A través de Internet se ha comunicado con nosotros un amable oyente de Honduras. Por muchos años, nuestro amigo oyente se ha congregado en determinada iglesia local, pero a raíz de la muerte del pastor, se han implementado varios cambios en el liderazgo de esa iglesia local, algunos de los cuales son contrarios a las claras enseñanzas del Nuevo Testamento en cuanto a como debe estar constituido el liderazgo en la iglesia local. Este amable oyente ha hecho todo lo que está a su alcance para propiciar las rectificaciones del caso, pero todo intento ha fracasado y más bien ha servido para que el pastor actual le acuse de estar buscando preeminencia en la iglesia local. Ante esto, el amigo que nos escribe, ha optado por una salida silenciosa y en la actualidad está sirviendo al Señor en otra iglesia local. Sin embargo, tiene una inquietud. Dice que desde que salió, ninguno de los líderes se ha comunicado con él para hablar acerca de su salida. Esto le ha traído mucho dolor y nos pregunta si así es como se debe tratar a un creyente que sale de una iglesia local para congregarse en otra.
Gracias por su consulta. Siempre será motivo de dolor saber que una iglesia local pisotea los principios del Nuevo Testamento, en cualquier aspecto de su estructura, como en el liderazgo, en el caso de la iglesia local de la cual usted ha salido. El dolor se hace más agudo cuando la iglesia local en cuestión es la iglesia local que nos ha cobijado por tantos años. Me parece que usted ha hecho lo correcto al hacer notar a los líderes lo que no se ajusta a los principios del Nuevo Testamento en cuanto al liderazgo de la iglesia local. Me imagino que lo habrá hecho con la madurez del caso y bajo la guía del Espíritu Santo. Desgraciadamente su intento por arreglar la situación ha sido mal interpretado en el sentido que usted estaba tratando de ejercer dominio sobre la iglesia local. Algo así es como un filo puñal que se clava en la espalda, porque se está tergiversando las buenas motivaciones. Amable oyente, consuélese en el hecho que Dios conoce su corazón y él sabe lo que allí había. El hombre no puede saber lo que hay en el corazón de otros hombres y muchas veces, juzga mal, a propósito, con el fin de lastimar, como ha sido en su caso. Tal vez donde pudo haber algo de falla en su parte, es en comunicar claramente su decisión de salir de la iglesia y solicitar al liderazgo una carta de transferencia o carta de recomendación o como quiera que se lo llame, con la finalidad de que la iglesia local que le reciba tenga por escrito alguna constancia de su trayectoria en la iglesia local de la cual está saliendo. Esto es lo que se estila cuando se sale de una iglesia local para congregarse en una diferente. Ahora, en cuanto a su presente inquietud de por qué los líderes de la iglesia de donde salió no se han comunicado con usted para hablar sobre el motivo de su salida, me temo mucho, que bien puede ser porque están contentos con que usted se haya ido y tal vez no quieren abrir una puerta para que usted retorne. Sé que lo que estoy diciendo no le servirá de mucho consuelo, pero hay que ser realistas. Cuando la carne toma control de la vida de un creyente, como parece ser el caso de los líderes de esa iglesia local, ese creyente es capaz de decir o hacer lo que menos uno pensaría. A lo mejor para ellos, el hecho que usted no está asistiendo a esa iglesia, lo toman como haberse quitado una piedra del zapato. No olvide que su salida de la iglesia local no fue en los mejores términos que digamos, no necesariamente por su culpa. Ante esto, lo aconsejable sería que usted ponga todo esto en la mano del Señor, para que sea el Señor quien juzgue. 1 Corintios 4:5 dice: “Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.” Por otro lado cuide mucho su corazón, para no permitir que se anide cualquier actitud negativa hacia los líderes de la iglesia de donde ha salido, me refiero a ira, rencor, amargura, sed de venganza, etc. El mejor antídoto para contrarrestar cualquier actitud como las mencionadas es el perdón. El perdón genuino y bíblicamente manejado lava todo resentimiento, toda amargura, todo rencor, todo odio, toda sed de venganza. Usted ha sido lastimado grandemente por lo que ha pasado y por lo que está pasando, pero no permita que estas heridas permanezcan abiertas, ciérrelas con ese medicamento tan efectivo llamado perdón. Efesios 4:32 dice: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” De modo que, amable oyente, revestido con esta actitud de perdón hacia quienes no le han tratado conforme al amor cristiano, esfuércese por servir al Señor con todo su empeño allí en la nueva iglesia local donde está en la actualidad. Ya no pierda su tiempo, su energía y hasta su santidad lamentándose por el mal trato recibido. Es hora de voltear la página y comenzar con nuevos bríos.