¿Es correcto obligar a los creyentes a ayunar?

¿Es correcto que los pastores pidan que se pongan de pie en el culto los que han ayunado? ¿Es correcto que los pastores pidan en público que se pongan en pie los que van a ayunar determinado día?

El ayuno es básicamente abstenerse de ingerir alimentos. El ayuno puede ser voluntario, cuando alguien en uso de su libre voluntad decide ayunar, o puede ser involuntario como lo que experimentaron las personas que estaban en la embarcación que naufragó y en la cual también estaba Pablo. Hechos 27:33-34 dice: “Cuando comenzó a amanecer, Pablo exhortaba a todos que comiesen, diciendo: Este es el decimocuarto día que veláis y permanecéis en ayunas, sin comer nada. Por tanto, os ruego que comáis por vuestra salud; pues ni aun un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá.” Este fue un ayuno involuntario. Cuando uno mira al ayuno en el Nuevo Testamento encontrará que el ayuno está principalmente asociado con la tristeza por alguna situación difícil, como el luto por ejemplo. Mateo 9:14-15 dice por ejemplo: “Entonces vinieron a él los discípulos de Juan, diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan? Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.” El ayuno también está asociado con la oración en el Nuevo Testamento. Cuando Pablo y Bernabé constituyeron ancianos en las iglesias de Galacia, era necesario encomendarlos al Señor. Observe como lo hicieron. Hechos 14:23 dice: “Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído” El ayuno acompañó a la oración en señal de seriedad en el discernimiento de la voluntad de Dios. Algo que debe quedar muy en claro es que el ayuno no sirve en absoluto para otorgar mérito a un pecador para que por medio de ello encuentre salvación. El ayuno por sí solo tampoco sirve para granjearse al favor de Dios. Ponga atención a este parábola relatado por el Señor Jesucristo. Se halla en Lucas 18:9-14 donde dice: “A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.” Allí lo tiene amable oyente. El fariseo era un ayunador empedernido. Sin embargo no halló ningún favor de Dios, porque su actitud para ayunar era incorrecta. En este punto, bien vale dar una mirada a la actitud correcta para ayunar. Existen dos pasajes bíblicos que hablan claramente sobre esto. El primero se encuentra en el Antiguo Testamento. Isaías 58:3-7 dice: “¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto, y oprimís a todos vuestros trabajadores. He aquí que para contiendas y debates ayunáis, y para herir con el puño inicuamente; no ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto. ¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamarás esto ayuno, y día agradable a Jehová? ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?” La gente en la época de Isaías, reclamó a Dios por no aceptar sus ayunos. Dios dio sus razones para eso. El problema era que la gente no tenía la actitud correcta para ayunar. Esta gente estaba ayunando para buscar su propia conveniencia, para manipular a la gente que trabajaba para ellos. Ayunaban para contiendas y debates. Es decir que ayunaban para mostrar a otros cuan espirituales eran. Ayunaban también como una arma para atacar a otras personas. Estaban publicando que ayunaban por medio de andar con el rostro demacrado y con la vestimenta que comunique a todos que estaban ayunando. Dios no acepta el ayuno cuando el corazón del que ayuna tiene estas actitudes. La actitud que Dios busca en el corazón del que ayuna es el arrepentimiento genuino de las malas obras, cualquiera que sean, arrepentimiento manifestado en obras como abandonar el pecado, la opresión a otros y la ayuda a los necesitados. De modo que, amable oyente, de nada sirve ayunar días o semanas si el corazón del que ayuna no es recto para con Dios. Jamás debemos pensar que porque ayunamos, Dios se va a hacer de la vista gorda de nuestra vida de pecado. El segundo pasaje bíblico que me gustaría citar para ver cual es la actitud que Dios busca en el corazón de los que ayunan se encuentra en el Nuevo Testamento, en Mateo 6: 16-18 donde dice: “Cuando ayunes, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” Lo que más sobresale en este pasaje bíblico es el carácter privado del ayuno. Es un asunto entre Dios y el que ayuna. Cuando los fariseos de la época de Jesús ayunaban, se aseguraban muy bien de publicar que estaban haciéndolo. Cuando ustedes ayunen, dice Jesús, no pongan cara triste, como los hipócritas, que aparentan tristeza para que la gente vea que están ayunando. Más bien, laven su cara y arréglense bien para que la gente no note que están ayunando. Solamente lo notará su Padre que está en lo oculto, y su Padre que ve en lo oculto les dará su recompensa. Es obvio el carácter privado del ayuno. No es algo que se debe hacer para que otros lo sepan. Esto contesta su inquietud amable oyente. Los ancianos o pastores en las iglesias locales deberían evitar cualquier práctica o acción que conduzca a los creyentes a hacer notar a otros que están ayunando o que se disponen a ayunar. Lo que deberían hacer mas bien, es enseñar acerca del ayuno, especialmente lo que se refiere a la actitud del corazón para ayunar. El Nuevo Testamento no ordena ayunar, pero varios personajes del Nuevo Testamento lo hicieron. Jesús lo hizo, los apóstoles lo hicieron, Pablo lo hizo. El ayuno es una forma de humillarse voluntariamente delante de Dios. El ayuno aclara y libera nuestras mentes para entender lo que Dios está diciendo a nuestro espíritu, trae avivamiento personal y agrega poder a nuestras oraciones. El ayuno no hace que Dios automáticamente conteste nuestras oraciones, pero nos da la oportunidad de concentrarnos en adorar, pedir perdón y dar a conocer nuestras peticiones.