Autor: cris

  • ¿Cómo debo perdonar si mi deseo es imitar a Dios? ¿Olvida Dios el pecado? ¿Debo yo también olvidar las ofensas contra mí?

    La Biblia muestra que cuando Dios perdona, no se acuerda más del pecado. Permítame leer algunos versículos donde esto se hace evidente. Isaías 43:25 dice: Yo,  yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo,  y no me acordaré de tus pecados.

    Otro texto es Jeremías 31:34 donde dice: Y no enseñará más ninguno a su prójimo,  ni ninguno a su hermano,  diciendo:  Conoce a Jehová;  porque todos me conocerán,  desde el más pequeño de ellos hasta el más grande,  dice Jehová;  porque perdonaré la maldad de ellos,  y no me acordaré más de su pecado.

    Note lo que dice Jeremías 50:20 En aquellos días y en aquel tiempo,  dice Jehová,  la maldad de Israel será buscada,  y no aparecerá;  y los pecados de Judá,  y no se hallarán;  porque perdonaré a los que yo hubiere dejado.

    Observe este. Se encuentra en Miqueas 7:18 ¿Qué Dios como tú,  que perdona la maldad,  y olvida el pecado del remanente de su heredad?  No retuvo para siempre su enojo,  porque se deleita en misericordia.

    En estos textos y en muchos otros más como ellos, se hace obvio que cuando Dios perdona el pecado, lo olvida. Por otro lado, la Biblia exhorta a los creyentes a perdonar a los que nos ofenden. Muchos textos nos hablan de esto. Por ejemplo, note lo que tenemos en Colosenses 3:12-13 donde dice: Vestíos,  pues,  como escogidos de Dios,  santos y amados,  de entrañable misericordia,  de benignidad,  de humildad,  de mansedumbre,  de paciencia;  soportándoos unos a otros,  y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro.  De la manera que Cristo os perdonó,  así también hacedlo vosotros.

    El perdón es un mandato para los creyentes, no una opción. El perdón, sin embargo, no es sinónimo de olvido. El perdón es un compromiso que el creyente se hace delante de Dios, por el cual ese creyente no va a tomar venganza contra el ofensor y va a tratar al ofensor como si la ofensa nunca hubiera existido. Esto es perdón. La Biblia no ordena olvidar las ofensas sino perdonar las ofensas. Un creyente que ha sido ofendido, pero ha perdonado, no es que se olvida de la ofensa, sino que se compromete delante de Dios a no buscar venganza contra el ofensor y a tratar al ofensor como si la ofensa jamás hubiera existido, al punto que jamás va a mencionar siquiera la ofensa. Puede ser que se acuerde de la ofensa, pero como perdonó, no tratará al ofensor de la manera que el ofensor le trató a él y no hablará más de la ofensa. Esta es la manera como debemos perdonar las ofensas contra nosotros. Tal vez con el paso del tiempo, las ofensas que han sido perdonadas se irán desvaneciendo detrás de una cortina de olvido, pero Dios no nos ordena olvidar las ofensas, sino perdonar las ofensas.

     

  • ¿Me puede dar a conocer cuál fue el idioma que hablaban Adán y Eva? y ¿Cuántos años transcurrieron desde la creación hasta Adán y desde Adán hasta la fecha actual?

    La Biblia no revela el idioma que hablaban Adán y Eva. Algunos afirman que debió haber sido Hebreo, pero no existe manera de confirmarlo, aunque tampoco de negarlo. A mí me parece difícil que haya sido Hebreo porque este idioma está asociado con los moradores de Hur de los Caldeos de donde era Abraham, muchísimo tiempo después de la creación, y también después del episodio conocido como la torre de Babel, donde Dios confundió el lenguaje de manera que ninguno entendía el idioma de su compañero. A mi modesto criterio, en la torre de Babel se debe haber extinguido cualquiera que haya sido el idioma que hablaban Adán y Eva. En cuanto a los años que transcurrieron desde la creación de todo lo que existe hasta la creación de Adán y Eva, debo señalar que todo ocurrió dentro de una semana, según Génesis 1 y 2, porque fue durante la semana de la creación que Dios creó los cielos y la tierra y todo lo que hay en ellos y también creó al hombre y a la mujer. No hubo entonces años que pasaron entre la creación de los cielos y la tierra y la creación de Adán y Eva.

    En relación con el tiempo que ha transcurrido desde la creación tanto de los cielos y la tierra como la creación del ser humano, hasta la fecha actual, no se puede saber con precisión porque la Biblia no provee de la información necesaria para hacer este cálculo. Lo más preciso que se puede ubicar en el tiempo, pero con un margen bastante grande de error es el nacimiento de Abram, allá por el año 2,100 antes de Cristo. Siendo así, desde el nacimiento de Abram hasta nuestros días han transcurrido como unos cuatro mil años. En todo caso, la tierra no parece ser tan antigua como afirman los científicos evolucionistas asignándola miles de millones de años, para hacer factible su teoría de la evolución, la cual requiere de bastos períodos de tiempo para supuestamente producir los cambios graduales que requiere la evolución. Partiendo de un principio creacionista como consta en la Biblia la edad de la tierra parece que no pasaría de pocas decenas de miles de años. Y no solamente la edad de la tierra, sino la edad de todo el sistema solar y el universo en general.

    Cuando hace años atrás se hacían las investigaciones que eventualmente permitirían a los Estados Unidos poner un hombre en la superficie de la luna, se pensaba que sobre la superficie de la luna debería haber una muy gruesa capa de polvo lunar, tal vez de kilómetros de espesor, producto de partículas cósmicas que atraídas por la gravedad de la luna se posan sobre ella debido a su carencia de atmósfera durante los miles de millones de años que supuestamente tenía el sistema solar. Pero cuando los astronautas pusieron finalmente sus pies sobre la luna, encontraron que esa capa de polvo lunar era apenas una fracción de lo que se pensaba, lo cual hace pensar que la luna no debe ser tan vieja como asumen los científicos evolucionistas. Es solamente una de varias evidencias que hacen pensar que el universo no debe tener los miles de millones de años que normalmente se le asigna.

  • Dice la Biblia que Jesús fue a preparar morada en los cielos para nosotros los que creemos en él. Mi pregunta es: ¿Por qué si ya estamos en el cielo, en nuestra morada, tenemos que volver a la tierra durante el reino milenial de Cristo? ¿Acaso después de los mil años se acabará la tierra y por tanto tendremos que volver al cielo?

    Dios ha prometido que los creyentes vamos a estar con él en el cielo para siempre, bien sea al morir físicamente según lo que dice 2 Corintios 5:6-8, o al ser trasladados cuando ocurra el rapto o arrebatamiento, según lo que dice 1 Tesalonicenses 4:16-17

    Nuestra morada eterna una vez que salgamos de este mundo, ya sea por muerte o por traslado, es el cielo. A eso se refiere Juan 14:1-3 donde dice: No se turbe vuestro corazón;  creéis en Dios,  creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay;  si así no fuera,  yo os lo hubiera dicho;  voy,  pues,  a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar,  vendré otra vez,  y os tomaré a mí mismo,  para que donde yo estoy,  vosotros también estéis.

    Muy bien. ¿Qué pasará entonces con nosotros cuando el Señor Jesús venga por segunda vez para establecer su reino milenial en la tierra? Pues, nosotros vendremos con él, pero no para morar en la tierra, porque nuestra morada eterna es en el cielo. Vendremos a la tierra a colaborar como reyes y sacerdotes con el Rey de Reyes y Señor de Señores, Jesucristo.

    Nuestra función como sacerdocio real durante el milenio, no es morar en la tierra, sino reinar con Cristo mil años. La tierra será solamente como nuestro lugar de trabajo, porque el cielo será nuestra morada. Más aún, el Nuevo Testamento muestra que el cielo, o la Nueva Jerusalén en ese tiempo, estará como suspendida sobre la tierra durante el milenio. Esa será nuestra morada, no la tierra. ¿Qué sucederá al final del milenio en cuanto a la tierra? Pues la Biblia dice que los presentes cielos y la presente tierra van a ser quemados y Dios va a crear nuevos cielos y nueva tierra según 2 Pedro 3:10-13

    Nosotros los creyentes simplemente estaremos en nuestra morada eterna, en el cielo o la Nueva Jerusalén, mientras Dios destruye con fuego los presentes cielos y la presente tierra. Una vez que Dios cree nuevos cielos y nueva tierra, el cielo o la Nueva Jerusalén se fundirán, por decirlo así con esos nuevos cielos y esa nueva tierra y de esta manera permanecerá por la eternidad. Todo esto se desprende de textos como Apocalipsis 21:1-3 donde dice: Vi un cielo nuevo y una tierra nueva;  porque el primer cielo y la primera tierra pasaron,  y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad,  la nueva Jerusalén,  descender del cielo,  de Dios,  dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía:  He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres,  y él morará con ellos;  y ellos serán su pueblo,  y Dios mismo estará con ellos como su Dios.

    Así es como se ve el destino final de los que somos salvos en lo que tiene que ver con la tierra durante el milenio y el cielo mismo.

  • Si María Magdalena es la hermana de Marta y Lázaro, ¿a qué se debe el uso del nombre “Magdalena”? Además, Usted dijo que los ángeles tienen la capacidad de tomar forma humana o de adoptan forma humana. ¿A qué se refiere esto de tomar o adoptar forma humana? ¿Será que su cuerpo es similar al humano?

    María Magdalena y María la hermana de Marta y Lázaro son personas diferentes. María Magdalena era originaria de la ciudad de Magdala, una pequeña ciudad entre Capernaúm y Tiberíades, en la costa del mar de Galilea. El nombre “Magdalena” que se adjunta al nombre de esta mujer, significa justamente: originaria de Magdala. De esta mujer nos habla Lucas 8:1-2 donde dice: Aconteció después,  que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas,  predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios,  y los doce con él,  y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades:  María,  que se llamaba Magdalena,  de la que habían salido siete demonios,

    En cambio, la otra mujer que también se llamaba María era originaria de Betania, un pueblito muy cerca de Jerusalén, en Judea. Note lo que dice Juan 11:1 Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro,  de Betania,  la aldea de María y de Marta su hermana.

    En resumen, entonces, se trata de dos mujeres diferentes, ambas con el mismo nombre, María, pero para diferenciarlas, a una de ellas se añade un nombre que indica el lugar de donde era, María Magdalena, María de Magdala. La otra era de Betania, hermana de Marta y Lázaro.

    En cuanto a la segunda parte de su consulta, la Biblia muestra que los ángeles son seres espirituales. Hablando de ellos, Hebreos 1:14 dice: ¿No son todos espíritus ministradores,  enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?

    Los espíritus no tienen cuerpo, sin embargo, son personas porque poseen intelecto, voluntad y emociones o sentimientos. La Biblia muestra también que los ángeles fueron creados por Dios en algún momento, y no tienen capacidad de reproducción en su misma especie y tampoco mueren. Colosenses 1:16 dice: Porque en él fueron creadas todas las cosas,  las que hay en los cielos y las que hay en la tierra,  visibles e invisibles;  sean tronos,  sean dominios,  sean principados,  sean potestades;  todo fue creado por medio de él y para él.

    Además de todo esto, la Biblia enseña que, a pesar de ser seres espirituales sin cuerpo, algunos ángeles han aparecido a los hombres y los hombres han podido verlos, hablar con ellos y hasta comer con ellos. De esto se desprende que Dios permite a algunos ángeles a tomar o adoptar forma humana temporalmente de modo que puedan relacionarse con los hombres para cumplir con los propósitos de Dios. Lo que esto significa simplemente es que, a los ojos de los hombres, los ángeles que han adoptado forma humana, parecen como si tuvieran cuerpo humano, pero en realidad son seres espirituales.

  • La Biblia menciona que en el momento de la muerte de Jesús se levantaron algunos muertos de sus tumbas, me pregunto si acaso sus espíritus estaban todavía en sus tumbas.

    El relato del evento al cual hace referencia su consulta se encuentra en Mateo 27:50-53 donde dice: Mas Jesús,  habiendo otra vez clamado a gran voz,  entregó el espíritu.  Y he aquí,  el velo del templo se rasgó en dos,  de arriba abajo;  y la tierra tembló,  y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros,  y muchos cuerpos de santos que habían dormido,  se levantaron;  y saliendo de los sepulcros,  después de la resurrección de él,  vinieron a la santa ciudad,  y aparecieron a muchos.

    Mateo es el único de los cuatro Evangelios que menciona este milagro. El Nuevo Testamento no dice absolutamente nada más sobre estas personas que murieron y resucitaron el día que el Señor Jesús murió en la cruz del Calvario, de lo cual se desprendería que no deben haber permanecido por mucho tiempo en la tierra una vez que resucitaron. Es decir que en algún momento deben haber vuelto a morir físicamente, aun cuando la Biblia no lo afirma tácitamente. Por otro lado, no se puede saber con certeza tampoco si el cuerpo que recibieron estas personas fue un cuerpo glorificado inmortal o un cuerpo resucitado pero mortal, como el de Lázaro de Betania, quien volvió a morir algún tiempo después de haber resucitado. Algunos intérpretes, piensan que estas personas que resucitaron recibieron cuerpos glorificados y poco tiempo después de aparecer a muchos en Jerusalén fueron arrebatados al cielo. Si esto fuera así sería una especie de anticipo de lo que el Nuevo Testamento profetiza en cuanto a la resurrección y traslado al cielo de los creyentes, en lo que se conoce como el Rapto o Arrebatamiento. Otros intérpretes piensan que estas personas que resucitaron recibieron cuerpos mortales y por tanto volvieron a morir físicamente en algún momento. No se puede ser dogmático en cuanto a esto. En todo caso, los espíritus y almas de las personas que resucitaron cuando el Señor Jesús murió en la cruz, estaban en el Seno de Abraham, no en una tumba, y al resucitar, esos espíritus y almas pasaron a morar en un cuerpo resucitado. No se puede precisar si esos cuerpos resucitados fueron glorificados como para no volver a morir, o mortales como el cuerpo resucitado de Lázaro de Betania, quien a pesar de haber resucitado volvió a morir.

     

  • Sabemos que cuando un creyente muere va al cielo, pero antes de la venida de Jesús ¿a dónde iba el alma de un creyente cuando moría?

    Bueno, para tener claros los conceptos permítame señalar, que cuando cualquier persona muere físicamente, no importa si es creyente o no creyente, y no importa en qué época de la humanidad haya vivido, el cuerpo muerto va a la tumba, bajo tierra, o en nicho, o en cualquier otro lugar donde por alguna circunstancia queda el cuerpo muerto. En cambio, con el espíritu y alma de los que mueren físicamente, es un asunto totalmente diferente. En el caso de los creyentes, antes de la muerte y resurrección de Cristo, el alma y espíritu de ellos iba a un lugar llamado el Seno de Abraham. Era básicamente un lugar de reposo, de dicha y bendición, en el cual los creyentes en espíritu y alma esperaban la resurrección física, al final de la Tribulación. En el caso de los incrédulos, independientemente de la muerte y resurrección de Cristo, sus almas y espíritus iban a un lugar de tormento en fuego, que el Nuevo Testamento llama simplemente Hades, en el cual esperaban la resurrección física antes del juicio del gran trono blanco, para ser arrojados a su destino final llamado lago de fuego o infierno. Todo esto se hace evidente en la historia de Lázaro y el rico, relatada por le Señor Jesús. Lucas 16:22-25 dice: Aconteció que murió el mendigo,  y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham;  y murió también el rico,  y fue sepultado.  Y en el Hades alzó sus ojos,  estando en tormentos,  y vio de lejos a Abraham,  y a Lázaro en su seno. Entonces él,  dando voces,  dijo:  Padre Abraham,  ten misericordia de mí,  y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua,  y refresque mi lengua;  porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo:  Hijo,  acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida,  y Lázaro también males;  pero ahora éste es consolado aquí,  y tú atormentado.

    La muerte y resurrección de Cristo causó un cambio en el destino de las almas y espíritus de los creyentes, mas no en el destino de las almas y espíritus de los incrédulos. Es así como después de la muerte y resurrección de Cristo las almas y espíritus de los creyentes van directamente al cielo, la morada de Dios, según lo que dice textos como 2 Corintios 5:6-9 donde dice: Así que vivimos confiados siempre,  y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo,  estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos,  no por vista); pero confiamos,  y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo,  y presentes al Señor. Por tanto procuramos también,  o ausentes o presentes,  serle agradables.

    Mientras estamos vivos en este mundo, nuestro espíritu y alma moran en nuestros cuerpos, en estas circunstancias estamos ausentes del Señor. Cuando morimos, me refiero a los creyentes, nuestro espíritu y alma salen de nuestro cuerpo donde hasta ese momento habían morado y van inmediatamente al cielo a la presencia inmediata del Señor. Estamos presentes al Señor.

     

  • ¿cómo se debe interpretar el pasaje bíblico en Mateo capítulo 24 donde Jesús dice que ni él sabe la hora de su venida? Algunas personas dicen que Jesús no fue omnisciente porque no sabía el día ni la hora cuando iba a venir y por lo tanto no puede ser Dios, pero yo sé que Jesús es Dios. Ayúdeme a entender este pasaje bíblico.

    Vamos a dar lectura al texto que se encuentra en Mateo 24:35-37 donde dice:  El cielo y la tierra pasarán,  pero mis palabras no pasarán. Pero del día y la hora nadie sabe,  ni aun los ángeles de los cielos,  sino sólo mi Padre. Mas como en los días de Noé,  así será la venida del Hijo del Hombre.

    Este pasaje bíblico se inscribe dentro de la profecía relacionada con la segunda venida de Cristo. En lo que tiene que ver con el día y la hora de su segunda venida, el Señor Jesús dijo que nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo su Padre. Los que cuestionan la deidad del Señor Jesús, se toman de esto para afirmar que el Señor Jesús no puede ser Dios porque ignora el día y la hora de su segunda venida. Pero la Biblia declara fuera de toda duda que el Señor Jesucristo es Dios. Juan 1:1 y 14 dice: En el principio era el Verbo,  y el Verbo era con Dios,  y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Y aquel Verbo fue hecho carne,  y habitó entre nosotros  (y vimos su gloria,  gloria como del unigénito del Padre),  lleno de gracia y de verdad.

    Por ser Dios, el Señor Jesucristo es omnisciente, lo cual significa que conocía absolutamente todo en todo instante del tiempo. ¿Cómo explicar la aparente contradicción? La explicación es que el Señor Jesús voluntariamente renunció al uso de sus atributos divinos durante su vida y ministerio terrenal, aunque continúo siendo totalmente Dios. Filipenses 2:5-8 dice al respecto: Haya,  pues,  en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual,  siendo en forma de Dios,  no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo,  tomando forma de siervo,  hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre,  se humilló a sí mismo,  haciéndose obediente hasta la muerte,  y muerte de cruz.

    Durante su encarnación entonces, el Señor Jesús obró dentro de las limitaciones corporales de su humanidad y siempre en dependencia de la voluntad de su Padre celestial. En su deidad, Cristo es omnisciente como lo confirman algunos pasajes bíblicos como Juan 2:23-25 donde dice: Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua,  muchos creyeron en su nombre,  viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos,  porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre,  pues él sabía lo que había en el hombre.

    Interesante notar que una vez que el Señor Jesús murió y resucitó ya no estaba limitado voluntariamente por su humanidad y manifestó su deidad sin restricciones, como consta en Mateo 28:18 donde dice: Y Jesús se acercó y les habló diciendo:  Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.

    Aquí tenemos a Cristo Jesús en toda su magnificencia divina.

     

  • ¿Qué es y en qué consiste el año sabático? ¿Qué relación tiene la violación de la ley del año sabático por parte de los israelitas, con los setenta años que ellos estuvieron cautivos en Babilonia por Nabucodonosor?

    Permítame leer el texto en Levítico 25:1-7 donde se reglamenta lo concerniente al año sabático. La Biblia dice: Jehová habló a Moisés en el monte de Sinaí,  diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles:  Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy,  la tierra guardará reposo para Jehová.  Seis años sembrarás tu tierra,  y seis años podarás tu viña y recogerás sus frutos. Pero el séptimo año la tierra tendrá descanso,  reposo para Jehová;  no sembrarás tu tierra,  ni podarás tu viña.  Lo que de suyo naciere en tu tierra segada,  no lo segarás,  y las uvas de tu viñedo no vendimiarás;  año de reposo será para la tierra. Mas el descanso de la tierra te dará para comer a ti,  a tu siervo,  a tu sierva,  a tu criado,  y a tu extranjero que morare contigo; y a tu animal,  y a la bestia que hubiere en tu tierra,  será todo el fruto de ella para comer.

    El principio del reposo básico en la vida diaria de Israel se refleja también en la agricultura. Así como el pueblo descansaba cada séptimo día, la tierra también debía descansar cada séptimo año. Esto es el año sabático. Durante este año no se debía cultivar, segar ni podar. Sin embargo, se podía recoger lo que la tierra producía de por sí, lo cual servía de ayuda al pobre que no podía almacenar recursos ni alimentos. Lamentablemente el pueblo de Israel violó reiteradamente este mandato, y Dios tomó nota cuidadosa de ello. Fueron setenta períodos de siete años que el pueblo de Israel no hizo reposar o descansar a la tierra, conforme a la ley del año sabático. Dios castigó al pueblo de Israel, sacándolos por la fuerza de su territorio por medio de los babilonios. El exilio duró exactamente el número de años que los Israelitas no hicieron reposar la tierra respetando el año sabático. Esto registra la Biblia en 2 Crónicas 36:17-21 donde dice: Por lo cual trajo contra ellos al rey de los caldeos,  que mató a espada a sus jóvenes en la casa de su santuario,  sin perdonar joven ni doncella,  anciano ni decrépito;  todos los entregó en sus manos.  Asimismo todos los utensilios de la casa de Dios,  grandes y chicos,  los tesoros de la casa de Jehová,  y los tesoros de la casa del rey y de sus príncipes,  todo lo llevó a Babilonia. Y quemaron la casa de Dios,  y rompieron el muro de Jerusalén,  y consumieron a fuego todos sus palacios,  y destruyeron todos sus objetos deseables. Los que escaparon de la espada fueron llevados cautivos a Babilonia;  y fueron siervos de él y de sus hijos,  hasta que vino el reino de los Persas; Para que se cumpliese la palabra de Jehová por la boca de Jeremías,  hasta que la tierra hubo gozado de reposo;  porque todo el tiempo de su asolamiento reposó,  hasta que los setenta años fueron cumplidos.

     

  • ¿Cuál es el segundo mandamiento del decálogo? ¿Por qué muchas iglesias no lo guardan? ¿Qué pasó con el Antiguo Testamento a raíz de la muerte y resurrección de Cristo? ¿Fue reemplazado por el Nuevo Testamento?

    El segundo mandamiento del decálogo se encuentra en Éxodo 20:4-6 donde dice: No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo,  ni abajo en la tierra,  ni en las aguas debajo de la tierra.

    No te inclinarás a ellas, ni las honrarás;  porque yo soy Jehová tu Dios,  fuerte,  celoso,  que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,

    y hago misericordia a millares,  a los que me aman y guardan mis mandamientos.

    El primer mandamiento del decálogo prohíbe tener dioses ajenos. El segundo mandamiento prohíbe adorar al único y verdadero Dios, por medio de cualquier cosa que lo represente o lo simbolice, como por ejemplo las imágenes. Las consecuencias de desobedecer este mandato son funestas. ¿Por qué muchas personas y muchas iglesias no se someten a este mandato? Pues por su incredulidad agravada por su ignorancia de lo que dice Dios en su Palabra, la Biblia. Las personas que se inclinan ante las imágenes dicen que lo hacen para honrar a Dios, pero no es así, están honrando a las imágenes mas no a Dios. En cuanto a la relación entre los dos testamentos o pactos en la Biblia, el Antiguo narra primordialmente el trato de Dios con Israel, basado en el pacto dado a través de Moisés en el monte Sinaí, mientras el Nuevo Testamento describe el nuevo arreglo de Dios con los hombres a raíz de la muerte y resurrección de Cristo. Lucas 22:20 dice: De igual manera,  después que hubo cenado,  tomó la copa,  diciendo:  Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre,  que por vosotros se derrama.

    El pacto antiguo reveló la santidad de Dios en la norma justa de la ley y prometió que vendría un Redentor, el nuevo pacto muestra la santidad de Dios en su Hijo justo. Así que el Nuevo Testamento contiene aquellos escritos que revelan el contenido de este nuevo pacto. El mensaje del Nuevo Testamento se centra en la persona que se dio para la remisión de pecados y las personas, o la iglesia, que han recibido su salvación. Así que el tema central del Nuevo Testamento es la salvación. Los Evangelios presentan al Salvador. El libro de Hechos describe la propagación de las buenas nuevas de su salvación por una gran parte del mundo mediterráneo del primer siglo después de Cristo. Las epístolas dan los detalles de las bendiciones de esa salvación, y el Apocalipsis da una visión anticipada de la culminación de la salvación. De modo que, amable oyente, el Antiguo Testamento es la preparación, el Nuevo Testamento es el cumplimiento. Tanto Antiguo como Nuevo Testamento contienen información vital para el bienestar espiritual de todo creyente. Hoy vivimos bajo un nuevo pacto, contenido en el Nuevo Testamento, pero esto de ninguna manera hace inservible lo que contiene el Antiguo Testamento donde se encuentra el antiguo pacto.

     

  • ¿Por qué son malos los celos, si en el libro de Santiago dice que Dios tiene celos?

    Gracias por su consulta. Efectivamente, Dios es celoso. Inclusive uno de sus nombres es Celoso, según lo que dice Éxodo 34:14 donde leemos: Porque no te has de inclinar a ningún otro dios,  pues Jehová,  cuyo nombre es Celoso,  Dios celoso es.

    Pero también, en la Biblia encontramos que los celos son fruto de la carne, o de la naturaleza pecaminosa del hombre. Esto lo podemos notar en 1 Corintios 3:3 donde dice: porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones,  ¿no sois carnales,  y andáis como hombres?

    ¿Cómo explicar entonces que Dios es celoso, pero también los celos son el fruto de la carne? Pues permítame proponer esta explicación. La palabra celos tiene un significado bastante amplio. En un buen sentido, la palabra celo significa el impulso íntimo que promueve a las buenas obras, como cuando decimos que alguien realiza su trabajo con mucho celo. El apóstol Pablo era una persona así en aquello que se propuso guardar dentro del judaísmo. Hechos 22:3 dice: Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia,  pero criado en esta ciudad,  instruido a los pies de Gamaliel,  estrictamente conforme a la ley de nuestros padres,  celoso de Dios,  como hoy lo sois todos vosotros.

    En el buen sentido también, la palabra celo significa un amor extremado y eficaz a la gloria de Dios y al bien de las almas. El apóstol Pablo también es un buen ejemplo de este tipo de celo. Observe lo que dice 2 Corintios 11:2 Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo,  para presentaros como una virgen pura a Cristo.

    Pero la palabra celo se usa también en un mal sentido. Dentro de esto, celo significa la contrariedad que uno siente cuando cualquier afecto o bien que disfruta o pretende, llegue a ser alcanzado por otro. Este es el celo que proviene de la carne y por tanto es pecado. Este es el celo del cual Santiago habla en Santiago 3:14 y 16 donde dice: Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad;

    Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.

    En este mal sentido, la palabra celo significa también la sospecha, inquietud y recelo de que la persona amada haya mudado o mude su cariño poniéndolo en otro. Esta es una obra de la carne y es lo que por ejemplo siente un esposo hacia su esposa cuando ella no actúa con la debida compostura, o a veces sin motivo alguno. De modo que, existe un celo bueno, es el que Dios experimenta y el que nosotros sus hijos también debemos tener por vivir en santidad, y existe un celo malo, que es obra de la carne o de la naturaleza pecaminosa del hombre.