Es grato saludarle mi amiga, mi amigo. La Biblia Dice… le da la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Proseguimos con el estudio del libro de Hebreos, en la serie titulada: La preeminencia de Jesucristo. En esta ocasión, David Logacho nos mostrará como ve Dios el destino final del hombre.
El libro de Hebreos gira en torno a la majestuosa superioridad de Jesucristo sobre todo y sobre todos. Hebreos capítulo 1 nos mostró a Jesucristo como el cumplimiento del Antiguo Testamento y como infinitamente superior a los ángeles.
Los primeros cuatro versículos del capítulo 2 fueron una advertencia a los judíos convencidos intelectualmente, pero renuentes a recibir a Jesucristo como Salvador. En el pasaje bíblico que nos corresponde estudiar el día de hoy, el autor de Hebreos va a retomar el tema de la superioridad de Jesucristo sobre los ángeles.
Para la mente judía, la idea de un Cristo hecho carne era algo inconcebible y más inconcebible era la idea de un Cristo en humillación. Esto era una vergüenza para ellos. Ellos, por supuesto, estaban al tanto del mensaje del evangelio, el cual tiene que ver con que Cristo se hizo hombre y como hombre fue humillado hasta la muerte y esto simplemente no tenía lugar en su forma de pensar.
No podían admitir jamás que un Cristo así pudiera ser superior a los ángeles. Para demostrar que Cristo, aun como hombre es superior a los ángeles, el autor del libro de Hebreos va a hablar del destino del hombre y utilizando el propio Antiguo Testamento nos hará ver lo que estaba en la mente de Dios con respecto al destino final del hombre.
En Hebreos capítulo 2, versículos 5 a 9, vamos a encontrar el destino del hombre revelado por dios, el destino del hombre reformado por el pecado y el destino del hombre recuperado por Jesucristo. Consideremos entonces el destino del hombre revelado por Dios. Hebreos 2:5, hasta la primera parte del versículo 8 dice: “Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando; pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que le visites? Le hiciste un poco menor que los ángeles, le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de tus manos; todo lo sujetaste bajo sus pies.”
El versículo 5 dice que Dios no sujetó a los ángeles el mundo venidero. Esta es una afirmación interesantísima. Notamos en primer lugar que existe un mundo venidero. La palabra mundo en este caso dignifica una tierra habitada. Hay una tierra habitada que está por venir y no es la misma en la que habitamos hoy, porque esta tierra en la cual habitamos hoy está por irse, no por venir.
En segundo lugar, esa tierra habitada no estará sujeta a los ángeles, sino ¿a quiénes? Pues a los que somos redimidos por Jesucristo. Tenemos entonces que el mundo venidero estará sujeto no a ángeles sino a los que somos redimidos por Jesucristo. El mundo presente, en cambio, sí está sujeto a los ángeles, sean estos buenos o malos. ¿Quién es príncipe de la potestad del aire? Pues Satanás, un ángel caído. En el libro de Daniel vemos que ángeles buenos contendían con ángeles malos, porque la realidad es que este mundo está sujeto a los ángeles.
Para probar su aseveración, el autor de Hebreos cita el salmo 8, los versículos 4 al 6. En este salmo encontramos un diálogo entre David y Dios. David comienza reconociendo la pequeñez del hombre en relación con Dios, dice: ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre para que le visites? Luego prosigue reconociendo la fragilidad del hombre, dice: Le hiciste un poco menos que los ángeles. El hombre es muy limitado en relación con los ángeles, limitado en poder, limitado en inteligencia y limitado en movilidad.
Pero a pesar de ser muy limitado en relación con los ángeles, Dios no dio el domino de la creación a los ángeles sino a hombres frágiles y limitados. ¿Por qué lo hizo? Es la misma pregunta que hizo el salmista. La respuesta es porque él es soberano y esa fue su voluntad, por este motivo el salmista afirma: Le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de tus manos; todo lo sujetaste bajo sus pies. Este es el destino del hombre revelado por Dios.
El hombre fue creado para ejercer domino sobre todo lo creado por Dios. Por esto el autor del libro de Hebreos hace un comentario que encierra en términos precisos el plan de Dios para el destino del hombre. Hebreos 2:8, en su segunda parte dice: “Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él” Qué grandiosa verdad. El destino del hombre revelado por Dios es que el hombre domine todo lo creado.
¿Ejerció el hombre este dominio alguna vez? Por supuesto que sí. Génesis 1:28 dice: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad, multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.” En cumplimiento de este mandato, Adán y Eva dominaron todo lo creado por Dios. ¿Por cuánto tiempo? La Biblia no lo revela, pero sí revela que en algún momento, el momento más triste de la historia, el hombre perdió el domino de lo creado. Este evento dio lugar a un cambio en el destino del hombre, por eso tenemos el destino del hombre reformado por el pecado.
A esto se refiere la última parte de Hebreos 2:8 que dice: “pero todavía no vemos que todas las cosas le son sujetas” Y esto es una realidad presente. Por dondequiera que dirijamos nuestra mirada vamos a ver rastros de la pérdida del domino del hombre sobre la creación. En lugar de que la creación esté sujeta al hombre, vemos que el hombre está sujeto a la creación.
¿Qué motivó este cambio tan drástico? Fue la entrada del pecado en el mundo, cuando el hombre dio más crédito a la palabra de Satanás que a la palabra de Dios y así Satanás, el usurpador arrebató al hombre el domino de la creación. Como resultado de la caída del hombre en pecado, Dios maldijo a Satanás, a la mujer, al hombre y a la tierra. Que triste, ¿verdad? El pecado hizo cambiar el destino del hombre, de dominador se tornó en dominado.
Fue en estas circunstancias que el Hijo de Dios se hizo hombre, nació en un pesebre, su compañía fue el frío de la noche, sus visitantes, humildes pastores, creció hasta hacerse adulto, su hogar fue los polvorientos caminos, su escuela el desierto, sus amigos, pescadores, como sacerdote, su altar fue una cruz, su sacrificio su propio cuerpo. Así es amigo oyente, Dios se hizo hombre para poder morir y retomar el dominio que el hombre que perdió cuando cayó en el pecado.
Por eso en el pasaje que estamos estudiando tenemos el destino del hombre recuperado por Jesucristo. Hebreos 2:9 dice: “Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.” En este texto contemplamos a Jesús, hecho por un poco de tiempo menor que los ángeles, esto se refiere a los aproximadamente 33 años en los cuales el Hijo de Dios tomó forma humana para habitar en este mundo. Durante estos 33 años, se humilló hasta lo sumo y esa humillación le permitió coronarse de gloria y de honra.
¿Por qué tuvo que morir Jesucristo siendo perfecto? Para pagar por los pecados que usted y yo hemos cometido. Dios ha dicho en su palabra que el alma que pecare, esa morirá. La muerte es la paga o el castigo por el pecado. Cuando Jesucristo murió en la cruz, estaba muriendo por usted y por mí. Cuando yo, hace tiempo atrás, recibí a Jesucristo como mi Salvador personal, yo morí juntamente con Jesucristo y no sólo eso, sino que también, juntamente con Jesucristo resucité a una nueva vida, porque Jesucristo resucitó de entre los muertos.
En esta nueva vida, recuperé, juntamente con Jesucristo, el dominio de la creación. Por supuesto que todavía no entra en vigor este dominio, pero sólo es cuestión de tiempo. Por esta razón, Romanos 8:19 dice: “Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.”
Un día, más cerca de lo que muchos piensan, usted y yo que hemos sido redimidos por la sangre de Jesucristo, estaremos ejerciendo dominio sobre la creación, y entonces se cumplirá lo que dice Romanos 8:21 donde leemos: “porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.” De modo que, en este estudio bíblico, hemos visto el destino del hombre revelado por Dios, Dios diseñó que el hombre domine la creación.
Hemos visto el destino del hombre reformado por el pecado. Satanás arrebató al hombre el dominio sobre la creación y finalmente hemos visto el destino del hombre recuperado por Jesucristo. Con su muerte, Jesucristo recuperó para el hombre el dominio sobre la creación. ¿Qué ángel ha podido lograr lo que Jesucristo ha logrado? Absolutamente ninguno. En consecuencia, aun como hombre, Jesucristo es superior a los ángeles.
Eso es lo que el autor de Hebreos quiso demostrar. Finalizando ya, si usted jamás ha recibido a Jesucristo como Salvador, usted no tiene la más mínima esperanza de algún día ejercer dominio sobre lo creado. Todo lo contrario, a usted le espera condenación eterna.
¿No le gustaría hoy mismo recibir a Jesucristo como su Salvador para así tener vida eterna y como beneficio adicional, algún día poder dominar la creación? Hágalo este mismo instante. Allí donde está escuchando este programa, hable con Dios y reconociendo su condición de pecador, dígale a Dios que desea recibir a Jesucristo como su único y personal Salvador. Si lo hace, Dios perdonará su pecado y usted llegará a ser un hijo de Dios, con todos los privilegios y responsabilidades que eso conlleva.
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