Damos gracias al Señor por la oportunidad de estar junto a Usted, amiga, amigo oyente. La Biblia Dice… tiene el agrado de invitarles a un nuevo estudio bíblico sobre el Libro de Nehemías. Después de la pausa musical estará junto a nosotros David Logacho para guiarnos en el estudio bíblico de hoy.
En nuestro último estudio bíblico, vimos como los judíos tomaron una decisión extremadamente importante. Después de años de contemplar las ruinas de la ciudad de Jerusalén, finalmente, bajo el mando de Nehemías, se levantaron de su letargo y se comprometieron a reedificar los muros caídos de la ciudad. La clave para esta decisión radicó en la motivación que Nehemías les infundió, en las molestias que los enemigos de la obra ocasionaron y en la persona en quien los obreros pusieron su mirada. En el estudio bíblico de hoy, examinaremos como se iniciaron los trabajos de la obra.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en el Libro de Nehemías capitulo 3 Todo este capitulo esta dedicado a identificar a los que reconstruyeron cada segmento del extenso muro de Jerusalén. Es interesante notar en este capítulo una serie de nombres, muchos de ellos difíciles aún de pronunciar, pero que constan allí. ¿Se ha preguntado alguna vez, por qué es que en la Biblia, de tanto en tanto, aparecen nombres de muchas personas que más parece que están allí para aburrir a los lectores? Bueno, permítame sugerir una probable razón. Para Dios, las personas son importantes. Nuestro Dios es un Dios personal, orientado a las personas. Para mí es de mucho consuelo saber que para Dios no soy uno más del montón, no soy un simple número, como lo somos todos nosotros para los gobiernos de los países en los cuales vivimos. Dios me conoce por mi nombre, cuando él piensa en mi, me ve como soy, con mis debilidades y virtudes y sobre todo es como si él pusiera su brazo sobre mis hombros y me tratara como al mejor de sus amigos llamándome por mi nombre. Que bendición es saber que el Autor del universo. Aquel por cuyo poder se mantiene todo en su lugar. Aquel que mantiene en sus órbitas a los planetas, quien supervisa las galaxias más distantes con sus miles de millones de estrellas, tiene también tiempo para mí, un mísero ser que habita en este mundo, que en comparación con el enorme universo, no es sino como un granito de arena en una extensa playa. Por ser un Dios personal, Dios ha escogido poner nombres de personas en algunas porciones de la Biblia. ¿Quién puede saber quienes eran personajes como Hanneel, o Mesulam, o Bet-haquerem? Para nosotros no son nadie, pero ciertamente que para Dios significan mucho y por eso sus nombres han sido colocados en este capitulo 3 de Nehemías. El tiempo desgraciadamente no nos permite leer todo el capitulo, pero a lo largo del mismo, podemos fácilmente distinguir tres características esenciales en este capítulo. Primero, una planificación detallada, segundo, una participación descollante y tercero una postura discordante. Veamos pues en este orden algunos detalles interesantes. En primer lugar, notamos una planificación detallada. A lo largo del capítulo, podrá notar, amiga, amigo oyente, que Nehemías designó a determinadas personas para la tarea de reedificación. Cuando se iniciaron los trabajos, todos sabían qué parte del muro les tocaba restaurar. No se armó el embrollo que casi siempre vemos cuando nosotros organizamos alguna actividad colectiva. En alguna ocasión, los miembros de cierta iglesia local decidieron que debían pintar el templo en el cual tenían sus reuniones. El día señalado y a la hora señalada se reunieron todos los que estaban interesados en ayudar con el trabajo. La mano de obra estaba lista para comenzar el trabajo, todos se miraban el uno al otro, pronto la situación era evidente, nadie se había preocupado de planificar el trabajo. No había pintura, no habla escaleras, no había las herramientas para pintar, no había nada. Para cuando estos elementos indispensables para hacer la obra se consiguieron, la mitad de la gente ya se habían regresado a sus casas desanimados, el resto siguieron con el trabajo y corno siempre, al final sólo quedaron el pastor y su familia. Triste realidad, esto es el pago del error garrafal de la falta de planificación. Dios es un Dios de orden. El honra la planificación y Nehemías sabía muy bien este detalle, por eso, de antemano planificó detalladamente la obra, poniendo personas especificas en lugares específicos para hacer el trabajo. Con razón que la obra se inició sin ningún contratiempo. Uno de los detalles que Nehemías tomó muy en cuenta durante la planificación fue el lugar donde vivían los obreros. Nehemías 3:28 dice: «Desde la puerta de los caballos restauraron los sacerdotes, cada uno enfrente de su casa» Este es un detalle que parece insignificante, pero Nehemías lo tomó muy en cuenta, nadie tenia que atravesar toda la ciudad a la mañana y a la tarde para hacer la obra. Quizá esto es simple sentido común, pero recuerde que el sentido común es el menos común de los sentidos. Además de una planificación detallada, notamos una participación descollante. En la obra participaron todos. Con Nehemías al frente, trabajaron los gobernadores, los sacerdotes, el pueblo y los siervos. Es decir, nadie quedó de lado. Quizá muchos no sabían nada de albañilería, pero ciertamente que eran útiles cargando ladrillos o pasando la mezcla, o recogiendo escombros, etc. Esta participación tan descollante debe ser un buen ejemplo para que nosotros lo sigamos. Huchas veces hay oportunidades de trabajo en la obra del Señor, pero nosotros rehuimos el trabajo. Decirnos: No, eso no es para mí, eso es para los pastores, o aquello es para los diáconos, eso es para los maestros de la escuela dominical. O a veces nos escudamos detrás de una excusa que suena muy espiritual pero que esconde un verdadero desinterés en la obra del Señor. Decimos: Yo no hago aquello, porque no es mi don. Amigo oyente, ciertamente que a cada uno de nosotros nos ha sido dado uno o varios dones en particular, pero a todos y cada uno de nosotros se nos ha ordenado servir, Gálatas 5:13 dice: «Servios por amor los unos a los otros». Notemos que en la reedificación de los muros de Jerusalén se involucraron todos. No todos ellos tenían el don de servicio, pero de veras que aunque no tenían este don tenían la buena voluntad de servir haciendo lo que ellos podían hacer. Dios jamás nos va a pedir hacer algo para lo cual no estamos capacitados, pero en lo que El nos ha capacitado debemos servir con humildad y alegría. Otra cosa digna de mencionarse es que a la hora de servir, todos los judíos estaban al mismo nivel. El gobernador no dijo: Ah, esto no es digno de mi alta posición. El sacerdote no dijo: Ah, pasar ladrillos no va con mi dignidad. No, todos se pusieron en el nivel de siervos y doblaron la espalda para trabajar. Cuan diferentes somos nosotros, muchas veces nos resistimos a limpiar el local de la iglesia, porque pensamos que es una tarea demasiado baja para nuestra alta dignidad. ¿De dónde hemos sacado este concepto? No hay nada que sea bajo cuando se trata de hacer algo para el Señor. Recordemos el ejemplo del Señor Jesucristo cuando lavó los pies de sus discípulos. Todavía resuenan a nuestro oído sus palabras: Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. Tenemos entonces que en la obra de reconstruir el muro de Jerusalén, hubo una planificación detallada y una participación descollante, pero no solo eso, además de ello, existió una postura discordante. Mi amiga, mi amigo, en la obra del Señor, siempre existirán los que no quieren ensuciarse las manos con el trabajo. En la época de Nehemías hubo algunos, hoy en día también hay muchos. Nehemías 3:5 dice: «E inmediato a ellos restauraron los tecoitas; pero sus grandes no se prestaron para ayudar a la obra de su Señor» Que palabras tan trágicas. Quizá ellos fueron los que pensaron: No… pasar ladrillos no va con nuestra dignidad. Qué mal. Su actitud ha quedado grabada en el mármol, como un reproche para todos los que hoy en día piensan como ellos. Notemos que la negativa de estas personas no afectó a Nehemías directamente. El texto no dice que no se prestaron para ayudar a la obra de Nehemías. El texto dice que no se prestaron para ayudar a la obra de su Señor, esto es Dios. Cuando nos resistimos a hacer algo en la obra del Señor, no estamos afectando al pastor o a los ancianos de la iglesia, estamos en contra de Dios, porque es de él la obra, y esto si que es algo muy serio. Nuestra oración es que con la ayuda del Señor podamos hacer su obra con una planificación detallada, con una participación descollante y advertidos que siempre vamos a encontrar posturas discordantes.
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