Si Ud. tiene una concordancia bíblica, busque el sustantivo danza y verá que en el Nuevo Testamento aparece una sola vez, en Lucas 15:25 y no para referirse a la alabanza a Dios sino para hablar de la fiesta que hizo el padre del hijo pródigo cuando éste regresó finalmente al hogar.

    Busque también el verbo danzar y verá que aparece solo dos veces, en Mateo 14:6 y Marcos 6:22 y en ambos casos no se refiere a albar a Dios sino a la hija de Herodías quien danzó en la fiesta de cumpleaños de Herodes.

    Aparte de estas ocasiones, el Nuevo Testamento no registra la danza o el danzar como una forma de alabar a Dios. Claro que el argumento del silencio del Nuevo Testamento sobre danzar como una forma legítima de alabar a Dios hoy en día, no demuestra con absoluta claridad que la danza no es una forma válida de alabanza a Dios en las iglesias, pero ciertamente es algo digno de tomarse en cuenta.

    Lo que podemos decir en honor a la verdad revelada en la Biblia es por tanto que la danza era una forma de alabar a Dios por parte del pueblo de Israel, en el Antiguo Testamento, aunque era también una forma de alabar a los ídolos paganos por parte de los pueblos paganos, y que el Nuevo Testamento no registra que la iglesia primitiva hubiera danzado en alabanza a Dios. Es decir que si una iglesia incorpora la danza como una forma de alabanza a Dios, será por cualquier razón, menos por algo que ordene el Nuevo Testamento.

    Pero las iglesias locales donde se practica la danza, como una forma de alabar a Dios, afirman que es el Espíritu Santo quien impulsa a los creyentes a danzar. Por eso le llaman danzar en el Espíritu. Pero si Ud. hace un estudio de lo que produce en un creyente la llenura del Espíritu Santo, notará que danzar no está en la lista.

    Efesios 5:18-21 dice: «No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Someteos unos a otros en el temor de Dios.»

    Así es como Pablo presenta las evidencias de una vida llena del Espíritu Santo.

    Es una vida de alabanza a Dios en el corazón. No solo en la iglesia, en el culto. Se trata de alabar al Señor en el corazón, siete días a la semana, 24 horas al día. Además es una vida de agradecimiento a Dios por todo, lo que sucede alrededor, aún por las pruebas. Finalmente es una vida de sumisión, una vida de poner a los demás antes de uno. Si dentro de todo esto está la danza en el Espíritu, bueno eso será para los que allí quieran verlo. Y no será extraño porque también verán allí la risa santa, el remolineo, los desmayos, los saltos, el llanto, etc.

    El hombre siempre ha tenido la tendencia a agradar a Dios por medio de las cosas visibles que puede hacer, o por acciones llamativas. Por eso es que mucha gente camina de rodillas hasta el altar de algún ídolo o se auto flagela hasta verter sangre, etc. Son las formas de agradar a Dios diseñadas por el ser humano.

    Pero Dios no se agrada de eso. Dios es Espíritu y los que le adoran en Espíritu y en verdad es necesario que le adoren. Yo me he preguntado por tanto: ¿Cuánto de la alabanza de hoy en día, con acciones espectaculares, caerá dentro de este esfuerzo muy humano por agradar a Dios a través de cosas visibles, admiradas por todos los presentes?

    La alabanza debe ser enfocada sobre Dios, mas no sobre la música de cualquier estilo que sea, o sobre la forma de ejecutar la música por parte de los músicos y por último sobre la forma de ejecución de la alabanza por parte de los creyentes. Ud. y yo hemos visto grupos de alabanza que concentran todo su esfuerzo en un escenario llamativo, rodeado de flores, luces de colores, vapores, etc.

    Los cantantes se mueven frenéticamente al ritmo de la música. La vestimenta de los cantantes es similar a aquella que usan los grupos musicales del mundo que están de moda. La gente que presencia el espectáculo está eufórica con la música a todo volumen. ¿Es esto alabar a Dios? ¿No es más bien alabar a la música o alabar a los músicos o alabar a los cantantes? Claro que la letra de las canciones habla de Dios, pero los espectadores ni siquiera disciernen lo que están cantando porque todo lo demás ha llegado a ocupar el primer plano.

    Un creyente lleno del Espíritu Santo o controlado por el Espíritu Santo, no necesariamente lo demuestra danzando o llorando o gritando descontroladamente o cayéndose al suelo o actuando como si estuviera ebrio. Mire lo que produce el Espíritu Santo en una persona.

    Gálatas 5:22-23 dice: «Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.»

    Ese es el fruto del Espíritu Santo. No solo se demuestra el momento de alabar en la iglesia. Se demuestra en el diario vivir, en el trabajo, en la casa, en la calle, etc. Muchos de los que el domingo están danzando en la iglesia, de lunes a sábado se pasan danzando con el pecado en el mundo. ¿Acaso el Espíritu llena a los creyentes solo por instantes y solo dentro del edificio del templo? Cuidado con atribuir al Espíritu Santo cosas que él jamás las ha hecho.

    En definitiva, el danzar en alabanza a Dios no es una orden del Nuevo Testamento para el creyente, aunque tampoco lo condena como algo impropio. Si alguna iglesia local lo practica será porque tiene sus razones pero muy aparte de lo que ordena el Nuevo Testamento. Bien vale la pena también insistir que en la iglesia local debe haber orden.

    1ª Corintios 14:40 dice: «pero hágase todo decentemente y con orden.»

    Este principio debe regir toda la vida de la iglesia. Cualquier cosa que fomente el desorden y la indecencia, no proviene del Espíritu Santo, sino del espíritu del hombre y lamentablemente también puede provenir de espíritus inmundos.

  • ¿Se debe juzgar los demas?

    1ª Corintios 2:15 dice que el espiritual juzga todas las cosas. ¿No contradice esto a lo que Jesús dijo en Lucas 6:37 cuando afirmó que no debemos juzgar?

    Vamos a dar lectura al texto que se encuentra en 1ª Corintios 2:15, pero para tomar el contexto vamos a leer desde el versículo 14. Dice así:

    «pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y nos las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie.»

    Este pasaje bíblico está contrastando a dos tipos de personas. El natural es la persona incrédula, la que jamás ha recibido a Cristo como Salvador. El espiritual es la persona creyente, la que algún día ha recibido a Cristo como Salvador.

    La persona natural está ciega a las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le falta el órgano de percepción de las cosas espirituales, el cual es el Espíritu Santo. Por eso es que cuando esta persona es confrontada con las cosas espirituales, estas cosas le parece una insensatez, como algo de locos. No lo puede entender. Lo que está pasando es que como no tiene el Espíritu Santo, no puede entender las cosas que son del Espíritu Santo. Las cosas espirituales se han de discernir espiritualmente.

    A manera de ilustración, permítame hacerle pensar en una persona que jamás ha aprendido el idioma Chino. Dicen que este idioma es difícil de aprender. Si alguien viene a esta persona hablando en Chino, esta persona no va a entender nada. Lo que llega a su mente por medio de sus oídos le parecerá una locura. No comprenderá nada. ¿Por qué? porque le falta la mente o el conocimiento del idioma Chino. Diríamos entonces que el Chino se ha de discernir con una mentalidad China.

    Lo mismo ocurre en el campo espiritual. Las cosas espirituales se han de discernir con una mente espiritual. Esta mente espiritual es la presencia del Espíritu Santo en la persona que ha recibido a Cristo como Salvador. Suficiente de lo que tiene que ver con la persona natural.

    Pensemos ahora en la persona espiritual. Es la que tiene el Espíritu Santo porque algún momento recibió a Cristo como Salvador. La palabra de Dios declara entonces que esta persona juzga todas las cosas. El verbo que se ha traducido como juzgar, es el mismo verbo que en versículo 14 se tradujo como discernir. Es decir que no se está hablando de evaluar lo que otro ha hecho para saber si es bueno o malo, sino que se está hablando de discernir algo. El espiritual, por cuanto tiene el Espíritu Santo, está en capacidad de juzgar o discernir o examinar o investigar las cosas espirituales. Recuerde que las cosas espirituales se han de discernir espiritualmente.

    Muy bien. Ahora vayamos al otro texto en consulta. Se encuentra en Lucas 6:37 donde dice:

    «No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.»

    Son tres mandatos que producen tres resultados. No juzgar para no ser juzgados. No condenar para no ser condenados y perdonar para ser perdonados.

    Examinemos el verbo juzgar. En este caso, en el idioma que se escribió el Nuevo Testamento, es un verbo que significa primariamente separar, seleccionar, elegir; y de aquí, determinar o juzgar o pronunciar juicio.

    Este verbo se usaba para indicar que alguien está realizando el trabajo de un Juez o para pasar por el proceso de un juicio, o para pronunciar sentencia o para condenar o para formarse una opinión. Lo que este texto está prohibiendo es que el creyente se erija como un Juez de las actitudes de los demás. El creyente no puede ver el corazón de los demás para saber lo que están pensando, pero el creyente está facultado para juzgar las acciones de los demás. Las acciones son cosas que se puede ver. Pero aun allí, es necesario ejercitar gran discernimiento y dirección del Espíritu Santo. Por eso Juan 7:24 dice

    «No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.»

    En resumen, cuando la Biblia dice que el espiritual juzga todas las cosas, se está refiriendo a que el creyente está capacitado para examinar o discernir las cosas espirituales. En cambio cuando en Lucas 6:37 dice: No juzguéis, se está refiriendo a erigirse como Juez para evaluar las actitudes de los demás.

  • visiones

    ¿Utiliza Dios en estos tiempos los sueños y las visiones para dar información específica a un cristiano?

    Comencemos por citar lo que dice la Biblia en Hebreos 1:1-2.

    Hebreos 1:1-2 dice: «Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.»

    Según este texto es claro que el advenimiento del Hijo de Dios marcó una drástica diferencia en la forma de comunicación de Dios con el hombre. Hasta antes de la venida del Señor Jesucristo al mundo, Dios habló muchas veces y de muchas maneras a los antepasados a través de los profetas.

    Si Ud. desea saber cuántas veces habló Dios a los padres por los profetas, lo único que tiene que hacer es contar las veces que Dios comunicó algo a los profetas del Antiguo Testamento. Son realmente muchas las veces que Dios habló a los padres por medio de los profetas, desde Job alrededor del año 2200 Antes de Cristo hasta Malaquías, el último de los profetas del Antiguo Testamento, por el año 400 Antes de Cristo. Es decir que por alrededor de 1800 años, Dios estuvo hablando a los padres por medio de los profetas. Cada ocasión que Dios revelaba algo, se iba añadiendo una pieza más al cuadro general de lo que Dios quería comunicar al hombre.

    Muy bien. ¿De qué manera dio Dios su mensaje a los profetas, para que los profetas compartan ese mensaje con los padres? El texto en Hebreos dice que fueron muchas maneras ¿Cuáles? pues a veces fue audiblemente, como a Moisés en el Sinaí. Otras veces fue mediante visiones como a Ezequiel.

    Otras veces fue mediante sueños como a José. Otras veces fue simplemente poniendo un pensamiento en la mente del profeta. Son ejemplos de las muchas maneras que Dios utilizó para comunicar un mensaje a los padres por medio de los profetas.

    Pero en un instante crucial de la historia humana, el Hijo de Dios se hizo carne y habitó en este mundo. Cuando tuvo 30 años de edad inició su Aprendiendo con la Biblia público dando pruebas indubitables de que él era el Cristo, el Mesías, el Ungido, el Hijo de Dios.

    Para la mentalidad judía, los postreros días se refiere al tiempo cuando venga el Mesías. Hoy por tanto vivimos en los postreros días. Es en estos postreros días cuando Dios nos ha hablado por el Hijo. El mensaje de Dios a través del Hijo es, por decirlo así, la pieza que faltaba para completar la revelación de Dios. Lo que el Hijo nos ha hablado es lo que tenemos en el Nuevo Testamento. Después del Nuevo Testamento no hay más revelación de Dios. No porque Dios no pueda seguir revelando su voluntad como en el pasado a través de voces, sueños, visiones, etc., sino porque Dios ya ha revelado al hombre todo lo que ha querido revelar. No queda nada más por revelar.

    De tanto en tanto se oye a gente que dice que ha tenido revelación de Dios, audiblemente, o en sueños o en visiones, etc. Y cuando uno indaga el contenido de esa revelación encuentra que incluye cosas como: Crean en Cristo o Cristo viene pronto o busquen a Dios de corazón, o tengan unidad en la iglesia, etc. pero cosas como éstas ya han sido reveladas en la Biblia, ¿Qué necesidad hubo para que Dios, supuestamente vuelva a revelar algo que ya ha revelado previamente en su palabra?

    El punto entonces no es que estemos limitando a Dios o que Dios no pueda revelar algo a alguien hoy en día por medio de sueños o visiones o audiblemente. El punto es que la Biblia declara que la revelación de Dios se terminó cuando Dios habló por medio de su Hijo y lo que el Hijo reveló está contenido en el Nuevo Testamento. Si una persona hoy en día desea conocer la voluntad de Dios para su vida, no necesita que Dios le dé un sueño o una visión o le hable al oído. Lo que necesita es informarse de lo que ya ha dicho Dios en la Biblia y actuar conforme a ello.

    Terminando ya, quisiera referirme a lo que se da por llamar impresiones internas. Una impresión interna es aquel deseo o pensamiento que de pronto aparece en su mente. Para muchos, una impresión interna es siempre la voluntad de Dios, porque Dios revela siempre su voluntad de esa forma. Pero esto es muy peligroso.

    Hace poco acabo de enterarme de un caso real de un pastor que recibió la impresión interna que debía divorciarse de su esposa y casarse con su secretaria. Estaba tan convencido que Dios le había «hablado», que lo hizo.

    Todos podemos tener impresiones internas, pero es necesario probar esas impresiones internas para ver si son de Dios, o de nosotros mismos o del diablo. La prueba es sencilla. Tiene cuatro pasos.

    Primero, si es de Dios, no estará en contra de nada que Dios ha revelado en la Biblia.

    Segundo, si es de Dios, buscará siempre traer gloria al nombre de Dios.

    Tercero, si es de Dios, él mismo se encargará de quitar los obstáculos para llevarla a cabo. Si el Señor va delante de nosotros, él nos abrirá las puertas y no necesitaremos nosotros derribarlas a golpes de martillo.

    Cuarto, si es de Dios debe ser algo razonable. Dios nunca pedirá a nadie que se lance de un avión en vuelo sin paracaídas, porque simplemente no es razonable.

    Aplicando estos principios podemos saber si la impresión interna que está en nuestra mente proviene o no de Dios.

  • Sueños 2º parte

    ¿Utiliza Dios en estos tiempos los sueños y las visiones para dar información específica a un cristiano?

    Comencemos por citar lo que dice la Biblia en Hebreos 1:1-2.

    Hebreos 1:1-2 dice: «Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.»

    Según este texto es claro que el advenimiento del Hijo de Dios marcó una drástica diferencia en la forma de comunicación de Dios con el hombre. Hasta antes de la venida del Señor Jesucristo al mundo, Dios habló muchas veces y de muchas maneras a los antepasados a través de los profetas.

    Si Ud. desea saber cuántas veces habló Dios a los padres por los profetas, lo único que tiene que hacer es contar las veces que Dios comunicó algo a los profetas del Antiguo Testamento. Son realmente muchas las veces que Dios habló a los padres por medio de los profetas, desde Job alrededor del año 2200 Antes de Cristo hasta Malaquías, el último de los profetas del Antiguo Testamento, por el año 400 Antes de Cristo. Es decir que por alrededor de 1800 años, Dios estuvo hablando a los padres por medio de los profetas. Cada ocasión que Dios revelaba algo, se iba añadiendo una pieza más al cuadro general de lo que Dios quería comunicar al hombre.

    Muy bien. ¿De qué manera dio Dios su mensaje a los profetas, para que los profetas compartan ese mensaje con los padres? El texto en Hebreos dice que fueron muchas maneras ¿Cuáles? pues a veces fue audiblemente, como a Moisés en el Sinaí. Otras veces fue mediante visiones como a Ezequiel.

    Otras veces fue mediante sueños como a José. Otras veces fue simplemente poniendo un pensamiento en la mente del profeta. Son ejemplos de las muchas maneras que Dios utilizó para comunicar un mensaje a los padres por medio de los profetas.

    Pero en un instante crucial de la historia humana, el Hijo de Dios se hizo carne y habitó en este mundo. Cuando tuvo 30 años de edad inició su Aprendiendo con la Biblia público dando pruebas indubitables de que él era el Cristo, el Mesías, el Ungido, el Hijo de Dios.

    Para la mentalidad judía, los postreros días se refiere al tiempo cuando venga el Mesías. Hoy por tanto vivimos en los postreros días. Es en estos postreros días cuando Dios nos ha hablado por el Hijo. El mensaje de Dios a través del Hijo es, por decirlo así, la pieza que faltaba para completar la revelación de Dios. Lo que el Hijo nos ha hablado es lo que tenemos en el Nuevo Testamento. Después del Nuevo Testamento no hay más revelación de Dios. No porque Dios no pueda seguir revelando su voluntad como en el pasado a través de voces, sueños, visiones, etc., sino porque Dios ya ha revelado al hombre todo lo que ha querido revelar. No queda nada más por revelar.

    De tanto en tanto se oye a gente que dice que ha tenido revelación de Dios, audiblemente, o en sueños o en visiones, etc. Y cuando uno indaga el contenido de esa revelación encuentra que incluye cosas como: Crean en Cristo o Cristo viene pronto o busquen a Dios de corazón, o tengan unidad en la iglesia, etc. pero cosas como éstas ya han sido reveladas en la Biblia, ¿Qué necesidad hubo para que Dios, supuestamente vuelva a revelar algo que ya ha revelado previamente en su palabra?

    El punto entonces no es que estemos limitando a Dios o que Dios no pueda revelar algo a alguien hoy en día por medio de sueños o visiones o audiblemente. El punto es que la Biblia declara que la revelación de Dios se terminó cuando Dios habló por medio de su Hijo y lo que el Hijo reveló está contenido en el Nuevo Testamento. Si una persona hoy en día desea conocer la voluntad de Dios para su vida, no necesita que Dios le dé un sueño o una visión o le hable al oído. Lo que necesita es informarse de lo que ya ha dicho Dios en la Biblia y actuar conforme a ello.

    Terminando ya, quisiera referirme a lo que se da por llamar impresiones internas. Una impresión interna es aquel deseo o pensamiento que de pronto aparece en su mente. Para muchos, una impresión interna es siempre la voluntad de Dios, porque Dios revela siempre su voluntad de esa forma. Pero esto es muy peligroso.

    Hace poco acabo de enterarme de un caso real de un pastor que recibió la impresión interna que debía divorciarse de su esposa y casarse con su secretaria. Estaba tan convencido que Dios le había «hablado», que lo hizo.

    Todos podemos tener impresiones internas, pero es necesario probar esas impresiones internas para ver si son de Dios, o de nosotros mismos o del diablo. La prueba es sencilla. Tiene cuatro pasos.

    Primero, si es de Dios, no estará en contra de nada que Dios ha revelado en la Biblia.

    Segundo, si es de Dios, buscará siempre traer gloria al nombre de Dios.

    Tercero, si es de Dios, él mismo se encargará de quitar los obstáculos para llevarla a cabo. Si el Señor va delante de nosotros, él nos abrirá las puertas y no necesitaremos nosotros derribarlas a golpes de martillo.

    Cuarto, si es de Dios debe ser algo razonable. Dios nunca pedirá a nadie que se lance de un avión en vuelo sin paracaídas, porque simplemente no es razonable.

    Aplicando estos principios podemos saber si la impresión interna que está en nuestra mente proviene o no de Dios.

  • Sectas ¿cómo tratar con ellos?

    Lamentablemente, como aquel hombre que fue socorrido por el buen samaritano, muchos han caído en manos de ladrones y salteadores. Estos ladrones y salteadores, no necesariamente están interesados en despojar los bienes materiales, aunque eso es posible, sino más bien están interesados en robarle su gozo, su seguridad, su confianza en la palabra de Dios. Ud. nos pregunta qué hacer. Bueno, si Ud. supiera que algunas personas están tratando de despojarle de algo de mucho valor, ¿se prestaría para ello? Dudo que lo hiciera. Estoy seguro que más bien huiría lo más lejos posible de ellos. Esto sería lo sensato. Pues, lo mismo tendría que hacer con aquellos que tratan de robar su firmeza en la sana doctrina. Eso es lo que aconseja la palabra de Dios.

    2ª Juan vs. 7-11 dice: «porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo. Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo. Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios, el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis ¡Bienvenido! porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras»

    El mundo está lleno de engañadores. Cada maestro de las miles de sectas falsas que existen en el mundo es un engañador. Y muchos de estos engañadores usan la Biblia como anzuelo para atrapar a sus víctimas. Estos engañadores no vienen a tocar la puerta de su casa diciendo: Soy un falso maestro que vengo a robar su firmeza en la sana doctrina. No, todo lo contrario. Vienen con su aire de seudo piedad. Le saludan muy amablemente y se hacen invitar a pasar a su casa, allí adentro le hablan de cosas loables, de cómo la moral está por los suelos, de cómo evitar que ello suceda y luego lanzan el anzuelo con la mortal carnada. Con un aire de inocencia, le preguntan si quisiera estudiar la Biblia con ellos.

    Como Ud. a lo mejor está realmente interesado en conocer más de la Biblia, Ud. muerde el anzuelo y así es arrastrado hacia su propia destrucción. En el “estudio bíblico”, no se estudiará la Biblia, la Biblia será lo último que se abre, si alguna vez se la abre. Lo que se estudiará es el libro de fulano o la visión de mengano o la enseñanza de perencejo.

    En otras palabras, Ud. se verá forzado a asimilar la doctrina de alguna secta falsa. Ud. oirá cosas absurdas. Que la trinidad no existe, que el infierno no existe, que Jesucristo no es Dios que el cielo es para unos cuantos contados y quien sabe qué más.

    Lo prudente para evitar caer en manos de los engañadores y preguntar: ¿Qué piensa Ud. de Cristo? Si la respuesta no es: El es Dios, que se hizo carne para morir en lugar del pecador y luego resucitar de los muertos, entonces Ud. a lo mejor está hablando con un engañador.

    ¿Cómo tratar a un engañador? Lo que hemos leído responde a esta pregunta. No debemos ni saludarle. A esto se refiere el texto cuando dice: “No le digáis bienvenido.” peor aún hacerle pasar a la casa. No lo recibáis en casa, dice el texto. Si lo hacemos estamos participando de las malas obras de los engañadores. Esto es algo muy serio.

    Así que, lo que Ud. debería hacer es inmediatamente dejar de asistir a estos famosos estudios bíblicos con los miembros de aquella secta. Mejor busque una iglesia donde pueda conocer más de la Biblia y donde pueda ser motivado a crecer espiritualmente. No permita que le dejen medio muerto a la vera del camino, así como los ladrones y salteadores dejaron al hombre de la parábola del buen samaritano.

  • Jugar a las cartas

    ¿Está bien jugar a las cartas (barajas) entre amigos creyentes, como el popular «truco»?.

    Bueno, hasta donde me he informado, el truco es un juego de cartas muy popular en Argentina, en el cual los jugadores pueden apostar dinero o simplemente hacerlo por diversión. La palabra de Dios condena los juegos en los cuales se confía en la fortuna para ganar. Uno de los muchos pecados con que el pueblo de Israel ofendió a Dios fue justamente el confiar en la fortuna. Isaías 65:11-12 dice:

    «pero vosotros los que dejáis a Jehová, que olvidáis mi santo monte, que ponéis mesa para la Fortuna, y suministráis libaciones para el Destino; yo también os destinaré a la espada, y todos os arrodillaréis al degolladero, por cuanto llamé, y no respondisteis; hablé, y no oísteis, sino que hicisteis lo malo delante de mis ojos, y escogisteis lo que me desagrada.»

    El pueblo de Israel dio la espalda a Jehová y se volvió a la Fortuna.

    Fortuna, es la traducción de Gad que era el dios arameo de la suerte. También se volvió al Destino. Destino es la traducción de Meni, el dios arameo del destino.

    Todo aquel que confía en la fortuna o el destino para ganar la lotería o cualquier juego de azar, está dando las espaldas a Dios y esto es algo muy serio.

    Note que en el caso de Israel, eso les trajo la consecuencia de arrodillarse en el degolladero para ser decapitados. Confiar en la Fortuna y el Destino es hacer lo malo delante de los ojos de Jehová y escoger justamente lo que le desagrada. Esto se aplica a todo juego de azar, donde la fortuna y el destino eligen a sus favorecidos.

    Pero Ud. me dirá con mucha razón, ¿Y si no se apuesta dinero y se lo hace solo por diversión? Bueno, al respecto es necesario señalar que si hemos de disfrutar en su plenitud de las bendiciones que están disponibles en Cristo, debemos mantenernos completamente apartados de todo aquello que es dudoso y el juego de cartas por placer lo es.

    Los jugadores profesionales que derrochan su bien o mal habido dinero en los casinos, no se hicieron tales de la noche a la mañana. Todos ellos comenzaron cuando niños o jóvenes jugando al aparentemente inocente juego de las cartas solo por placer. Esto se hizo un vicio y sin que ellos lo noten fueron arrastrados a la pasión de los juegos de azar.

    Además la práctica de jugar a las cartas solo por placer tiene la desventaja de ser una diversión en la cual raramente se usa de moderación. Prácticamente cada jugador con las cartas en su mano, confía en la fortuna para ganar, aunque sea solo la satisfacción de haber derrotado a todos. Adultos que juegan a las cartas pronto se encontrarán invirtiendo precioso tiempo que bien podría ser utilizado de una manera más productiva. Mujeres que juegan a las cartas pronto se encontrarán invirtiendo precioso tiempo que podrían dedicar al cuidado de sus familias y al mejoramiento de su cultura. Jóvenes que juegan a las cartas, pronto se encuentran invirtiendo tanto tiempo que podrían dedicar al estudio y a la preparación que necesitan para ser útiles el día de mañana.

    Ud. y yo conocemos de cantidad de casos de hombres y mujeres, que han descuidado su hogar y sus hijos por las cartas, de hombres que han descuidado sus negocios y de jóvenes que han hecho lo mismo con el estudio. El juego de cartas es absorbente, esclavizante. No es simplemente un juego fascinante, es un juego intoxicante y por lo tanto, peligroso.

    Además de esto, si el juego de cartas no perjudica al que lo juega, es muy posible que perjudique a los demás. Los jóvenes que ven a un creyente jugando a las cartas serán estimulados a jugar también y para ellos será muy difícil hacerlo con moderación. En este caso se aplica a la perfección el consejo del apóstol pablo en 1 Corintios 10:23-24 que dice:

    «Todo me es lícito, pero no todo conviene, todo me es lícito, pero no todo edifica. Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.»

    Puede ser que para una persona muy madura en esta área de jugar a las cartas, le sea lícito hacerlo, pero eso no significa que puede hacerlo sin problema, porque puede ser que aunque para él sea lícito esto de jugar a las cartas, sin embargo sea inconveniente para otros y por tanto algo que no edifica. Es por eso que pablo dice: Ninguno busque su propio bien, sino el del otro. Por lo dicho, mi consejo es evitar el juego a las cartas, aun cuando sea solo por placer.