Vamos a dar lectura al texto bíblico que se encuentra en Eclesiastés 7:16, pero para tomar en cuenta el contexto, vamos a leer desde el versículo 15 hasta el 19, donde dice: “Todo esto he visto en los días de mi vanidad. Justo hay que perece por su justicia, y hay impío que por su maldad alarga sus días. No seas demasiado justo, ni seas sabio con exceso; ¿por qué habrás de destruirte? No hagas mucho mal, ni seas insensato; ¿por qué habrás de morir antes de tu tiempo? Bueno es que tomes esto, y también de aquello no apartes tu mano; porque aquel que a Dios teme, saldrá bien en todo. La sabiduría fortalece al sabio más que diez poderosos que haya en una ciudad.” Tomando como justificativo lo que dice este texto, algunos han pretendido hallar justificación para una esporádica mala conducta. Claro, como el texto aparentemente dice que no hay que ser demasiado justo ni demasiado sabio, entonces se entiende que está bien cometer algo reprochable de vez en cuando, siempre y cuando no se lo haga como una costumbre. Es así como gente se emborracha sólo el día de su cumpleaños, o sólo en navidad y año nuevo, o gente roba sólo cuando está en necesidad, o gente miente sólo cuando es imprescindible hacerlo. Justifican su conducta diciendo: La Biblia dice que no hay que ser demasiado justos ni demasiado sabios. Pero ¿dice eso en realidad la Biblia? Absolutamente no. La Biblia dice todo lo contrario. Mire por ejemplo lo que dice la Biblia acerca de la santidad. Leo en 1 Pedro 1:14-16 “como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.” El pecado no debería ser parte de la experiencia del creyente. Cristo murió en la cruz del calvario, entre otras cosas, para otorgarnos libertad del pecado. Aunque sea esporádico, el pecado es abominable delante de Dios. Mal puede la Biblia entonces apoyar la idea que no hay problema con pecar un poco, siempre y cuando ese pecado no se vuelva una costumbre. Ahora que tenemos muy claro que la Biblia demanda santidad en los creyentes, entonces, ¿cuál es el significado del pasaje bíblico que fue leído en Eclesiastés? Pues, para ello es necesario tomar en cuenta algo de los entretelones del libro de Eclesiastés. El libro fue escrito por Salomón, cuando se hallaba en una etapa de aridez espiritual. Salomón estaba viejo y agobiado por las consecuencias de pecados que cometió. En estas condiciones, dejó que su mente divague por los tortuosos senderos de lo que es la vida cuando se hace a Dios a un lado. En esencia, la vida se vuelve algo vacía, algo hueca, algo sin sentido. Se llega a la conclusión que llegó Salomón: Vanidad de vanidades, todo es vanidad. Entre las vanidades, o entre las cosas que no se puede entender aparte de Dios, está aquella de la cual habla Eclesiastés 7:15: “Justo hay que perece por su justicia, y hay impío que por su maldad alarga sus días” Si echamos a Dios fuera del razonamiento, es incomprensible que personas muy justas, rectas y sabias se mueran muy jóvenes, en cambio personas muy injustas, muy corruptas y muy ignorantes vivan hasta llegar a viejos. Echando a Dios fuera del razonamiento, parecería entonces que no vale la pena ser justo, total, algunos justos mueren jóvenes. Parecería también que no vale la pena ser sabio, total, algunos sabios mueren jóvenes. Pensando así, entonces mejor no ser tan justo y mejor no ser tan sabio. Pero no olvide amado oyente que pensar de esta manera es el resultado de haber sacado a Dios del razonamiento. Pero el hombre no debe sacar a Dios de su razonamiento. Debe tomar muy en cuenta a Dios en todo su proceso de pensamiento. Cuando eso pasa, las cosas comienzan a tener sentido. El hecho que justos mueran jóvenes e impíos vivan largo, no es un problema, porque Dios sabe lo que hace y cómo lo hace. Además, el impío, aunque viva largo en la tierra, saldrá algún día de este mundo y si no arregla su pecado con Dios, pasará la eternidad en el infierno. En cambio el justo, aunque viva poco en la tierra, cuando salga de este mundo recibirá la recompensa a causa de haber sido justificado por la obra de Cristo en la cruz. Los que confiamos en Dios no debemos preocuparnos porque los justos se mueren jóvenes o atraviesan por serias dificultades, en cambio los impíos parecen siempre contentos, lozanos y viven largo. Lo importante es incluir a Dios en el análisis de las cosas y allí se reconocerá que debemos ser justos y sabios y dejar que Dios decida si va a dar larga vida o corta vida, si Dios va a dar adversidad o prosperidad. También debemos dejar a Dios que él haga lo que quiera con los impíos. Si quiere darles larga vida, es cuestión de Dios, él sabrá por qué lo hace. Si quiere acortarles la vida, también es cuestión de Dios, él sabrá por qué lo hace. Usted dice que ese joven que conoce, es justo y sabio. Eso es muy bueno. Pero ese joven también está pasando por serias dificultades. Bueno, esas series dificultades no son el resultado de que este joven es justo y sabio. Esas dificultades son pruebas diseñadas por Dios para que este joven sea más justo y más sabio, asumiendo que este joven es creyente por supuesto. Aconséjele que a pesar de las dificultades que tiene, no dé su brazo a torcer en buscar la justicia y la sabiduría. La Biblia en ningún lugar aconseja a los creyentes a rebajar las normas morales.
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