Se trata acerca de un texto en el cual Dios dice que ha escogido a los que van a ser salvos, desde el principio. ¿Debería dejar de orar por él, porque tal vez no ha sido escogido para salvación?Si Él escogió a los que serán salvos, entonces ¿cuál es el propósito para predicar el evangelio? En mi caso por ejemplo, yo tengo un hijo que no es creyente y yo he orado y sigo orando por la salvación de su alma. ¿Debería dejar de orar por él, porque tal vez no ha sido escogido para salvación? Si ese fuera el caso, ¿cómo puedo saberlo? ¿Cómo puedo hallar consuelo para mi alma que está sufriendo al pensar que tal vez mi hijo nunca verá la gloria del Todopoderoso?
Comenzaré por solidarizarme con usted por el dolor que obviamente siente al ver a su hijo en la incredulidad. Pero no olvide que mientras haya aliento de vida está vigente la oportunidad de recibir al Señor Jesucristo como Salvador. No se desanime, no baje los brazos, siga confiando en que Dios suavizará el corazón endurecido por la incredulidad de su hijo, de modo que pueda mirar su propia condición espiritual y pueda recibir el perdón de pecados que Dios ofrece en Cristo. Muy bien, antes de ir al texto que ha traído confusión y desesperanza a su vida, quisiera decirle que Dios ama a todo pecador, aunque odia el pecado. Permítame leer ese texto tan conocido que se encuentra en Juan 3:16. La Biblia dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Allí lo tiene. Dios es amor y por ese motivo ama al mundo, sin distinción de personas. Tan excelso es el amor de Dios, que dio a su unigénito amado Hijo, para que tomando forma humana, venga a este mundo para morir en lugar del pecador, de modo que el pecador que cree en Cristo y le recibe como Salvador, no se pierda o no sea condenado eternamente, sino que tenga vida eterna. Fíjese las palabras tan hermosas y pertinentes que Jesús usó. Dijo: Para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. Todo aquel significa justamente eso: Todos sin distinción. La oferta de salvación es para todo pecador quienquiera que sea, cualquiera que sea su pecado. Observe lo que dice el apóstol Pablo hablando de Dios. Permítame leer el pasaje bíblico que se encuentra en 1 Timoteo 2:3-4. La Biblia dice: “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” Mas claro no puede ser, Dios quiere que todos, insisto, todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Esto se confirma también por lo que dice el apóstol Pedro en 2 Pedro 3:9. La Biblia dice: “El Señor no retarda su promesa, según algunos lo tienen por tardanza, sino que es paciente para con todos nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” La voluntad de Dios es que ninguno perezca. De manera que, amable oyente, bien hacemos en predicar el evangelio a toda criatura, a todo pecador, para que oyendo el evangelio y creyendo en el evangelio, el pecador encuentre la salvación. Si no fuera así, Dios se habría burlado de nosotros al ordenarnos en su palabra que yendo por todo el mundo prediquemos el evangelio a toda criatura, como dice Marcos 16:15. Obviamente no todo pecador va a creer en el evangelio, pero habrá algunos, tal vez muchos, que sí lo harán. Sobre esta base, amable oyente, le aconsejo seguir orando al Señor por la salvación de su hijo. Además de orar, es necesario que comparta con él las buenas nuevas de salvación. Hágalo con mucho tino, sin obligar o manipular, y sobre todo con mucho amor. Algo muy importante es su testimonio como madre creyente. Viva lo que cree. Deje que Cristo quien mora en su vida se manifieste día a día en usted por medio de lo que hace, por medio de lo que dice, por medio de lo que piensa. Su hijo necesita ver en usted los cambios que opera Cristo cuando mora en una persona. Una vez dicho esto, miremos lo que dice ese texto que le tiene confundida. Se encuentra en 2 Tesalonicenses 2:13. Permítame leerlo. La Biblia dice: “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad.” Como antecedente, en los primeros doce versículos del capítulo dos de 2 Tesalonicenses, Pablo describe el terrible destino del Anticristo y sus seguidores. En el versículo 13, Pablo quita la mirada del Anticristo y sus seguidores y la pone sobre los creyentes de Tesalónica para mostrar su maravilloso destino. Comienza agradeciendo a Dios por esos creyentes que son amados por el Señor. En su agradecimiento hace referencia al hecho que esos creyentes y en general todos los creyentes han sido escogidos desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu. Esto es lo que se conoce como la doctrina de la elección. La Biblia enseña que Dios escoge a algunos pecadores para salvación, pero jamás enseña que Dios escoge a otros pecadores para condenación. Si un pecador va a condenación eterna no es porque Dios no le ha escogido, sino porque ese pecador voluntariamente ha decidido rechazar la oferta de salvación que Dios ha hecho en Cristo. Si la elección fuera todo lo que la Biblia dijera en cuanto a como el pecador llega a ser salvo, entonces sería muy justificada su inconformidad amiga oyente, porque significaría que el hombre no es nada más que un mero robot que ciegamente marcha al destino que Dios ha determinado. Pero no es así, Dios no ha hecho al hombre como un autómata, incapaz de decidir por sí mismo el destino eterno de su alma. Felizmente el texto en 2 Tesalonicenses 2:13, luego de hablar de que el creyente ha sido escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu, continúa diciendo: y la fe en la verdad. Aquí está la clave de todo este asunto y lo que debe disipar cualquier inconformidad en usted, amiga oyente. Primero tenemos la parte de Dios en la salvación, esto último es la parte del hombre en la salvación. Ambas partes son indispensables. El hombre tiene la responsabilidad de decidir por sí mismo. Tiene que depositar su fe en la verdad. Esto no es mérito del hombre, porque la Biblia claramente enseña que la salvación no es mérito del hombre. Algunos miran solamente la elección que Dios hace y asumen que el hombre no tiene nada que ver en la salvación. Otros miran solamente la fe en la verdad que el hombre necesita para ser salvo y niegan la elección soberana de Dios. La verdad está entre estos dos extremos. Tanto la elección como la responsabilidad del hombre son doctrinas totalmente bíblicas, y debemos aceptarlas y enseñarlas, aun cuando parecería que son conceptos contrapuestos. En conclusión entonces, no pierda la esperanza de que su hijo llegue a recibir a Cristo como Salvador. Mientras su hijo tenga vida hay esperanza y la oportunidad de salvación está vigente. Siga orando sin desmayar al Señor por la salvación de su hijo. De igual manera, no desmaye en su esfuerzo por compartir el mensaje del evangelio con otras personas, apoye todo esfuerzo evangelístico, bien sea en su iglesia o en algún ministerio cristiano. Gócese en saber que el mayor milagro que ocurre ante nuestros ojos es que un muerto espiritualmente hablando, llegue a tener vida espiritual.