Damos gracias a Dios por la oportunidad de estar juntos, amiga, amigo oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Nuestro tema de estudio es la primera epístola de Pablo a los Corintios, en la serie titulada: Un mensaje oportuno para una iglesia en crisis. En esta ocasión, David Logacho nos hablará acerca de cómo manejar asuntos que para algunos creyentes no tienen nada de malo, pero que para otros creyentes son cuestionables.
Una de las cosas que tarde o temprano debe enfrentar un creyente es cómo actuar sin lastimar a nadie, en la libertad que tiene en Cristo. La Biblia condena específicamente determinadas acciones, como matar, robar, mentir, adulterar, etc., y alienta ciertas otras acciones, como orar, hacer el bien, congregarse, estudiar la Biblia, etc., pero guarda silencio sobre cosas como ir a un cine, asumiendo que la película no tiene nada que atente contra la moral y las buenas costumbres, sobre cosas como el control de la natalidad, sobre cosas como el uso de pantalones por parte de la mujer, sólo para citar algunos ejemplos.
¿Qué debe hacer un creyente en situaciones como las citadas a manera de ejemplo? Pues de esto se ocupa el capítulo 8 de 1 Corintios. Hoy daremos atención a los versículos 1 a 6.
Los creyentes de la iglesia en Corinto escribieron al apóstol Pablo sobre determinadas situaciones sobre las cuales estaban en duda. Una de ellas tenía que ver con comer o no comer, carne que había sido sacrificada a los ídolos.
Viviendo en el siglo 21 y en una cultura occidental se nos dificulta un tanto comprender el dilema de los creyentes de Corinto, quienes vivían en el primer siglo y en una cultura oriental.
Pues sucede que en esa época, los griegos y romanos eran politeístas, es decir que adoraban a muchos dioses, y no sólo eso, sino que también creían en los demonios. Pensaban que los demonios se metían en la carne de los animales y entraban en las personas que comían esa carne.
Por eso es que, según ellos, era necesario que esa carne primero se ofrezca en sacrificio a un ídolo antes de comerla, para que salgan los demonios. Los sacrificios de animales no eran sólo para congraciarse con un ídolo sino también para quitar la contaminación demoníaca de la carne.
Lo que no se quemaba en el altar a algún ídolo se comía en las fiestas paganas, y lo que sobraba se vendía a precios módicos en las carnicerías e la ciudad. Algunos creyentes, que hace poco habían dejado atrás todo este mundo de paganismo, se sentían muy renuentes a comprar carne en las carnicerías donde vendían carne ofrecida a los ídolos, pero otros creyentes no se hacían ningún problema comprando su carne en las carnicerías donde vendían carne ofrecida a los ídolos.
Además la carne era más barata y de mejor calidad. Esto crea el ambiente para el estudio bíblico de hoy. Pablo comienza haciendo una advertencia necesaria. 1 Corintios 8:1-3 dice: «En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica. Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo. Pero si alguno ama a Dios, es conocido por él»
De modo que Pablo va a tratar el tema de la carne que se había sacrificado a los ídolos y que se vendía en las carnicerías. ¿Puede un creyente comprar esta carne para preparar su comida? Algunos creyentes pensaban que no, otros creyentes pensaban que sí. ¿Quién tiene la razón? Veamos qué es lo que dice Pablo.
Comienza diciendo que todos los creyentes, maduros como él, porque él se incluye dentro del grupo, tenemos conocimiento. Cualquier creyente maduro tiene el suficiente conocimiento como para saber que no importa en lo absoluto que cierta carne comprada en una carnicería provenga de un animal que ha sido sacrificado a los ídolos. Las deidades paganas representadas por los ídolos están sólo en las mentes de los que creen en ellas. No existen en la realidad. Pensar que los demonios poseen la carne de los animales que han sido sacrificados a los ídolos es absurdo.
Pero este conocimiento no debe impulsar a un creyente maduro a ir a la carnicería donde venden carne sacrificada a los ídolos y comprar una buena porción para el almuerzo del día. Hacerlo sería equivalente a actuar envanecido por el conocimiento. Sería como decir: No me importa lo que piensen los otros creyentes, yo sé que no hay problema con esto y lo voy a hacer y punto.
¿Cuántos creyentes conoce que justamente tienen esta actitud en asuntos que no están específicamente legislados en la Biblia? ¿A cuántos creyentes ha oído decir por ejemplo: Yo sé que no hay ningún problema con ir al cine, y lo voy a hacer, no me importa lo que piensen los demás? Esto es actuar envanecido por el conocimiento. Pablo por tanto, va a agregar un nuevo elemento indispensable en este contexto. Es el amor.
Ciertamente que el conocimiento envanece, pero el amor edifica. El amor edifica en el sentido de tomar muy en cuenta la opinión de los demás. El creyente no debe actuar solamente sobre la base de lo que piensa que es lo correcto sino también sobre la base de lo que los demás piensan sobre ello. Si alguien se jacta de su conocimiento y obra conforme a ese conocimiento sin pensar en la opinión de los demás, está atentando contra el amor que debe tener hacia los demás.
Además, jactarse del conocimiento es muy riesgoso porque siempre habrá nuevas cosas para aprender. Si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo, dice Pablo. Por contraste, si alguno ama a Dios, no sólo que conocerá a Dios, sino más importante que eso, será conocido por Dios. El amor que se necesita para no actuar envanecido por el conocimiento, resulta de amar a Dios.
De modo que no es cuestión de que como yo sé como son las cosas, lo voy a hacer a pesar de lo que piensen los demás. El conocimiento con el amor demanda una conducta diferente. Sobre esto nos hablará Pablo más adelante.
Por el momento, Pablo va a mostrar el conocimiento que debemos tener en cuanto a la carne ofrecida a los ídolos. 1 Corintios 8:4-6 dice: «Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios. Pues, aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él.»
Sobre el tema de si los creyentes pueden o no comer alimentos que previamente han sido sacrificados a los ídolos, se hace necesario tomar en cuenta dos cosas imprescindibles. El conocimiento y el amor al prójimo.
Por ahora, Pablo se va a ocupar del conocimiento. Más adelante se ocupará de cómo funciona el amor en este asunto. Pablo dice que sabemos que un ídolo nada es en el mundo.
Así es amable oyente, un ídolo, ya sea una escultura de yeso, o de madera, o de cualquier otro material, o una imagen, pintada sobre los lienzos o fotografiada, no es absolutamente nada en el mundo.
Observe lo que Dios dice en su palabra sobre los que hacen ídolos y los que creen en ellos. En Isaías 44:9-18 leemos: «Los formadores de imágenes de talla, todos ellos son vanidad, y lo más precioso de ellos para nada es útil; y ellos mismos son testigos para su confusión, de que los ídolos no ven ni entienden. ¿Quién formó un dios, o quién fundió una imagen que para nada es de provecho? He aquí que todos los suyos serán avergonzados, porque los artífices mismos son hombres. Todos ellos se juntarán, se presentarán, se asombrarán, y serán avergonzados a una. El herrero toma la tenaza, trabaja en las ascuas, le da forma con los martillos, y trabaja en ello con la fuerza de su brazo; luego tiene hambre, y le faltan las fuerzas, no bebe agua, y se desmaya. El carpintero tiende la regla, lo señala con almagre, lo labra con los cepillos, le da figura con el compás, lo hace en forma de varón, a semejanza de hombre hermoso, para tenerlo en casa. Corta cedros, y toma ciprés y encina, que crecen entre los árboles del bosque; planta pino, que se críe con la lluvia. De él se sirve luego el hombre para quemar, y toma de ellos para calentarse; enciende también el horno, y cuece panes; hace además un dios, y lo adora; fabrica un ídolo, y se arrodilla delante de él. Parte del leño quema en el fuego; con parte de él come carne, prepara un asado, y se sacia; después se calienta, y dice: ¡Oh! Me he calentado, he visto el fuego; y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque mi dios eres tú.»
¿Qué le parece? Así es como han llegado a existir todos los ídolos en el mundo. No son nada, aparte de madera, o yeso, o metal o papel, de lo cual fueron hechos por el hombre. La realidad es que no hay más que un Dios.
De modo que, aunque haya los así llamados dioses, ya sea en el cielo o en la tierra, y que por cierto son muchos, cuyos seguidores les califican de dioses y señores, sin embargo, la realidad es, y nosotros así lo entendemos, que no hay más que un solo Dios, con D mayúscula, el Padre, de quien todo procede y para el cual vivimos, y un solo Señor, con S mayúscula, quien es Jesucristo, por quien todo existe y por medio del cual vivimos.
Por este motivo, es ilógico pensar que la carne de un animal que ha sido sacrificado a los ídolos está contaminada con los ídolos o poseída de demonios. Pero lo dicho no debe hacer que un creyente se apresure a ir a la carnicería donde venden carne de animales sacrificados a los ídolos, porque como ya se mencionó, hace falta también incluir el amor a los demás. Sobre esto trata el resto del pasaje bíblico, lo cual será motivo de nuestro próximo estudio bíblico.
Antes de concluir nuestra edición de hoy, le invito a visitar nuestra página Web y conocer la respuesta a la PREGUNTA DEL DÍA Según el relato en Lucas 10:25-28 en una conversación entre un intérprete de la ley y Jesús, el intérprete de la ley citó la ley, Pero según el relato en Mateo 22:35-37 fue Jesús quien citó la ley. ¿Quién fue que la citó El intérprete de la ley o Jesús? Nuestra dirección es: labibliadice.org Además puede hacernos llegar sus consultas y sugerencias y por supuesto escuchar nuevamente el programa de hoy. Le recuerdo nuestra dirección: labibliadice.org Hasta la próxima y que Dios le bendiga grandemente.
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