Cordiales saludos amiga, amigo oyente. Es un gozo para La Biblia Dice… darle la bienvenida a un nuevo estudio bíblico con David Logacho. Avanzando en el estudio del libro de Romanos, en la serie que lleva por título: Romanos, la salvación por gracia por medio de la fe en Cristo Jesús, en esta oportunidad, consideraremos algunos beneficios más que resultan del hecho de ser justificados o declarados justos por Dios.
El pecador que ha confiado en Cristo Jesús y lo ha recibido como su personal Salvador es justificado por Dios. Ser justificado o declarado justo por Dios produce cuantiosos beneficios espirituales en el pecador justificado. En nuestro último estudio bíblico vimos que el pecador justificado tiene paz para con Dios. Luego vimos que el pecador justificado tiene libre acceso por la fe a la gracia de Dios en la cual está firme. Después vimos que el pecador justificado se gloría o se regocija en las tribulaciones, sabiendo que las tribulaciones siempre tienen un buen propósito de parte de Dios. Hoy vamos a continuar examinando los beneficios resultantes de ser justificado por Dios. El primero de ellos es experimentar el maravilloso amor de Dios. Romanos 5:6-8 dice: “Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por nosotros. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo, con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Justo antes del pasaje bíblico leído, Pablo mencionó que el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Hay una revelación del amor de Dios en el momento de la conversión por la gracia de Jesucristo y la promesa de salvación. Pero hay una experiencia más profunda del divino amor que viene al alma después que ha sido probada por las tribulaciones y traída a la intimidad de la comunión con Dios. Esto proviene del Espíritu Santo que derrama el amor de Dios en el corazón. Este es un amor sin ningún interés por parte de Dios. Pablo dice cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió Cristo por nosotros. Antes de ser justificado, el pecador está espiritualmente muerto e incapaz de volverse a Dios por su propia cuenta. A esto es a lo que Pablo se refiere cuando dice que éramos débiles. Pero la maravilla del amor de Dios es que a pesar de eso, a su tiempo, Cristo Jesús nos amó de tal manera que se dio a sí mismo para morir en la cruz en nuestro lugar. Esto es asombroso. Para captar algo de la majestuosidad del amor de Dios, Pablo nos hace pensar en que difícilmente se puede encontrar a alguno esté dispuesto a morir por alguien que sea digno o justo. Si hubiera alguno, éste se aseguraría primero de que aquel por quien va a morir sea bueno, pero el amor de Dios manifiesta su absoluta grandeza al permitir que Cristo, su amado, santo y perfecto Hijo, muera por personas como yo, un pecador consumado, un pecador condenado, un enemigo acérrimo de Dios, al igual que usted, amable oyente. Hay mucha diferencia en las atmósferas de la vida cristiana. Algunos de los hijos de Dios viven todos sus días en un subterráneo, donde hay poca luz y mucha humedad; otros viven en piezas sombreadas y de poca luz, viendo pocas veces la luz del sol; pero hay otros que viven en la plena luz del perfecto amor de Dios. El elemento de vida de éstos, no es el deber, ni la conciencia, o doctrina, convicción intelectual, y ni siquiera la obra cristiana, sino que es el amor divino derramado en el corazón como la caliente luz del sol, por el Espíritu Santo residente en el corazón, y el mismo amor mora continuamente sobre el glorioso don de Dios y la eterna promesa de su perfecto amor, su propio Hijo amado. Si jamás ha recibido a Cristo como su Salvador, es imposible que experimente en su vida este maravilloso amor de Dios, amable oyente. Otro beneficio de la justificación es la liberación del castigo de Dios. Romanos 5:9 dice: “Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.” Si a pesar de ser enemigos de Dios, Dios nos amó de tal manera que dio a su Hijo para que muera en nuestro lugar, cuánto más estará dispuesto Dios a hacer por nosotros, una vez que hemos sido justificados o declarados justos al haber recibido a Cristo como nuestro personal Salvador. Entre lo más que hace Dios por nosotros, una vez justificados, es librarnos del castigo que merecemos por ser pecadores. Lo que todo pecador merece es condenación eterna en un lugar que la Biblia llama infierno. Pero el pecador que confía en Cristo y lo recibe como su Salvador, es librado de este castigo. Todo esto resulta de ser justificado por Dios. ¿Quiere librarse del castigo eterno por su pecado? Entonces dé el paso de fe, reciba hoy mismo a Cristo como su Salvador. Inmediatamente después tenemos otro beneficio de ser justificado. Es que Cristo nos mantiene seguros en él. Romanos 5:10 dice: “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.” Antes de ser justificado por Dios, el hombre pecador es enemigo de Dios, pero a pesar de ello, Dios amó al hombre pecador y dio a su Hijo unigénito para que muera en lugar del pecador. Sobre esta base, el pecador que confía en Cristo y lo recibe como su Salvador, llega a estar en paz con Dios. En otras palabras, el hombre pecador es reconciliado con Dios. Note que no es que Dios es reconciliado sino el hombre pecador es reconciliado. A causa de su pecado, el hombre pecador se enemistó de Dios o se alejó de Dios. En estas condiciones, es el hombre pecador quien necesita ser reconciliado. Esto se logra por medio de confiar en Cristo y recibirlo como Salvador. Al estar en paz con Dios, al pecador justificado se le abre una amplia gama de beneficios de parte de Dios. Se dice que después de una vieja guerra francesa, se veía a un buque de guerra francés huyendo de un buque de guerra inglés en los mares del sur. El buque inglés persiguió al francés, y después de una larga persecución lo alcanzó. El francés se rindió, y cuando presentó su espada a su vencedor, el inglés se rió de él y le preguntó por qué se rendía. ¿no sabía usted que la guerra terminó meses atrás? El francés respondió que no lo sabía, y dijo: Yo pensaba que todavía estábamos en guerra, y por eso traté de escapar, cuando no pude hacer esto, sólo me quedaba rendirme. Los hombres se dieron las manos, la espada fue devuelta al francés y se sentaron como camaradas. Se terminó la guerra, y dijeron: tengamos paz. Eso es lo que Dios ha hecho mediante la muerte de su amado Hijo. El pecador justificado está en paz con Dios, ha sido reconciliado con Dios. Pero Dios hace algo más. Si siendo enemigo de Dios el pecador justificado fue reconciliado con Dios, cuanto más, una vez reconciliado, el pecador justificado es salvo por la vida de Cristo. La muerte de Cristo es el punto de partida de la vida cristiana y la base de nuestra justificación, pero la vida de Cristo, porque él resucitó de entre los muertos, es la fuente de nuestra vida espiritual. Su intercesión por nosotros a la diestra de Dios y su vida residente en nuestros corazones, nos trae la fuerza y la gracia que nos guarda día a día, y nos lleva victoriosamente a través de todas las pruebas. Sólo la fe en un Salvador crucificado puede dar sinceridad y profundidad a nuestra vida cristiana, pero únicamente la revelación del Cristo vivo puede elevarnos a las alturas e inspirarnos con la fuerza que necesitamos para vivir victoriosamente. En un sentido real y precioso fuimos salvos por la muerte de Cristo, pero de una manera aún más gloriosa, somos continuamente salvos por la vida de Cristo. Finalmente, otro beneficio de la justificación es gloriarnos en Dios. Romanos 5:11 dice: “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.” Cuando Pablo habla de gloriarse en Dios, está refiriéndose a regocijarse en Dios. Esto tiene que ver con un profundo sentido de satisfacción espiritual. El hombre trata de regocijarse en varias cosas de este mundo, como el dinero, el saber, el placer, el poder, etc., pero en algún momento encontrará que ninguna de estas cosas tiene poder para satisfacer la necesidad más profunda del alma. Solamente Dios puede satisfacer la necesidad más profunda del alma. El pecador que ha sido justificado, también ha sido reconciliado con Dios y sobre esta base puede hallar plena satisfacción para su alma en la persona de Dios. ¿En dónde halla satisfacción para la necesidad más profunda de su alma? Si no es en Dios, algún día se hallará muy desilusionado. Pero lo grandioso es que hoy mismo puede ser justificado por Dios y en esas condiciones será reconciliado con Dios y podrá disfrutar de regocijarse en Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Para ser justificado por Dios lo único que necesita hacer es recibir a Cristo como su personal Salvador. ¿Lo hará hoy?
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