Tener al enemigo cerca es tener al enemigo dentro

Es motivo de gran gozo compartir este tiempo con Usted, amable oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos en la serie que lleva por título: Gálatas: La Carta Magna de Emancipación de la Iglesia. Peor que tener al enemigo cerca es tener al enemigo dentro. Esta es una realidad espiritual en el creyente y sobre ello nos hablará David Logacho en el estudio bíblico de hoy.

Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en el libro de Gálatas capítulo 5 versículos 16 a 18. Como antecedente, Pablo exhortó a los creyentes Gálatas a no usar la libertad en Cristo como ocasión para la carne, sino a servirse por amor los unos a los otros, porque en esta conducta se cumple la ley. Manifestar este comportamiento no es natural al hombre. Para manifestar este comportamiento, el hombre necesita nacer de nuevo, pero no solamente eso, sino también ser controlado por el Espíritu Santo. Es acerca de esto que trata el tema que tenemos para nuestro estudio de hoy. Lo primero que encontramos es una exhortación. En Gálatas 5:16 leemos: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” Para entender el sentido de esta exhortación, definamos algunos términos importantes. Número uno, el verbo andar. En este caso en particular, andar significa un determinado estilo de vida, una manera habitual de conducirse en la vida. Andar también denota un progreso, por cuanto la acción de andar permite a una persona a trasladarse de un lugar a otro. Número dos, el Espíritu. Se refiere a la persona del Espíritu Santo, quien mora en todo creyente verdadero desde el mismo momento que ese creyente recibió a Cristo como Salvador. Número tres, la carne. En este versículo, la palabra carne significa la naturaleza pecaminosa que todo creyente posee mientras está en el cuerpo. Con esto en mente, la exhortación de Pablo entonces tiene que ver con que el estilo de vida del creyente o su manera habitual de conducirse debe estar caracterizada por un continuo control del Espíritu Santo que mora en él. Solamente de esta manera se podrá evitar el satisfacer los deseos de la naturaleza pecaminosa que también mora en el creyente. Note que el verbo andar y el verbo satisfacer, ambos están conjugados en modo imperativo. Andad en el Espíritu; no satisfagáis los deseos de la carne. Esto significa que se trata de órdenes o mandatos. Si un creyente no está andando en el Espíritu, está desobedeciendo a Dios. Si un creyente está satisfaciendo los deseos de la naturaleza pecaminosa, está desobedeciendo a Dios. Observe además que cuando un creyente no está andando en el Espíritu, automáticamente estará satisfaciendo los deseos de la carne. Esto es lo que pasa a muchos creyentes hoy en día. Como no están controlados por el Espíritu es inevitable que se hallen satisfaciendo los deseos de la carne. La única manera de dominar la carne es por medio de andar en el Espíritu, lo cual es lo mismo que ser controlados por el Espíritu. Observe también que esto de dominar la naturaleza pecaminosa es el resultado de la acción voluntaria por parte del creyente de dejarse controlar por el Espíritu Santo. Esta es una decisión personal del creyente. No es cuestión de que alguien imponga manos a ese creyente, o de que alguien declare libre a ese creyente. Esta es la exhortación que hace el Apóstol Pablo. Pero además de una exhortación, el apóstol Pablo hace una explicación. Gálatas 16: 17 dice: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que queréis.” En este texto se nos habla de las dos naturalezas en el creyente. Cuando Dios nos otorga la salvación por la gracia, no destruye la naturaleza pecaminosa del creyente, la cual recibió el momento que fue concebido. El nuevo nacimiento no implica la eliminación de aquella vieja naturaleza, tampoco implica ningún cambio de esa naturaleza vieja o pecaminosa o carnal. Lo que implica el nuevo nacimiento es impartir una naturaleza absolutamente nueva, nacida del Espíritu Santo de Dios y estas dos naturalezas moran juntas en el creyente. Cuando Cristo, según Juan 3:6, dijo: Lo que es nacido de la carne, carne es, estaba hablando de la naturaleza pecaminosa. Y cuando dijo: Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es, estaba hablando de la nueva naturaleza. Estas dos naturalezas residen en el creyente hasta que ese creyente reciba la redención del cuerpo de la humillación suya, para que sea semejante al cuerpo de la gloria de Cristo. Solo entonces será librados para siempre de esta naturaleza pecaminosa, o de esta tendencia interna al pecado. Mientras tanto, el creyente debe aprender, y a veces a través de experiencias dolorosas, que la naturaleza pecaminosa es incapaz de sujetarse a la ley de Dios. Romanos 8:7 dice: “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden.” La naturaleza pecaminosa es tan corrupta, tan vil, que jamás podrá ser santificada. En cambio la nueva naturaleza es tan pura, tan santa, que no necesita en absoluto ser santificada. La Biblia no enseña en ninguna parte que tratemos de restaurar nuestra naturaleza pecaminosa. En el creyente están presentes entonces la naturaleza pecaminosa y la nueva naturaleza. Pablo dice además que el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, y estos se oponen entre sí. Lo que quiere la naturaleza pecaminosa es contrario a lo que quiere la nueva naturaleza. Esto explica la lucha que tiene dentro de sí todo creyente. Por un lado la naturaleza pecaminosa quiere que el creyente haga su voluntad. Por otro lado la nueva naturaleza quiere que el creyente haga su voluntad. ¿Quién logrará imponerse? Pues todo depende del papel que juega el Espíritu Santo en ese creyente. ¿Recuerda lo que dijo Pablo? : Andad en el Espíritu, o vivid controlados permanentemente por el Espíritu Santo. ¿Para qué? Pues para no satisfacer los deseos de la carne o los deseos de la naturaleza pecaminosa. Cuando el control del Espíritu Santo está ausente en la vida de un creyente, la vieja naturaleza tomará el control de ese creyente y como resultado ese creyente hará lo que sinceramente no desea hacer. ¿Conoce Usted a algunos creyentes que honestamente quieren vivir para agradar al Señor, pero frecuentemente están haciendo cosas que desagradan al Señor? Parece como que no pueden hacer lo que quieren, lo que es bueno y agradable a Dios. La razón de esto es que esos creyentes no están bajo el control del Espíritu Santo. La gran pregunta es entonces: ¿Cómo un creyente llega a estar bajo el control del Espíritu Santo? Pues es una decisión voluntaria por parte del creyente de entregar su vida totalmente a Cristo. Romanos 12:1-2 dice “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Esta decisión voluntaria del creyente debe ser seguida por una vida de obediencia a lo que Dios ha ordenado en su palabra. No olvide que si Usted alimenta a su carne, o a su naturaleza pecaminosa, de ella cosechará corrupción. Pero si Usted alimenta a su nueva naturaleza, de ella cosechará vida eterna. Gálatas 6:8 lo dice: “Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.” Se cuenta que un campesino tenía dos perros de iguales características pero distinto color. El uno era negro y el otro era blanco. Durante la semana, el campesino mantenía encadenados a esos perros. Por ese motivo eran muy bravos. La diversión del campesino era soltar a los perros en su patio el fin de semana para hacerles pelear por un rato. Lo curioso era que en todas las peleas el campesino sabía de antemano cuál perro iba a ganar. Nunca se equivocaba. Esto despertó la curiosidad de alguien y preguntó al campesino: ¿Cómo es que Usted sabe de antemano cuál perro va a ganar en la pelea? Sencillo respondió el campesino. Si quiero que gane el perro negro, le doy de comer solo a él durante la semana y al blanco nada. Si quiero que gane el perro blanco, le doy de comer solo a él durante la semana y al negro nada. El perro que come durante la semana siempre gana el fin de semana. Así es en el campo espiritual en el creyente. Si Usted alimenta a su carne y no alimenta a su Espíritu, no espere tener victoria sobre su carne, siempre vivirá fracasando espiritualmente. Pero si Usted alimenta a su Espíritu y no alimenta a su carne, siempre vivirá en victoria sobre el pecado. Alimentar a la carne es hacer lo que la carne quiere. Cada vez que cedemos al control de la carne, la naturaleza pecaminosa se fortalece más. Alimentar al Espíritu es hacer lo que el Espíritu quiere. Cada vez que cedemos al control del Espíritu, la nueva naturaleza se fortalece más. Hemos considerado la exhortación, luego la explicación. Finalmente tenemos el estímulo. Gálatas 5:18 dice: “Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley” Este es un gran estímulo para andar en el Espíritu o para vivir controlados por el Espíritu Santo. Pablo dice: Si Ustedes se someten a la guía del Espíritu Santo, o si el Espíritu Santo tiene control de sus vidas, entonces la justicia de la ley se cumplirá en Ustedes y por tanto no es necesario que vuelvan a someterse a la ley. Cada vez que la Biblia nos da una exhortación, o un mandato, queda a voluntad del creyente el obedecer o desobedecer. La obediencia traerá fruto de justicia, pero la desobediencia traerá el fruto de la carne, lo cual será el tema de nuestro próximo estudio bíblico. ¿Cuál va a ser su decisión?

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