Se trata de una persona que desde pequeña fue criada en los caminos del Señor, pero al llegar a la adolescencia se aleja de los caminos del Señor. Sin embargo, siendo ya un joven se arrepiente de su pecado y vuelve a los caminos del Señor. Mi pregunta es: ¿Se le perdonarán los pecados que cometió mientras estaba alejado del Señor? Además ¿Podrá este joven ser utilizado por el Señor en su obra?
El caso planteado guarda algo de similitud con la parábola del hijo pródigo relatada por el Señor Jesucristo y que aparece en Lucas capítulo 15. Se nos habla de un padre que tenía dos hijos, y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde. El padre entonces le dio lo que le correspondía. Así, el hijo pródigo se fue lejos a una provincia apartada, y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Cuando se le acabó el dinero, vino una gran hambre en aquella provincia y comenzó a faltarle. En estas circunstancias se arrimó a un hombre quien le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. El hijo pródigo deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Pero algún momento volvió en sí y dijo: Cuantos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan y yo aquí me estoy muriendo de hambre. Me levantaré e iré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo, Hazme como a uno de tus jornaleros. Y pensando en esto se fue a su casa a su padre. Y cuando aún estaba lejos lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó a su cuello y le besó. El hijo entonces comenzó a recitar lo que había preparado para decir a su padre. Sólo alcanzó a decir: Padre he pecado contra el cielo y contra ti y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Hasta aquí llegó en su discurso, porque el padre no le dejó continuar sino que hablando a los criados les dijo: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies y traed el becerro gordo y matadlo y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse. Lo mismo ha pasado con esa persona que siendo niño recibió a Cristo como Salvador, pero luego se apartó. Ya de joven ha reconocido su pecado, se ha arrepentido y ha vuelto al Señor. El Señor está listo para recibirle con los brazos abiertos. Todo el pecado está perdonado. El hijo pródigo recibió vestido nuevo, zapatos nuevos y una gran fiesta de bienvenida. Había comenzado una nueva vida para el hijo pródigo. Había recibido su segunda oportunidad. De igual manera este creyente que se apartó, pero ha vuelto al Señor. Por tanto, recibirá una segunda oportunidad para agradar al Señor con su vida y ciertamente para servir al Señor en lo que el Señor quiera