Esta consulta es importantísima. Una persona es salva cuando ha recibido por fe a Cristo como su Salvador personal. Recibir a Cristo implica creer totalmente que Cristo murió en la cruz en el lugar del pecador, para pagar lo que merece el pecador culpable. Recibir a Cristo implica también creer que Cristo fue sepultado, pero resucitó al tercer día conforme a las Escrituras y hoy está vivo, ofreciendo perdón de pecados y vida eterna a todos los que en él creen. La diferencia entre estar condenados y ser salvos está dada por creer o no en Jesucristo. Ponga atención a lo que dice Juan 3:36 “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” Según lo que dice este texto, la salvación viene por creer en una persona, no en algún dogma de determinada religión. Hay mucha confusión en cuanto al significado de creer. Se piensa que creer es solamente un mero asentimiento intelectual; pero creer va mas allá de lo intelectual. Creer es sinónimo de confiar plenamente. Una persona que cree en Cristo ha depositado totalmente su confianza en Cristo como su Salvador. Ya no dependerá de su religión o de sus buenas obras para ser salvo sino única y exclusivamente de lo que Cristo hizo en la cruz por él. Para creer en Cristo se necesita de fe. La fe que salva no es una fe ciega. Es una fe inteligente, cuyo objeto es la persona de Cristo. La fe que salva ha sido catalogada como una fe viva. Si existe una fe viva, entonces debe existir también una fe muerta. ¿Cómo se diferencia una fe viva de una fe muerta? Pues por el fruto de la fe. La fe viva produce buenas obras. La fe muerta produce malas obras. Cuando una persona recibe a Cristo como su Salvador y su fe es viva o genuina, esa fe se manifestará irremediablemente en buenas obras. No estamos diciendo que las buenas obras traen salvación o que las buenas obras otorgan seguridad de salvación. Lo que estamos diciendo es que las buenas obras son el resultado en la vida de una persona verdaderamente salva. Jesucristo decía a sus discípulos: Guardados de los falsos profetas que vienen a vosotros con vestidos de ovejas pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos ni el árbol malo dar frutos buenos. Así que, por sus frutos los conoceréis. Si Usted ha recibido por fe a Jesucristo como su Salvador y Usted ve en su vida el fruto de la salvación, es decir, si en Usted se están manifestando esas buenas obras que caracterizan a los que son salvos, entonces Usted puede estar seguro de que es salvo. Pero por otro lado, si usted dice que ha recibido a Cristo como su Salvador, pero su vida está caracterizada por la mentira, la inmoralidad, el robo, los pleitos, la borrachera, los vicios, etc., entonces, su fe no es una fe viva sino una fe muerta y una fe muerta no está en capacidad de producir salvación.
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