Efectivamente cuando se recibe por la fe al Señor Jesucristo como Salvador, entre muchas cosas que suceden ese mismo instante está el nuevo nacimiento, el perdón de pecados, la adopción como hijos, la recepción del Espíritu Santo y tantas otras cosas más, pero todas cosas pertenecen al mundo espiritual, no al físico. ¿Cómo pueden los sentidos físicos percibir las cosas espirituales? Sin embargo, con el correr del tiempo, los cambios espirituales producen cambios en el orden físico que pueden percibirse con los sentidos, como una nueva mente para conocer a Dios, una nueva voluntad para obedecer a Dios y un nuevo corazón para amar a Dios. El creyente desarrollará un apetito por la palabra de Dios, el creyente dejará atrás mucho del estilo de vida que tenía antes de recibir a Cristo. El creyente compartirá con otros su nueva fe, el creyente buscará una iglesia local para congregarse y tantas otras cosas más. Pero, en ninguna parte, la Biblia enseña que una evidencia de la presencia del Espíritu Santo en la vida de un creyente es el hablar en lenguas. Lo que la Biblia enseña es que hablar en lenguas fue un don espiritual y como tal, no todo creyente lo recibió. Observe lo que dice 1 Corintios 12:27-30 Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. ¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos?
En este pasaje bíblico encontramos una serie de preguntas retóricas, que obligan a una respuesta negativa. ¿Tienen todos dones de sanidad? No. ¿Hablan todos lenguas? No. ¿Interpretan todos? No. Entonces no todos los creyentes tuvieron el don de lenguas. Sin embargo, la Biblia enseña que todo creyente tiene el Espíritu Santo morando en su vida. 1 Corintios 6:19 dice: ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
De esto se concluye que el hablar en lenguas no es la prueba de que una persona es creyente y por tanto tiene al Espíritu Santo morando en su vida. Aparte de esto, me parece que existe una confusión en cuanto al fruto del Espíritu Santo. El fruto del Espíritu Santo es lo que manifiesta un creyente cuando está lleno del Espíritu Santo, o lo que es lo mismo, cuando el Espíritu Santo está controlando a un creyente. De esto nos habla Gálatas 5:22-23 donde dice: Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
El fruto del Espíritu Santo en un creyente lleno del Espíritu Santo, es uno solo. El sustantivo fruto está en singular, no en plural, sin embargo, este fruto tiene nueve aspectos. A saber, amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Como habrá notado, hablar en lenguas no es uno de los aspectos del fruto del Espíritu Santo.