Saludos cordiales. Bienvenido al estudio bíblico del día de hoy. Continuamos estudiando la carta de Judas. El escritor de la carta exhortó a sus lectores a contender ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos, porque han entrado encubiertamente a la comunión de los santos los apóstatas, personajes siniestros que fingen ser creyentes pero que no lo son y su único fin es destruir la iglesia. La apostasía estaba presente durante el primer siglo y a medida que pasa el tiempo se va fortaleciendo más y más, por tanto debemos saber cómo contender por la fe para oponernos con firmeza contra la creciente corriente de enseñanza falsa. Para ello debemos estudiar la Biblia por nosotros mismos y obedecer lo que ella nos ordena. Esto es vital, porque si no conocemos la verdad no podremos detectar el error y si no obedecemos lo que conocemos de la Biblia no tendremos la integridad moral para enfrentar la falsa enseñanza de la apostasía. Además debemos dar testimonio de la verdad de la Palabra de Dios con valentía y sin vacilación. La Biblia está siendo atacada por muchos frentes y nosotros los creyentes no solo debemos pronunciarnos en defensa de ella sino debemos proclamar su mensaje de salvación por medio de creer en lo que Cristo hizo por nosotros en la cruz. Otra forma de contender ardientemente por la fe es animando y sosteniendo a pastores y maestros que con fidelidad están proclamando la Palabra de Dios. La apostasía es un asunto muy serio amigos oyentes. Dios la ha tratado con mucha severidad en el pasado. Judas nos da algunos ejemplos de ello. En el estudio bíblico de hoy trataremos uno de esos ejemplos.
Si Ud tiene su Biblia a la mano, ábrala en Judas 5. La primera parte de este texto dice «Mas quiero recordaros, ya que una vez lo habéis sabido…» Detengámonos aquí. Judas está recordando algo a sus lectores. No era algo nuevo, era algo que ellos ya lo sabían, pero a lo mejor, como nos ocurre a muchos de nosotros, lo habían olvidado. ¿Qué es lo que quería recordarles? Pues que Dios siempre ha tratado con mucha severidad la apostasía. Para ello va a tomar tres ejemplos muy conocidos para todo judío. El primero de ellos es la experiencia de Israel como nación. Judas 5 continúa diciendo «que el Señor habiendo salvado al pueblo sacándolo de Egipto, después destruyó a los que no creyeron» La historia de Israel es una historia llena de sobresaltos y hechos sorprendentes. Quizá donde más se nota esta característica es en la época comprendida entre la liberación de la esclavitud de Egipto y la entrada a la tierra prometida. Fueron 40 años llenos de hechos por demás inauditos. A esta época de Israel se refiere Judas en su ejemplo. Esta época podría analizarse en cuatro etapas. La liberación milagrosa, la marcha majestuosa, la decisión asombrosa y la consecuencia desastrosa. En cuanto a la liberación milagrosa, lea Ud los 12 primeros capítulos del libro de Éxodo para quedar maravillado ante tanto poder sobrenatural manifestado por Jehová para liberar a la nación de Israel de la cruel opresión egipcia. Fue en verdad increíble humanamente hablando la manera como Jehová liberó a su pueblo. En cuanto a la marcha majestuosa, no fue menos cargada de emoción y hechos milagrosos. Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen día y noche. Luego Jehová abrió el mar Rojo para que el pueblo pudiera pasar en seco y cerró el mar Rojo para atrapar en él a los egipcios. Luego les dio maná para que saciaran su hambre y les dio agua de una roca para que saciaran su sed. Más tarde Jehová y Moisés se reunieron en el Monte Sinaí y allí Jehová dio a Moisés las leyes para su pueblo. La nación entera contempló con asombro el poder y la magnificencia de Dios. La marcha prosiguió, Dios cuidó a su pueblo con poder. Pero en el pueblo no todo era dicha y felicidad, la apostasía estaba echando a perder la dicha de contemplar el poder de Dios. Casi tan pronto como salieron de Egipto, al verse rodeados de montañas, con el enemigo tras ellos y el mar Rojo a su delante, los apóstatas clamaron diciendo: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? Después reclamaron a Dios diciendo: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud. Después los apóstatas dijeron a Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados? Más tarde, mientras Moisés estaba en el monte Sinaí, los apóstatas indujeron al pueblo a la idolatría. La apostasía estaba presente y estaba corrompiendo todo lo bueno que Dios estaba otorgando al pueblo. En cuanto a la decisión asombrosa, esto sucedió cuando la nación de Israel llegó a las puertas mismas de la Tierra Prometida. El lugar se llamaba Cades Barnea. Allí Moisés tomó a uno de cada una de las doce tribus de Israel y los mandó a espiar la tierra que estaban por tomar. Los doce espías fueron y luego de reconocer la tierra por 40 días regresaron. Diez de los espías dijeron al pueblo: La tierra es buena, fluye leche y miel, pero los habitantes son temibles. No podremos luchar contra ellos. Dos de los espías, Josué y Caleb, dijeron: Subamos luego y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos. El pueblo lo meditó. ¿Sabe cuál fue su respuesta? Números 14:2-4 dice «Y se quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo toda la multitud: ¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto ojalá muriéramos! ¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestro hijos sean por presa? ¿No nos sería mejor volvernos a Egipto? Y decían el uno al otro: Designemos un capitán, y volvámonos a Egipto» Qué Ironía. Toda esta gente vio el poder de Dios en toda su magnitud, pero cuando tuvieron que confiar en él, inexplicablemente le dieron la espalda y se rebelaron contra él, quedando sumidos en incredulidad. Los apóstatas lograron corromper la fe del pueblo. La apostasía se generalizó entre la muchedumbre. ¿Qué hará Dios con un pueblo sumido en la apostasía? Consideremos la consecuencia desastrosa. Jehová miró la apostasía y la juzgó. Note cual fue su veredicto; Números 14:29-32 dice «En este desierto caerán vuestros cuerpos; todo el número de los que fueron contados de entre vosotros, de veinte años arriba, los cuales han murmurado contra mi. Vosotros a la verdad no entraréis en la tierra, por la cual alcé mi mano y juré que os haría habitar en ella; exceptuando a Caleb hijo de Jefone, y a Josué hijo de Nun. Pero a vuestros niños, de los cuales dijisteis que serian por presa, yo los introduciré, y ellos conocerán la tierra que vosotros despreciasteis. En cuanto a vosotros, vuestros cuerpos caerán en el desierto» Qué momento tan trágico. A partir de este instante, la nación de Israel vagó por el desierto durante 40 años. En este tiempo murieron todos los que tenían más de veinte años cuando llegaron a Cades Barnea. Si asumimos que fueron como un millón y medio los mayores de 20 años, significa que cada día murieron unas cien personas en el desierto. El camino por el cual anduvo la nación quedó marcado con tumbas. No había día que no muriera mucha gente. Así castigó Dios a los apóstatas y a los que les siguieron en su loco desenfreno. Dios trata con severidad la apostasía. Es muy peligroso caer en el engaño de los apóstatas. Yo no sé cual será su situación espiritual, mi amigo oyente, pero si Ud conoce la verdad del evangelio, y alguna vez confió en Cristo como su Salvador, manténgase firme en la fe. Contienda, ardientemente por la verdad. No se deje engañar por los que proclaman un mensaje diferente al que consta en la Biblia. Rechace todo intento de los apóstatas por apartarlo de la sana doctrina. Para qué exponerse a ser castigado por el Señor así como fueron castigados los israelitas que dieron las espaldas al Señor en el desierto. Si Ud. todavía no conoce a Dios por medio de Cristo, Ud. debe saber que Ud. es un pecador necesitado de salvación. Debe saber que Cristo murió en la cruz para pagar la deuda que Ud. tiene con Dios y Ud. debe saber que para ser salvo lo único que Ud. tiene que hacer es confiar en lo que Cristo hizo por Ud.
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