Queridos jóvenes, aquí nos encontramos otra vez para seguir nuestras charlas sobre los conflictos de esta etapa y estamos dedicando un espacio en esta oportunidad para los solos y las solas, aquellos jóvenes que por distintas razones, se encuentran en este momento sin la compañía de alguien con quien compartir sus vidas, angustias, dolores y con quien hablar o planear sobre el futuro. Antes de dar mi opinión al respecto quisiera que me acompañen en la lectura de un pasaje que merece nuestra atención y correcta interpretación. Me refiero a 1ra de Corintios capítulo 7:7, allí leemos: «quisiera mas bien que todos los hombres fueran como yo, pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un modo y otro de otro. Digo pues a los solteros y a las viudas que bueno les sería quedarse como yo. Pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando».
Ahora leamos el versículo 26: «tengo, pues, esto por bueno a causa de la necesidad que apremia; que hará bien el hombre en quedarse como está», versículo 32: «Quisiera, pues, que estuvierais sin congoja. El soltero tiene cuidado de las cosas del Señor, de cómo agradar a su Señor, pero el casado tiene cuidado de las cosas del mundo de cómo agradar a su mujer. Hay así mismo diferencia entre la casada y la doncella». Estoy seguro que un caudal de preguntas estarán fluyendo de tu mente al leer estas palabras. Pero tratemos juntos de dilucidar esto que parece otro conflicto.
En primer lugar debemos decir que en ninguna manera el apóstol está desestimando la vida matrimonial al compararla con la de celibato, al contrario varios versículos leídos y otros que hemos pasado por alto muestran en este pasaje la estima que la Biblia da al matrimonio, basta mencionar el versículo 3 donde leemos: » el marido cumpla con la mujer el deber conyugal y así mismo la mujer con el marido», y ni que hablar de Hebreos 13:4: «honroso sea en todos el matrimonio», Génesis 2:18: «No es bueno que el hombre esté solo». Aún el mismo Pablo destaca en 1ra Timoteo 4:3 que una de las características de los apostatas de los últimos tiempo es justamente que prohibirán casarse.
Lo que Pablo está diciendo en esta carta de una manera muy personal pero sin apartarse ni un ápice de la inspiración del Espíritu, es que por la necesidad que apremiaba en la iglesia primitiva de aquel entonces donde se avecinaba la guerra de los romanos en Judea, la destrucción de Jerusalén, las persecuciones y todo lo predicho por el Señor en Mateo 24, sería más provechoso para los solteros y las solteras que no pensaran en el matrimonio por el momento, una cosa es la huida solo, otra muy distinta es con una mujer e hijos a cuesta. Pero no podemos dejar de ver otro aspecto más profundo en éste pasaje que es el que nos toca más de cerca y es la posibilidad que el apóstol deja abierta, de que halla quienes decidan por la guía de Dios continuar el resto de sus vidas solos para dedicarse de una manera más libre al servicio completo del Señor y no tener que estar dividiendo su tiempo entre lo que es un ministerio dedicado a las personas y el ministerio de atender a su familia.
Esto es totalmente bíblico y de cuánta bendición ha sido y es para la extensión del evangelio a lugares remotos la actividad de misioneros o misioneras solteros o en otros ministerios donde se requiere una dedicación de tiempo completa. Si tu querido querida joven estás considerando esto como el posible futuro para tu vida, no te dejes influenciar por prejuicios o temores, si es una decisión para la cual has invertido tiempo en oración y sientes que Dios te ha capacitado con lo que la Biblia llama el don de continencia, si has desarrollado en tu carácter cierta independencia que produjo en ti seguridad al momento de tener que decidir sola, puede ser que Dios te esté llamando al celibato como parece que fue el caso del apóstol Pablo. Por supuesto que este llamado, como todos los demás irá acompañado de la capacitación necesaria. En otras palabras no es correcto el caso del que dice: bueno, parece que el tiempo pasa, tal vez Dios querrá que me quede solo o sola, tendré que resignarme, soportarlo y vivir así el resto de mi vida. ¡No!. No es así, este llamado a una consagración total debe ser un proceso donde Dios va guiando paso a paso y preparando a su siervo o sierva para tal comisión. No olvidemos que este como cualquier otro don es una capacitación sobrenatural para hacer lo que de otra manera sería humanamente imposible y con respecto a la edad, el celibato no es un último recurso que le queda a los que han pasado los 30, se puede tomar este paso desde temprana edad, aún cuando las oportunidades de conseguir la pareja abunden.
Por supuesto que no será fácil. Cualquier otra vocación o llamado de parte de Dios puede ser aceptado y comprendido por el medio ambiente que te rodea, pero en este tema, lamentablemente hay mucha incomprensión y marginación aún de los seres que más te quieren y que comenzarán con la indeseable pregunta: ¿y, para cuando los confites?. Será un tiempo de gran presión donde realmente se dejará ver la calidad del llamado de Dios. Presión social(desde afuera) y también presión hormonal(desde adentro). La aceptación del llamado a una vida célibe, se concibe 1ro con el espíritu, 2do con la mente, y en último lugar con el cuerpo, que obedece a la mente.
Tanto el celibato como el matrimonio son un llamado de Dios que debe considerarse bajo un tiempo prudencial de oración y consejo y en ambos casos lo que debe primar es siempre la devoción a mi Señor. Dice H. A. Ironside: «Cada uno debe actuar a la vista del hecho de que el tiempo vuela, de que el regreso del Señor se aproxima, y no se debe permitir que ninguna consideración de comodidad personal obstaculice la devoción a la voluntad del Señor». Pero tal vez, otra causa de que hoy te encuentres solo o sola, no es tanto por decisión personal sino mas bien por circunstancias adversas de la vida. Conozco varios casos donde la condición de soledad ha sido producto de la sobre protección de parte de los padres que consciente o inconscientemente han formado en el carácter de su hijo o hija un sentido de dependencia tal hacia ellos y un temor a la independencia que le aterra la idea de abandonar a sus padres para unirse a otra persona y ha sido esterilizada su capacidad afectiva hacia cualquier otra persona que no sean sus padres.
Pero nunca podrán los padres por más afecto que le brinden a su hijo o hija reemplazar el lugar que puede ocupar el cónyuge. Por eso padres: ¡CUIDADO!, durante el tiempo de la crianza porque pueden marcar el destino de sus hijos para todo el futuro. Pero también conozco jóvenes que se encuentran solos al momento simplemente porque el amor de sus vidas no ha llegado, y para ellos quiero dar unas palabras de esperanza. Si tu experiencia pasada es una amarga cosecha de desilusiones y desengaños que te acobardan al momento de decir que sí nuevamente, debes cultivar en ti la manifestación del amor de Dios a través de su Espíritu para poder perdonar, la fe para volver a soñar y el gozo para poder sonreír.
Debes saber que las caídas y fracasos pueden ser utilizados por Dios como herramientas útiles para fortalecer tu carácter si tu se lo permites, o pueden ser como aguijones hincados en tu corazón si no los has entregado al Señor. Pero en último lugar quiero hablarte a ti que estás animada o animado para disfrutar de la pareja pero los años pasan, el temor crece y la fe se apaga. Es entonces cuando debes aceptar lo incomprensible de Dios como amigas que vienen a visitarte, debes invitarlas y recibirlas en tu casa como oportunidades para que la fe crezca, pues la fe no permanece si no es probada. En esas circunstancias que parecen límites, tienes dos alternativas: la desesperación o Dios. No hay más.
Permíteme leerte Salmos 46:10: «Estad quietos y sabed que yo soy Dios». Claro que no es fácil y Dios lo sabe, pero no sólo lo sabe, además, lo que es más importante, lo siente, Él siente tu soledad pero tu debes sentir y creer que Él te entiende. Cuando crees que Dios te traicionó estás en terreno enemigo y tu fe naufraga. Sólo las amarras de la oración te llevarán otra vez a buen puerto. Acompaña ese tiempo de espera con una vida disciplinada de oración, Dios nunca llega tarde, si no me crees pregúntale a María y Marta de Betania que por un momento en sus vidas pensaron que no había más esperanzas cuando el Señor las sorprende con otro de sus miles milagros a tiempo, nunca tarde. Quiero que te quedes con ésta frase: ¡A tiempo, nunca tarde!. Nunca tarde. Amén.