Danzar en el Espíritu

Hay templos evangélicos en los cuales la gente danza en el Espíritu. ¿Es esto una forma de alabar a Dios? ¿Tiene esto fundamento bíblico para que se practique hoy en día en la congregación de los santos?

La danza es una costumbre muy propia de muchos pueblos tanto del pasado como del presente. Casi cada región del mundo tiene su particular forma de danzar que es producto de su trasfondo cultural. Ahora la danza como expresión de alabanza a la deidad, era practicada no solo por los israelitas en su alabanza al Dios verdadero, sino también por los no israelitas en su alabanza a sus dioses falsos. Inclusive algunos Israelitas danzaron alabando, no al Dios verdadero, sino a un becerro que ellos mismos construyeron como su ídolo.

Éxodo 32:19 dice: «Y aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro, y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte.»

Aquí, tiene un ejemplo del pueblo de Israel, danzando pero no en alabanza a Jehová, sino en alabanza a un ídolo que ellos mismos construyeron.

No piense por tanto que danzar era una forma de alabanza exclusiva para el Dios verdadero. Hoy en día también, muchas tribus indígenas danzan alabando a sus ídolos. Los brujos también danzan alabando a sus ídolos. Los adoradores de Satanás también danzan en alabanza a él. Todo esto para que Ud. considere que la danza no ha sido una forma exclusiva de alabanza al Dios verdadero.

Muy bien. Dicho esto, debo señalar además que el Nuevo Testamento no registra en absoluto la danza como una forma de alabar a Dios.

Si Ud. tiene una concordancia bíblica, busque el sustantivo danza y verá que en el Nuevo Testamento aparece una sola vez, en Lucas 15:25 y no para referirse a la alabanza a Dios sino para hablar de la fiesta que hizo el padre del hijo pródigo cuando éste regresó finalmente al hogar.

Busque también el verbo danzar y verá que aparece solo dos veces, en Mateo 14:6 y Marcos 6:22 y en ambos casos no se refiere a albar a Dios sino a la hija de Herodías quien danzó en la fiesta de cumpleaños de Herodes.

Aparte de estas ocasiones, el Nuevo Testamento no registra la danza o el danzar como una forma de alabar a Dios. Claro que el argumento del silencio del Nuevo Testamento sobre danzar como una forma legítima de alabar a Dios hoy en día, no demuestra con absoluta claridad que la danza no es una forma válida de alabanza a Dios en las iglesias, pero ciertamente es algo digno de tomarse en cuenta.

Lo que podemos decir en honor a la verdad revelada en la Biblia es por tanto que la danza era una forma de alabar a Dios por parte del pueblo de Israel, en el Antiguo Testamento, aunque era también una forma de alabar a los ídolos paganos por parte de los pueblos paganos, y que el Nuevo Testamento no registra que la iglesia primitiva hubiera danzado en alabanza a Dios. Es decir que si una iglesia incorpora la danza como una forma de alabanza a Dios, será por cualquier razón, menos por algo que ordene el Nuevo Testamento.

Pero las iglesias locales donde se practica la danza, como una forma de alabar a Dios, afirman que es el Espíritu Santo quien impulsa a los creyentes a danzar. Por eso le llaman danzar en el Espíritu. Pero si Ud. hace un estudio de lo que produce en un creyente la llenura del Espíritu Santo, notará que danzar no está en la lista.

Efesios 5:18-21 dice: «No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Someteos unos a otros en el temor de Dios.»

Así es como Pablo presenta las evidencias de una vida llena del Espíritu Santo.

Es una vida de alabanza a Dios en el corazón. No solo en la iglesia, en el culto. Se trata de alabar al Señor en el corazón, siete días a la semana, 24 horas al día. Además es una vida de agradecimiento a Dios por todo, lo que sucede alrededor, aún por las pruebas. Finalmente es una vida de sumisión, una vida de poner a los demás antes de uno. Si dentro de todo esto está la danza en el Espíritu, bueno eso será para los que allí quieran verlo. Y no será extraño porque también verán allí la risa santa, el remolineo, los desmayos, los saltos, el llanto, etc.

El hombre siempre ha tenido la tendencia a agradar a Dios por medio de las cosas visibles que puede hacer, o por acciones llamativas. Por eso es que mucha gente camina de rodillas hasta el altar de algún ídolo o se auto flagela hasta verter sangre, etc. Son las formas de agradar a Dios diseñadas por el ser humano.

Pero Dios no se agrada de eso. Dios es Espíritu y los que le adoran en Espíritu y en verdad es necesario que le adoren. Yo me he preguntado por tanto: ¿Cuánto de la alabanza de hoy en día, con acciones espectaculares, caerá dentro de este esfuerzo muy humano por agradar a Dios a través de cosas visibles, admiradas por todos los presentes?

La alabanza debe ser enfocada sobre Dios, mas no sobre la música de cualquier estilo que sea, o sobre la forma de ejecutar la música por parte de los músicos y por último sobre la forma de ejecución de la alabanza por parte de los creyentes. Ud. y yo hemos visto grupos de alabanza que concentran todo su esfuerzo en un escenario llamativo, rodeado de flores, luces de colores, vapores, etc.

Los cantantes se mueven frenéticamente al ritmo de la música. La vestimenta de los cantantes es similar a aquella que usan los grupos musicales del mundo que están de moda. La gente que presencia el espectáculo está eufórica con la música a todo volumen. ¿Es esto alabar a Dios? ¿No es más bien alabar a la música o alabar a los músicos o alabar a los cantantes? Claro que la letra de las canciones habla de Dios, pero los espectadores ni siquiera disciernen lo que están cantando porque todo lo demás ha llegado a ocupar el primer plano.

Un creyente lleno del Espíritu Santo o controlado por el Espíritu Santo, no necesariamente lo demuestra danzando o llorando o gritando descontroladamente o cayéndose al suelo o actuando como si estuviera ebrio. Mire lo que produce el Espíritu Santo en una persona.

Gálatas 5:22-23 dice: «Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.»

Ese es el fruto del Espíritu Santo. No solo se demuestra el momento de alabar en la iglesia. Se demuestra en el diario vivir, en el trabajo, en la casa, en la calle, etc. Muchos de los que el domingo están danzando en la iglesia, de lunes a sábado se pasan danzando con el pecado en el mundo. ¿Acaso el Espíritu llena a los creyentes solo por instantes y solo dentro del edificio del templo? Cuidado con atribuir al Espíritu Santo cosas que él jamás las ha hecho.

En definitiva, el danzar en alabanza a Dios no es una orden del Nuevo Testamento para el creyente, aunque tampoco lo condena como algo impropio. Si alguna iglesia local lo practica será porque tiene sus razones pero muy aparte de lo que ordena el Nuevo Testamento. Bien vale la pena también insistir que en la iglesia local debe haber orden.

1ª Corintios 14:40 dice: «pero hágase todo decentemente y con orden.»

Este principio debe regir toda la vida de la iglesia. Cualquier cosa que fomente el desorden y la indecencia, no proviene del Espíritu Santo, sino del espíritu del hombre y lamentablemente también puede provenir de espíritus inmundos.