¿Cómo ser un buen administrador de mis dones, tiempo y dinero, de modo que sean para la gloria de Dios?

La Biblia enseña que los creyentes, no somos dueños de nuestra vida, ni de nuestros dones, ni de nuestro tiempo, ni de nuestro dinero. Todas estas cosas pertenecen al Señor. Él es el dueño de todo. Los creyentes somos solamente administradores de los bienes que pertenecen al Señor. Cuando hablamos de los dones nos estamos refiriendo a las capacidades dadas por Dios a todos los creyentes mediante el Espíritu Santo, de modo que los creyentes podamos servir en la iglesia local. Con esto en mente, me gustaría leer el texto bíblico que se encuentra en 1 Corintios 4:1-2. La Biblia dice: Así,  pues,  téngannos los hombres por servidores de Cristo,  y administradores de los misterios de Dios.  Ahora bien,  se requiere de los administradores,  que cada uno sea hallado fiel.

Pablo se consideraba a sí mismo como un servidor de Cristo. La palabra “servidor” es la traducción de una palabra griega que literalmente significa el esclavo que los soldados romanos ubicaban en la parte más baja de un barco como remeros. Pero Pablo tenía claro en su mente que también era un administrador de algo que a él no le pertenecía. De los misterios de Dios. Esto significa de algo que no era conocido por los hombres hasta que Dios se lo reveló al apóstol Pablo. Por eso dice: Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel. ¿Quiere ser un buen administrador de Dios, sin importar si se trata de su vida, o sus dones, o su tiempo o su dinero? Pues para ello necesita ser fiel. Sobre cualquier otra cosa, Dios aprecia la fidelidad en sus administradores. Fidelidad habla de saber lo que Dios quiere de cada uno de nosotros, de conocer el propósito para el cual Dios nos ha puesto en este mundo, y de hacer las cosas conforme a ese propósito. Esto es fidelidad. Un administrador fiel jamás hará cosas para sacar provecho personal de ellas.

Un administrador fiel siempre estará buscando hacer las cosas que rindan beneficio al dueño de los bienes, siempre hará todo lo que traiga honra y gloria al Señor. Piense en su vida: ¿Está viviendo un estilo de vida que glorifica al Señor? Piense en los dones espirituales que Dios le ha dado, ¿está utilizando esos dones espirituales para la gloria de Dios? O tal vez para ser admirado por los demás. Piense en su tiempo, está invirtiendo su tiempo en hacer las cosas que agradan a Dios o lo desperdicia en cosas que deshonran el nombre de Dios. Piense en su dinero. Dios no le ha dado dinero para que lo guarde, o para que se rodee de lujos, sino para que a la par de vivir decentemente, use lo más que pueda de su dinero en la obra del Señor.

De esta manera estará haciendo tesoros en el cielo y además siendo un administrador fiel. Algo indispensable para lograr la fidelidad que Dios demanda de los administradores es la comunión personal con Dios. Es vital que invierta buena parte de su tiempo oyendo, leyendo, estudiando, meditando y memorizando la palabra de Dios. Es vital que invierta buena parte de su tiempo orando a Dios. Es vital que invierta buena parte de su tiempo sirviendo a Dios. Si no está sirviendo a Dios de alguna manera práctica, no es posible que logre ser fiel en la administración de sus dones espirituales.