En Colosenses 2:9 dice que en Cristo habita corporalmente la plenitud de la Deidad, pero en 1 Reyes 8:27 dice que Dios no puede habitar sobre la tierra. ¿Me puede explicar esta contradicción?
No hay contradicción alguna. Permítame explicar cada versículo en particular para que Usted vea que no existe contradicción alguna.
El primero se encuentra en Colosenses 2:9. Vamos a leer desde el versículo 8 hasta el 10 para incluir el contexto. Dice así: «Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.»
El apóstol Pablo está haciendo una magistral y ardorosa defensa de la deidad de Cristo. La iglesia de Colosas estaba asediada por una falsa doctrina llamada gnosticismo. Según esta falsa doctrina, la materia es intrínsecamente mala y el espíritu es intrínsecamente bueno.
Por tanto es imposible, según esta falsa doctrina, que Dios o la Deidad tome forma humana. Pero Pablo, inspirado por el Espíritu Santo dice. Es falso que sea imposible que la Deidad habite o more en un cuerpo humano, porque la realidad es que en el Cristo encarnado, habita la Deidad. No solo parte de la Deidad sino toda la plenitud de la Deidad. Es decir que en Cristo se conjuga de una manera maravillosa e incomprensible la Deidad y la Humanidad.
Por eso la Biblia enseña que Jesucristo es 100% Dios y 100% hombre. Por tanto, tener a Cristo es como tener a Dios. Oír a Cristo es como oír a Dios. Hablar con Cristo es como hablar con Dios. Ver a Cristo es como ver a Dios. Todo lo que es Dios es Cristo y todo lo que es Cristo es Dios.
Por eso dice Pablo, vosotros estáis completos en él, quien es la cabeza de todo principado y potestad. Si Usted tiene a Cristo, Usted tiene todo. Si Usted no tiene a Cristo, le falta todo.
Para tener a Cristo, lo único que Usted necesita hacer es recibirlo como Salvador de su vida.
Muy bien. Ahora que sabemos que en Cristo habita corporalmente la plenitud de la Deidad, veamos qué es lo que tenemos en la otra cita mencionada por Usted. Se encuentra en 1 Reyes 8:2. Leamos inclusive el versículo 28. Dice así: «Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado? Con todo, tú atenderás a la oración de tu siervo, y a su plegaria, oh Jehová Dios mío, oyendo el clamor y la oración que tu siervo hace hoy delante de ti»
Este pasaje bíblico se inscribe dentro de la ceremonia de dedicación del templo de Jerusalén diseñado por David y construido por Salomón, su hijo. Una vez construido el templo se trajo el arca del testimonio y se la colocó en esa parte del templo que se llama el lugar santísimo. Inmediatamente la gloria de Jehová o la Shekina, esa nube de un brillo majestuoso llenó la casa de Jehová. El brillo era tal que los sacerdotes no pudieron permanecer en el templo para realizar su oficio. Era la prueba de la presencia de Jehová en el recientemente construido templo. Entonces Salomón oró a Jehová.
Mientras oraba, se puso delante del altar de Jehová, en presencia de toda la congregación de Israel y extendiendo sus manos al cielo, dedicó el templo a la gloria de Jehová. En una parte de su oración de dedicación, Salomón reconoce la grandeza y magnificencia de Jehová y dice: ¿Es verdad que Dios morará sobre la tierra? Esta es una pregunta retórica. La respuesta es un No, rotundo. Salomón utiliza el nombre Elohim para referirse a Jehová, lo cual significa el Fuerte.
El Fuerte es tan grande y maravilloso, que no puede ser confinado a habitar o morar ni el mundo entero, peor en un templo hecho de manos de hombres. Salomón dice por tanto que ni los cielos de los cielos pueden contener al Fuerte, cuánto menos esa casa o el templo que Salomón edificó.
Pero a pesar de esto, Dios es tan misericordioso y condescendiente con su pueblo escogido, que decidió manifestar su gloria allí en ese templo recién construido por Salomón. No es que Dios iba a morar en un templo hecho de manos, Dios tiene su morada en los cielos, pero la presencia de su gloria en aquel templo era una forma de manifestar que el oído de Jehová estaba atento al clamor de los que allí oraban.
Eso es lo que tenemos en 1 Reyes 8:29-30 donde dice: «que estén tus ojos abiertos de noche y de día sobre esta casa, sobre este lugar del cual has dicho: Mi nombre estará allí; y que oigas la oración que tu siervo haga en este lugar. Oye, pues, la oración de tu siervo, y de tu pueblo Israel; cuando oren en este lugar, también tú lo oirás en el lugar de tu morada, en los cielos; escucha y perdona.»
Note el razonamiento de Salomón. Dice a Dios, tú eres tan grande y excelso que no existe templo hecho por manos de hombres que te puedan contener, ni el cielo del cielo te podría contener. Sin embargo, has decidido manifestar tu gloria en este templo. Cuando alguien ore a ti en este templo, tú lo oirás en tu morada en los cielos.
Así que, la plenitud de la Deidad mora o habita corporalmente en Cristo, porque Cristo es Dios, pero no existe lugar ni en el mundo ni fuera del mundo que pueda contener a Dios. Dios es más grande que todo lo que él ha creado. Dios mora en los cielos.