Los fariseos eran los descendientes espirituales de los judíos piadosos que habían luchado contra los helenizantes en los días de los primeros macabeos. El nombre fariseo significa “separatista” y les fue puesto por sus enemigos, probablemente para indicar que eran no conformistas. Con todo, es posible que fuese usado despectivamente a causa del rigor estricto que les separaba, tanto de sus compatriotas judíos como de los gentiles. La lealtad a la verdad produce a veces orgullo y aun hipocresía, y fue esta perversión del primitivo ideal farisaico lo que Jesús denunció. Pablo se incluyó a sí mismo entre los miembros de este grupo ortodoxo dentro del judaísmo de su tiempo, según Filipenses 3:5 donde dice: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo;
En cuanto a los saduceos, su nombre se deriva de Sadoc, el sumo sacerdote designado por Salomón. 1 Reyes 2:35 dice: Y el rey puso en su lugar a Benaía hijo de Joiada sobre el ejército, y a Sadoc puso el rey por sacerdote en lugar de Abiatar.
El partido saduceo negaba la autoridad de la tradición y se mostraba suspicaz hacia toda revelación que fuese posterior a la promulgación de la ley mosaica. Negaban la doctrina de la resurrección y no creían en la existencia de ángeles ni espíritus. Hechos 23:8 dice: Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; pero los fariseos afirman estas cosas.
Eran, en general, gente rica y de alta posición, y cooperaban con agrado con el helenismo de la época. En tiempo del Nuevo Testamento, ocupaban los cargos principales del sacerdocio y del ritual del templo.