En esta consulta se distinguen dos partes. Una que tiene que ver con la salvación y la otra que tiene que ver con las deudas. En este orden vamos a dar las respuestas. En cuanto a la salvación, veamos lo que dice la Biblia acerca de cómo se la obtiene. Efesios 2:8-9 dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe” Este pasaje bíblico es uno de los más claros de toda la Biblia en mostrar que la salvación de una persona no depende de cuan buena sea esa persona. La salvación es un regalo inmerecido que Dios hace al hombre. El texto dice: Porque por gracia sois salvos. Esto significa que ninguno de los que somos salvos merecemos la salvación. La hemos recibido como un favor inmerecido de Dios. La oferta de salvación se hace a toda persona, pero para apropiarse de ella se necesita de la fe. Por eso el texto continúa diciendo: Por medio de la fe. Hebreos 10:38 dice acerca de esto: “Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma.” Para tener vida eterna, o recibir el regalo de la salvación, necesitamos confiar o tener fe en lo que Dios ha dicho. Intentar ganar nuestra salvación por medio de buenas obras es equivalente a contradecir la palabra de Dios quien ha dicho que la salvación es por fe o por creer a Dios. De modo que la salvación es un regalo que se recibe por fe, aparte totalmente de las obras. El texto que leímos, Efesios 2:8-9 termina diciendo: Y esto no de vosotros, pues es don de Dios. Aun la fe que se necesita para creer en la oferta de salvación de Dios no es algo que proviene del hombre. Tanto la gracia como la fe para hacer efectiva esta gracia, provienen de Dios. Toda la salvación es obra de Dios. El hombre no tiene ninguna parte en ella. Por eso el texto en Efesios 2:8-9 concluye con estas palabras: No por obras, para que nadie se gloríe. De manera que, amigo oyente, no piense que la salvación depende de si una persona tiene o no deudas, o de si paga o no esas deudas. La salvación depende de Dios y él se la da a todo aquel que recibe a Cristo como Salvador, como un regalo inmerecido, aparte totalmente de cualquier mérito que pueda haber en el receptor del regalo. Esto en lo que tiene ver con la salvación. En cuanto a las deudas, pongamos atención a lo que dice Romanos 13:8 “No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley” Este versículo declara muchas cosas hermosas sobre el amor, pero para nuestro propósito enfoquemos nuestra atención sólo sobre la primera parte del versículo. Dice: No debáis a nadie nada. Esto no significa como algunos insinúan, que los creyentes no deben endeudarse jamás. La Biblia no sólo permite endeudarse sino inclusive regula el endeudamiento. Éxodo 22:25 dice: “Cuando prestares dinero a uno de mi pueblo, al pobre que está contigo, no te portarás con él como logrero, ni le impondrás usura” En la versión popular se lee así este versículo: “Si le prestas dinero a alguna persona pobre de mi pueblo que viva contigo, no te portarás con ella como un prestamista, ni le cobres intereses” El versículo no condena el endeudarse sino el que el prestamista saque provecho del que se endeuda. Jesús también dejó abierta la posibilidad de endeudarse. Mateo 5:42 dice: “Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.” Algunas veces es inevitable endeudarse en la sociedad en la cual vivimos. La mayoría de nosotros, estamos obligados a endeudarnos al menos por un mes con la compañía que provee electricidad, agua potable, teléfono, y gas. Nadie paga por adelantado ninguno de estos servicios. Primero hay que saber cuanto se ha consumido en el mes para después pagar. A veces es imposible manejar un negocio sin contraer alguna deuda. Volviendo a Romanos 13:8, la idea del texto, en su primera parte, realmente es: Si está endeudado, pague lo que debe en el plazo acordado con el prestamista. Lo que condena el versículo es la morosidad. Con lo dicho, de ninguna manera estamos afirmando que el creyente tiene libertad para endeudarse hasta el cuello. Hay algunos principios útiles que guían el endeudamiento. Primero, no deberíamos endeudarnos para comprar cosas que no son esenciales. Segundo, no deberíamos endeudarnos más allá de nuestra capacidad de pago. Tercero, no deberíamos entrar en un plan de endeudamiento agresivo que nos lleve a vivir esclavizados a pagar exorbitantes intereses. Cuarto, evitemos endeudarnos para adquirir bienes que se deprecian rápidamente. En general, debemos ser responsables con nuestras finanzas, viviendo con modestia según nuestras posibilidades, siempre recordando que el que toma prestado es siervo del que presta, según lo que tenemos en Proverbios 22:7 donde dice: “El rico se enseñorea de los pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta” En resumen, entonces, la salvación es por gracia por medio de la fe, aparte totalmente de las obras. Los creyentes pueden endeudarse con mucha cautela y tienen la obligación de cancelar sus deudas en el plazo preestablecido. El dejar vencer el plazo para pagar una deuda es pecado, el cual debe ser confesado y corregido, pero de ninguna manera hace perder la salvación a ningún creyente.
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