Entiendo que las pruebas ayudan a los creyentes a fortalecerse en su fe y a depender de nuestro Señor en medio de la prueba, pero ¿qué se le puede decir a un incrédulo que está pasando por pruebas muy difíciles?

Gracias por su pregunta. Usted tiene mucha razón cuando afirma que en el caso de los creyentes, las pruebas son para nuestro beneficio. Por eso alguien ha catalogado a las pruebas como bendiciones en disfraz. Las pruebas para los creyentes provienen de Dios, no del diablo y por tanto son cuidadosamente administradas en cuanto al tipo de prueba y la intensidad de la prueba. Un hermano en la fe solía afirmar que Dios nos mete en el horno de la prueba, pero mantiene su mano firme sobre el termostato. El creyente jamás será probado más de lo que puede soportar. Con razón que en Santiago 1:2-3 dice lo siguiente con respecto a las pruebas para los creyentes: Hermanos míos,  tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,  sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.

Los beneficios resultantes de las pruebas deben motivar al creyente a experimentar gozo. Las pruebas permiten que la fe sea más pura. Eso es lo que tenemos en 1 Pedro 1:6-7 hablando de la salvación. Dice así: En lo cual vosotros os alegráis,  aunque ahora por un poco de tiempo,  si es necesario,  tengáis que ser afligidos en diversas pruebas,  para que sometida a prueba vuestra fe,  mucho más preciosa que el oro,  el cual aunque perecedero se prueba con fuego,  sea hallada en alabanza,  gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,

La prueba para los creyentes es como el fuego que utiliza el joyero para purificar el oro. Las pruebas purifican la fe del creyente. Pero todo esto aplica única y exclusivamente a los creyentes. Los que no son creyentes pueden experimentar diversas crisis, pero no se puede afirmar que son pruebas de Dios. Recuerde que las pruebas tienen como propósito purificar la fe de los creyentes. Los incrédulos todavía no tienen la fe para ser purificada. Los incrédulos primeramente tienen que nacer de nuevo por medio de recibir a Cristo como Salvador para adquirir la fe verdadera, la fe que produce salvación. Las crisis en los incrédulos pueden resultar de sus propias malas decisiones, o de las malas decisiones que otros hayan tomado, o de poderes malignos o de Dios. Dios puede utilizar las crisis en los incrédulos para llamar a la reflexión en cuando a su estado espiritual, pero en este caso, el propósito es distinto al propósito de las pruebas para los creyentes. Lo que se puede decir a un incrédulo que está atravesando por una severa crisis, es que mire a esa crisis como una oportunidad para que Dios le guíe hacia una relación personal con él. No está por demás mencionar que no siempre Dios usa una crisis para guiar a un incrédulo a los pies de Cristo. Cuando Pablo estuvo en Filipos, hubo una mujer que con tan solo oír el evangelio reconoció su estado espiritual y recibió a Cristo como Salvador, pero en la misma ciudad, hubo un carcelero a quien le hizo falta que Dios envíe un terremoto para quebrantar su duro corazón. A raíz de este terremoto, el carcelero dijo a Pablo y a Silas: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? ¿Ve? Dios no siempre echa mano de las crisis para atraer a un pecador hacia la cruz de Cristo.