Autor: cris

  • Mateo 27:46

    ¿Por qué Jesús cuando estuvo a punto de morir, no dijo padre mío, padre mío, sino Dios mío, Dios mío? 

    Antes de responder me gustaría señalar que los mal llamados cristianos, pretenden negar la deidad de Jesucristo, basándose justamente en lo dicho anteriormente. Según ellos, Jesucristo no puede ser Dios por cuanto él mismo reconoce que el padre es Dios. A esas personas respondemos diciendo que también el padre reconoce que el Hijo es Dios.

    Hebreos 1:8 dice: «Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; cetro de equidad es el cetro de tu reino.»

    De modo que el Hijo dice que el padre es Dios y el padre dice que el Hijo es Dios. ¿Cuál es la conclusión? La única que cabe es que tanto el padre como el Hijo son Dios y la Biblia también declara que el Espíritu Santo es Dios. Pero no se confunda. No estoy diciendo que existen tres Dioses. Estoy diciendo que existe un solo Dios en tres personas del mismo carácter y de la misma esencia. El padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esto es la trinidad. Doctrina aborrecida por varias sectas falsas.

    El texto bíblico donde aparecen las palabras de Jesús es Mateo 27:46 donde dice: «Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?»

    Estas palabras que mencionó Jesús en la cruz, son el grito de angustia del Hijo de Dios en la hora más negra de su existencia. Una hora que a la vez selló la victoria sobre el diablo, sobre el pecado y sobre la muerte.

    Allí en esa cruz de vergüenza, el Hijo de Dios se encontró totalmente solo. Durante sus horas finales sobre la tierra, el Señor Jesucristo fue poco a poco quedándose cada vez más solo. Fue al aposento alto con los Doce, Judas salió y se quedó con Once. Fue con ellos al huerto de Getsemaní. De ellos, solo tres le acompañaron a orar, pero se quedaron dormidos. Luego Pedro y Juan le siguieron hasta el patio del palacio en donde pedro le negó tres veces. Entonces todos le abandonaron y huyeron. Se quedó solo. Los hombres le abandonaron, pero el padre estaba todavía con él. Jesús dijo en Juan 8:29 «porque el que me envió, conmigo está, no me ha dejado solo el padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.»

    En Juan 16:32 dijo: «He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo, mas no estoy solo, porque el padre está conmigo.»

    Pero cuando el pecado del mundo fue puesto sobre el Hijo de Dios, el padre también le abandonó. Esto es lo que hace el pecado. El pecado separa al hombre de Dios. El pecado separa al hombre del hombre. El pecado separa al hombre de sí mismo. Cuando Adán y Eva pecaron, corrieron a esconderse por cuanto el pecado acarrea soledad.

    ¿Por que tuvo Dios que abandonar a su único Hijo allí en la cruz del calvario? pues porque Dios es santo y no puede tolerar el pecado en su presencia. El Señor Jesucristo no tuvo pecado en sí mismo, pero voluntariamente decidió tomar sobre sí, su pecado y mi pecado y el pecado de todo el mundo. Cuando Dios vio a su Hijo hecho pecado por el mundo, tuvo que darle las espaldas. Qué horror debe haber experimentado el Hijo, no solo por estar llevando el pecado del mundo, sino también al sentir el dolor desgarrador de verse por única vez separado de su padre. Con razón que clamó a gran voz: Dios mío, Dios mío, ¿porqué me has desamparado? pero ¿por qué no dijo: padre mío, padre mío, ¿por qué me has desamparado?

    La respuesta es sencilla y es doble.

    Primero porque al estar llevando el pecado del mundo, no podía esperar que su relación con el padre fuera la misma de siempre. El pecado afecta las relaciones de las personas con Dios. Momentáneamente, el Hijo tuvo que ver a su padre como un Dios justo que castiga el pecado con justicia.

    Segundo, para cumplir con la profecía que aparece en Salmo 22:1 donde dice: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?

  • Mateo13:53-55

    En Mateo 13:53-55 encontramos los nombres de los hijos de José y María. Uno de ellos se llama Judas. ¿Es este el mismo Judas que entregó a Jesús para ser crucificado? 

    Comencemos por leer el pasaje bíblico que es materia de la consulta. Se encuentra en Mateo 13:53-55 donde dice: «Aconteció que cuando terminó Jesús estas parábolas, se fue de allí. Y venido a su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos de tal manera que se maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas?»

    Muy bien. El personaje de quien se habla en este pasaje bíblico y que lleva el nombre de Judas, era medio hermano de Jesús, digo medio hermano, porque técnicamente hablando era solo hermano de madre de Jesús. Recuerde que Jesús no fue engendrado por José el esposo de María sino por el Espíritu Santo.

    Este Judas no es el mismo que traicionó a Jesús. El Judas que traicionó a Jesús tenía el apodo de Iscariote. Este Judas Iscariote fue hijo de Simón, no de José. Judas era un nombre muy popular en el primer siglo.

    De Judas el medio hermano de Jesús sabemos que gran parte de su vida era un incrédulo, porque hablando de él, Juan 7:5 dice: «porque ni aún sus hermanos creían en él.»

    Pero algo le hizo cambiar y creer en Jesús. Muchos dicen que fue el ver a Jesús resucitado de entre los muertos. Es así como según Hechos 1:14 lo vemos perseverando unánime en oración y ruego con las mujeres y con María la madre de Jesús. La conversión de Judas, el medio hermano de Jesús, fue tan radical que inclusive escribió uno de los libros del Nuevo Testamento, la Epístola Universal de San Judas.

    También había otro personaje con el nombre de Judas, quien era uno de los apóstoles. A este Judas se le conocía también como Lebeo o Tadeo. Aparte de ser uno de los apóstoles, no sabemos más en cuanto a este Judas.

    Según Hechos 5:37 había otro personaje llamado Judas, quien era Galileo y junto con su pueblo organizó una revolución, pero resultó muerto en batalla.

    Hechos 9:11 nos presenta a otro Judas. Este vivía en Damasco y hospedó a Saulo de Tarso después que quedó ciego como resultado de su encuentro con el Cristo resucitado.

    Por último, el Nuevo Testamento nos habla de otro Judas, en Hechos 15:22 quien tenía por sobrenombre Barsabás y junto con Silas fue enviado por la iglesia de Jerusalén a Antioquía para comunicar la resolución del concilio de Jerusalén.

    De manera que, mi querido amigo oyente, Jesús no fue traicionado por su medio hermano Judas, sino por alguien que estaba mucho más cerca de él, por uno que era más íntimo que un hermano. Por uno a quien Jesús llamó amigo. Su nombre fue Judas Iscariote.

  • Lucas 18:8

    ¿Por qué pregunta Jesús si hallará fe en la tierra, según Lucas 18:8? 

    Lucas 18:8 dice: «Os digo que pronto les hará justicia, pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?»

    Este versículo es parte de la parábola del juez injusto que aparece en Lucas 18:1-8, lo cual a su vez es parte del discurso de Jesús en relación a su segunda venida.

    Esta parábola presenta a un juez injusto que no temía a Dios ni respetaba a hombre. Había también una viuda que estaba siendo víctima de la injusticia. Esta viuda recurrió al juez por varias oportunidades pidiendo justicia, pero el juez no respondía a su requerimiento. Sin embargo, la persistencia de la viuda logró que el juez malvado haga lo que es justo. Luego el Señor Jesucristo señaló que si un juez injusto actúa en favor de una viuda debido a su persistencia, cuánto más el Dios de justicia intervendrá en favor de los suyos, si los suyos claman con persistencia.

    Los suyos podría referirse en un sentido especial al remanente judío durante la tribulación, pero también podría referirse a cualquier creyente en cualquier momento. Es entonces cuando el Señor Jesucristo cierra la parábola con la pregunta: pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿Hallará fe en la tierra? Esto se refiere a que cuando el Señor Jesucristo esté por retornar a la tierra en su segunda venida, no habrá personas en la tierra que estén clamando con persistencia que el Señor Jesucristo haga justicia, como la viuda de la parábola, más bien estarán conformes viviendo en la injusticia que imperará en la tierra durante la tribulación.

  • Marcos 13:32

    ¿Por qué Jesús siendo Dios, no sabe el día ni la hora de su segunda venida? 

    Primeramente, vamos a dar lectura al texto bíblico en el cual el Señor Jesucristo tocó este interesante asunto. Se encuentra en Marcos 13:32 donde dice: «pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el padre.»

    Jesucristo, estaba hablando de su segunda venida a este mundo. Los discípulos estaban muy interesados en el cuándo habló de esta segunda venida. Jesús respondió que esto es algo que solamente el padre lo sabe. Ni los ángeles que le rodean, ni el Hijo que está en el seno del padre lo saben.

    Esta declaración de Jesús es tomada como caballo de batalla por todos aquellos que llamándose Cristianos niegan la divinidad de Jesucristo. Según los detractores de la divinidad de Jesucristo, él no puede ser Dios porque él mismo está diciendo que no sabe ciertas cosas. Si fuera Dios, dicen ellos, jamás podría decir que no sabe el día ni la hora de su segunda venida. A los mal llamados Cristianos, porque niegan la divinidad de Jesucristo, debemos indicar que la divinidad de Jesucristo es ampliamente aseverada en muchas otras partes de la Biblia.

    Mire por ejemplo lo que dice 1ª Juan 5:20 «pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.»

    Jesucristo, el Hijo de Dios es el verdadero Dios. No me venga nadie negando la deidad de Jesucristo. Pero la declaración de Jesucristo que fue leída anteriormente, también se ha usado, por parte de creyentes sinceros pero equivocados, para demostrar que el Hijo de Dios se despojó a sí mismo de sus atributos divinos cuando vino por primera vez a la tierra en la persona de Jesús. Pero nada más lejos de la verdad. Jesús es 100% Dios y a la vez 100% hombre. Esto es algo que probablemente no lo podamos entender a cabalidad, pero es la realidad.

    Como Dios mostró su poder sobre la naturaleza, sobre la enfermedad, sobre la muerte, etc. Como hombre, se cansó, tuvo hambre, tuvo sueño, vio los cambios que produce el crecimiento en su cuerpo, etc. No se confunda. Jesús es 100% Dios y a la vez 100% hombre.

    Ahora, ciertamente Jesús veló sus atributos divinos detrás de su cuerpo de carne y los desplegó únicamente cuando fue necesario y aún eso en dependencia de la voluntad de su padre, pero eso no significa que Jesús se haya vaciado de sus atributos divinos cuando estuvo con cuerpo humano en la tierra. El Hijo de Dios nunca ha dejado de ser Dios en ningún instante de su existencia eterna. Pero aquí justamente entra el asunto que es materia de su consulta.

    ¿Cómo es que Jesucristo, siendo Dios no sabe el día ni la hora de su segunda venida? La clave para entender esto, está en Juan 15:15 donde dice lo siguiente: «Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su Señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi padre, os las he dado a conocer.»

    En esta declaración, el Señor Jesús está diciendo que los siervos no saben lo que hacen sus amos. Pues en el Evangelio de Marcos, Jesús se presenta como el perfecto Siervo de Dios. Es por esto, para mantener la perfecta relación Amo-Siervo, que Jesús declaró que no sabe el momento exacto de su segunda venida. Eso era algo que solamente el perfecto Amo, el padre sabía. Como Dios, por supuesto que el Hijo de Dios sabe cuando va a venir por segunda vez, pero como siervo, tal como se presenta en el libro de Marcos, no le fue permitido saberlo y por eso no pudo revelarlo a los demás.

  • Apocalipsis 3:5

    Un hermano me hace la siguiente consulta: «Quisiera que me explique lo que el Señor dice en Apocalipsis 3:5. Yo entiendo que, cuando una persona recibe a Cristo como su Salvador, su nombre es inscrito en el libro de la vida, como dice pablo en Filipenses 4:3 o Lucas 10:20. ¿ES posible que Dios borre del libro de la vida el nombre de un creyente verdadero? ¿Cómo se relaciona esto con Apocalipsis 20:12 y 15?». 

    Apocalipsis 3:5 dice: «El que venciere será vestido de vestiduras blancas y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi padre, y delante de sus ángeles.»

    Este texto es parte del mensaje de Cristo a la iglesia de Sardis. Sardis significa: Los que escapan. Sardis era una iglesia compuesta mayormente de personas que decían ser creyentes, pero su estilo de vida no estaba confirmando que habían nacido de nuevo. Usted sabe que la fe genuina de una persona genuinamente salva se manifiesta en buenas obras. Se manifiesta en un odio al pecado y en un amor por la santidad. A la iglesia de Sardis le faltaba esa chispa de espiritualidad que es característica de los verdaderos creyentes. El Señor por tanto les está llamando a ser vigilantes y a afirmar las otras cosas que estaban por morir. Les exhorta a arrepentirse, porque si no, vendrá sobre ellos inesperadamente trayendo su juicio por el pecado.

    Pero en medio de este cuadro desgarrador, había un pequeño grupo, un remanente, los que escapan, quienes no habían perdido su buen testimonio a pesar de vivir en medio de la inmundicia de los que decían que son pero en realidad no eran creyentes. Estos creyentes no habían manchado sus vestiduras con mundanalidad y anduvieron con el Señor en vestiduras blancas, porque son dignas. Es a estos a quienes el Nuevo Testamento se refiere como los vencedores, cuyas obras de justicia indicaba que eran verdaderos creyentes. También es a estos genuinos creyentes a quienes el Señor les promete no borrar sus nombres del libro de la vida.

    Pero ¿Qué es el libro de la vida? Bueno, el libro de la vida es el libro donde han sido registrados por Dios los nombres de todos aquellos que han sido escogidos por él para salvación y quienes por tanto tienen vida eterna. Los vencedores de la iglesia de Sardis estaban registrados en este libro. Es a estas personas a quien Dios les promete entonces que sus nombres no serán borrados del libro de la vida. Esta es una manera de decir que estas personas, creyentes genuinos, nunca perderán su salvación. Esta declaración se presta a mucha mala interpretación cuando se dice: Ah, si Dios está prometiendo no borrar los nombres de los creyentes del libro de la vida, entonces debe existir la posibilidad de que por alguna razón Dios se vea obligado a borrar los nombres de algunos creyentes genuinos del libro de la vida.

    Pero esto, es producto de la imaginación humana. Es leer entre líneas, es poner palabras en la boca de Dios cuando él no las ha dicho. Dios simplemente dice: Los verdaderos creyentes tienen sus nombres escritos en el libro de la vida y yo no los voy a borrar nunca. Es una contundente declaración de la seguridad de la salvación. Si no me cree, considere lo que dice Filipenses 4:3.

    «Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.»

    Pablo está hablando de creyentes genuinos. Dice que los nombres de estos creyentes genuinos están en el libro de la vida. Note la conjugación del verbo estar. Está en tiempo presente, modo indicativo y voz activa. Esto significa que constantemente, por la eternidad estos nombres están en el libro de la vida. No dice sus nombres estarán en el libro de la vida siempre y cuando no pequen jamás. Tampoco dice sus nombres estarán en el libro de la vida siempre y cuando perseveren hasta el final. Nada de esto, amigo oyente. El texto dice claramente que los nombres de los verdaderos creyentes están por la eternidad en el libro de la vida. Pero su consulta también tiene que ver con la relación que existe entre esto que estamos viendo y lo que dice Apocalipsis 20:12 y 15.

    Apocalipsis 20:12 y 15 dice: «Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios y los libros fueron abiertos, otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.»

    Este pasaje bíblico corresponde a lo que se llama el juicio del gran trono blanco en el cual todos los incrédulos de todas las épocas de la humanidad serán juzgados para determinar el grado de castigo en el infierno o el lago de fuego. En este pasaje bíblico se nos habla por un lado de los libros y por otro lado del libro de la vida. Ya hemos dicho que el libro de la vida es aquel en el cual están inscritos los nombres de todos los genuinos creyentes.

    Pero ¿Qué son esos otros libros? pues son los libros donde Dios ha registrado todos y cada uno de los pecados que han cometido los incrédulos y por los cuales están siendo declarados culpables del castigo eterno en la magnitud que sus malas obras determinen. Ninguno de los que comparezcan al juicio del gran trono blanco tendrá sus nombres inscritos en el libro de la vida.

    El hecho de que sus nombres no estén inscritos, los condena al castigo eterno, pero el grado de condenación depende de las malas obras que hicieron mientras estaban vivos en este mundo, las cuales están registradas en los libros. Que quede claro entonces que el libro de la vida es aquel en el cual constan los nombres de todos los verdaderos creyentes. Pero Dios tiene otros libros, en los cuales constan todas las obras malas que los incrédulos han realizado mientras vivían en este mundo.

    ¿Y qué pasa con las obras malas realizadas por los creyentes verdaderos, bien sean antes de llegar a ser creyentes y aún siendo ya creyentes?

    Buena pregunta. Para responderla quisiera que leas Colosenses 2:13-14.

    «Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,»

    Lo que dice este texto es que en el caso de los genuinos creyentes, la deuda de todo su pecado ha sido pagada por Cristo en la cruz. Por tanto, el documento o el acta de los decretos que había contra nosotros ha sido anulada. Ya no existe. Esta es la bendición de los que hemos confiado en Cristo como Salvador.

    ¿Tiene su nombre inscrito en el libro de la vida? Usted puede saberlo. ¿Ha recibido a Cristo como su Salvador personal? Si lo ha hecho de corazón, sinceramente, entonces su nombre está inscrito en el libro de la vida y nunca más será borrado. Pero si jamás ha recibido a Cristo como su Salvador, su nombre no está inscrito en el libro de la vida y lo único que le espera es la condenación eterna. No espere más, reciba a Cristo como su Salvador y disfrutará de la bendición de ver que su nombre está inscrito en el libro de la vida.

  • 1 Samuel 28:15-19

    Cuando Saúl visitó a la adivina de Endor para que le haga venir a Samuel, quien había muerto, ¿Era en realidad Samuel quien se presentó para hablar con Saúl? 

    Vamos a leer el pasaje bíblico en el cual se relata este incidente.

    1ª Samuel 28:15-19 dice: «Y Samuel dijo a Saúl: ¿por qué me has inquietado haciéndome venir? Y Saúl respondió: Estoy muy angustiado, pues los filisteos pelean contra mí, y Dios se ha apartado de mí, y no me responde más, ni por medio de profetas ni por sueños; por esto te he llamado, para que me declares lo que tengo que hacer. Entonces Samuel dijo: ¿Y para qué me preguntas a mí, si Jehová se ha apartado de ti y es tu enemigo? Jehová te ha hecho como dijo por medio de mí, pues Jehová ha quitado el reino de tu mano lo ha dado a tu compañero, David. Como tú no obedeciste a la voz de Jehová, ni cumpliste el ardor de su ira contra Amalec, por esto Jehová te ha hecho esto hoy. Y Jehová entregará a Israel también contigo en manos de los filisteos; y mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos; y Jehová entregará también al ejército de Israel en mano de los filisteos.

    Antes de emitir nuestra opinión sobre este debatido asunto, es necesario hacer algunas precisiones muy importantes.

    Número uno, la necromancia o adivinación por medio de los muertos es algo condenado por Dios en su palabra. Deuteronomio 18:10-12 dice: «No sea hallando en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortilegio, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti.»

    Número dos, Saúl se encontraba presa del pánico a causa de la superioridad militar de los Filisteos contra quienes estaba por entrar en batalla. 1ª Samuel 28:5 dice: «Y cuando vio Saúl el campamento de los filisteos, tuvo miedo, y se turbó su corazón en gran manera.»

    Número tres, Saúl había sido desechado por Jehová a causa de su desobediencia. Una de las consecuencias de ser desechado por Jehová, fue que Jehová decidió no comunicarse con Saúl por los medios que normalmente se comunicaba con él. 1ª Samuel 28:6 dice: «Y consultó Saúl a Jehová; pero Jehová no le respondió ni por sueños, ni por Urim, ni por profetas».

    Teniendo en cuenta estos antecedentes, existen tres posibles explicaciones a lo que sucedió entre la adivina de Endor y Saúl.

    La primera explicación es que todo fue un fraude bien montado por la adivina de Endor. Los que han llegado a esta conclusión se fundamentan en que número uno, la adivina de Endor sabía el estado de ánimo de Saúl y es probable, que inventara algo, cualquier cosa que sea, para tranquilizarlo.

    Número dos, la vida de la adivina de Endor estaba en peligro, porque el mismo Saúl había mandado cortar de la tierra a los adivinos; es posible que por temor a perder su propia vida, la adivina de Endor haya fabricado una aparición ficticia.

    Número tres, la adivina de Endor conocía a Samuel y lo describió en base a ese conocimiento y no en base a algo que ese momento estaba viendo.

    Número cuatro, Saúl no vio a Samuel porque estaba postrado en tierra. Imaginó que era Samuel quien hablaba, pero en realidad era la misma adivina o un cómplice.

    La segunda posible explicación es que lo que apareció en realidad fue un espíritu malo, ya sea un demonio o el mismo Satanás, disfrazado de Samuel. Los que apoyan esta explicación, basan su razonamiento en lo siguiente:

    Número uno, Saúl tocó las puertas del cielo para buscar consejo acerca de lo que debía hacer para enfrentar en batalla a los filisteos, pero Dios había decidido no responderle. Como no se abrieron las puertas del cielo, Saúl no pensó dos veces en cuanto a ir y tocar las puertas del infierno. Cuando alguien toca las puertas del infierno, Satanás y sus demonios responden con gusto.

    Número dos, Los adivinos tienen poderes satánicos. Es por eso que su actividad fue prohibida por la ley de Dios. Tuvo que haber sido Satanás o un demonio quien se preste para colaborar con la adivina.

    Número tres, Saúl vivía en pecado y añadió pecado al pecado cuando recurrió a una adivina para pedir consejo. Solamente Satanás o un demonio pueden satisfacer el deseo de un pecador.

    La tercera explicación posible es que por permiso de Dios, Samuel retornó del más allá para dar un mensaje a Saúl. Los que apoyan esta conclusión, se fundamentan en lo siguiente:

    Número uno, la aparición ocurrió antes que la adivina pusiera en juego sus artes mágicas. Según el relato bíblico, la adivina de Endor preguntó a Samuel: ¿A quien te haré venir? Y Saúl respondió: Hazme venir a Samuel. Tan pronto Saúl dejó de hablar, antes que la adivina haga absolutamente nada, apareció Samuel. Parece que hubiera sido más una obra de Dios que una obra de la adivina de Endor por medio de sus artes mágicas.

    Número dos, la adivina de Endor se asustó con la aparición. Dice el relato bíblico que viendo la mujer a Samuel, clamó en alta voz, es decir que se puso a gritar del miedo.

    Número tres, por el mensaje profético que entregó el aparecido Samuel. Dice el relato bíblico que Samuel dijo a Saúl que Jehová entregará a Israel, juntamente con Saúl, en manos de los filisteos y que al siguiente día, Saúl y sus hijos estarán en el mundo de los muertos. Solamente Dios pudo haber dicho esto. Ni Satanás ni sus demonios saben lo que será el futuro, aparte de lo que Dios ha revelado por supuesto. Ni Satanás ni sus demonios podían saber que Israel iba a ser derrotado por los filisteos y que Saúl y sus hijos iban a morir el siguiente día. Solo Dios puede saber el futuro con tal precisión. Cada una de estas explicaciones tiene sus pros y sus contras y entre los intérpretes bíblicos no hay consenso sobre este asunto. A nosotros nos parece que la tercera explicación es la que tiene mejor asidero en el texto bíblico. Recuerde que la adivina de Endor gritó de miedo cuando reconoció que fue Samuel quien apareció. Ella no esperaba que Samuel apareciera. En esta ocasión, Dios milagrosamente permitió que el mismo espíritu de Samuel hablase y anunciase la muerte inminente de Saúl y sus hijos.

  • Lucas 16:9

    ¿Qué significa la declaración de Lucas 16:9? 

    Procedamos a dar lectura del texto que es materia de consulta.

    Lucas 16:9 dice: «Y yo os digo: ganad amigos por medio de las riquezas injustas para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas eternas.»

    Este texto es parte de una hermosa parábola conocida como la parábola del mayordomo injusto, la cual se encuentra en Lucas 16:1-13.

    En esencia, esta parábola nos muestra que el mayordomo injusto, cuando se dio cuenta que estaba por ser despedido de su trabajo como mayordomo, obró sagazmente para asegurarse su futuro en los años de la vejez aquí en la tierra. El amo alabó al mayordomo injusto por haber obrado sagazmente.

    Luego el Señor Jesucristo dijo: Los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz.

    Ahora entonces viene la aplicación de la parábola. «Y yo os digo: ganad amigos por medio de las riquezas injustas para que cuando éstas falten os reciban en las moradas eternas.»

    Mirado a simple vista, pareciera que el Señor está alentando a obtener riquezas injustas para por medio de ella ganar amigos. Nada más lejos de la verdad. La confusión nace quizá por el significado que damos a la frase riquezas injustas. Esta frase no se refiere a la manera como se obtiene la riqueza, sino al carácter de la riqueza.

    La riqueza es injusta en el sentido que crea una falsa esperanza para aquel que confía en ella. La riqueza es injusta cuando fracasa en comprar la felicidad de un individuo después de la muerte. En esta aclaración, el Señor está aplicando la parábola del mayordomo injusto en el siguiente sentido: Miren Ustedes mis discípulos, sean sagaces con sus bienes materiales. ¿Cómo? Utilicen sus bienes materiales, cualesquiera que estos sean, para ganar personas para Cristo, porque cuando así lo hagan, Ustedes van a ver a esas personas con Ustedes en el cielo. El versículo 10 confirma esta idea.

    Lucas 16:10 dice así: «El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto.

    Aquí el Señor contrasta lo muy poco con lo más. Lo muy poco se refiere a los bienes materiales que Dios nos ha dado para que los administremos, esto contrasta con lo más que Dios nos ha dado, esto es la gracia y la misericordia para la salvación. Entonces el Señor está diciendo: El que utiliza sus bienes para ganar a otros para Cristo, está demostrando que tiene fidelidad en lo muy poco y que por tanto también es fiel con la gracia y la misericordia que provienen de Dios para salvación.

    Pero el que utiliza sus bienes materiales solo para sí mismo es injusto en lo muy poco y por tanto es injusto también en lo más, en la gracia y misericordia de Dios para salvación. Terminando ya la parábola, el Señor dice: Ningún siervo puede servir a dos señores, porque o aborrecerá al uno y amará al otro o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. De manera que, los bienes materiales que Dios nos ha dado para que los administremos no deben ser solo para sacar provecho para nosotros mismos, sino para ganar almas para Cristo. Si no lo miramos así, estaremos siendo esclavos de la riqueza y despreciando lo que es verdaderamente importante, es decir la gracia y misericordia de Dios.

  • Juan 5:43

    Juan 5:43 dice: «Yo he venido en nombre de mi padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis». 

    ¿Quién es el otro del cual habla en este pasaje?

    Jesús había sanado a un hombre que desde hace 38 años había estado enfermo. El milagro ocurrió en un día de reposo. Esto produjo una virulenta reacción en algunos hipócritas judíos quienes estaban tan enojados que perseguían a Jesús y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en día de reposo. Estaban tan ciegos por su pecado que no veían el milagro de Jesús, sino el que su tradición legalista sea quebrantada.

    La enemistad se acrecentó cuando Jesús afirmó que Dios era su padre, haciéndose igual a Dios. Ante esto, Jesús pronunció un contundente discurso en el cual Jesús reafirma que es igual a Dios. Casi al final de su discurso, dice que él ha venido en nombre de su padre. Esto significa que él ha venido a hacer la voluntad del padre, a traer gloria a su padre y a obedecer a su padre en todo.

    Si los hombres amaran a Dios, también deberían amar a los buscan agradarle haciendo su voluntad. Dicho esto, Jesús predice que vendrá otro en su propio nombre y que él va a ser recibido por aquellos judíos incrédulos. El otro puede ser una referencia a los falsos maestros que buscan su propia honra como los líderes de algunas sectas modernas que aseguran que son el Cristo. También puede ser una referencia al Anticristo quien va a ser recibido con los brazos abiertos por los judíos incrédulos de la época de la Tribulación.

  • Lucas 4:19

    Cuál es el año favorable que habla Lucas 4:19? 

    Para tomar el contexto estudiemos también el versículo 18 inclusive.

    Lucas 4:18-19 dice: «El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor».

    Al inicio de su Aprendiendo con la Biblia público en la tierra, luego de vencer la tentación del diablo, Jesús fue a Nazareth, la ciudad donde creció con su familia, y entrando en la sinagoga en un día de reposo, como era su costumbre, se levantó a leer las Escrituras. Se le dio el libro del profeta Isaías y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito el pasaje transcrito arriba.

    Una vez que hubo terminado de leer, enrolló el libro, lo dio al ministro y se sentó. Se hizo un profundo silencio. Los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos sobre él. Jesús simplemente comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros. Con estas palabras, Jesús estaba diciendo a la gente en la sinagoga que él era el Mesías de Israel, el Ungido, el Cristo tan amado y esperado por la nación. El año agradable del Señor, se refiere a nuestra presente era de la gracia, cuando todo aquel que quiera puede recibir todas las bendiciones que el Mesías de Israel puede dar.

    Se llama año agradable del Señor porque se lo compara con el Año de Jubileo de Levítico 25. Allí vemos que cada séptimo año era un año sabático o un año de reposo para la nación de Israel, un año cuando se dejaba que la tierra repose. También vemos allí que cada siete años sabáticos, es decir cada cincuenta años se celebraba el año de jubileo. El propósito principal de este año era buscar cierto equilibrio económico, evitando el latifundismo y la acumulación de la riqueza por unos pocos, al precio de muchos desposeídos.

    También era ocasión para intensificar la instrucción de la juventud en la ley de Dios y en el temor de su nombre. En este año, los esclavos eran liberados y podían retornar con sus familias, las propiedades que habían sido vendidas eran devueltas a sus dueños originales y todas las deudas quedaban canceladas. Tanto la tierra como la bestia y el hombre tenían su reposo.

    Jesús dijo que él había venido para traer eso, no en un sentido político o económico sino en un sentido físico y espiritual. El traía las buenas nuevas de salvación a los pobres materialmente y espiritualmente hablando, a los quebrantados de corazón por las consecuencias del pecado, a los cautivos de Satanás y sus demonios, a los ciegos a las verdades espirituales y a los oprimidos por la carga de sus propios pecados. En esencia era como el año del Jubileo.

    Hoy todavía estamos en el año del Jubileo. Todavía es el año agradable del Señor. La salvación está disponible para todo aquel que desee. Pero viene muy pronto el tiempo cuando se terminará el año agradable del Señor y entonces, todos los que obstinadamente rechazaron a Cristo como Salvador entrarán a lo que la Biblia llama el día de venganza del Dios nuestro.

  • Mateo 11:2-6

    Mateo 11:2-6 dice: «Y al oír Juan, en la cárcel, los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos, para preguntarle: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro? Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí». 

    ¿Por qué Juan el Bautista dudaba que Jesús era el Cristo si fue él mismo quien le reconoció como tal cuando le bautizó?

    Jesús estaba en pleno desarrollo de su Aprendiendo con la Biblia. Había hecho cantidad de señales que testificaban que él era el Cristo, el Mesías de Israel. Juan el Bautista había sido encarcelado por Herodes a causa de su compromiso con la verdad. Estando en la cárcel, seguramente con una sentencia de muerte sobre su cabeza, Juan el bautista manda a dos de sus discípulos a preguntar a Jesús: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro?

    Los discípulos de Juan ya tenían su respuesta. El Antiguo Testamento dice que el Cristo, o el Mesías de Israel, haría todas las cosas que justamente Jesús estaba haciendo. El era entonces el que había de venir, no había necesidad de esperar a otro.

    Pero ¿por qué dudó Juan el Bautista estando en la cárcel? Bueno, porque Juan el Bautista era tan humano como Ud. y yo. Considere las circunstancias que vivió. Había reconocido al Mesías en la persona de Jesús de Nazareth, inclusive le había bautizado. Su corazón debió haber latido fuertemente al reconocer que el tan esperado Mesías ya había llegado. Muy pronto, el Aprendiendo con la Biblia de Jesús comenzó a crecer como espuma, mientras que el Aprendiendo con la Biblia de Juan el Bautista comenzó a decrecer rápidamente.

    Esto tenía que ser así, porque el mismo Juan el Bautista dijo que era necesario que Cristo crezca y que él mengüe. En algún momento, los discípulos que eran de él se fueron tras Jesús y quedó con un minúsculo grupo. Luego vino una prueba difícil para él. Públicamente criticó la conducta moral de Herodes. En lugar de ver un cambio en Herodes, de pronto se vio en la cárcel a órdenes de Herodes. Allí en esa lúgubre cárcel, húmeda y fría se encontraba solitario. Muchas preguntas habrán venido a su mente. Si Jesús es el Cristo, ¿por qué no derroca al poder romano y a Herodes; y libera a todos los presos del régimen, incluido él? ¿Qué está esperando Jesús para coronarse rey de Israel conforme a lo profetizado sobre él? Juan el Bautista fue víctima de un temporal debilitamiento de su fe.

    Por eso dudó sobre si Jesús era el Cristo. Pero cuando los discípulos trajeron la respuesta de Jesús, debió haber vuelto a confiar. Juan el Bautista nunca salió de la cárcel. Poco tiempo después Herodes ordenó que le decapitaran. Pero Juan el Bautista murió confiando en que Jesús es realmente el Cristo. De Juan el Bautista, Jesús dijo palabras que nunca jamás han sido dichas de ser humano alguno.

    Mateo 11:11 dice: «De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él»

    No solo Juan el Bautista, sino también grandes hombres de Dios han pasado por épocas de duda. Nosotros también lo hemos hecho, solo que a lo mejor lo hemos ocultado muy bien. La falla no está necesariamente en dudar, sino en perseverar en la duda. Si dudamos pero buscamos una salida y la encontramos en la palabra de Dios bajo la iluminación del Espíritu Santo, no hay problema.