En el amor hay temor, pero debemos temer a Jehová

1ª Juan 4:18 dice que en el amor no hay temor y que el perfecto amor echa fuera el temor. Ahora bien, en Deuteronomio 6:5 dice que debemos amar a Dios de todo corazón, pero en el mismo capítulo, versículo 13 dice: A Jehová tu Dios temerás. ¿Por qué es que debemos amar a Dios con temor cuando el amor echa fuera el temor?

Vamos primero a explicar el significado de lo que tenemos en 1ª Juan 4:18. Para ello leamos este versículo y también el anterior para introducirnos en el contexto. 1ª Juan 4:17-18 dice: «En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.»

Poco antes de citar este pasaje, Juan declaró que Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.

Una de las manifestaciones de la relación de amor entre Dios y el hombre, es que el hombre desarrolla una relación de confianza con Dios. Confianza principalmente en lo que tiene que ver con lo que la Biblia llama el día del juicio. Por eso es que el texto leído dice que el amor se ha perfeccionado o madurado en nosotros, otorgándonos confianza.

¿Confianza en qué? Pues en el día del juicio. El día del juicio no reviste temor alguno para los que amamos a Dios de corazón, no por los méritos que hemos hecho mientras estamos en la tierra sino por la fe que tenemos en Cristo nuestro Salvador. Todo lo que es Cristo somos los que creemos en Cristo. Entonces no existe razón para temer en el día del juicio.

Juan dice por tanto: Pues como él es, es decir Cristo, así somos nosotros en el mundo. El creyente que tiene esta relación de amor con Dios, es visto por Dios como si fuera Cristo mismo y esto nos debe traer una sensación de total confianza en el día del juicio. Es por eso que Juan declara que en el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor.

Si Usted ama a Dios, Usted no debe tener temor de ser castigado en el día del juicio. Pero si Usted no ama a Dios, entonces, allí sí, Usted vivirá en constante temor de que algún día Dios traerá sobre Usted el castigo merecido. Juan dice por tanto: El que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.

Recuerde que para amar a Dios, primero se necesita nacer de nuevo. Los incrédulos no pueden amar a Dios porque están muertos espiritualmente hablando. Para nacer de nuevo es necesario recibir a Cristo como Salvador.

En esencia entonces, cuando Juan dice que el perfecto amor echa fuera el temor, está hablando en el contexto del día del juicio. Los que amamos a Dios, no tenemos ningún temor del día del juicio, porque somos salvos, porque nuestros pecados nos han sido perdonados, porque el castigo que merecemos por nuestros pecados ya fue recibido por Cristo en la cruz y nosotros fuimos liberados de recibir ese castigo.

Muy bien, ahora vamos a ver las otras citas que Usted mencionó en su consulta. Una de ellas es Deuteronomio 6:5 donde dice: «Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas»

La principal responsabilidad de un judío hacia Jehová era un amor sin reservas, un amor con toda el alma y con todas las fuerzas, también un amor de corazón, esto significa un amor sincero, un amor que nos es de labios para afuera. Este es el tipo de amor que echa fuera el temor de que algún día, en el día del juicio, Dios nos pueda castigar. Cuando un ser humano ama a Dios de esta manera, vivirá en total seguridad de que nunca va a ser condenado a castigo eterno por el pecado.

La otra cita se encuentra en Deuteronomio 6:13 donde dice: «A Jehová tu Dios temerás, y a él solo servirás, y por su nombre jurarás.»

El verbo Hebreo que se ha traducido como temer, significa tanto reverenciar o adorar como tener temor de. Ambas ideas están inmersas en el mandato de temer a Jehová tu Dios. Jehová Dios es el único que debe ser reverenciado o adorado y además, Jehová Dios es el único que debe ser temido en el sentido de no ofenderle con el pecado.

Es un temor santo o temor reverencial, como han dicho algunos. Mientras más elevada es la posición o dignidad de una persona, más temor reverencial infunde en sus subordinados. Un miedo de caer en sus manos si se hace algo en contra de esa persona.

Bueno, este sentimiento también debe estar presente en la relación del hombre con Jehová Dios. Un temor reverencial, un temor santo de caer en sus manos si hacemos algo contrario a su voluntad. Esta faceta de la relación del hombre con Jehová Dios no es muy popular que digamos. A todos nos gusta pensar en un Dios de amor, de gracia, de misericordia, un Dios bondadoso, etc.

Y ciertamente Dios es todo esto, pero recordemos que además de eso, es un Dios a quien debemos temer. Porque simplemente él es Dios. Textos como Deuteronomio 6:2; 5:29; 10:12; 13:4 ordenan a los hombres a temer a Dios. Insisto, que esto puede ser entendido en el sentido de adorar o reverenciar a Dios, pero no olvidemos jamás que puede ser entendido también en el sentido de un miedo a ofender su santidad.

Interesante que en la versión Reina Valera, cuando Mateo y Lucas citan el texto en Deuteronomio 6:13, aparece así: «A Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás»

Así que, este temor en el libro de Deuteronomio es diferente al temor que hablamos en el libro de 1 Juan. Allí se refería al miedo en el día del juicio. Los que amamos a Dios no debemos tener miedo al día del juicio, porque ya somos salvos. Cristo Jesús ya recibió el castigo que nosotros como pecadores merecíamos.

Salir de la versión móvil