Doy gracias a Dios por el privilegio que me brinda al compartir este tiempo con usted, amable oyente. Soy David Araya dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Continuamos estudiando el Evangelio según Mateo, en la serie titulada: Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores. Luego del glorioso evento conocido como la transfiguración, Jesús y tres de sus discípulos descendieron del monte y se encontraron cara a cara con el poder maligno. Sobre esto nos hablará David Logacho luego de la siguiente pausa musical.
Qué grato es estar nuevamente junto a usted amable oyente. Es motivo de mucho gozo tomar la palabra de Dios para aprender más sobre nuestro amado Señor Jesucristo. Lo último que vimos fue la transfiguración de Jesús ante la estupefacta mirada de Pedro, Jacobo y Juan. Estos tres discípulos contemplaron con sus propios ojos a Jesús en la majestuosa gloria de su esencia divina y junto a él a Moisés y Elías. Pedro Jacobo y Juan quedaron tan extasiados por lo que veían, que sugirieron a Jesús hacer tres enramadas, una para Jesús, otra para Moisés y otra para Elías. Pero el Padre celestial no estaba de acuerdo con la idea de los discípulos y desde una nube de gloria que cubrió a Jesús, Moisés y Elías, dijo: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd. Jesús es todo. Jesús está por encima de todo. Jesús es preeminente. Habiendo oído la voz desde la nube de gloria, Pedro, Jacobo y Juan se postraron, cara al piso en actitud de adoración. Jesús entonces los tocó y les dijo: Levantaos, y no temáis. Al levantar la mirada, Pedro, Jacobo y Juan a nadie vieron sino a Jesús solo. Me encanta tanto esta frase: A nadie vieron sino a Jesús solo. Dígala despacio, comprendiendo su significado. Qué maravilla, Jesús es todo lo que usted y yo necesitamos. No mire ninguna otra cosa, mírelo a él solo. Pero después de haber ascendido a la cumbre de la gloria, a Jesús y a los discípulos les esperaba el profundo valle de la prueba. Siempre es así. Antes de someternos a una prueba, primero Dios nos capacita mostrándonos la gloria de su persona y de su poder. Veamos de qué se trata. Si tiene su Biblia cerca, ábrala en Mateo 17:9-18. Allí encontramos que Jesús hace un mandato a Pedro, Jacobo y Juan. Voy a leer el texto en Mateo 17:9. La Biblia dice: Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos.
Al descender del monte de la transfiguración, Jesús pidió a Pedro, Jacobo y Juan que no digan a nadie, ni siquiera a los otros nueve, acerca de la visión, o acerca de lo que acababan de ver en el monte de la transfiguración. Pero una vez que Jesús resucite de los muertos, Pedro, Jacobo y Juan estaban en libertad de comunicar a otros lo que Dios en su providencia les permitió vivir. Este mandato de Jesús a estos tres discípulos se debe entender a la luz de su contexto. La nación de Israel, representada por los fariseos, saduceos, escribas y ancianos, ya habían tomado la decisión de rechazar a Jesús como el Cristo, el Mesías de Israel, el Rey de los judíos. Por tanto el reino de los cielos en la tierra que Jesús vino a establecer quedó pospuesto hasta la segunda venida de Jesús en poder y gran gloria, la misma gloria que vieron con sus ojos Pedro Jacobo y Juan. Mientras tanto, según el consejo divino, era necesario que Jesús vaya a Jerusalén, padezca grandemente en manos de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto y resucitar al tercer día. Esto tenía que ser así, no había forma de cambiarlo. Por eso no tenía sentido que Pedro, Jacobo y Juan proclamen a los cuatro vientos lo que habían visto en el monte de la transfiguración. Pero una vez que se cumpla todo lo que las Escrituras y el mismo Jesús anunciaron, entonces allí si tenía sentido que Pedro, Jacobo y Juan anuncien públicamente lo que vieron en el monte de la transfiguración para confirmar que Jesús es el Cristo, el Mesías de Israel, el Rey de los judíos. Sin embargo, Pedro, Jacobo y Juan todavía tenían una inquietud. Veamos cuál era. Leo en Mateo 17:10-13. La Biblia dice: Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas. Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos. Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista.
Pedro, Jacobo y Juan habían oído de los escribas, los expertos en las Escrituras del Antiguo Testamento, que antes que venga el Cristo, el Mesías de Israel, el Rey de Israel, era necesario que venga Elías. Los escribas no estaban equivocados, porque eso es lo que dice el Antiguo Testamento en Malaquías 4:5. Ahora bien, Pedro, Jacobo y Juan acabaron de ver con sus propios ojos allí en el monte de la transfiguración que Jesús realmente es el Cristo, el Mesías de Israel, el Rey de los judíos. Siendo así, ¿Será entonces que no se cumplió la profecía de Malaquías en cuanto a que Elías debía venir primero? La respuesta de Jesús se debe entender de la siguiente manera. La profecía de Malaquias se va cumplir al pie de la letra. A la verdad Elías viene primero, y restaurará todas las cosas. Sin embargo, Juan el Bautista vino ya con el espíritu y poder de Elías. Note lo que, hablando de la relación de Juan el Bautista con Jesús, dice Lucas 1:17: E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto. A esto se refirió Jesús cuando dijo: Elías ya vino, y no le conocieron. Más aún la nación de Israel hizo con Juan el Bautista lo que quiso, de la misma manera que lo va a hacer con Jesús, el Hijo del Hombre. En resumen entonces, si en su primera venida Israel hubiera aceptado a Jesús como el Cristo, Juan el Bautista quien actuaba con el espíritu y el poder de Elías, hubiera sido el cumplimiento de la profecía de Malaquías, pero puesto que Israel rechazó a Jesús como el Cristo, está todavía por cumplirse la profecía de Malaquías. Elías en forma personal o algún otro con el espíritu y poder de Elías vendrá al mundo para preparar la segunda venida de Jesús, el Cristo. Algunos estudiosos de la Biblia piensan que uno de los dos testigos que ministrarán en la tierra durante la tribulación será justamente el profeta Elías, y se cumplirá fielmente la profecía de Malaquías. Muy bien. Llegó el momento cuando Jesús, acompañado de Pedro, Jacobo y Juan, se juntaron a los otros nueve discípulos. El encuentro estaba rodeado de tensión. Hubo un problema. Leo Mateo 17:13-16. La Biblia dice: Cuando llegaron al gentío, vino a él un hombre que se arrodilló delante de él, diciendo: Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, y padece muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. Y lo he traído a tus discípulos, pero no le han podido sanar.
Mirando los evangelios según Marcos y Lucas, podemos saber lo que había pasado. Mientras Jesús acompañado de Pedro, Jacobo y Juan estaban en el monte de la transfiguración, un hombre trajo a los nueve discípulos, a su hijo endemoniado desde niño, para que los discípulos lo liberen. El demonio tenía tal control sobre el muchacho, que le quitó el habla, le impedía oír, le causaba convulsiones, le hacía arrojar espuma por la boca, le hacía crujir los dientes y le iba haciendo secar poco a poco. Como si eso fuera poco, el demonio impulsaba al muchacho a que se lance al fuego o al agua para que muera. El demonio trataba que el muchacho se suicide. Los nueve discípulos hicieron lo que normalmente hacían para liberar de demonios a la gente, porque Jesús les había dado ese poder, pero algo salía mal y el demonio no salía de este muchacho. Entre la multitud que observaba estaban los infaltables escribas, quienes al ver el fracaso se pusieron a disputar con los nueve discípulos. Fue en eso que llegó Jesús acompañado de Pedro, Jacobo y Juan. Al ver a Jesús, el padre del muchacho se le acercó y se arrodilló ante él diciendo: Señor, ten misericordia de mí. Luego el hombre contó a Jesús lo que había pasado con su hijo y el fracaso de los nueve discípulos. Ante esto, Jesús resolvió el problema. Leo Mateo 17:17-18. La Biblia dice: Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá. Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora.
Jesús dirige estas palabras a los nueve discípulos que fallaron en liberar al muchacho endemoniado. Los exhorta con esas severas palabras: ¡Oh generación incrédula y perversa! La falla de estos discípulos estaba íntimamente relacionada con su incredulidad, la cual es propia de la humana naturaleza. Luego Jesús expresa su pesar por ver que sus discípulos todavía no habían aprendido a aplicar lo que Jesús les había enseñado y aprovechar el poder que Jesús les había dado, como el echar fuera demonios. Dicho esto, Jesús ordenó que le sea traído el muchacho. Según lo que relata el Evangelista Marcos, tan pronto el demonio se vio frente a Jesús hizo que el muchacho sufra una crisis convulsiva. En medio de frenéticos y descoordinados movimientos el muchacho cayó a la tierra y se revolcaba echando espumarajos. De esta manera el demonio pretendía demostrar cuan fuerte era, pero ¿quién puede ser más fuerte que Jesús? El padre del muchacho seguía clamando a Jesús por misericordia y ayuda. Jesús se dirigió al padre del muchacho y le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. Qué maravilla. Todo aquel que discierne la voluntad de Dios y pone su fe, poca o mucha, en la persona de Dios, verá hecho realidad sus pedidos. La respuesta del padre del muchacho fue contundente. Dijo a Jesús: Creo, ayuda mi incredulidad. Una manera de decir: Con la poca fe que tengo creo absolutamente en ti y estoy dispuesto a que mi fe en ti se fortalezca, para lo cual necesito tu ayuda. Maravilloso ejemplo de fe. Ante el asombro de los curiosos, Jesús entonces reprendió al demonio diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. Entonces el demonio, clamando y sacudiendo al muchacho con violencia salió y el muchacho quedó inmóvil, como si estuviera muerto, pero Jesús tomándole de la mano, le enderezó y le levantó. Así terminó este episodio. En nuestro próximo estudio bíblico nos ocuparemos de explicar la razón por la cual los nueve discípulos fallaron en liberar al muchacho. Mientras tanto, es posible que este mismo momento usted esté enfrentando alguna situación tan compleja que parece que no tuviera vía de escape. No olvide lo que dijo Jesús: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. Que Dios le bendiga.
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