La palabra iglesia, es la traducción de la palabra griega EKKLESIA, la cual significa literalmente: Los que han sido llamados afuera. Esta palabra se utilizaba en relación con una asamblea o congregación que podía ser llamada afuera con varios propósitos. El significado de la palabra ekklesia en el Nuevo Testamento es doble. Se refiere a aquellos que son llamados afuera por Dios de entre las naciones del mundo para formar un pueblo para su nombre, los cuales constituyen la iglesia o el cuerpo de Cristo. Esto se conoce como la iglesia universal. En este sentido, la iglesia es un organismo. Pero la palabra ekklesia en el Nuevo Testamento también se refiere a aquellos que son llamados afuera de alguna comunidad, para reunirse en el nombre de Cristo y para poner en práctica los principios y preceptos de Cristo, los cuales se encuentran en el Nuevo Testamento. Esto se conoce con el nombre de iglesia local. En este sentido, la iglesia es una organización. Al mirar a la iglesia universal como un organismo viviente, ésta es el cuerpo de Cristo, del cual Cristo es la cabeza viviente y los creyentes en Cristo son los miembros del cuerpo. Así es como se presenta a la iglesia universal en pasajes bíblicos como 1 Corintios 12:12-13 donde dice: “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.” Vista la iglesia de este modo, como un organismo vivo, la iglesia es el conjunto de todos aquellos que han depositado su fe en la persona y obra de Cristo Jesús, quien murió por ellos en la cruz del Calvario. Estos creyentes están esparcidos en todo el mundo. Algunos han muerto, otros están vivos, pero todos forma parte de la iglesia. En este cuerpo de creyentes llamado iglesia, no hay distinción racial ni social ni de género, ni de ninguna otra índole. Gálatas 3:28 dice: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” Ahora que tenemos una clara idea de lo que es la iglesia, viene la gran pregunta: ¿Cuándo comenzó? ¿Cuándo nació este organismo viviente? Para determinar esto es necesario hacer algunas consideraciones. Primero, no podría haber iglesia en el mundo hasta que Cristo muriera, porque es la preciosa sangre de Cristo que fue derramada en la cruz, la que lava a cada miembro de la iglesia de su pecado. Sin muerte de Cristo no se puede hablar de iglesia de Cristo. Segundo, no podría haber iglesia en el mundo hasta que Cristo resucitara de entre los muertos, porque a la iglesia se le ha prometido resurrección, promesa real y verídica sustentada en la resurrección irrefutable de Cristo. Tercero, no podría haber iglesia hasta que Cristo hubiera ascendido a la gloria de su Padre para poder ser la cabeza de la iglesia, porque la iglesia es una nueva creación con Cristo resucitado como la cabeza de la cual proviene todo impulso de vida. Cuarto, no podría haber iglesia en la tierra hasta el advenimiento del Espíritu Santo, porque una de las realidades más básicas y fundamentales respecto de la iglesia es que ella es el templo de Dios por medio del Espíritu. La iglesia es regenerada, bautizada y sellada por el Espíritu. Muy bien, tratemos ahora de identificar un instante en el tiempo cuando se hayan cumplido estos cuatro requisitos. El instante cuando esto sucedió es en el día que se celebraba la fiesta judía llamada Pentecostés. Para entonces, Jesús había muerto, cumpliendo la primera condición, había resucitado, cumpliendo la segunda condición, había sido ascendido a la gloria de su Padre cumpliendo la tercer condición. Solo faltaba la venida del Espíritu Santo. Leamos por tanto lo que sucedió en algún momento de ese día. Se encuentra en Hechos 2: 1-4 donde dice: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fuero todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen” El Espíritu Santo había venido sobre los creyentes, en cumplimiento de las promesas de Cristo. Se había cumplido la cuarta condición. Había por tanto nacido la iglesia. De modo que, amable oyente, la iglesia de Cristo nació como organismo viviente el día de Pentecostés del año que Cristo murió, resucitó y fue ascendido a la gloria de su Padre.
Autor: cris
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¿Cada cuánto tiempo de acuerdo con la Biblia, se debe celebrar la Cena del Señor y cuáles deben ser sus verdaderos elementos?
La Cena del Señor es una ordenanza para la iglesia, la cual fue instituida por el Señor la noche que fue entregado para ser crucificado. Lucas 22: 19-20 dice: “Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama” Aquí podemos ver los símbolos usados en la Cena del Señor. El pan y la copa. En cuanto al pan, el Señor usó lo que estaba a la mano. Siendo que se celebraba la pascua, el pan que estaba a la mano debió haber sido sin levadura, pero esto de ninguna manera sienta un dogma para que obligatoriamente se use pan sin levadura en la Cena del Señor. El Señor sabía de antemano que la iglesia se encontraría muchas veces en los rincones más remotos de la civilización, por esta razón, no exigió determinada clase de pan, sino el que esté a la mano. En cuanto a la copa, el Señor usó lo que estaba a la mano. Es necesario señalar que la palabra “vino” no se usa en conexión con la institución de la Cena del Señor. La expresión que se usa es “el fruto de la vid” De modo que no se puede ser dogmático ni en contra ni a favor del uso del vino. El fruto de la vid puede ser tanto el jugo de uva como el vino fermentado. Con relación a la frecuencia de la celebración de la Cena del Señor, las Escrituras no ordenan con lenguaje de ley determinada frecuencia. El insistir que debe observarse cada semana, o cada mes, o cada año, sobrepasa lo que dice la Biblia. Al mismo tiempo, es muy probable que los primeros discípulos se reunían cada semana para celebrar la Cena del Señor, pero como se ha dicho, esta costumbre no puede ser tomada como un dogma para la iglesia. Discusiones interminables y por lo general poco edificantes se han originado como consecuencia de un énfasis indebido en las propiedades físicas de los símbolos y en la frecuencia de la celebración de la Cena del Señor. En contraste con los detalles minuciosos del Antiguo Testamento para la celebración de ritos y ceremonias, notamos en el Nuevo Testamento la ausencia de detalles con respecto a las características físicas de los símbolos usados en la Cena del Señor y a la frecuencia de su celebración. El énfasis debe estar en lo que la Cena del Señor significa, mas no en el tipo de pan o en el contenido de la copa. El diablo ha tenido mucho éxito causando controversia y división en la iglesia a raíz de estos asuntos.
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Deseo que me aclare el significado de Eclesiastés 7:16
Vamos a dar lectura al texto bíblico que se encuentra en Eclesiastés 7:16, pero para tomar en cuenta el contexto, vamos a leer desde el versículo 15 hasta el 19, donde dice: “Todo esto he visto en los días de mi vanidad. Justo hay que perece por su justicia, y hay impío que por su maldad alarga sus días. No seas demasiado justo, ni seas sabio con exceso; ¿por qué habrás de destruirte? No hagas mucho mal, ni seas insensato; ¿por qué habrás de morir antes de tu tiempo? Bueno es que tomes esto, y también de aquello no apartes tu mano; porque aquel que a Dios teme, saldrá bien en todo. La sabiduría fortalece al sabio más que diez poderosos que haya en una ciudad.” Tomando como justificativo lo que dice este texto, algunos han pretendido hallar justificación para una esporádica mala conducta. Claro, como el texto aparentemente dice que no hay que ser demasiado justo ni demasiado sabio, entonces se entiende que está bien cometer algo reprochable de vez en cuando, siempre y cuando no se lo haga como una costumbre. Es así como gente se emborracha sólo el día de su cumpleaños, o sólo en navidad y año nuevo, o gente roba sólo cuando está en necesidad, o gente miente sólo cuando es imprescindible hacerlo. Justifican su conducta diciendo: La Biblia dice que no hay que ser demasiado justos ni demasiado sabios. Pero ¿dice eso en realidad la Biblia? Absolutamente no. La Biblia dice todo lo contrario. Mire por ejemplo lo que dice la Biblia acerca de la santidad. Leo en 1 Pedro 1:14-16 “como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.” El pecado no debería ser parte de la experiencia del creyente. Cristo murió en la cruz del calvario, entre otras cosas, para otorgarnos libertad del pecado. Aunque sea esporádico, el pecado es abominable delante de Dios. Mal puede la Biblia entonces apoyar la idea que no hay problema con pecar un poco, siempre y cuando ese pecado no se vuelva una costumbre. Ahora que tenemos muy claro que la Biblia demanda santidad en los creyentes, entonces, ¿cuál es el significado del pasaje bíblico que fue leído en Eclesiastés? Pues, para ello es necesario tomar en cuenta algo de los entretelones del libro de Eclesiastés. El libro fue escrito por Salomón, cuando se hallaba en una etapa de aridez espiritual. Salomón estaba viejo y agobiado por las consecuencias de pecados que cometió. En estas condiciones, dejó que su mente divague por los tortuosos senderos de lo que es la vida cuando se hace a Dios a un lado. En esencia, la vida se vuelve algo vacía, algo hueca, algo sin sentido. Se llega a la conclusión que llegó Salomón: Vanidad de vanidades, todo es vanidad. Entre las vanidades, o entre las cosas que no se puede entender aparte de Dios, está aquella de la cual habla Eclesiastés 7:15: “Justo hay que perece por su justicia, y hay impío que por su maldad alarga sus días” Si echamos a Dios fuera del razonamiento, es incomprensible que personas muy justas, rectas y sabias se mueran muy jóvenes, en cambio personas muy injustas, muy corruptas y muy ignorantes vivan hasta llegar a viejos. Echando a Dios fuera del razonamiento, parecería entonces que no vale la pena ser justo, total, algunos justos mueren jóvenes. Parecería también que no vale la pena ser sabio, total, algunos sabios mueren jóvenes. Pensando así, entonces mejor no ser tan justo y mejor no ser tan sabio. Pero no olvide amado oyente que pensar de esta manera es el resultado de haber sacado a Dios del razonamiento. Pero el hombre no debe sacar a Dios de su razonamiento. Debe tomar muy en cuenta a Dios en todo su proceso de pensamiento. Cuando eso pasa, las cosas comienzan a tener sentido. El hecho que justos mueran jóvenes e impíos vivan largo, no es un problema, porque Dios sabe lo que hace y cómo lo hace. Además, el impío, aunque viva largo en la tierra, saldrá algún día de este mundo y si no arregla su pecado con Dios, pasará la eternidad en el infierno. En cambio el justo, aunque viva poco en la tierra, cuando salga de este mundo recibirá la recompensa a causa de haber sido justificado por la obra de Cristo en la cruz. Los que confiamos en Dios no debemos preocuparnos porque los justos se mueren jóvenes o atraviesan por serias dificultades, en cambio los impíos parecen siempre contentos, lozanos y viven largo. Lo importante es incluir a Dios en el análisis de las cosas y allí se reconocerá que debemos ser justos y sabios y dejar que Dios decida si va a dar larga vida o corta vida, si Dios va a dar adversidad o prosperidad. También debemos dejar a Dios que él haga lo que quiera con los impíos. Si quiere darles larga vida, es cuestión de Dios, él sabrá por qué lo hace. Si quiere acortarles la vida, también es cuestión de Dios, él sabrá por qué lo hace. Usted dice que ese joven que conoce, es justo y sabio. Eso es muy bueno. Pero ese joven también está pasando por serias dificultades. Bueno, esas series dificultades no son el resultado de que este joven es justo y sabio. Esas dificultades son pruebas diseñadas por Dios para que este joven sea más justo y más sabio, asumiendo que este joven es creyente por supuesto. Aconséjele que a pesar de las dificultades que tiene, no dé su brazo a torcer en buscar la justicia y la sabiduría. La Biblia en ningún lugar aconseja a los creyentes a rebajar las normas morales.
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¿Podríamos pensar que así como en la persona de Jesús, Dios se manifestó en carne para ¿Hay evidencia bíblica para aceptar que el Anticristo sea el mismo Satanás tomando cuerpo humano?
La palabra de Dios, no contiene evidencia alguna para afirmar que el Anticristo es la persona de Satanás en forma humana. Existen varias pruebas para demostrar que Satanás y el Anticristo son dos personas diferentes. Solamente vamos a considerar dos, que a mi modo de ver son concluyentes para demostrar este enunciado. Demos lectura al texto que se encuentra en Apocalipsis 16:13 donde dice: “Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas” Primeramente, identifiquemos a los personajes de quienes habla este texto. El dragón, según Apocalipsis 20:2 es Satanás. Luego tenemos a la bestia, según Apocalipsis 13:1 es el Anticristo. El otro personaje ya se identifica en el mismo texto como el falso profeta. De esta tríada satánica salen tres espíritus inmundos a manera de ranas. Lo notable para nuestro propósito, es ver que en el mismo tiempo, y en el mismo lugar se encuentran tanto Satanás como el Anticristo; por tanto no podrían ser la misma persona, sino personas diferentes. Otra cita que también nos ayuda a llegar a la misma conclusión es Apocalipsis 20:10 donde dice: “Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.” Este evento tendrá lugar al final del milenio; después que Satanás sea liberado por un poco de tiempo y salga a engañar a las naciones y reunir gente como la arena del mar y sitiar a Israel y su capital para luego ser consumidos con fuego que descenderá del cielo. Acto seguido, Satanás es lanzado al lago de fuego y azufre, y ¡Oh sorpresa! ¿Quiénes estaban allí? La bestia o Anticristo y el falso profeta. Por tanto Satanás y el Anticristo necesariamente deben ser dos personas distintas. Si este argumento lógico no es suficiente prueba para demostrar que Satanás y el Anticristo son distintas personas, permítame indicar que la Biblia presenta el origen del Anticristo y de ninguna manera se insinúa siquiera que el Anticristo podría ser una encarnación de Satanás. Apocalipsis 13:1 dice: “Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo.” La bestia o Anticristo sube del mar. Según Apocalipsis 17:15, el mar representa a los pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas. Por tanto el Anticristo se levantará del mundo gentil, mas no como una encarnación de Satanás. El desastre que causará este perverso ser será basto, su poder será extraordinario porque según Apocalipsis 13:2 estará vigorizado por Satanás. Dice así este versículo: “Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad.” Aquí vemos que Satanás confiere al Anticristo su poder, su dominio y su autoridad. Pero esto no es lo mismo que decir que Satanás se ha encarnado en la persona del Anticristo, porque como ya se mencionó, se los ve a los dos en el mismo lugar y en el mismo tiempo.
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Si Dios es un Dios de misericordia y amor, quien gobierna el universo, ¿Por qué permite que haya terremotos, inundaciones y otras desgracias?
La respuesta más sencilla a esta consulta es: Porque Dios cree conveniente hacerlo. Si Dios consideró conveniente inundar toda la tierra en el diluvio, y que todos los habitantes, excepto ocho, perezcan en un instante, entonces está en su perfecto derecho de permitir terremotos, inundaciones y cualquier otra desgracia. Todos hemos pecado, todos los hombres merecemos recibir la ira de Dios. Dios ama incluso al más vil de los pecadores y ha diseñado un medio para que pueda ser perdonado y pueda ser librado de la ira de Dios. Todo el que acepta este perdón de Dios, aunque perezca en un terremoto o en una inundación, no pierde nada. Parte para estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor. El que no acepta este perdón de Dios, está rechazando a Dios mismo y si es arrastrado por una inundación o muere en un terremoto, eso es nada con relación a lo que realmente merece, lo cual recibirá con creces una vez que salga de este mundo, conforme a lo que Dios ha dicho en su palabra. Hoy en día, la gente olvida que Dios es Dios, y piensa que Dios está en la obligación de darnos explicaciones de lo que hace, y peor aún, hay gente que piensa que Dios no debe hacer nada sin primero consultarnos. ¿Qué nos creemos? ¿Puede el barro decir al alfarero: No me hagas así? Isaías 55:9 dice: “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.” Así es amigo oyente. El hombre no está en capacidad de comprender todo lo que es Dios. Romanos 11:33-35 dice: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?” Cuando lleguemos a la patria celestial y miremos hacia atrás, y veamos las cosas ya no en la penumbra, oscuramente, sino cara a cara, entonces comprenderemos que las decisiones de Dios que nos habían sido difíciles de entender en esta vida estaban llenas de bondad y misericordia para el hombre. Lo que necesitamos comprender ahora es que Dios en su infinita sabiduría tiene toda la razón para hacer o permitir que se haga todo lo que sucede en el mundo.
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¿Existen los extraterrestres? ¿quienes son ellos y por qué la Biblia no revela su existencia?
Mucha gente habla sobre eso, mucho se ha escrito sobre eso, y mucho se está investigando sobre eso, pero lo único cierto hasta ahora es que no existe en absoluto prueba concluyente ni para desmentir ni para aceptar la existencia de seres extraterrestres. En cuanto a la Biblia, tenemos un panorama similar. La Biblia simplemente guarda silencio acerca de la existencia de seres extraterrestres. No es prudente usar el argumento del silencio de la Biblia acerca de la existencia de seres extraterrestres, para decir que realmente existen seres extraterrestres o para decir que existe vida inteligente en alguna otra parte del universo. Lo prudente es decir lo que hemos expresado: La Biblia guarda silencio acerca de la existencia de seres extraterrestres o de la existencia de vida inteligente en algún lugar del universo. ¿Por qué? Es su pregunta amigo. Pues simplemente porque Dios en su soberanía no ha querido revelar eso, ni afirmando ni negando. Dios tiene la prerrogativa de revelar lo que él quiere revelar y nadie está a su nivel como para cuestionarlo. Hoy en día se está invirtiendo bastante dinero, tiempo y esfuerzo en detectar indicios de vida inteligente en el universo. Una gran cantidad de antenas parabólicas está escrutando permanentemente el universo para buscar algo que pueda ser atribuible a vida inteligente fuera del planeta tierra, pero hasta ahora, y hasta donde yo sé, esta investigación científica no ha arrojado ningún resultado positivo. Sobre lo que sí habla la Biblia es acerca de la existencia de dos mundos, el uno material, formado por lo que puede ser percibido con los sentidos, y el otro espiritual, formado por todo lo que no puede ser percibido por los sentidos. El mundo espiritual está formado por el Padre, el Hijo, el Espíritu Santo, los ángeles, los espíritus de los seres humanos tanto de los que han partido del mundo material, como de los que todavía están en el mundo material. Dentro del mundo espiritual también están Satanás y sus demonios. Sobre el mundo material y el mundo espiritual, la Biblia contiene abundante información.
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En Génesis 11:6 dice que el pueblo estaba unido y que hablaban un solo lenguaje. ¿Qué idioma se hablaba en aquellos tiempos?
Luego de relatar la creación de los cielos y la tierra, la Biblia registra la creación del hombre y la mujer. Génesis también relata la caída en pecado del hombre y la mujer y sus funestas consecuencias tanto para ellos como para sus descendientes y la creación en general. Adán y Eva fueron los precursores de una raza hundida en el pecado. La gente se multiplicó y también se multiplicó la maldad sobre la tierra. Dios por tanto envió el diluvio como juicio a los pecadores, no sin antes advertir e invitar a los que querían salvarse del juicio del diluvio. Solamente ocho personas entraron al arca construida por Noé para librarse de las aguas del diluvio. Noé y su esposa, y los tres hijos de Noé y sus respectivas esposas. A partir de ellos comenzó a repoblarse la tierra. Habrán transcurrido al menos un par de siglos hasta que aparece la referencia de Génesis 11:1 donde dice: “Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras” El hecho que todos los habitantes de la tierra hablen un mismo idioma es explicable por cuanto todos los habitantes de la tierra eran descendientes de Noé. Pero triste y lamentablemente, además de tener una misma lengua, todos los habitantes de la tierra estaban también unidos en un mismo propósito. Querían de cualquier modo llegar al cielo por ellos mismos. Estaban tan enceguecidos por este deseo que se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego y edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo. Todo esto fue tomado muy en cuenta por Jehová. Fue entonces cuando Jehová dijo lo que aparece en Génesis 11:6 donde leemos: “Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer.” Cuando se trata de hacer algo malo, siempre se encontrará gente dispuesta a unirse a ese esfuerzo. El pueblo estaba unido en el propósito de hacer esa torre que llegue hasta el cielo. Lo malo está en pretender llegar al cielo por mérito propio. Dios sabe que esta empresa está condenada al fracaso, por eso Dios busca la forma de evitar que el hombre siga en su loco esfuerzo de hacer algo imposible. Dios quería hacer un favor al hombre al impedir que siga gastando tiempo, materiales y energía en algo inútil. Dios normalmente frustra nuestros esfuerzos porque él sabe de antemano que no nos van a llevar a nada bueno. Por eso fue que Dios descendió y confundió la lengua del pueblo para que ninguno entienda el habla de su compañero. De esta manera se frustró el esfuerzo vano de construir la torre que llegue al cielo. La diversificación de las lenguas y la posterior diseminación de los pueblos conforme sus lenguas fue un castigo de Dios impuesto al orgullo de los humanos. De aquí parten los diferentes idiomas que se hablan en el mundo. La gran pregunta es: ¿Cuál era el idioma que se hablaba antes que Jehová descienda y confunda la lengua del pueblo? La Biblia no provee esta información. Es algo que Dios no lo ha revelado. Pero no importa cuál lengua haya sido, porque a partir de ese momento, esa lengua, cualquiera que haya sido, dejó de ser la única lengua del pueblo.
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Estoy solo, necesito prosperar, quiero que me den una orientación
Soy pobre, tímido, sin suerte, vivo triste porque no valgo nada, no tengo novia, ni casa. Sólo Dios me protege. No sé qué hacer porque no tengo empleo. Estoy solo. Necesito prosperar. Quiero que me den alguna orientación amigos cristianos.
Por la información que nos ha proporcionado en su carta, nos es difícil saber si ha recibido alguna vez a Cristo como su Salvador personal. Por este motivo, permítame informarle que lo que hoy está experimentando en vida en este mundo es nada en comparación a lo que le espera una vez que salga de este mundo, si persiste en rechazar a Cristo como su Salvador, por supuesto. Sin Cristo en su corazón, no sólo es pobre materialmente sino que está muerto espiritualmente. Para tener vida espiritual o resucitar espiritualmente necesita recibir a Cristo como su Salvador. Cuando dé este paso, llegará a ser un hijo de Dios, o llegará a tener vida eterna, o pasará a estar vivo espiritualmente. 1 Juan 5:11-12 dice: “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” Para tener al Hijo de Dios en su vida, solamente necesita reconocer que es un pecador y que está condenado a muerte por su pecado. Luego necesita reconocer que Cristo murió en la cruz en el lugar suyo y que después de ser sepultado resucitó al tercer día para ofrecerle la vida eterna. Por fe aprópiese de esta verdad e invite a Cristo a su vida como su Salvador. Por lo que dice la palabra de Dios en Juan 6:47, inmediatamente tendrá vida eterna o dicho en otras palabras, llegará a ser un hijo de Dios. Ponga atención a lo que dice este texto: “De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna” Habiendo tocado este asunto que es fundamental y asumiendo que ha recibido a Cristo como Salvador, quisiera indicarle amable oyente que está atravesando por una profunda crisis de auto compasión. Cuando dice que es pobre, tímido, sin valor, hasta sin suerte, como si para un creyente existiera la suerte, lo único que está haciendo es compadeciéndose de Usted mismo y en el fondo, buscando algún culpable de la situación que está viviendo. Con amor y respeto, le exhorto a cambiar su manera de pensar, porque de otro modo está contradiciendo lo que afirma la palabra de Dios, cuando, por ejemplo, en Efesios 2:10 dice: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” La palabra de Dios dice que Usted es hechura de Dios. Esto significa una obra maestra de Dios. Quizá se mira a Usted mismo y llega a la conclusión que no vale nada, pero Dios dice que es una obra maestra, y cuando contradice a Dios, está pecando. ¿Quiénes nos creemos que somos para contradecir a Dios? Hay varios otros pasajes bíblicos que muestran que para Dios somos de valor inestimable, pero por las limitaciones impuestas por el tiempo, no es posible analizarlos. Pero hay un texto que me encantaría citarlo para que se dé cuenta de cuán valioso es a los ojos de Dios. Se encuentra en 1 Pedro 1:18-19 donde dice: “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” Debemos ser de mucho valor para Dios, si él pagó un precio tan elevado para comprarnos. De manera que, amigo oyente, el pensar que no vale nada, que es un desdichado y toda clase similar de pensamientos que manifiestan su auto compasión, son pensamientos pecaminosos que deben ser confesados a Dios como pecado y abandonados inmediatamente. Seguidamente, me gustaría referirme a su comentario acerca de la pobreza. Podríamos decir que la pobreza tiene dos posibles fuentes de origen. Una posibilidad es que se trate de una consecuencia de algún pecado. Por ejemplo, Proverbios 28:19 dice: “El que labra su tierra se saciará de pan; mas el que sigue a los ociosos se llenará de pobreza.” La otra posibilidad es que Dios quiere enseñarnos algo importante y usa la pobreza como un medio para hacerlo. Siendo que Usted manifiesta estar atravesando por un estado de máxima pobreza, le sugiero que investigue su vida para identificar algún pecado no confesado. A lo mejor no sea un pecado visible, por usar el término, como robar o matar o adulterar, etc. Pero qué tal el pecado de orgullo o pereza, o falta de confianza en Dios, o a lo mejor, la avaricia. Recuerde que la avaricia no es un mal exclusivo de los ricos. Los pobres la padecen por igual. Avaricia es el excesivo amor a los bienes materiales, de modo que un pobre perfectamente puede ser más avaro que un rico. Si hay pecado en su vida, cualquiera que sea, no dude que una de las posibles consecuencias es la pobreza. Con esto no estoy afirmando que todos los pobres son pecadores ni que todos los pecadores son pobres Tanto Usted como yo sabemos que hay santos pero que son pobres, como hay gente muy malvada pero rodeada de riqueza. Dios es soberano en esto. Lo cual nos lleva a la segunda fuente posible de pobreza. A veces Dios usa la pobreza para acercarnos a él. En este caso, la pobreza no es una consecuencia de pecado sino un mecanismo diseñado por Dios para acercarnos más a él. Un caso típico de esta situación fue Job. Dios le condujo a un estado de pobreza total. No le quedó nada de los bienes materiales que tenía, con el agravante que inclusive murieron todos sus hijos y hasta perdió la salud. No era que Job estaba en pecado y que por tanto estaba sufriendo las consecuencias de ello. El primer versículo de su libro declara que este hombre era perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. A pesar de eso, allí lo tenemos, pobre en extremo y sobre eso, muy enfermo. Pero al final de su libro, Job declara el propósito de todo lo que tuvo que soportar. Job 42:1-6 dice: “Respondió Job a Jehová, y dijo: Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti. ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento? Por tanto yo hablaba lo que no entendía; Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía. Oye, te ruego, y hablaré; Te preguntaré, y tú me enseñarás. De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, Y me arrepiento en polvo y ceniza.” Job reconoció que por medio de su difícil prueba, que incluía la pobreza extrema, Dios le enseñó cosas maravillosas. Así que, amigo oyente, analice por Usted mismo su propia vida para determinar si el resultado de su pobreza es consecuencia de pecado o Dios le está enseñando cosas maravillosas por medio de la pobreza. Note que la pobreza nunca es consecuencia de la mala suerte. Olvídese de la suerte, no importa si es buena o mala. Para Dios no existe la suerte. Dios tiene un propósito para todo lo que hace. Nada de lo que Dios hace ocurre por accidente. Dios tiene un propósito para que Usted esté atravesando por mucha pobreza. Cuando aprenda lo que Dios quiere enseñar o cuando vea lo que Dios quiere mostrar, reconocerá que el propósito fue algo bueno para su vida. Finalmente, amigo oyente, no piense que Dios quiere hacerle sufrir manteniéndole pobre. Dios no es alguien que goza con nuestro sufrimiento. Si Dios permite sufrimiento en nuestra vida, es porque él sabe que de alguna manera eso es bueno para nosotros y para su plan soberano. Hebreos 12:11 dice: “Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.” ¿Entonces el creyente debe conformarse con ser pobre toda la vida? Por supuesto que no. Cuando tenga claro el motivo para su pobreza y aprenda las lecciones que Dios quiere enseñarle, Dios mismo se encargará de sacarle de ese estado de pobreza, así como sucedió con Job. Nuevamente aquí, es necesario enfatizar que Dios no siempre hace rica a una persona que vive piadosamente. Sólo Dios sabe cuando y a quien enriquece y así mismo, sólo Dios sabe cuándo y a quien empobrece. Usted dice que está sin trabajo. Ojalá que su caso no sea como el caso de una persona de quien alguna vez escuché, quien cuando se quedó sin trabajo se quedaba en su casa sin hacer nada, esperando que Dios le mande una oferta de trabajo desde el cielo, y eso más, siempre y cuando sea al menos un cargo de gerente de algo. El apóstol Pablo exhortaba a los creyentes de Efeso a trabajar con sus manos en lo que es bueno, y ese es mi consejo final para Usted. Ocúpese en lo que venga a la mano. No considere ninguna ocupación como algo indigno de Usted, a no ser que se trate de algo expresamente prohibido en la palabra de Dios. Póngase la ropa de trabajo y trabaje en lo que haya. Si es fiel en eso, no hay duda que Dios mismo le pondrá en ocupaciones de mayor responsabilidad. Pero sobre todo, busque primero las cosas celestiales. Recuerde siempre lo que dice Mateo 6:33 “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” Ore como si todo dependiera de Dios y trabaje como si todo dependiera de Usted. Ese es el perfecto equilibrio.
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¿Qué debo hacer para no sentirme vacía?
Quiero que recen por mí porque soy un alma perdida. Voy a misa, he sido bautizada, pero me siento vacía por dentro. No tengo fe. Siento el corazón duro. Muchas veces hago ayuno, pero no me siento feliz porque no tengo a Dios en mi corazón. Siento un vacío en mi alma. Por eso rece por mí para que mi alma no se pierda.
No habrá sido fácil llegar al punto en que se halla actualmente. Por eso, me gustaría primeramente animarle. Quiero decirle que Usted en verdad es una persona afortunada. No porque lo diga yo, sino porque eso fue lo que dijo el Señor Jesucristo, según Mateo 5:3 “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” El hecho que reconozca que tiene un vacío dentro de su ser, es muestra de que es pobre en espíritu. El hecho que reconozca que todo lo que hasta aquí ha hecho para traer a Dios a su corazón ha fracasado es aún mayor evidenciad de que es pobre en espíritu. El instante en que se sintió totalmente sin esperanza de poder acercarse a Dios sobre la base de su propio mérito, ese momento llegó a ser pobre en espíritu. Lejos de ser una tragedia, el ser pobre en espíritu es una formidable bendición. Por esto, el Señor Jesucristo dijo en el texto que leímos: “Bienaventurados los pobres en espíritu” Bienaventurado significa muy feliz o super feliz o doblemente feliz o cualquier otro calificativo que denote felicidad extrema. Quizá en este punto se sienta algo confundida. ¿Cómo puede ser posible que a pesar de sentirme vacía, sin Dios en mi corazón, sin embargo sea afortunada por eso? Permítame explicarle brevemente: La felicidad no es porque no tiene a Dios en su corazón sino porque cuando se da cuenta que no lo tiene entonces puede dar los pasos necesarios para tenerlo. El ser pobre en espíritu o reconocer que en sí mismo no tiene el poder de acercarse a Dios es un requisito fundamental para poder acercarse a Dios. 1 Pedro 5:6 nos habla de esto. Dice así: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo” Cuando reconoció su propio fracaso en su anhelo de llegar a Dios en su propia fuerza, entonces se humilló delante de Dios y por tanto lo que le espera es ser exaltada en su debido tiempo. Con razón que Mateo 5:3 dice que un pobre en espíritu es bienaventurado porque Dios lo exaltará dándole entrada en su reino. Así que, amiga oyente, no se sienta mal, sepa que ha dado el primer paso para tener a Dios en su corazón. Quisiera también agradecerle por su franqueza al admitir que las obras, como el bautismo, el ayuno, el ir a misa, etc. no han podido llenar el vacío que siente en su corazón. Lo que ha dicho está de acuerdo con lo que dice también la palabra de Dios en Efesios 2:8-9 donde leemos: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe” Por el testimonio de la Biblia, no es de sorprenderse que las obras, por más buenas que sean, y por más numerosas que sean no tienen poder para llevar a una persona a la comunión con Dios. Note lo que dice la Biblia al respecto en Habacuc 2:4 “Mas el justo por su fe vivirá” Dios ha dicho en su palabra que la manera de alcanzar la vida eterna es por la fe, no por las obras. Esto explica el hecho que a pesar de haber hecho tantas buenas obras, todavía no tenga a Dios en su corazón. Una vez que ha reconocido su necesidad espiritual está en una posición ideal para solucionar este problema. La solución vendrá de una obra combinada de la palabra de Dios y el Espíritu Santo. Mediante la palabra de Dios, tendrá la información que necesita saber para ser salva y por el Espíritu Santo, podrá aplicar esta verdad a su vida. Veamos entonces rápidamente lo que dice la palabra de Dios sobre la salvación. Para ser salvo o para tener a Dios en el corazón se necesita saber algunas cosas importantes. En primer lugar necesita saber que es un pecador. Romanos 3:23 dice: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” Por lo que dice este texto, Usted es parte de los pecadores que están destituidos de la gloria de Dios. En segundo lugar, necesita saber que Dios ha establecido un castigo para el pecador. Romanos 6:23 en su primera parte dice: “Porque la paga del pecado es muerte” El pecador está sentenciado a muerte por un Dios santo que aborrece el pecado. Cuando este texto habla de muerte, está refiriéndose a la muerte en su máxima expresión, esto no es sólo la muerte física sino algo muchísimo peor, la muerte espiritual o la eterna separación de Dios en un lugar llamado infierno. En tercer lugar, debe saber que Dios ama al pecador aunque aborrece su pecado. Romanos 5:8 dice: “ Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” Este es un texto fabuloso porque declara dos verdades importantísimas. Primero, Dios ama al pecador. Dios le ama entrañablemente, amiga oyente. Segundo, Dios ha manifestado el amor hacia Usted permitiendo que Cristo muera en el lugar que a Usted le corresponde. Jesucristo, como Dios-Hombre no tenía por qué morir, porque la muerte es para el pecador, pero él es santo y sin embargo de ello, fue a la cruz y sufrió la peor de las muertes imaginables. ¿Por qué lo hizo? Pues por Usted y por mí. Cristo fue a la cruz en su lugar y en mi lugar. En la cruz del Calvario se dio un cambio extraordinario e incomprensible para la mente humana, cuando Cristo tomó lo peor del hombre, su pecado, y a cambio le dio lo mejor de él, su justicia. Con esta justicia, el hombre está en capacidad de acercarse a Dios. Después de morir en la cruz, Cristo fue sepultado, pero no quedó en la tumba, pues resucitó de entre los muertos al tercer día, mostrando así que la muerte no tenía poder sobre él y garantizando también que la muerte no tiene poder sobre todos los que creemos en él. ¿Qué hacer para depositar su pecado en Cristo y para recibir su justicia para ser salvo? Pues simplemente creer. Recuerde que creer es sinónimo de confiar, esto significa un pleno asentimiento de lo que Dios ha dicho en su palabra. Usted en su carta dice que no tiene fe. Pero el hecho que reconoce que no tiene a Dios en su corazón y que desea tener a Dios en su corazón es un indicio inequívoco de la presencia de la fe en su corazón. Con esa fue puede perfectamente invitar a Cristo a su corazón. Así como por fe admite que no tiene a Dios en su corazón, yo le ruego que por la misma fe se apropie de la verdad de la palabra de Dios y reciba a Cristo como su Salvador. El momento que lo haga, llegará a ser una hija de Dios, porque esa es la promesa que tenemos en la Biblia. Juan 1:12 dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” Un hijo de Dios es aquel que tiene a Dios en su corazón. Juan 14:23 dice: “Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.” Preciosa promesa, ¿no le parece? Será suya cuando por fe reciba a Cristo como su Salvador. Finalmente, en su carta nos pide rezar por la salvación de su alma. Bueno, no hemos rezado, pero sí hemos orado mucho por Usted. La diferencia entre rezar y orar está en que rezar implica recitar frases aprendidas de memoria, mientras que orar implica hablar con Dios como quien habla a su mejor amigo. Nosotros hemos pedido a Dios que quite la venda espiritual que Usted tiene en sus ojos espirituales para que pueda ver con claridad su necesidad de recibir a Cristo como Salvador. Sin embargo, no piense que por nuestra oración a su favor, Usted ya va a ser salva inmediatamente. La salvación es un asunto personal entre Dios y cada pecador en particular. Yo no puedo decidir por Usted. Usted mismo tiene que hablar con Dios y decirle: Soy pecadora, estoy condenada por mi pecado, todo lo que he hecho hasta ahora para acercarme a ti, no ha logrado que entres a mi corazón. Ahora abandono todo esfuerzo por ganarme el cielo sobre la base de mi propia fuerza y con toda la fe recibo a Cristo como mi Salvador, porque él murió en mi lugar en la cruz. Si habla con Dios de esta manera, no necesariamente usando estas palabras sino las suyas propias, Usted habrá abierto la puerta de su corazón a Dios y será salva. Yo no soy un intermediario para que Usted pueda acercarse a Dios. Jesucristo es el único y todo suficiente intermediario para que el pecador se acerque a Dios. 1 Timoteo 2:5 dice: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” Que Dios le guíe a encontrarse con Cristo al pie de la cruz donde él entregó su vida por Usted.
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¿La oración y el aceite puede sanar a los enfermos?
Comenzaremos por leer el pasaje bíblico que se encuentra en Santiago 5:14-16 donde dice: “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.” . Este pasaje bíblico ha sido objeto de múltiples y variadas interpretaciones. A mí me gustaría compartir con Usted la interpretación que provee William MacDonald en su comentario del Nuevo Testamento, la cual, a mi modesto modo de entender, es clara y no viola ningún principio bíblico relativo al mismo asunto. Dice así: Si este pasaje fuera el único en la Biblia acerca de la sanidad, podríamos con todo el derecho decir que todo creyente puede ser sanado de cualquier enfermedad que tenga, siempre y cuando se someta a las condiciones que constan en el texto. Sin embargo, existen otros pasajes bíblicos en los cuales se ve que la voluntad del Señor no es siempre sanar a todo enfermo de cualquier enfermedad. Por ejemplo, Pablo dejó enfermo a Trófimo en Mileto. 2 Timoteo 4:20 dice: “Erasto se quedó en Corinto, y a Trófimo dejé en Mileto enfermo” El Señor tampoco sanó a Pablo de su aguijón en la carne. 2 Corintios 12:7-10 dice: “Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” Si la voluntad de Dios fuera sanar siempre a todo enfermo, entonces no habría enfermos y nadie moriría a causa de alguna enfermedad. Por esta razón, debemos concluir que Santiago no está hablando de cualquier enfermedad. La clave para entender este pasaje bíblico se encuentra en las palabras “y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados” La sanidad por tanto, está íntimamente relacionada con el perdón de pecados. Se trata de un creyente que ha cometido algún pecado, el cual probablemente comprometió el testimonio de la iglesia local. Casi inmediatamente, este creyente cae enfermo. El creyente razona y reconoce que su enfermedad es resultado directo de su pecado. Dios está disciplinándole con miras a restaurar su comunión con él. El creyente entonces se arrepiente de su pecado y lo confiesa a Dios, pero como su pecado afectó el testimonio de la iglesia local, llama a los ancianos de la iglesia y también confiesa su pecado a ellos. Los ancianos en consecuencia oran por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Esta oración de fe, la de los ancianos, no la del enfermo, sana al enfermo y el Señor lo levanta. Aquí tenemos una clara promesa del Señor. Cuando la enfermedad es una medida de disciplina por algún pecado y cuando ese pecado es confesado a Dios primeramente y luego a los ancianos, y cuando la práctica de ese pecado es abandonada, el Señor se compromete a sanar al enfermo. Alguien podría decir: ¿Cómo se puede saber que el creyente ha cometido pecados y ha sido guiado al punto de arrepentimiento y confesión? La respuesta es por lo que dice la última parte del versículo 15, la cual habla sobre sus pecados siendo personados. Sabemos que los pecados son perdonados solamente como resultado de la confesión. 1 Juan 1:9 dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” Otros podrían objetar diciendo: El texto no afirma que el creyente hubiera cometido pecados, sino: Si hubiera cometido pecados. Esto es cierto, pero todo el contexto de este pasaje bíblico tiene que ver con la confesión de pecados y la restauración del pecador. Note por ejemplo lo siguiente en el versículo 16. “Confesaos vuestras ofensas unos a otros y orad unos por otros para que seáis sanados” En realidad, todo el contexto de Santiago 5:13-20 tiene que ver con la sanidad prometida por Dios a una persona cuya enfermedad es la disciplina por el pecado, quien llama a los ancianos para confesarles el pecado. La responsabilidad de los ancianos es orar por él, ungiéndole con aceite. No es el ungimiento con aceite lo que sana al enfermo, sino la oración de fe de los ancianos: “La oración de fe salvará al enfermo” La palabra griega que se ha traducido como “ungiéndole” es un término del campo de la medicina que significa “untándole” o “frotándole” Esto podría dar lugar a entender que Santiago está diciendo que a la par de la oración por los ancianos es necesario usar la medicina recomendable para esa enfermedad. Pero ¿cuál es la oración de fe que salvará al enfermo? La respuesta está en 1 Juan 5:14-15 “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho” La oración de fe es la oración hecha cuando conocemos la voluntad de Dios. Los ancianos deben buscar la voluntad de Dios sobre este asunto, y entonces orar conforme a esa voluntad. Notemos que no es un solo individuo el que está orando, sino el cuerpo de ancianos o pastores, quienes son hombres de Dios que buscan la voluntad de Dios y piden a Dios conforme a esa voluntad. Santiago no instruye al creyente enfermo como disciplina por el pecado, a recurrir a algún sanador, sino a llamar a su casa a los ancianos de la iglesia. Existen algunos principios prácticos en todo esto, que sería bueno señalar. Primero, la desobediencia a Dios puede ser motivo para la disciplina de Dios con enfermedad. Esta fue la experiencia de David cuando trató de esconder su pecado. Segundo, el pecado cometido por un creyente afecta a la iglesia local. El pecado no afecta sólo al que lo comete. Aunque no queramos, el pecado afecta a otros. Tercero, existe la sanidad física y espiritual cuando el pecado es confesado. Proverbios 28:13 dice: El que encubre su pecado no prosperará, mas el que lo confiesa y se aparta, alcanzará misericordia” Santiago dice: “Confesaos vuestras ofensas los unos a los otros” No es bueno esconder el pecado o demorar la confesión. La confesión que Santiago tiene en mente es a Dios primeramente y después a aquellos a quienes afectó directamente nuestro pecado. Santiago no está hablando aquí de reuniones donde se hagan públicas confesiones de pecado. Lo que Santiago está diciendo es: Si Usted hizo algo en contra de un hermano, vaya a solas donde ese hermano y confiese lo que hizo, pida perdón y restaure las cosas a su estado original en la medida de lo posible. El pecado privado demanda confesión privada, el pecado público demanda confesión pública. Según el ámbito del pecado, es el ámbito de la confesión. Terminando ya, es necesario reconocer que hay hermanos sinceros y bien intencionados que interpretan el ungimiento con aceite como algo ritual. Respetamos esa posición, siempre y cuando no se atribuyan poderes milagrosos al solo hecho de ungir con aceite o simplemente al aceite, porque como ya se dijo, no es el ungimiento con aceite lo que sana al que ha sido disciplinado con enfermedad, sino Dios, en respuesta a la oración de fe de los ancianos, ante quienes el enfermo confesó su pecado, luego de haberlo confesado a Dios. Resumiendo entonces, ¿Está vigente la enseñanza de Santiago 5:14-16? Enfáticamente sí. Este pasaje bíblico se aplica al caso de un creyente que está enfermo como medida de disciplina por parte de Dios a causa de haber cometido algún pecado. Cuando el creyente lo reconoce así, se arrepiente de su pecado, lo confiesa a Dios, luego llama a los ancianos de la iglesia para confesar también a ellos su pecado. Los ancianos oran él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor, pidiendo a Dios por su curación. Dios ha prometido salvar al enfermo, en el sentido de curar esa enfermedad. En ungimiento con aceite puede ser entendido de dos maneras: Como un símbolo de la medicina o como algo ritual. Si se entiende como algo ritual, debe señalarse que no hay poder curativo en la sola acción de ungir con aceite. Dios sanará en respuesta a la oración de fe de los ancianos, no como resultado de ungir con aceite.