Cuando nos reunimos con un corazón y una boca para glorificar a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, eso lo cambia todo. Una iglesia que vive para glorificar el nombre del Señor cambia todo.
1Pedro capítulo 2 versículo 22 dice: » el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.» ¿Lo ves? Jesucristo dejó que sea Dios mismo quien manejara cada situación de su vida. Entonces, ¿por qué nosotros no hacemos lo mismo con nuestra vida?
Estamos involucrados en una nueva serie que hemos titulado “Esperanza Viva” y hemos visto que nosotros como cristianos debemos mantener una esperanza viva, una esperanza que jamás dejará de ser, una esperanza más valiosa que el oro y la plata, y para esto hemos tomado los libro de1 y 2 de Pedro, y hoy queremos continuar con nuestro estudio, pero primero te invito a que tomes tu Biblia y vamos juntos al libro de Romanos capítulo 15 verso 7, Pablo dice que cuando te enfocas en Cristo, tu podrás recibir a los demás, peor que te parece si lo leemos, verso 7: «Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios.»
Esta semana estuve haciendo una pequeña investigación acerca del porque la gente no va a la iglesia y encontré un sitio web que hizo la misma pregunta que yo me hice: ¿por qué no vas a la iglesia? y había un centenar de respuestas, en el programa anterior di algunas de ellas y hoy quiero continuar examinándolas.
Esta es una respuesta que me pareció muy interesante, y dice: “Entiendo que se supone que la iglesia es un Cuerpo de Cristo, pero personalmente, nunca me he sentido parte de ese cuerpo. En la actualidad hay tantos grupos en la iglesia y ninguno de ellos da la bienvenida a un nuevo miembro. Para entrar en ese grupo, ya debes ser un experto en cristianismo. ¿Qué pasa con las personas que necesitan: respuestas, aliento o apoyo para llegar a ese nivel? ¿Qué hay de esas personas?
Mira, cuando dejas de enfocarte en tu pequeño grupo, cuando no piensas que se trata solo de ti, cuando no sólo se está satisfaciendo tus necesidades, entonces puedes observar y aceptar a otras personas. Así que, quiero que repasemos y continuemos viendo las seis características que no son opcionales, sino que son esenciales en nuestra vida cristiana. En este programa continuaremos analizando las siguientes virtudes. Ahora, ¿recuerdas cuál es la primera característica? Lo primero que un cristiano debe tener un anhelo ferviente por unirse a los demás, un cristiano nunca debe buscar dividir, debe vivir en un mismo sentir; misma mente, las mismas opiniones y la misma dirección.
Ahora, aquí está la segunda virtud, un creyente que se esfuerza en seguir a Cristo busca compartir los sentimientos de los demás. 1 Pedro 3 verso 8 dice: “sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables”
Estar juntos con los mismos sentimientos. Mira, la empatía describe a una persona que comparte los mismos sentimientos con otra persona. Y es justamente ahí donde debemos tener cuidado pues solemos confundir simpatía con empatía y déjame decirte que, aunque se parecen, no son lo mismo y está es la diferencia; la simpatía hace referencia a lo que siento por ti, la empatía, por otro lado, es la cuestión de saber cómo te sientes y decidir caminar contigo a través de ella. Entonces, ¿cómo puedo saber cómo te sientes?
Bueno, algunos de ustedes deben entender que si Dios les ha dado experiencias ricas es para que puedan invertir en otras personas, para mostrar empatía, para caminar junto a alguien. Es muy probable que tú sepas lo que es tratar de equilibrar: un trabajo, los niños y todas esas cosas del diario vivir, si es así entonces tú puedes ayudar a alguien a superar eso. Algunos de ustedes que ya han sido jubilados necesitan intensificar su servicio al Señor, y ayudar a los jóvenes que están atravesando momentos difíciles. Amigo, amiga oyente, déjenme decirles algo: ¡los necesitamos! Y, sinceramente espero que no crean que su problema es que no tienen tiempo, porque si es así, si no tienes tiempo para servir a Cristo, entonces eso es un problema adicional con el que debes tratar.
Y ahora que mencionó el tema de tiempo, déjame hacerte una pregunta: ¿acaso no te alegra saber que Dios siempre tiene tiempo para ti? Él siempre tiene tiempo para escucharte, Él siempre tiene tiempo para ayudarte y entonces ¿qué hay contigo? ¿por qué si recibes todo el tiempo de tu Padre Dios, por qué entonces tú no tienes tiempo para tus hermanos en la fe? Mira, mostrar empatía es esencial en una vida cristiana, debes hacer de ella un estilo de vida, entregando todo de ti.
Número tres, vive en armonía el uno con el otro, sé comprensivo con los demás, aviva el amor con tus hermanos en la fe. Un creyente que se esfuerza en seguir a Cristo demuestra amor por los hermanos y hermanas en Cristo. Mira, La Biblia es el mejor manual de amor que existe, y en 1 Corintios capítulo 13 versículos 4 al 8 encuentras todo un manual de cómo debes amar. Y es precisamente con ese amor, ese que nunca dejará de ser, con el que debes amar a tus hermanos.
Número cuatro, «Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables» Un creyente que se esfuerza en seguir a Cristo, se mueve hacia la acción compasiva. Ahora la compasión tiene tres partes, déjame revisarlos muy rápido. Aquí está la primera parte, la compasión es un sentimiento de profunda tristeza para otra persona que atraviesa un momento difícil. Entonces ¿sientes por ellos compasión? eso es genial. En segundo lugar, la compasión va acompañada de un deseo de aliviar el sufrimiento. Entonces ¿lamentas lo que le sucedió a alguien y quieres ayudarlos? La tercera parte es la sensación de profundo pesar por otra persona que están pasando por momentos difíciles, acompañado por el deseo de aliviar el sufrimiento y seguido de la acción.
Y Jesucristo es el mejor modelo de eso, vamos algunos de los actos que Él hizo:
Mateo capítulo 14, cuando Jesús desembarcó y vio a una multitud, tuvo compasión de ellos y sanó a los enfermos. ¿Recuerdas lo que sucedió en Mateo 20? Ahí dos ciegos que estaban sentados junto al camino, clamaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! (…) Entonces Jesús, compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le siguieron. Marcos capítulo 6 dice que cuando Jesús desembarcó y vio la gran multitud, tuvo compasión de ellos porque eran como ovejas sin pastor, así que comenzó a enseñarles muchas cosas. Jesús dijo en Marcos capítulo 8 Tengo compasión de esta gente. Estuvieron conmigo por tres días y no tienen nada para comer. Entonces, ¿qué hizo El? Él les dio algo para comer.
¿Lo ves? tú no puedes hablar de compasión si no terminas haciendo algo por otra persona. Piensa en la parábola más grande, la que venga a tu mente, ¿Cuál sería? El buen samaritano sería uno ¿verdad? Esa es una parábola sobre la compasión. Recuerda que el tipo está tendido en una carretera, dos personas religiosas pasan caminando y no se detienen pues están ocupadas, ellos tienen cosas que hacer, tienen vuelos que tomar y facturas para pagar. Estos hombres no se detuvieron pues estaban ocupados. Pero, después de estos hombres ¿quién vino? El Samaritano y las Escrituras dicen que el venía de un viaje, él también estaba ocupado, también tenía problemas por los que estaba atravesando. Él estaba en un viaje pero se detuvo: cuidó al hombre, vendó su herida, lo puso en el burro, lo llevó a una posada, cuidó de él durante toda la noche y a la mañana siguiente, le dio dinero al posadero y le dijo que iba a volver y le daría el resto de dinero por cuidar a este hombre. Compasión, este hombre tuvo compasión por su prójimo
Número cinco: «Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos,» y ¿qué? “Amigables” Ahora, esta guarda gran relación con la humildad. Filipenses, capítulo 2, versículo 8 dice: «y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, ¿haciéndose qué? haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.» ¿Lo ves? La humildad es obediencia. Si estás mirando la Palabra de Dios y Dios dice que debes hacer algo y no lo haces, eso es lo más arrogante que puedes obtener. Cuando miras la Palabra de Dios y Él te dice lo que tienes que hacer, y tú dices que no lo vas a hacer, entonces eso es arrogancia. La humildad es obediencia a la Palabra de Dios. Recuerda, la humildad significa vivir en obediencia a Dios. Un cristiano maduro nunca deja de crecer en humildad.
La última característica, el versículo 9 dice: «Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,» Y luego Pedro cita del Salmo 34. Él dice: «para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor,» (1Pedro 3: 10-12) Entonces, la última virtud aquí, a la luz de estos versículos es esta: un creyente que se esfuerza por seguir a Cristo, no busca tomar represalias o venganza. En nuestra carne siempre anhelamos vengarnos, pero cuando seguimos a Cristo, cuando hablamos en serio, cuando no somos cristianos religiosos, cuando realmente seguimos a Cristo, entonces no dejamos que la venganza se apropie de nuestros corazones. Y tenemos un buen ejemplo, ¿verdad?
Nunca vas a encontrar una iglesia perfecta y, si lo haces, no te unas porque ya no será perfecta. Mientras las iglesias estén formadas por personas como usted y como yo, habrá muchas debilidades en cada cuerpo local de creyentes. Pero, como hemos visto hoy en las Escrituras, la iglesia te necesita y tú necesitas a la iglesia. No huyas de lo que necesitas desesperadamente. Acéptalo y conviértete en una parte contribuyente del Cuerpo de Cristo.
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