Para beneficio de muchos de nuestros amigos comenzaré por señalar que cuando hablamos de Anciano, no necesariamente estamos haciendo referencia a la edad avanzada de una persona.
Cuando hablamos de Anciano nos estamos refiriendo a un creyente que ocupa el oficio de Anciano en una iglesia local.
Por otro lado, cuando hablamos de don, no nos estamos refiriendo al título que se antepone al nombre de una persona, como Don Juan, o don Manuel, etc.
Cuando hablamos de don nos estamos refiriendo a una capacidad dada por Dios, mediante el Espíritu Santo, a un creyente, mediante la cual ese creyente puede ser útil en una iglesia local.
La Biblia nos habla de varios dones, como el don de profecía, el don de servicio, el don de enseñanza, el don de exhortación, el don de dar, el don de presidir, etc. Todos los creyentes han recibido al menos uno de los varios dones que existen. El Nuevo Testamento no reconoce creyentes sin dones espirituales.
Muy bien, ahora que hemos definido los términos, centrémonos en la consulta. ¿Es un don ser Anciano? La respuesta es no. Por dos razones fundamentales.
Primero, porque en los diferentes pasajes bíblicos donde aparecen listas de dones espirituales jamás aparece un don llamado “Ser Anciano”
Segundo, porque el Nuevo Testamento establece los requisitos para los que anhelan ocupar el oficio de Ancianos en una iglesia local.
Esto se encuentra en 1 Timoteo 3:1-7 y Tito 1:6-9. Si ser Anciano fuera un don espiritual, el único requisito para ocupar el oficio de Anciano sería el de poseer el don de Anciano.
Pero no hay tal. El Nuevo Testamento presenta una lista detallada de los requisitos que deben cumplir los que anhelan ser Ancianos en una iglesia local. A este respecto, ponga atención a lo que dice Alexander Strauch en su clásico tratado sobre los Ancianos. Cito de la página 251 donde se lee: “Ser un Anciano no aparece jamás como un don espiritual o charisma. La Escritura es muy cuidadosa en no confundir el oficio de Anciano o Diácono con un don espiritual.”
Hasta aquí la cita de este autor. En conclusión entonces, ser Anciano no es un don espiritual. Los Ancianos poseen varios dones espirituales, pero el privilegio de ser Ancianos no es por los dones espirituales que poseen sino más bien por las cualidades de carácter que poseen, las cuales se encuentran claramente definidas en el Nuevo Testamento en los pasajes bíblicos que ya han sido mencionados.