Reciba muchos saludos amiga, amigo oyente. Soy David Logacho dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy. En esta ocasión daremos una mirada al Señor Jesús, enviando a sus apóstoles a anunciar las buenas noticias sobre el reino de Dios.
Si tiene una Biblia, ábrala en Lucas 9:1-9. Este pasaje bíblico gira alrededor de los doce apóstoles siendo enviados a anunciar el reino de Dios. En primer lugar, tenemos la provisión que hizo el Señor Jesús. Lucas 9:1 dice: Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades.
Los discípulos del Señor Jesús ya habían disfrutado de un buen tiempo de aprendizaje junto al Señor Jesús. No fue una capacitación al estilo de un maestro hablando a sus alumnos sentados en una salón de clases. De ninguna manera. El Señor Jesús tomó a sus discípulos y vivió junto a ellos. Esto es, caminó con ellos, comió con ellos, durmió con ellos, pasó tiempo con ellos. En otras palabras, volcó su vida sobre ellos. Cuando los discípulos llegaron a determinado nivel de conocimiento, el Señor Jesús reconoció que había llegado el momento para enviarlos a predicar el reino de Dios. Gran lección de lo que debería estar pasando en nuestras iglesias. La función de los hermanos más capacitados es capacitar a otros para que una vez capacitados vayan a servir al Señor en el lugar donde el Señor quiera, y que en ese lugar, ellos también se ocupen de capacitar a otros, con la misma meta de enviarlos. Este es el modelo ideal de crecimiento en la obra del Señor. 2 Timoteo 2:2 dice: Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.
Esto justamente es lo que el Señor Jesús se aprestaba a hacer con sus discípulos. Pero algo digno de notar, es que antes de enviar a sus discípulos, el Señor Jesús primeramente les proveyó de todo lo que sus discípulos necesitaban para realizar su misión. El texto dice que el Señor Jesús reunió primeramente a sus doce discípulos y en esa reunión les dio lo que ellos necesitaban, las herramientas para hacer su trabajo. El texto dice que les dio dos cosas. Primero poder. Esto significa la capacidad para realizar una tarea. Segundo, autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. Esto significa el derecho para realizar esta tarea. Los demonios tenían que obedecer las órdenes de los discípulos. Aquel que tiene autoridad sobre los demonios delegó a los discípulos esta autoridad sobre los demonios. Las enfermedades también tenían que obedecer las órdenes de los discípulos. Aquel que tiene autoridad sobre las enfermedades delegó a los discípulos esta autoridad sobre las enfermedades. Esto es digno de considerar amable oyente. Me refiero al hecho que cuando el Señor nos pide hacer algo, Él mismo se ocupa de darnos las herramientas para llevarlo a cabo. Como alguien bien ha dicho: Si Dios me pidiera volar como las aves, primero me daría alas como las de las aves. Si Dios pone en su corazón hacer algo, no se niegue, amable oyente. Eso significa que Dios ya le ha dado las herramientas para hacerlo. Armados con estas herramientas, los discípulos fueron enviados a realizar su solemne misión. Lucas 9:2 dice: Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos.
El verbo enviar es la traducción del verbo griego apostelo, del cual proviene la palabra apóstol. El Señor Jesús envió a sus discípulos a predicar el reino de Dios. El verbo predicar denota la acción de un heraldo proclamando un mensaje del Rey. Un poco más adelante, en el versículo 6 se muestra el contenido de ese mensaje. Era el evangelio. Las buenas nuevas de salvación. Pero note que además de predicar, los enviados o los apóstoles, tenían la capacidad de sanar a los enfermos. Esta capacidad tenía el propósito de autenticar el mensaje que predicaban los apóstoles, como un mensaje de Dios. Los milagros fueron una evidencia de que los apóstoles fueron enviados por Dios y que lo que anunciaban era la palabra de Dios. Hoy en día, los mensajeros somos autenticados por medio de comparar lo que decimos con lo que dice la palabra de Dios. Si un predicador dice algo que afirma la palabra de Dios, entonces es un genuino mensajero de Dios, pero si un predicador dice algo que no afirma la palabra de Dios, entonces es un falso mensajero de Dios. El hecho que un predicador, realice milagros, no es prueba de que es un mensajero de Dios, porque Satanás también puede hacer que personas realicen milagros. El Anticristo engañará a mucha gente durante la tribulación por medio de realizar obras milagrosas, energizadas por Satanás. Los que fueron enviados tenían que poner en práctica las instrucciones que les dio el Señor Jesús, para el cumplimiento de su misión. Note lo que dice Lucas 9:3-5 Y les dijo:(A) No toméis nada para el camino, ni bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni llevéis dos túnicas.
Luk 9:4 Y en cualquier casa donde entréis, quedad allí, y de allí salid.
Luk 9:5 Y dondequiera que no os recibieren, salid de aquella ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.(B)
Quien envía es responsable de proveer todo lo necesario para los que son enviados. A través de sus instrumentos, el Señor Jesús iba a proveer todo lo que los enviados iban a necesitar durante la misión. Por eso les pidió que no tomen nada para el camino, ni bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni dos túnicas. El Señor se encargaría de abrir puertas de las casas que recibirían a los enviados. Los enviados no tenían que andar de casa en casa sino sólo en aquella casa que les abra las puertas. Era posible que alguna ciudad se niegue a recibir a los enviados. En ese caso, tenían que salir de esa ciudad y sacudir el polvo de sus pies, la acción acostumbrada por los judíos ortodoxos cada vez que salían de territorio gentil. A manera de aplicación práctica, es digno de ser tomado en cuenta el hecho que cuando el Señor nos envía en alguna misión, el Señor mismo se ocupa de proveer para cubrir nuestras necesidades, a través de diversos medios. Como bien alguien ha dicho: La obra de Dios realizada a la manera de Dios, nunca carecerá de la provisión de Dios. Una vez que los apóstoles o enviados recibieron sus instrucciones del Señor Jesús, obedientemente salieron a cumplir con su misión. Lucas 9:6 dice: Y saliendo, pasaban por todas las aldeas, anunciando el evangelio y sanando por todas partes.
De esta manera se iba extendiendo más y más la obra de Dios. Finalmente, Lucas recoge la angustia que embargaba a Herodes. Lucas 9:7-9 dice: Herodes el tetrarca oyó de todas las cosas que hacía Jesús; y estaba perplejo, porque decían algunos: Juan ha resucitado de los muertos;
Luk 9:8 otros: Elías ha aparecido; y otros: Algún profeta de los antiguos ha resucitado.(C)
Luk 9:9 Y dijo Herodes: A Juan yo le hice decapitar; ¿quién, pues, es éste, de quien oigo tales cosas? Y procuraba verle.
Cuando alguien tiene sucia la conciencia, ve fantasmas en todo lado. Este era el caso de Herodes el tetrarca, cuyo nombre completo era Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande. Herodes Antipas era malvado hasta la médula. Entre los muchos males que hizo, fue meter en la cárcel a Juan el Bautista, porque Juan el Bautista le confrontaba por su vida licenciosa, por el hecho que Herodes Antipas vivía con una mujer, llamada Herodías, quien previamente fue esposa de Felipe, hermano de Herodes Antipas. Inclusive, en un instante fatídico, por agradar a la hija de Herodías, quien danzó en su presencia, Herodes Antipas hizo decapitar a Juan el Bautista. La conciencia debe haber estado atormentando a Herodes Antipas por todas sus obras malvadas, pero principalmente por lo que hizo contra Juan el Bautista. Al saber sobre todas las cosas que hacía el Señor Jesús, y al oír que algunos pensaban que el Señor Jesús era Juan el Bautista resucitado, Herodes Antipas se puso perplejo. Pero el Señor Jesús no fue confundido solamente con Juan el Bautista resucitado, sino también con el profeta Elías, tal vez por la profecía en Malaquías en cuanto que Elías sería el precursor del Mesías. Otros simplemente, se encogían de hombros y hablando del Señor Jesús decían: Parece ser alguno de los profetas que ha resucitado. Pero quien más estaba en apuros era ciertamente Herodes Antipas. Su conciencia por lo que hizo con Juan el Bautista debe haber estado acusando sin compasión. Por eso afirmaba: Yo hice decapitar a Juan el Bautista. Con esto estaba diciendo: No puede ser que sea Juan el Bautista. Parece lógico, pero su conciencia le carcomía, y por eso decía: ¿Quién, pues, es éste, de quien oigo tales cosas? Esta curiosidad le impulsaba a un deseo vehemente por ver al Señor Jesús. Sólo así podría librarse de su acusadora conciencia. El dicho popular afirma que quien nada debe, nada teme. Herodes Antipas debía mucho y por eso tenía que vivir acusado por su conciencia. No hay nada mejor que vivir con una conciencia limpia, una conciencia que no nos acusa de nada.
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