Autor: cris

  • ¿Debería dejar de orar por él, porque tal vez no ha sido escogido para salvación?

    Se trata acerca de un texto en el cual Dios dice que ha escogido a los que van a ser salvos, desde el principio. ¿Debería dejar de orar por él, porque tal vez no ha sido escogido para salvación?Si Él escogió a los que serán salvos, entonces ¿cuál es el propósito para predicar el evangelio? En mi caso por ejemplo, yo tengo un hijo que no es creyente y yo he orado y sigo orando por la salvación de su alma. ¿Debería dejar de orar por él, porque tal vez no ha sido escogido para salvación? Si ese fuera el caso, ¿cómo puedo saberlo? ¿Cómo puedo hallar consuelo para mi alma que está sufriendo al pensar que tal vez mi hijo nunca verá la gloria del Todopoderoso?

    Comenzaré por solidarizarme con usted por el dolor que obviamente siente al ver a su hijo en la incredulidad. Pero no olvide que mientras haya aliento de vida está vigente la oportunidad de recibir al Señor Jesucristo como Salvador. No se desanime, no baje los brazos, siga confiando en que Dios suavizará el corazón endurecido por la incredulidad de su hijo, de modo que pueda mirar su propia condición espiritual y pueda recibir el perdón de pecados que Dios ofrece en Cristo. Muy bien, antes de ir al texto que ha traído confusión y desesperanza a su vida, quisiera decirle que Dios ama a todo pecador, aunque odia el pecado. Permítame leer ese texto tan conocido que se encuentra en Juan 3:16. La Biblia dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Allí lo tiene. Dios es amor y por ese motivo ama al mundo, sin distinción de personas. Tan excelso es el amor de Dios, que dio a su unigénito amado Hijo, para que tomando forma humana, venga a este mundo para morir en lugar del pecador, de modo que el pecador que cree en Cristo y le recibe como Salvador, no se pierda o no sea condenado eternamente, sino que tenga vida eterna. Fíjese las palabras tan hermosas y pertinentes que Jesús usó. Dijo: Para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. Todo aquel significa justamente eso: Todos sin distinción. La oferta de salvación es para todo pecador quienquiera que sea, cualquiera que sea su pecado. Observe lo que dice el apóstol Pablo hablando de Dios. Permítame leer el pasaje bíblico que se encuentra en 1 Timoteo 2:3-4. La Biblia dice: “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” Mas claro no puede ser, Dios quiere que todos, insisto, todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Esto se confirma también por lo que dice el apóstol Pedro en 2 Pedro 3:9. La Biblia dice: “El Señor no retarda su promesa, según algunos lo tienen por tardanza, sino que es paciente para con todos nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” La voluntad de Dios es que ninguno perezca. De manera que, amable oyente, bien hacemos en predicar el evangelio a toda criatura, a todo pecador, para que oyendo el evangelio y creyendo en el evangelio, el pecador encuentre la salvación. Si no fuera así, Dios se habría burlado de nosotros al ordenarnos en su palabra que yendo por todo el mundo prediquemos el evangelio a toda criatura, como dice Marcos 16:15. Obviamente no todo pecador va a creer en el evangelio, pero habrá algunos, tal vez muchos, que sí lo harán. Sobre esta base, amable oyente, le aconsejo seguir orando al Señor por la salvación de su hijo. Además de orar, es necesario que comparta con él las buenas nuevas de salvación. Hágalo con mucho tino, sin obligar o manipular, y sobre todo con mucho amor. Algo muy importante es su testimonio como madre creyente. Viva lo que cree. Deje que Cristo quien mora en su vida se manifieste día a día en usted por medio de lo que hace, por medio de lo que dice, por medio de lo que piensa. Su hijo necesita ver en usted los cambios que opera Cristo cuando mora en una persona. Una vez dicho esto, miremos lo que dice ese texto que le tiene confundida. Se encuentra en 2 Tesalonicenses 2:13. Permítame leerlo. La Biblia dice: “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad.” Como antecedente, en los primeros doce versículos del capítulo dos de 2 Tesalonicenses, Pablo describe el terrible destino del Anticristo y sus seguidores. En el versículo 13, Pablo quita la mirada del Anticristo y sus seguidores y la pone sobre los creyentes de Tesalónica para mostrar su maravilloso destino. Comienza agradeciendo a Dios por esos creyentes que son amados por el Señor. En su agradecimiento hace referencia al hecho que esos creyentes y en general todos los creyentes han sido escogidos desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu. Esto es lo que se conoce como la doctrina de la elección. La Biblia enseña que Dios escoge a algunos pecadores para salvación, pero jamás enseña que Dios escoge a otros pecadores para condenación. Si un pecador va a condenación eterna no es porque Dios no le ha escogido, sino porque ese pecador voluntariamente ha decidido rechazar la oferta de salvación que Dios ha hecho en Cristo. Si la elección fuera todo lo que la Biblia dijera en cuanto a como el pecador llega a ser salvo, entonces sería muy justificada su inconformidad amiga oyente, porque significaría que el hombre no es nada más que un mero robot que ciegamente marcha al destino que Dios ha determinado. Pero no es así, Dios no ha hecho al hombre como un autómata, incapaz de decidir por sí mismo el destino eterno de su alma. Felizmente el texto en 2 Tesalonicenses 2:13, luego de hablar de que el creyente ha sido escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu, continúa diciendo: y la fe en la verdad. Aquí está la clave de todo este asunto y lo que debe disipar cualquier inconformidad en usted, amiga oyente. Primero tenemos la parte de Dios en la salvación, esto último es la parte del hombre en la salvación. Ambas partes son indispensables. El hombre tiene la responsabilidad de decidir por sí mismo. Tiene que depositar su fe en la verdad. Esto no es mérito del hombre, porque la Biblia claramente enseña que la salvación no es mérito del hombre. Algunos miran solamente la elección que Dios hace y asumen que el hombre no tiene nada que ver en la salvación. Otros miran solamente la fe en la verdad que el hombre necesita para ser salvo y niegan la elección soberana de Dios. La verdad está entre estos dos extremos. Tanto la elección como la responsabilidad del hombre son doctrinas totalmente bíblicas, y debemos aceptarlas y enseñarlas, aun cuando parecería que son conceptos contrapuestos. En conclusión entonces, no pierda la esperanza de que su hijo llegue a recibir a Cristo como Salvador. Mientras su hijo tenga vida hay esperanza y la oportunidad de salvación está vigente. Siga orando sin desmayar al Señor por la salvación de su hijo. De igual manera, no desmaye en su esfuerzo por compartir el mensaje del evangelio con otras personas, apoye todo esfuerzo evangelístico, bien sea en su iglesia o en algún ministerio cristiano. Gócese en saber que el mayor milagro que ocurre ante nuestros ojos es que un muerto espiritualmente hablando, llegue a tener vida espiritual.

  • ¿Pueden los hijos, cuando cumplen 18 años, tomar sus propias decisiones aun cuando éstas estén en contra de la voluntad de sus padres?

    Cada país tiene sus propias normas o reglas en cuanto a lo que se considera como mayoría de edad. En algunos países, como Ecuador, la mayoría de edad se obtiene a los 18 años, en otros países puede ser a los 20 o a los 21. De modo que podríamos reformular su consulta en este sentido: ¿Pueden los hijos, cuando llegan a la mayoría de edad, tomar sus propias decisiones, aun cuando éstas estén en contra de la voluntad de sus padres? De entrada, debo señalar que: No. El fundamento bíblico para mi respuesta se halla en diversos pasajes bíblicos, de entre los cuales voy a leer aquel clásico que se encuentra en Efesios 6:1-3. La Biblia dice: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.” El plan de Dios para la familia en general, en lo que respecta a la relación de los hijos hacia los padres, es que los hijos obedezcan a sus padres. El verbo obedecer ha sido conjugado en tiempo presente y modo imperativo. Esto significa que en todo tiempo los hijos deben obedecer a los padres. Solamente existe una salvedad a este mandato. Es cuando los padres solicitan a sus hijos hacer algo expresamente prohibido en la Biblia. En este único caso, los hijos podrían decir a sus padres, como los apóstoles dijeron al Sanedrín: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. La razón para que los hijos obedezcan a sus padres, es simplemente porque Dios dice que esto es justo y eso debería ser más que suficiente para que los hijos respetuosos de Dios y su palabra lo pongan en práctica. Además de obedecer a los padres, los hijos deben honrar a sus padres. El verbo honrar no sólo significa respetar sino también sostener económicamente. Esto último se hace necesario cuando los padres llegan a ancianos y no pueden satisfacer por ellos mismos sus necesidades materiales. Honrar a los padres es el primer mandamiento con promesa. La promesa contempla calidad de vida, porque el texto dice: para que te vaya bien, y también contempla cantidad de vida, porque el texto dice: y seas de larga vida sobre la tierra. A la luz de las grandiosas promesas, lo más sensato es que los hijos obedezcan a sus padres. Ahora viene el meollo del asunto. El mandato ha sido claramente dirigido a los hijos. La pregunta sería: ¿Qué tenía en mente el apóstol Pablo cuando utilizó la palabra: hijos? ¿Serán hijos tiernos? ¿Serán hijos adolescentes? ¿Serán hijos jóvenes? ¿Serán hijos mayores de edad? La palabra griega que se ha traducido como “hijos” la palabra “teknon” significa simplemente descendiente, sin especificar la edad. Puede usarse para un recién nacido como para uno que ha alcanzado y sobrepasado la mayoría de edad. Por este motivo, la obediencia a los padres es un mandato para todos los hijos, independientemente de su edad, de su preparación académica, inclusive de su solvencia económica, siempre y cuando los hijos vivan bajo el mismo techo que los padres. Pero, ¿Qué sucede cuando los hijos abandonan el hogar paterno, ya sea porque se casan, o porque por determinada circunstancia se ven en la necesidad de abandonar el hogar paterno? Pues, entonces solamente en ese caso, los hijos ya no tienen la obligación de obedecer a sus padres y pueden tomar las decisiones por ellos mismos. Sin embargo, los hijos solteros mayores de edad que viven fuera del hogar paterno harían muy bien en dar mucha importancia a la opinión o al consejo de sus padres, aun cuando ya no estén viviendo con ellos. De modo que, amiga oyente, los hijos mayores de edad que viven bajo el mismo techo que sus padres están en obligación de obedecer a sus padres. Los padres no deberían tolerar que, con el pretexto de ser mayores de edad, los hijos que viven con ellos hagan lo que les venga en gana.

  • ¿Cuál es el propósito que Dios tiene para que un creyente se congregue regularmente?

    El historiador Lucas nos muestra con mucha claridad el propósito que unía a los creyentes al congregarse en la iglesia en Jerusalén. Permítame leer la palabra del Señor en Hechos 2:42. La Biblia dice: “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”

    Allí lo tiene. Son cuatro los propósitos de los creyentes para congregarse. Primero, perseverar en la doctrina de los apóstoles. Esto tiene que ver con aprender la palabra del Señor y vivir en la práctica lo que aprendemos en la teoría.

    Segundo, perseverar en la comunión unos con otros. Esto tiene que ver con estimularse mutuamente al amor y a las buenas obras, el ayudarse mutuamente, el consolarse mutuamente, el aconsejarse mutuamente e inclusive el exhortarse mutuamente. Tercero, perseverar en el partimiento del pan. Esto tiene que ver con cumplir con el mandato de participar del pan y la copa, los símbolos de la persona y obra del Señor Jesucristo. Al hacerlo los creyentes están también anunciado el pronto retorno del Señor Jesucristo. Cuarto, perseverar en las oraciones. Significa el hábito de intercesión tanto en lo personal como en conjunto con otros creyentes.

    Además de lo dicho, el propósito de congregarse para los creyentes es el servicio al Señor por medio de servir a otros. Observe lo que dice Efesios 4:11-12 “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” El Señor ha puesto en la iglesia creyentes dotados para perfeccionar o preparar, o capacitar a todos los creyentes con el propósito que los creyentes hagan la obra del ministerio, lo cual redunda en edificación del cuerpo de Cristo. La iglesia local debe ser como un centro de capacitación donde los creyentes aprenden a evangelizar, enseñar, predicar, discipular, consolar, exhortar, y tantas otras actividades semejantes. Esto es esencia el propósito de congregarnos en una iglesia local.

  • ¿Por qué en el Nuevo Testamento aparece el nombre Jesús para referirse a Cristo? ¿No debería más bien ser Yeshuah, el nombre Hebreo?

    El Nuevo Testamento fue originalmente escrito en idioma Griego, no el idioma Griego de la actualidad que se habla en Grecia, sino el Griego que hablaba el común de la gente en el primer siglo en los territorios dominados por el imperio Romano.

    Con esto en mente, cuando el ángel Gabriel apareció a la virgen María con el anuncio de que iba a concebir del Espíritu Santo y dar a luz a un niño, le instruyó también acerca del nombre que se debía poner al niño. Note lo que dice Lucas 1:31, al respecto. La Biblia dice: “Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS” El nombre Jesús es la transliteración del nombre propio “Iesous” en Griego. Este nombre significa Jehová salva o Jehová es salvación.

    Algo por demás interesante es que el nombre que significa Jehová salva o Jehová es salvación, tiene su equivalente en el idioma Hebreo. En el Antiguo Testamento es el nombre Yeshuah, nombre que al transliterarse al Español, aparece como Josué.

    Todo esto para señalar que Jesús, en el Nuevo Testamento significa lo mismo que Josué en el Antiguo Testamento o Yeshuah en el idioma Hebreo. ¿Usted pregunta: ¿Por qué no se usa el nombre Yeshuah para Cristo en el Nuevo Testamento? Pues sencillamente porque el Nuevo Testamento fue escrito en Griego y la palabra Yeshuah es una palabra en idioma Hebreo. Pero no debemos olvidar que el nombre Jesús significa Jehová salva o Jehová es salvación, y eso equivale al significado del nombre Hebreo Yeshuah que aparece como Josué en el Antiguo Testamento.

  • En la Biblia aparece el nombre Jehová, pero según algunos rabinos, dedicados a la traducción de la Biblia, el nombre debe ser YHWH. ¿Por qué el cambio?

    Efectivamente uno de los nombres primarios de Dios es una palabra compuesta por cuatro consonantes del alfabeto Hebreo, las consonantes YHWH.

    Pronunciar una palabra compuesta sólo de consonantes es imposible. De ahí que en la antigüedad, cuando los judíos se encontraban con este nombre de Dios, probablemente pronunciaban la palabra Yavé o Yahweh.

    Este nombre aparece muchas veces en el Antiguo Testamento, pero la mejor explicación del significado del nombre lo tenemos en Éxodo 3:13-15 donde dice: “Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre? , ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros. Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos.”

    YHWH o Yavé en Hebreo, destaca la auto existencia dinámica y activa de Dios. Es el nombre con el cual Dios se manifestó a Israel en su propósito redentor. Según Charles Ryrie, este nombre está asociado especialmente con la santidad de Dios o su odio al pecado, y con su misericordiosa provisión de redención.

    Por el hecho que los judíos consideraban a la palabra Hebrea YHWH o Yavé como algo tan sagrado que ni siquiera debía pronunciarse, los masoretas o los encargados de preservar el texto hebreo por escrito, combinaron las consonantes de la palabra YHWH con las vocales de otro de los nombres para Dios, el nombre Adonai, de modo que nadie pronuncie accidentalmente la palabra YHWH o Yavé y de esa manera incurra en lo que prohíbe Exodo 20:7 donde dice: No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano.

    Por el siglo IV AC, los judíos dejaron de pronunciar el nombre Hebreo YHWH o Yavé y decían en su lugar Adonai, que como ya dije, significa Señor.

    Así que, se hizo necesario transcribir la combinación de las consonantes YHWH con las vocales de la palabra Adonai, del Hebreo al Español, y de allí surge la palabra Jehová la cual aparece en la versión Reina Valera.

    En esencia entonces, Jehová es un nombre legítimo para Dios, en nuestro idioma, Español, y surge del nombre Hebreo para Dios, YHWH combinado con las vocales del nombre también Hebreo para Dios, Adonai.

  • ¿Cómo puedo saber que la iglesia donde me estoy congregando es realmente la iglesia donde Dios quiere que me congregue?

    ¿Es una iglesia bíblica? Con el surgimiento de tantas corrientes antibíblicas, reviste vital importancia asegurarse que en la iglesia donde Usted se esté congregando se use la Biblia como única norma de conducta y práctica. Cuidado con doctrinas y prácticas que no se fundamentan en la Biblia. Si alguna doctrina o práctica no se fundamenta en la Biblia, es un claro indicio de que esa no es la iglesia donde el Dios quiere que esté. Ponga atención al texto en 1 Timoteo 6:3-5 “Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales” La orden de Pablo es: Apártate de los tales.

    ¿Es una iglesia donde los creyentes realmente se esfuerzan por vivir en santidad? Ninguna iglesia es perfecta, pero eso no significa que la iglesia debe tolerar el pecado. El apóstol Pablo aconseja apartarse de los hermanos que andan desordenadamente. 2 Tesalonicenses 3:6 dice: “Pero os ordenamos hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros” En la iglesia debe haber disciplina. Cuidado con iglesias donde el pecado es público y notorio y nadie hace nada por ejercitar disciplina.

    ¿Es una iglesia que se preocupa por alcanzar a los que todavía no conocen a Cristo? La iglesia que no tiene planes o programas para alcanzar a los incrédulos con el evangelio de Cristo es una iglesia condenada a desaparecer. Las misiones no son una opción para la iglesia sino un mandato. En Mateo 28:18-20 leemos estas palabras de Jesús: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”

    ¿Es una iglesia en la cual tiene oportunidades de servir al Señor de alguna manera? La iglesia es el laboratorio donde los creyentes aprenden a servir al Señor. Eso es lo que sobresale en pasajes bíblicos como Efesios 4:11-12 donde dice: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” Los pastores o ancianos son como los entrenadores en un equipo de fútbol. Los creyentes en las iglesias locales son como los jugadores de fútbol. Si en la iglesia donde se congrega no le están enseñando a servir y en consecuencia no le están dando oportunidades de servir y todo el servicio está reservado para un selecto grupo de personas, entonces no es una iglesia sana y Dios no querrá que Usted se congregue en una iglesia donde le hacen pensar que lo único que debe hacer es calentar las bancas o los bancos como dicen en algunos países, cada domingo por la mañana.

    ¿Es una iglesia donde se siente manipulado para entregar dinero? Triste hablar de esto, pero no son pocas las iglesias donde lo único que les interesa es su dinero. En muchas iglesias los pastores ya no viven para las ovejas sino que viven de las ovejas. Cuidado con iglesias donde le obligan a ofrendar. Cuidado con iglesias donde le ofrecen beneficios a cambio de jugosas ofrendas, me refiero a la moderna compra de indulgencias. En general, cuídese de las iglesias donde los entre comillas siervos del Señor obtienen ganancias deshonestas. 1 Timoteo 3:3 exhorta a los que anhelan obispado, que no sean codiciosos de ganancias deshonestas.

    ¿Se siente que ha perdido totalmente la libertad que tiene en Cristo y se ve obligado a someterse a la voluntad de los hombres porque si no, no lo aceptan y le tratan como falto de espiritualidad? Cuidado con las iglesias donde para todo tiene que pedir permiso a los líderes. No sea que se encuentre obedeciendo mandamientos de hombres y no de Dios. La Biblia advierte a someterse a mandamientos de hombres como si fueran mandamientos de Dios. Tito 1:13-14 dice: “Este testimonio es verdadero; por tanto repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe, no atendiendo a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad.”

    ¿Es una iglesia en la cual se idolatra al pastor o al predicador y se ignora a Cristo? La cabeza de la iglesia es Cristo, no un hombre, por más dotado que éste sea. Si usted percibe que en la iglesia donde se está congregado se practica un verdadero culto a la personalidad del pastor, tenga mucho cuidado porque tal vez sin quererlo se estará desplazando al único que debe tener la preeminencia en la iglesia, Cristo Jesús.

    ¿Es una iglesia en la cual existe desorden en el uso de los dones espirituales? Tenga cuidado con iglesias donde la sincera devoción a Cristo ha sido reemplazada por un despliegue descontrolado de supuestas manifestaciones sobrenaturales. La Biblia nos exhorta a andar o vivir por fe no por vista, no por lo que impresiona a la vista. 2 Corintios 5:7 dice: “porque por fe andamos, no por vista” y 1 Corintios 14:40 dice: “pero hágase todo decentemente y con orden”

    Si evalúa a conciencia las áreas que hemos mencionado y su respuesta es favorable, ciertamente Usted estará congregándose en una buena iglesia.

  • ¿Cuando me muera, jamás me acordaré de mi familia, aunque vayan al cielo?

    Tengo esposa y dos hijos, a quienes amo mucho. Pero hay algo en Eclesiastés 9:5 que me perturba. Dice allí que la memoria de los muertos es puesta en olvido. ¿Significa esto que cuando me muera, jamás me acordaré de ellos, aunque vayan al cielo?

    Podemos distinguir dos asuntos que deben tratarse por separado. El primero, lo que tiene que ver con el significado de Eclesiastés 9:5 y el segundo, lo que tiene que ver con que si los muertos tienen memoria de lo que dejaron atrás en el mundo de los vivos. Vayamos pues a lo primero. Para entender el significado de Eclesiastés 9:5 es necesario tomar muy en cuanta el contexto. De modo que vamos a leer el pasaje bíblico en Eclesiastés 9:1-5 donde dice: “Ciertamente he dado mi corazón a todas estas cosas, para declarar todo esto: que los justos y los sabios, y sus obras, están en la mano de Dios; que sea amor o que sea odio, no los saben los hombres; todo está delante de ellos. Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso ocurre al justo y al impío; al bueno, al limpio y al no limpio, al que sacrifica y al que no sacrifica; como al bueno, así al que peca; al que jura, como al que teme el juramento. Este mal hay entre todo lo que se hace debajo del sol, que un mismo suceso acontece a todos, y también que el corazón de los hijos de los hombres está lleno de mal y de insensatez en su corazón durante su vida; y después de esto se van a los muertos. Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto. Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido.” Eclesiastés es el libro que escribió el sabio Salomón en su vejez, después de haber experimentado por sí mismo que cuando el hombre se aleja de Dios cae en un profundo abismo de desesperanza. Como un buen sabio, Salomón reconoce que solamente Dios sabe a la perfección lo que hay en el corazón del hombre. Alguien puede parecer muy justo y muy sabio ante los hombres, pero solamente Dios sabe si en esa persona hay odio o hay amor. El hombre es muy capaz de esconder el odio detrás de palabras o acciones que aparentemente parten de una actitud de amor. Esto se llama hipocresía. Ningún ser humano puede ser hipócrita con Dios, porque Dios conoce lo que hay en el corazón del hombre. Luego Salomón pasa a reconocer que la muerte física no tiene respeto por nada ni por nadie. Así como muere físicamente el justo, muere también físicamente el impío. Así como muere físicamente el bueno, también muere físicamente el malo. Así como muere físicamente el limpio muere también físicamente el no limpio. Así como muere físicamente el que sacrifica, también muere físicamente el que no sacrifica. Así como muere físicamente el bueno, también muere físicamente el que peca. Así como muere el que miente bajo juramento, también muere el que dice la verdad bajo juramento. Mientras el Señor tarda en venir para arrebatar a su iglesia, el hombre, aún cuándo sea creyente, no puede evitar pasar por esa experiencia llamada muerte física. Es la consecuencia del pecado. Solamente los creyentes que estén vivos cuando venga el Señor a arrebatar a su iglesia no experimentarán la muerte porque serán transformados en un abrir y cerrar de ojos. Así que, la muerte física corta de un tajo la existencia de todo ser humano, sin importar su condición moral o espiritual. Es desde este punto de vista, que Salomón llega a una conclusión muy obvia. Mientras haya vida hay esperanza para realizar cualquier cambio. A esto se refiere ese dicho tan interesante de Salomón: Mejor es perro vivo que león muerto. Desarrollando este ingenioso dicho, Salomón dice que los vivos saben que han de morir, entonces pueden ocuparse en prepararse para morir, en cambio los muertos nada saben, ya es tarde para ellos, ya no pueden ocuparse en prepararse para morir porque ya están muertos. Los muertos ya no tienen oportunidad ni de hacer lo malo ni de hacer lo bueno, por tanto no hay paga por sus acciones. Cuando alguien muere, la tendencia general de los vivos es a olvidar la memoria del muerto. Cuando Salomón habla de que la memoria de los muertos es puesta en olvido, no está hablando de que los muertos entran al sueño del alma o a un estado de inconciencia. De lo que está hablando es de que los muertos no tienen nada que hacer en el mundo de los vivos. Observe lo que dice Job 7:8-10 “Acuérdate que mi vida es un soplo, y que mis ojos no volverán a ver el bien. Los ojos de los que me ven, no me verán más; fijarás en mí tus ojos, y dejaré de ser. Como la nube se desvanece y se va, así el que desciende al Seol no subirá; no volverá más a su casa, ni su lugar le conocerá más.” Muy bien. Vayamos ahora al asunto de si los muertos recuerdan lo que dejaron atrás en el mundo de los vivos. En el Nuevo Testamento existe una historia de dos personas que murieron, relatada por el Señor Jesucristo. Al menos una de ellas nos provee de información valiosa con relación a lo que nos ocupa. Leamos el pasaje bíblico. Se encuentra en Lucas 16:19-31 donde dice: “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquel, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico, y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vi de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. Él entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.” En esta historia, tenemos a dos personas, dos estilos de vida, dos muertes, y dos destinos. Mucho podríamos decir sobre cada una de estas cosas, pero por ahora nos interesa exclusivamente lo que sucedió una vez que los dos murieron. El uno, cuyo nombre era Lázaro, fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Esto es todo lo que la Biblia declara sobre este hombre. Este hombre arregló su problema de pecado con Dios mientras vivía y cuando murió pasó a un lugar de bendición llamado el seno de Abraham. El otro, de quien sólo se sabe que era un hombre extremadamente rico, jamás arregló su problema de pecado con Dios y al morir y ser sepultado, inmediatamente se halló en el Hades. Ese mismo instante, este hombre estaba conciente de varias cosas. Número uno, de que estaba en tormento en fuego. Número dos, de que Lázaro estaba a lo lejos, en el seno de Abraham. Número tres, de que estaba experimentando una terrible sed. Dirigiéndose a Abraham le dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Número cuatro, de que lo que estaba experimentando era consecuencia de su estilo de vida mientras estaba vivo en el mundo. Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Número cinco, de que es imposible salir del Hades e ir al seno de Abraham. El rico escuchó a Abraham decir: Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. Número seis, y aquí yace la respuesta a su consulta. El hombre rico recordaba a su familia que había dejado atrás en el mundo de los vivos, y no sólo eso, sino que quería que su familia no sufra como él estaba sufriendo. Por eso es que dijo a Abraham: Te ruego, pues, padre, que le envíes, se refería a Lázaro, a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. La respuesta de Abraham fue negativa. Los muertos no pueden regresar al mundo de los vivos. Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. El rico insistió en su pedido, pensando que si un muerto regresara al mundo de los vivos causaría un gran impacto para que los familiares del rico se salven. La respuesta de Abraham fue en el sentido de que si no oyen a la palabra de Dios no oirán tampoco a alguien aunque venga del mundo de los muertos. Si este hombre que había muerto tenía memoria de su familia, ¿quién quita que los que han muerto y están en el cielo también tenga memoria de lo que dejaron atrás en este mundo mientras estaban en vida? En todo caso, cualquier recuerdo no producirá en ellos tristeza ni dolor ni angustia, porque toda emoción negativa estará ausente en el cielo.

  • ¿Estará el diablo en el infierno? ¿Estará con los que van allá?

    La palabra de Dios muestra con precisión el origen y destino de Satanás.

    Fue creado por Dios, se rebeló contra Dios y se constituyó en cabeza de la oposición contra Dios. Ezequiel 28:11-19 dice. Satanás significa adversario. Diablo significa acusador.

    Usó de astucia para engañar a Eva e introducir el pecado en el mundo. Génesis 3:1-7

    Se pronunció juicio sobre él. Génesis 3:14-15

    Fue juzgado cuando Cristo murió en la cruz. Juan 12:31

    Hoy es el príncipe de la potestad del aire. Efesios 2:2 Juan 16:11.

    Va a ser arrojado de la esfera celestial a la tierra en la mitad del periodo de la tribulación. Apocalipsis 12:13.

    Será tomado preso y arrojado a un abismo al comienzo del milenio. Apocalipsis 20:2

    Al final del milenio será suelto por un poco de tiempo para engañar a las naciones y será finalmente derrotado al lago de fuego. Apocalipsis 20:10.

    Allí estarán los que jamás han recibido a Cristo como Salvador. Es el cumplimiento de lo que Jesús dijo en Mateo 25:41

  • ¿Cuál es el nombre de Dios en el Antiguo Pacto?

    En el Antiguo Testamento, o también Antiguo Pacto, encontramos no un solo nombre para Dios, sino varios. Básicamente existen tres nombres primarios para Dios. Primero, El o Elohim, que la versión Reina Valera traduce como Dios. Segundo, un nombre formado por cuatro consonantes del alfabeto Hebreo, las consonantes YHWH, que la versión Reina Valera traduce como Jehová, y Adon o Adonai que la versión Reina Valera traduce como Señor. Con los dos primeros nombres primarios se forman varios nombres compuestos, llenos de precioso significado, tales como El Elyón que significa Dios Altísimo, El Shaddai, que significa Dios Omnipotente o Todosuficiente, El Olam, que significa Dios Eterno, El Roi que significa Dios que ve. Jehová Jireh que significa Jehová proveedor, Jehová Nissi que significa Jehová es mi bandera, Jehová Shalom que significa es paz, Jehová Sabaoth, que significa Jehová de los ejércitos, Jehová Maccaddeshcem, que significa Jehová que santifica, Jehová Raah que significa Jehová el pastor, Jehová Tsidkenu que significa Jehová justicia nuestra, Jehová Sama que significa Jehová está allí, Jehová Nakeh que significa Jehová el que disciplina, Jehová Rafah que significa Jehová tu sanador.

    De modo que, en el Antiguo Testamento Dios usa un buen número de nombres, todos ellos muy bíblicos y ciertamente legítimos. No se puede hablar entonces del nombre de Dios en el Antiguo Testamento, porque son varios.

    Pero a Usted le interesa especialmente el nombre primario Jehová. Este nombre para Dios tiene sus raíces en las cuatro consonantes del alfabeto Hebreo, YHWH. Esta palabra hebrea es impronunciable, porque le faltan vocales. Por el hecho que los judíos consideraban a esta palabra hebrea como algo tan sagrado que ni siquiera debía pronunciarse, los masoretas o los encargados de preservar el texto hebreo combinaron las consonantes YHWH con las vocales de otro de los nombres para Dios, el nombre Adonai, de allí surge la palabra Yaveh. Para el siglo IV AC los judíos dejaron de pronunciar el nombre Yaveh y decían en su lugar Adonai que significa Señor. Por eso es que en algunas versiones de la Biblia, en lugar de la palabra Jehová aparece la palabra Señor, y también cuando se cita un texto del Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento, se usa la palabra Señor como traducción de la palabra Jehová.

    La pronunciación castellana Jehová, es atestiguada en comentarios y documentos hasta mediados del siglo XII en la exégesis rabínica y en las versiones medievales.

    De modo que, amiga oyente, si desea ceñirse al idioma Hebreo, use el nombre YHWH o Yaveh o inclusive Yaweh, si desea ceñirse al Griego del Nuevo Testamento deberá usar la palabra Kurios, y si desea ceñirse al Español, deberá usar la palabra Jehová al menos en la versión Reina Valera del Antiguo Testamento. Se trata de la mima persona, del mismo nombre. No es cuestión de que se ha cambiado el nombre de Dios o que los humanos han dado a Dios un nombre a su gusto.

  • ¿Podrían explicarme la profecía de las setenta semanas de Daniel?

    La profecía se encuentra en Daniel 9: 24-27 donde dice: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos peligrosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.” El cumplimiento histórico de la primera parte de la profecía muestra que las semanas de las que habla esta profecía, no son semanas de días, sino grupos de siete años o septenios o semanas de años. Se está hablando entonces de un período de 490 años. Se puede observar que las setenta semanas, o septenios, están divididas en tres grupos, siete semanas, más sesenta y dos semanas y después de un paréntesis, una semana final. Al final de las setenta semanas ocurrirán seis cosas específicas: Terminar la prevaricación, poner fin al pecado, expiar la iniquidad, traer la justicia perdurable, sellar la visión y la profecía y ungir al Santo de los santos. Se debe saber por tanto que desde la salida de la orden para restaurar y edificar Jerusalén, lo cual aconteció en el mes de Nisán del año 445 AC, según Nehemías 2:1-8, hasta el Mesías príncipe, que no es otro sino el Señor Jesucristo, habrá siete semanas, es decir 49 años, más sesenta y dos semanas, es decir 434 años. Jesucristo entró a Jerusalén como Mesías príncipe el día que llamamos la entrada triunfal. Si sumamos 49 años más 434 años, da un total de 483 años entre la orden para restaurar y edificar a Jerusalén, lo cual sucedió en el mes de Nisán del año 445 AC hasta la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén. Estos 483 años, son años proféticos, que tiene 360 días. Hechos los ajustes necesarios es factible demostrar que entre el mes de Nisán del año 445 AC hasta cuando Jesucristo hizo su entrada triunfal en Jerusalén existen exacta y precisamente lo que la Biblia ha profetizado. La profecía dice entonces que sucederán algunos eventos que se cumplieron total y absolutamente. Se quitó la vida al Mesías mas no por si; y el pueblo de un príncipe que ha de venir, que no es otro sino el pueblo romano, destruyó la ciudad y el santuario. Esto se cumplió en el año 70 DC cuando los romanos destruyeron la ciudad y el templo de Jerusalén. Es decir que todo esto sucedió después de la semana 69 de Daniel. Pero no olvide que Daniel habló de setenta semanas, no 69 semanas. Falta por tanto una semana. Pero antes de la última semana tuvieron lugar varios eventos, como la muerte del Mesías, la destrucción de la ciudad y el santuario de Jerusalén y muchas otras cosas más. Entre ello el establecimiento y desarrollo de la iglesia. Este intervalo, que es un paréntesis entre la semana 69 y 70 de Daniel, no tiene una duración determinada. Hoy en día estamos dentro de este paréntesis entre la semana 69 y 70 de Daniel. Algún día, todavía futuro, se volverá a mover el reloj de Dios. Lo que active el reloj de Dios, para contar la última semana, será el arrebatamiento de la iglesia. Entonces se cumplirá lo que Daniel profetizó para la última semana, o los últimos siete años. Al comienzo de la semana 70 de Daniel, se levantará un príncipe del imperio romano revivido, quien no es otro sino el Anticristo, y hará un pacto con la nación de Israel, pero este pacto cesará a la mitad de la semana, es decir tres años y medio después de que el pacto entre el Anticristo e Israel entró en vigor. El Anticristo entonces hará cesar el sacrificio y la ofrenda en el templo de Jerusalén que se edificará durante la última semana de Daniel. Esto marcará el inicio de lo que en la profecía de Daniel se llama la venida del desolador con la muchedumbre de las abominaciones. Esto tendrá lugar durante la segunda mitad de la semana 70 de Daniel, esto es, durará tres años y medio. Al final de estos tres años y medio, vendrá el Señor Jesucristo y aplastará al Anticristo, por eso la profecía de Daniel dice: Hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador. Algo interesante y digno de mencionarse en esta profecía es la precisión del cumplimiento de lo que fue profetizado. Hace más de cien años, Sir Robert Anderson publicó el libro “El Príncipe que ha de Venir” en el cual provee de cálculos detallados que demuestran con precisión que entre el mes de Nisán del año 445 AC y el preciso día en que Jesús entró a Jerusalén en la semana de la pasión, transcurrieron exactamente sesenta y nueve semanas de años. Solo alguien como Dios podía anunciar de antemano algo con precisión matemática. Las profecías de la Biblia son dignas de todo crédito. Si muchas profecías, como esta de las sesenta y nueve semanas de Daniel, se han cumplido al pie de la letra, esto significa que las profecías que todavía están esperando cumplimiento también se cumplirán al pie de la letra. Algo que nos llena de esperanza el corazón. No somos fanáticos ciegos. Nuestra fe se sustenta férreamente sobre la infalible palabra de Dios.