Permítame leer el texto en Levítico 25:1-7 donde se reglamenta lo concerniente al año sabático. La Biblia dice: Jehová habló a Moisés en el monte de Sinaí, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, la tierra guardará reposo para Jehová. Seis años sembrarás tu tierra, y seis años podarás tu viña y recogerás sus frutos. Pero el séptimo año la tierra tendrá descanso, reposo para Jehová; no sembrarás tu tierra, ni podarás tu viña. Lo que de suyo naciere en tu tierra segada, no lo segarás, y las uvas de tu viñedo no vendimiarás; año de reposo será para la tierra. Mas el descanso de la tierra te dará para comer a ti, a tu siervo, a tu sierva, a tu criado, y a tu extranjero que morare contigo; y a tu animal, y a la bestia que hubiere en tu tierra, será todo el fruto de ella para comer.
El principio del reposo básico en la vida diaria de Israel se refleja también en la agricultura. Así como el pueblo descansaba cada séptimo día, la tierra también debía descansar cada séptimo año. Esto es el año sabático. Durante este año no se debía cultivar, segar ni podar. Sin embargo, se podía recoger lo que la tierra producía de por sí, lo cual servía de ayuda al pobre que no podía almacenar recursos ni alimentos. Lamentablemente el pueblo de Israel violó reiteradamente este mandato, y Dios tomó nota cuidadosa de ello. Fueron setenta períodos de siete años que el pueblo de Israel no hizo reposar o descansar a la tierra, conforme a la ley del año sabático. Dios castigó al pueblo de Israel, sacándolos por la fuerza de su territorio por medio de los babilonios. El exilio duró exactamente el número de años que los Israelitas no hicieron reposar la tierra respetando el año sabático. Esto registra la Biblia en 2 Crónicas 36:17-21 donde dice: Por lo cual trajo contra ellos al rey de los caldeos, que mató a espada a sus jóvenes en la casa de su santuario, sin perdonar joven ni doncella, anciano ni decrépito; todos los entregó en sus manos. Asimismo todos los utensilios de la casa de Dios, grandes y chicos, los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa del rey y de sus príncipes, todo lo llevó a Babilonia. Y quemaron la casa de Dios, y rompieron el muro de Jerusalén, y consumieron a fuego todos sus palacios, y destruyeron todos sus objetos deseables. Los que escaparon de la espada fueron llevados cautivos a Babilonia; y fueron siervos de él y de sus hijos, hasta que vino el reino de los Persas; Para que se cumpliese la palabra de Jehová por la boca de Jeremías, hasta que la tierra hubo gozado de reposo; porque todo el tiempo de su asolamiento reposó, hasta que los setenta años fueron cumplidos.