Si uno está sufriendo de una enfermedad incurable y la vida se va haciendo cada vez más difícil de sobrellevar, ¿estaría mal que a la luz de lo que dice Filipenses 1:23 cuando habla de que partir y estar con Cristo es muchísimo mejor, se descuide el cuerpo y se deje que la enfermedad progrese sin impedimento hasta que sobrevenga la muerte?
Permítame solidarizarme con Usted en la prueba tan difícil que está enfrentando. Sé perfectamente que toda enfermedad, especialmente cuando es incurable, tiende a causar desánimo y en esas condiciones se torna difícil pensar con claridad.
Hay varias cosas que es necesario tomar muy en cuenta en la temática que nos concierne.
Primero, el cuerpo del creyente es el templo del Espíritu Santo y por tanto no debemos ser negligentes en su cuidado sino que debemos darle la atención que merece como morada de Dios. 1 Corintios 6:19 dice: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?”
Segundo, Dios usa la enfermedad, inclusive la enfermedad incurable, para enseñarnos lecciones espirituales que no podríamos aprender de ninguna otra manera.
Esta fue la experiencia de Job. A pesar de ser un hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, sin embargo le sobrevino una terrible calamidad. Un día vino el mensajero a Job y le dio la noticia que los bueyes, las asnas y los criados murieron a filo de espada.
Mientras este daba la noticia, vino otro mensajero diciendo: Fuego de Dios cayó del cielo y quemó a todos los pastores y todas las ovejas.
Mientras este daba la noticia, vino otro mensajero diciendo: Los caldeos arremetieron y se llevaron todos los camellos y mataron a todos los criados.
Mientras este daba la noticia, vino otro mensajero diciendo: Tus hijos y tus hijas estaban en la casa de tu primogénito y vino un gran viento del lado del desierto y sacudió las cuatro esquinas de la casa, la cual cayó y murieron todos tus hijos.
Imagine cómo se habrá sentido por dentro este hombre. Era fiel a Dios y sin embargo le sucedieron todas estas cosas. Pero Job no pecó pensando mal de Dios sino que razonó y reconoció que Dios debe tener un propósito para lo que estaba pasando. Todo lo que le quedaba a Job era la salud y su esposa.
Pero más tarde, Satanás hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza. Mientras Job se rascaba la sarna con un tiesto, apareció su mujer y al verle en esas condiciones le dijo: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios y muérete. Ahora no le quedaba ni la salud ni su esposa.
Pero a pesar de eso, Job se mantuvo firme en la prueba. Dice la Biblia que en todo esto no pecó Job.
La gran pregunta de Job y de todos los que leemos el libro es ¿Para qué tuvo que pasar Job por toda esta calamidad? ¿Cuál fue el propósito de todo esto? Bueno, la respuesta se encuentra en Job 42:5 donde dice: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven”
Antes de la prueba, Job conocía a Dios de lejos, superficialmente, de oídas. Después de la prueba, Job conocía tanto a Dios que era como si le estuviera viendo. Por medio de la prueba, Dios enseñó a Job lecciones que de ninguna otra manera Job habría podido aprender.
La tercera cosa que debemos tomar en cuenta es que Dios tiene estricto control sobre la intensidad de la prueba. Alguien lo ha puesto en términos comprensibles cuando ha dicho que Dios calienta el horno en el cual nos mete, pero su mano está sujetando firmemente el termostato para regular la temperatura.
Dios no nos va a probar jamás más allá de lo que podemos resistir. Ponga atención a lo que dice 1 Corintios 10:13 “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.”
Cuando este texto habla de tentación, se puede también entender en el sentido de prueba. Por tanto, la promesa de Dios es jamás probarnos más allá de lo que podemos soportar. Dios nos conoce tan bien que sabe cuál es nuestra capacidad de aguante y nunca jamás va a sobrepasar esa capacidad de aguante en alguna prueba.
La cuarta cosa que debemos tomar en cuenta es que Dios tiene todo el poder para sanar a cualquier persona de cualquier enfermedad. Esto sin embargo no significa que Dios va a sanar a todas las personas de cualquier enfermedad que tengan. Si fuera así, nadie estaría enfermo y nadie moriría. Dios sana en su voluntad y a su manera. Esto significa que Dios es soberano y él sana a los que quiere sanar y cuando él quiere sanar.
La quinta cosa que debemos tomar en cuenta es que para un creyente, la muerte no es el fin de todo. La muerte es solo el salto a una vida plena de significado en el cielo en la presencia de Dios. La muerte para el creyente no es sinónimo de derrota, sino simplemente la llegada del momento cuando Dios cumplirá en nosotros todo lo que su palabra promete.
La sexta y última cosa que debemos tomar en cuenta es que la muerte de un creyente está bajo meticuloso control de Dios. Note lo que dice Salmo 116:15 “Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos.”
Dios no toma la muerte de los suyos a la ligera. Dice el texto que la muerte de sus santos es algo estimado para Dios. Dios sabe el momento preciso y la manera precisa para cada caso en particular.
Sobre esta base, me gustaría edificar la respuesta a su consulta. Usted nos ha consultado si será válido descuidar la condición física del cuerpo cuando se sabe que está padeciendo de una enfermedad incurable, para acelerar el momento de la muerte, por cuanto el apóstol Pablo dice en Filipenses 1:23 dice que partir y estar con Cristo es muchísimo mejor.
Siendo que el cuerpo es templo del Espíritu Santo, no podemos ser negligentes con él, por tanto debemos prodigarle el cuidado que sea necesario aun cuando ese cuerpo esté enfermo de muerte. Los médicos entienden muy bien este asunto y por eso luchan por la vida de sus pacientes hasta el fin.
Es necesario que Usted eche mano de cualquier cuidado que esté disponible para preservar su cuerpo y dejar que la muerte llegue cuando Dios quiera que llegue. Mientras llega la muerte y Usted padece esa enfermedad incurable, reconozca que Dios tiene un propósito para eso.
No pregunte a Dios el por qué, sino pregunte a Dios el para qué. Dios no hace cosas sin propósito. De seguro que Dios querrá enseñarle cosas que de ninguna otra manera Usted podría aprender, así como lo hizo con Job.
No se desanime pensando que su sufrimiento está más allá de sus fuerzas. Recuerde la promesa de Dios de no probarnos más allá de lo que podemos soportar.
Además recuerde que Dios da la salida de la prueba para que no nos desanimemos pensando que siempre va a ser así. Después de la noche siempre hay un mañana.
La salida bien podría ser una sanidad milagrosa llevada a cabo directamente por Dios, pero si Usted está haciendo todo lo posible para acelerar la muerte, a lo mejor está impidiendo que Dios haga el milagro que podría hacer en su salud.
La salida bien podría ser también la llegada de la muerte para experimentar el perfecto alivio, la perfecta paz, la perfecta dicha en el cielo. No olvide que la muerte no es derrota para el creyente. Es mas bien victoria porque eso significa gozar de todas las promesas que Dios ha hecho en su palabra.
Si Usted está acelerando la muerte por medio de descuidar el cuerpo de manera que la enfermedad incurable avance sin impedimento, está en cierto sentido jugando con algo que para Dios es altamente estimable. No olvide que la Biblia dice que estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos. Quiera Dios que Usted no se halle manipulando lo que es estimable para Dios.
Por último, aunque ciertamente que partir para estar con el Señor en el cielo es muchísimo mejor, según las palabras del apóstol Pablo, sin embargo el mismo apóstol Pablo dijo algo importante a versículo seguido. Permítame leer Filipenses 1:24. Dice así: “Pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros”
Claro, dejar este valle de lágrimas que es el mundo, es atractivo, pero el creyente no debe manejarse por lo que más le gusta o por lo que más le garantiza comodidad. El creyente debe manejarse por lo que Dios quiere. Por eso Pablo dijo que para él, quedarse en la carne, o vivir en su cuerpo en el mundo, a pesar de todo lo que estaba sufriendo como prisionero, era más necesario.
Con Usted es igual. Es muy atractivo para Usted acelerar su muerte descuidando su salud, porque así se librará de esa enfermedad incurable, pero no olvide que quedar en la carne es más necesario para cumplir con lo que Dios quiere para Usted.
En resumen le recomiendo que clame a Dios por fortaleza, por buen ánimo, por firmeza en la prueba, por sanidad milagrosa de parte de Dios, y mientras hace todo esto recurra a toda la ayuda que proveen los médicos y las medicinas para tratar esa enfermedad aun cuando sea incurable. Espere con paciencia el momento cuando Dios le diga: Bien, buen siervo y fiel, en lo poco has sido fiel, en lo mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.