Saludos cordiales amigo oyente. Bienvenido al estudio bíblico de hoy. Los creyentes nos vemos forzados a vivir en medio de una sociedad maligna y perversa. La única manera de escapar de esta realidad sería yéndonos a vivir en algún planeta distante, pero no haga planes para ello, porque la Biblia no nos pide salir de la sociedad en la cual vivimos por más maligna y perversa que sea, más bien nos alienta a vivir en medio de ella. En sí mismo no hay nada de malo en vivir en medio de una sociedad maligna y perversa. Lo malo está en permitir que seamos absorbidos por ella y lamentablemente esto es lo que ha sucedido con muchos creyentes. Han sido engullidos en las temibles fauces de esta sociedad maligna y perversa. ¿De qué manera? Pues cuando han adoptado las normas planes y modelos del mundo y han desechado las normas, planes y modelos de Dios. En el estudio bíblico de hoy, Pablo va a mostrarnos cómo podemos ser hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en la epístola del apóstol Pablo a los Filipenses, capitulo 2 versículos 14 a 16.
En el versículo 15, Pablo nos habla de hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa.
Esto es interesante. Esto es lo que Ud. y yo debemos buscar. Nos referimos a mantenernos sin mancha como hijos de Dios que vivimos en medio de una generación o una sociedad maligna y perversa. Es tan fácil ser manchados por el sistema que impera en este mundo.
Somos tan propensos a adoptar los modelos del mundo para nuestro diario vivir y despreciar los modelos que Dios nos ha dado en su palabra. ¿Cómo ser hijos de Dios, sin mancha en medio de esta generación malignen y perversa? Pablo nos da cuatro mandatos.
Primero. Hacer todo sin murmuraciones y contiendas. Esto es lo que dice Filipenses 2:14 Note que el verbo se encuentra en modo imperativo, señalando la acción como una orden. Recuerde Ud. que Pablo está hablando a una congregación en la cual se estaban dando algunos brotes divisionistas, de rivalidad, y de celos.
Los creyentes estaban haciendo la obra del Señor, no para agraciar al Señor de la obra sino para agradarse a ellos mismos o a los grupos a los cuales pertenecían. Este comportamiento era público y notorio no solo a los creyentes sino también a la gente de la ciudad, gente incrédula que no atinaba a comprender como los hermanos se comían unos a otros.
Para la gente del mundo era normal el causar divisiones, la rivalidad, los celos, las peleas, porque eso es típico de la naturaleza caída de todo ser humano, pero desafortunadamente algunos creyentes habían adoptado este comportamiento y lo hablan introducido en la iglesia.
Pablo dice: Uds. son hijos de Dios, no hijos del mundo, por tanto no deben permitir que el mundo les manche de esta manera. Para ello, deben empezar a hacer todo sin murmuraciones. Este mandato tiene tres implicaciones.
Número uno. Hacer todo sin quejarse. Ah, por qué yo, mientras los demás no hacen nada. Ah, por qué a mí la parte más difícil, mientras los demás hacen lo más fácil y así por el estilo, queja tras queja.
Número dos. Hacer todo sin mirar solamente lo negativo en lo que hacen los demás. Cuan hábiles somos para detectar los errores de los demás, ¿verdad? Y cuando encontramos uno, no dudamos en hacerlo público. Proverbios 10:12 dice: «El odio despierta rencillas; pero el amor cubrirá todas las faltas»
Número tres. Hacer todo sin reclamar a Dios. Muchas veces pensamos que Dios es injusto pidiéndonos hacer ciertas cosas que no nos agrada hacer. Dios es Dios y nada de lo que nos pide hacer puede partir de motivos injustos.
Además de hacer todo sin murmuraciones, deben hacer todo sin contiendas. Esto significa hacer todo sin cuestionamientos, sin sospechas, sin juzgar los motivos de los demás.
La segunda orden para ser hijos de Dios sin mancha en medio de esta generación maligna y perversa, es ser irreprensibles y sencillos. Filipenses 2:15 en su primera parte dice: «para que seáis irreprensibles y sencillos»
La palabra irreprensibles significa sin motivo para ser acusado. No significa impecable. Como humanos que somos, no estamos libres de cometer faltas de vez en cuando, pero si reconocemos nuestras faltas y damos los pasos necesarios para corregir seguimos siendo irreprensibles.
La palabra sencillos, significa sin engaño. Tiene que ver con una persona que no tiene un motivo escondido para hacer lo que hace. ¿Cuánto de lo que se hace en las iglesias será para la gloria de Dios exclusivamente? Porque desafortunadamente somos expertos en hacer cosas no para el Señor sino para nuestro propio beneficio, para nuestra, propia gloria.
Los creyentes que nos ven actuar están convencidos, que lo que hacemos es para la gloria del Señor, solamente nosotros sabemos que no es así. Allí, está el engaño. Pablo dice: Hagan todo sin engaño. Si queremos ser hijos de Dios sin mancha en medio de esta generación maligna y perversa tenemos que hacer todo sin murmuraciones y contiendas para que seamos irreprensibles y sencillos.
Pero no solamente eso, la tercera orden es que resplandezcamos como luminares en el mundo. Filipenses 2:15 al final dice: «en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo»
Pablo está hablando de la generación maligna y perversa y dice que en medio de ella, los creyentes debemos resplandecer como luminares. Es muy ilustrativa la comparación. La generación maligna y perversa está en la más densa tiniebla espiritual. Los que son parte de ella andan a tientas sin saber a dónde van.
Los creyentes somos los luminares, que cual faros en el puerto guiamos a las almas al puerto seguro de la salvación en Cristo. ¿Está Ud. amigo oyente sirviendo como luminar para guiar a otros a Cristo? O hace tiempo que su luz está oscurecida por el pecado en su vida. Si este es su caso no espere mas, saque esa gruesa cubierta de su vida, llamada pecado y empiece a resplandecer para que otros puedan llegar a la seguridad de la salvación en Cristo.
Algo muy digno de ser tomado en cuenta es la función que Dios ha asignado a los creyentes. Debemos estar en medio de la generación maligna y perversa, no absorbidos por ella sino resplandeciendo como luminares. No son pocos los creyentes que han pensado que seria aconsejable salir de en medio de la generación maligna, y perversa para refugiarse en algún recóndito lugar lejos de la suciedad de este mundo.
Pero si los creyentes hiciéramos esto, ¿quién guiaría a los incrédulos a Cristo? ¿Quién les hablaría del Señor tanto con los labios como con los hechos? No habría nadie.
El Señor Jesucristo dijo en Juan 17:15 «No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal»
¿Cómo ser hijo de Dios sin mancha en medio de esta generación maligna y perversa? Ya hemos visto que es por medio de hacer todo sin murmuraciones ni contiendas, por medio de ser irreprensibles y sencillos y por medio de resplandecer como luminares en el mundo.
Por último, por medio de asirnos de la palabra de vida. Filipenses 2:16 dice: «asidos de la palabra de vida, para, que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado»
Dios ha dejado a sus hijos su palabra. Es una palabra pura y perfecta. Los creyentes debemos tomar esta palabra y aferramos a ella tanto como sea posible. En ella, encontramos la sabiduría para poder enfrentar las situaciones de la vida y las promesas de lo que es nuestro en Cristo.
Esta palabra de vida debe ser conocida, vivida y proclamada. Ud. y yo, amigo oyente que somos hijos de Dios debemos ser Biblias vivientes, personas que por su comportamiento dan vida a la palabra de vida.
¿Está Ud. leyendo su Biblia diariamente? ¿Está estudiando la palabra de vida? ¿Está memorizándola y meditando en ella? Sobre todo, ¿está compartiéndola con otros?
Para Pablo era clave que los Filipenses estén asidos de la palabra de vida. Solamente así se mantendrían sin mancha en medio de esta generación maligna y perversa y además, en el día de Cristo, Pablo podría gloriarse de que no ha corrido en vano, ni en vano ha trabajado.
Ahora tenemos completo el cuadro. ¿Cómo ser hijo de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa?
Primero haciendo todo sin murmuraciones ni contiendas, segundo siendo irreprensibles y sencillos, tercero resplandeciendo como luminares en el mundo y cuarto, asiéndonos de la palabra de vida.
Que con la ayuda del Señor podamos vivirlo en la práctica.
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