Con mucho gozo le damos la bienvenida, amiga, amigo oyente. Estamos listos para iniciar un nuevo estudio bíblico en la serie que lleva por título: Proverbios, sabiduría celestial para la vida terrenal. En esta ocasión, David Logacho nos guiará en el estudio de la segunda parte del capítulo 27 de Proverbios.
Es realmente grato abrir la palabra de Dios para extraer la sabiduría celestial tan necesaria para nuestra vida terrenal.
Vayamos a Proverbios 27:14 donde dice: «El que bendice a su amigo en alta voz, madrugando de mañana, por maldición se le contará»
Este es un proverbio que tiene que ver con acciones legítimas pero fuera de lugar. Cuando el proverbio habla de bendecir al amigo, se está refiriendo al saludo acostumbrado entre los judíos en aquella época. En realidad se trataba de una bendición porque se expresaban deseos de dicha y prosperidad. Hacer este saludo en alta voz no tenía tampoco nada de malo. El problema radica en el momento en que se lo hace. Es de madrugada. El sol todavía no hace ver sus rayos matinales. Usted está plácidamente durmiendo en su casa. De pronto, alguien se acerca a la puerta de su casa y a voz en cuello comienza a saludarle tan efusivamente. No sólo perderá el sueño, sino también la paciencia y hasta la buena opinión de sus vecinos.
Por eso dice el proverbio que un saludo en estas circunstancias, en lugar de traer satisfacción causa incomodidad. Es como recibir un insulto. En las relaciones con los demás, no sólo es cuestión de hacer cosas buenas, sino también de saber discernir el momento que se las hace.
Luego tenemos Proverbios 27:15-16 donde dice: «Gotera continua en tiempo de lluvia y la mujer rencillosa son semejantes; pretender contenerla es como refrenar el viento, o sujetar el aceite en la mano derecha»
¿Ha tenido que pasar alguna vez por la amarga experiencia de que en medio de la noche, la lluvia comienza a filtrar por el techo y a caer gota a gota sobre su cama? ¡Qué terrible! ¿Verdad?. Los que hemos pasado por esta experiencia sabemos cuán fastidiosa es.
Pues la Biblia compara esta experiencia con la mujer rencillosa o la mujer siempre dispuesta a pelear. Intentar apaciguarla es una tarea imposible, tan imposible como parar el viento con la mano, o como evitar que el aceite se escurra de la mano. Si comienza a aflorar el impulso a la pelea, recuerde este proverbio amiga oyente y quiera Dios que eso le haga desistir de meterse en una innecesaria pelea.
Ahora tenemos Proverbios 27:17 donde dice: «Hierro con hierro se aguza; y así el hombre aguza el rostro de su amigo.»
Para hacer o sacar punta a una arma u otra cosa, el herrero primeramente la golpea con un pesado martillo, luego tal vez usa una lima metálica para darle un acabado perfecto. Se ve entonces que el hierro aguza o saca punta al hierro. De la misma manera, se necesita de un hombre, que aguce o saque punta a la personalidad de otro hombre. Esto se logra mediante lo que se llama el discipulado, lo cual consiste en formar el carácter de un nuevo creyente por medio de la guía y la supervisión de un creyente maduro.
Avanzando un poco más, llegamos a Proverbios 27:18 donde dice: «Quien cuida la higuera comerá su fruto, y el que mira por los intereses de su señor, tendrá honra.»
En este proverbio encontramos una relación directa entre diligencia y recompensa. Quien es diligente cuidando su higuera, tendrá abundante fruto como recompensa.
De la misma manera, quien es diligente en el trabajo que le ha encomendado su amo será honrado. La honra no sólo tiene que ver con felicitaciones sino también con bienes materiales. Esto se aplica a los que trabajan en relación de dependencia. La diligencia en su trabajo resultará en honra, tanto en felicitaciones como en una mejor remuneración. Como siervos que somos de nuestro Señor Jesucristo, debemos ser diligentes en lo que Él nos pone para hacer.
Como resultado, seremos recompensados, no con la salvación, porque ya somos salvos, sino con bendiciones espirituales y también materiales, mientras estamos en este mundo, pero sobre todo con coronas en lo que la Biblia llama el tribunal de Cristo, cuando salgamos de este mundo.
Viene a continuación Proverbios 27:19 donde dice: «Como en el agua el rostro corresponde al rostro, así el corazón del hombre al del hombre.»
El agua es el espejo más rudimentario que existe, pero aún en ese espejo, el hombre puede mirarse a sí mismo. En el agua el rostro corresponde al rostro.
De la misma manera, el corazón del hombre corresponde a lo que es el hombre. Si queremos saber lo que realmente es el hombre, tenemos que mirar su corazón. No olvidemos que el corazón, en un sentido metafórico, representa la mente o la facultad de pensar. Lo que el hombre tiene en su mente, su forma de pensar, su manera de razonar, es lo que el hombre es.
Por eso será siempre riesgoso formarnos una opinión de un hombre con tan sólo mirar su figura. Para tener una opinión acertada de un hombre es necesario saber cómo piensa, cómo es su carácter, cómo es su conducta.
A continuación tenemos Proverbios 27:20 donde dice: «El Seol y el Abadón nunca se sacian; así los ojos del hombre nunca están satisfechos.»
El Seol es la palabra hebrea que designaba el lugar adonde iban las personas al morir. Abadón significa en Hebreo: destrucción. Se usa como equivalente a Seol o muerte.
El proverbista reconoció que el Seol y el Abadón nunca se sacian de los muertos que reciben. Tienen siempre las manos extendidas para recibir más muertos.
Igual pasa con el codicioso. Nunca está satisfecho. Siempre quiere más. A esto se refiere la frase que dice: Así los ojos del hombre nunca están satisfechos. De aquí viene el dicho de que la codicia rompe el saco.
Cuentan de un granjero que codiciaba más y más territorio. Algún día le informaron sobre una tierra muy buena y barata que estaba de venta en un lugar lejano. Vendió todo lo que tenía, y emprendió un largo viaje hacia ese territorio para negociar la compra de terreno. El trato fue que por mil monedas de plata podía hacer suyo todo el territorio que podía rodear a pie durante un día. Al siguiente día, se despertó tan pronto los rayos del sol aparecieron en el horizonte y caminó lo más lejos que pudo en determinada dirección, luego dio vuelta y a medida que iba caminando iba encontrando zonas de buena tierra y también las rodaba para hacerlas suyas. Pero sin que se percatara, el sol estaba ya comenzando a ocultarse. Cuando se dio cuenta de esto y sabiendo que estaba muy lejos del punto de partida, le entró una terrible desesperación por regresar antes que se ponga el sol para cumplir con el trato. Desesperado comenzó una carrera contra el tiempo y contra el agotamiento. Apenas faltaba un corto trecho para llegar a la meta, cuando el sol finalmente se ocultó. No cumplió con el trato. Exhausto y abatido cayó pesadamente al suelo y allí mismo murió. Los habitantes de ese lugar cavaron un hoyo y lo enterraron juntamente con las mil monedas de plata que había entregado por la tierra que pensaba comprar. La codicia rompe el saco amable oyente.
Proverbios 27:21 dice: «El crisol prueba la plata, y la hornaza el oro, y al hombre la boca del que lo alaba.»
El crisol es donde se coloca la plata para conocer su pureza. La hogaza es donde se coloca el oro para conocer su pureza.
De la misma manera, las alabanzas que recibe el hombre es donde se coloca el carácter de una persona para conocer su pureza. La manera como una persona reacciona ante las alabanzas, indica la integridad de su carácter. Si las alabanzas que recibe un hombre se le suben a la cabeza y le hacen sentir un semi dios, entonces es un hombre de débil carácter. Son pocas las personas que saben manejar bien las alabanzas que reciben, no permitiendo que echen a perder su humildad.
Avanzando tenemos Proverbios 27:22 donde dice: «Aunque majes al necio en un mortero entre granos de trigo majados con el pisón, no se apartará de él su necedad.»
La necedad está tan ligada al necio que es imposible separarla. Un necio siempre actuará neciamente. Hacer que un necio actúe sabiamente es tarea imposible. Para ilustras este punto, el proverbista dice: Al necio no se le quita lo necio aunque se lo someta al peor de los castigos como esto de molerlo como si fuera trigo. Solamente el poder de Dios por medio de su palabra, puede quebrantar el corazón de un necio y transformarlo en un sabio.
A continuación y hasta el final del capítulo encontramos un proverbio de varios versículos cuya principal aplicación tiene que ver con cuidar los rebaños de ovejas, pero también tiene una aplicación espiritual muy útil para los ancianos o pastores en su tarea de cuidar el rebaño espiritual.
Proverbios 27:23-27 dice: «Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas, y mira con cuidado por tus rebaños; porque las riquezas no duran para siempre; ¿Y será la corona para perpetuas generaciones? Saldrá la grama, aparecerá la hierba, y se segarán las hierbas de los montes. Los corderos son para tus vestidos, y los cabritos para el precio del campo; y abundancia de leche e las cabras para tu mantenimiento, para mantenimiento de tu casa, y para sustento de tus criadas.»
El pastor de ovejas debe ser diligente, no perezoso. Esa diligencia debe manifestarse en mirar con cuidado el estado de sus ovejas. Solamente así podrá sacar el provecho de su rebaño. Las riquezas y la honra no duran para siempre, pero siempre habrá campos donde crece el pasto y donde se puede pastorear a las ovejas para que produzcan corderos para los vestidos, cabritos para comprar campos y leche para el alimento de la familia y de los que trabajan junta a ella.
En el sentido espiritual, este pasaje bíblico es una exhortación a los pastores o ancianos para que sean diligentes en sus funciones, poniendo especial atención sobre la condición espiritual y emocional de las ovejas que están bajo su cuidado. Esto habla del contacto personal que debe existir entre los ancianos o pastores y los creyentes en la iglesia local.
Solamente así los pastores o ancianos podrán detectar si los creyentes están desanimados, si están bajo fuerte tentación, si están tristes, si están bajo convicción por algún pecado cometido y tantas otras cosas más.
Pastorear una iglesia local no es tarea sencilla. Demanda un contacto cercano y franco con las ovejas.
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