Hola amigo, amiga oyente, bienvenido a este tú programa La Biblia Dice Presenta, estamos involucrados en una serie titulada “Sígueme, la importancia del discipulado en nuestras vidas” Y bueno, para empezar este estudio quiero hacerte una pregunta ¿acaso tienes preparado un plan para guiar a quienes te sigan hacia los pies de Cristo? ¿Cuántos de los que me escuchan tienen preparado el plan de discipulado?
Y frente a eso, debo confesarte que, lamentablemente muy pocos de nosotros nos hemos preguntado eso y hemos ejecutado un plan de discipulado. Eso sucede porque no hemos colocado en nuestro plan de vida llevar a alguien a Cristo, lo cual no es algo muy bueno, o puede que muchos de nosotros sí hayamos planificado eso en algún momento, pero lo hemos dejado ahí.
Y hoy quiero invitarte a que nos entreguemos a lo que Jesús nos ordena; reproduciendo el evangelio a través de nuestras vidas en las vidas de otros. Dejemos de vivir una vida cristiana vacía y sin propósito, vivamos para los propósitos eternos de Dios. entreguémonos a los discípulos y los resultados serán evidentes.
Más de mil millones de personas en el mundo ni siquiera se han comprometido con los Evangelios. ¿Qué pasaría si los discípulos hubieran tomado nuestra estrategia? ¿Qué pasaría si se hubieran detenido en la opción uno o dos, en lugar de entregarse a esta imagen? Necesitamos enfrentarnos a esto. Sé que en este momento algunos están pensando: “bien, David, hablas sobre cómo se supone que debemos enfrentar al mundo con nuestra única vida y no lo entiendo. ¿Cómo puedo tomar el mundo con mi única vida?” Bueno, esa es una pregunta que estoy muy contento de que hagas.
Quiero que veas dos escenarios conmigo. Quiero que imagines que juntos, como una familia de fe, logramos guiar a una persona a Cristo todos los días durante el próximo año. Sería difícil, pero podría hacerse. Que, a partir de este momento, el próximo año, 365 personas habrán llegado a la fe en Cristo, solamente a través de tu vida, ¿lo imaginas? Sería un año emocionante. Imagina que hiciéramos eso el próximo año y el año siguiente y el año siguiente. Sería difícil, pero imagina que lo hacemos. Después de más de 30 años, veríamos a más de 10,000 personas venir a la fe en Cristo. Haríamos una pequeña mella en la población perdida del mundo. Ese es el escenario número uno.
Ahora, déjame darte el escenario número dos. ¿Qué pasaría si una sola persona, solo una persona, no todos, solo uno no llevara a alguien a Cristo todos los días, y durante el año siguiente lleva a una sola persona a la fe en Cristo, pero no te detuviste allí, le mostraste la Palabra y los ayudaste a que se identifiquen con Cristo y comenzaste a enseñar la Palabra y les mostraste cómo seguir a Cristo para que pudieran salir y ser ellos mismos hacedores de discípulos? Solo una persona durante el próximo año. Y luego, automáticamente, vez el año que viene, que su influencia se duplica y habrá dos que irán y el próximo año cuatro continuarán este viaje. Haz las matemáticas y en el mismo marco de tiempo que vimos que más de 10,000 personas vienen a la fe en Cristo. En este escenario, en el mismo período de tiempo, verías a casi 4 mil millones de personas llegar a la fe en Cristo.
Tal vez Jesús sabía de lo que estaba hablando cuando dijo: “id y hacer discípulos”. Esta es mi estrategia. Haz discípulos, vierte tu vida, sacrifica tu vida en nombre de los demás. Solo imagina que, si hiciéramos eso, realmente tomáramos esto de verdad y cada uno de nosotros hiciera esto con tan solo nuestra única vida. En dos años, duplicaríamos nuestra influencia del Evangelio, para el reino de Cristo. Imagina si duplicamos nuestra influencia y esa gente realmente lo hace también. Nos cuadruplicaríamos. De repente, tu vida se ha cuadruplicado en influencia y no tienes que ser un genio de las matemáticas para ver que las multitudes llegan a conocer a Cristo en su amor, su gracia y su misericordia mientras nos entregamos a esta misión de hacer discípulos.
Eso nos lleva a esta tercera faceta de la estrategia dirigida por Cristo. Hacer discípulos es nuestra misión. Las personas son nuestros sueños, la gente es nuestro sueño. Ahora, aquí es donde vemos que todo llega a un punto crucial. Lo hemos visto en Juan 17. Jesús vio el mundo a través de la lente de estos hombres. Ellos fueron su sueño y todo se basa en la obediencia de estos muchachos a esta misión. Es en este punto, que debemos preguntarnos ¿cómo sería si las personas que llevan personas para el reino, fuesen nuestros sueños? Y aquí es donde está la clave, somos muchos los que hemos sido cristianos durante cinco, quince, veinte, veinticinco años y no podemos nombrar a una persona a la que hayamos caminado durante todo este proceso. Y hemos ido a la iglesia y nos hemos sentado en el asiento y hemos cantado las canciones y tal vez incluso servido en comités y equipos y hemos hecho muchas cosas dentro del edificio de la iglesia, pero debemos darnos cuenta de que el propósito de Cristo, no está en toda esta actividad espiritual, sino en la productividad espiritual. Que nuestra vida se reproduzca en la vida de las personas.
Y si la gente es nuestro sueño, el mundo es nuestro objetivo. “Haz discípulos a todas las naciones.” Esta frase se usa cuatro veces en el Libro de Mateo para hablar sobre todas las naciones, pero Mateo, que es rico en herencia judía, comienza con una imagen de Abraham en Mateo capítulo 1. Si vuelves al Génesis y ves la imagen Dios llamando a la vida de Abraham dice en Génesis capítulo 12 versículo 3 «serán benditas en ti todas las familias de la tierra«. Génesis 18:18 lo mismo «habiendo de ser benditas en él todas las naciones de la tierra«. Igual que en Génesis 22:18 que dice: «En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.»
Lo vemos en Génesis y lo vemos en Mateo; todas las naciones de la tierra serán bendecidas para la proclamación de este Evangelio, todas las naciones sin distinción. No escogemos y elegimos dónde hacemos discípulos. Hacemos discípulos en todas las naciones. Esa es la estrategia dirigida por Cristo. Él es nuestra visión. Hacer discípulos es nuestra misión. Las personas son nuestro sueño y el mundo es nuestro objetivo.
Confiamos en su autoridad, obedecemos su estrategia y dependemos de su presencia. Seremos dependientes de su presencia. Cuando llegas al final de la Gran Comisión Jesús dice: “y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” Él está diciendo “Yo mismo estoy contigo.” Ahora, si vuelves al primer capítulo de Mateo, quiero que veas cómo se presentó a Jesús. La introducción de Jesús en el Libro de Mateo. Tenemos una imagen de su nombre. Mateo capítulo 1 versículo 22 dice: «Todo esto sucedió para cumplir lo que el Señor había dicho por medio del profeta.» Ahora aquí está el versículo 23 «He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.» Esa es la introducción de Cristo en Mateo 1 y la conclusión de esta imagen está en Mateo capítulo 28, Dios está con nosotros todos los días.
Ahora, la imagen que tenemos en medio de esto, es Dios en la carne con sus discípulos, luego muere y se levanta de la tumba y ellos están con Él de regreso, y luego Él se retira. Eso parecería algo malo, sin embargo, la belleza de esto es que Jesús asciende al cielo días después de esto, para que su presencia ya no se limite a un cuerpo físico en la faz de la tierra. Su presencia, ahora reside en cada discípulo de Cristo en la faz de la tierra. Estoy contigo siempre, te doy mi presencia. Este es el trato que conocemos a lo largo de la Biblia; Dios promete estar con nosotros y Jesús lo enfatizó aquí en el capítulo 28 de Mateo.
Entonces, quiero que veas cómo su presencia está vinculada a la Gran Comisión. Creo que lo que Él está diciendo es que nunca comprenderemos el poder y la grandeza de Su presencia hasta que nos entreguemos por completo a esta misión. Jesús dice: “cuando se entreguen a esta misión, verán, experimentarán y conocerán mi presencia de formas que nunca hubieran podido imaginar.”
Así que, primero, nos entregamos a esta misión, necesitaremos la promesa de su presencia. Déjame hacerte una pregunta, si nos damos individual y corporativamente para hacer discípulos a todas las naciones, ¿necesitaremos Su presencia? Sin duda, necesitaremos más de su presencia. Estoy convencido que es en esto en lo que podemos confiar y descansar.
De nada servirá hacer el marketing correcto, tener el carisma correcto y hacer una buena estrategia en la iglesia. Mira, puedes ser extremadamente exitoso y hacerlo todo con tu propia fuerza, pero nunca podrás hacer algo sin la presencia de Dios en tu vida. Necesitamos la promesa de su presencia porque sin su presencia no podemos hacer nada
Segundo, conoceremos el poder de Su presencia porque Él nos capacitará por su poder para cumplir su misión. Él es fiel. Él nos dará todo lo que necesitamos para cumplir esa misión. Fue hace siete años que Heather y yo nos casamos y solo unos años después comenzamos a tener un deseo de tener hijos, comenzamos a planear para eso y pronto descubrimos que nuestros planes no estaban funcionando y, por alguna razón, Dios en Su soberanía, no estaba proveyendo para ese plan en la forma que habíamos pensado. Y en ese proceso, Dios me enseñó mucho sobre lo que significa tener el corazón de un padre que anhela reproducir su vida en la vida de otra persona y no ver que eso se haga realidad. Pero gracias a Su gracia, ese plan ahora está fructificando de una manera que nunca podríamos haber imaginado
A través de esto, he dado un pequeño vistazo de lo que creo que es el dolor en el corazón de nuestro Padre celestial, cuando hay más de mil millones de personas que aún ni siquiera conocen su salvación y el corazón de su Padre que anhela ver su vida, su misericordia y su gracia reproducidas a través de su cuerpo. Un Padre que ha dicho a su Iglesia que le dará todo lo que necesita para reproducir la majestad de Cristo a través de las naciones y una iglesia que se sienta con mucha actividad espiritual haciendo todo tipo de cosas buenas, pero perdiendo una cosa. Y así vemos la imagen del corazón de nuestro Padre y quiero que seamos quienes tomamos la vida de quienes se nos ha confiado y tomar todo lo que nos ha dado y reproducirlo a las naciones a través de su estrategia de hacer discípulos. Quiero que seamos su pueblo.
Creo que Dios anhela que seamos personas que tomamos nuestra única vida, nuestra iglesia, las relaciones que Dios nos ha confiado y las usamos para su gloria. Creo que llegamos al final de esta serie en la que, debemos arrepentirnos. Necesitamos arrepentirnos y volvernos a la Gran Comisión, mientras le damos un cumplimiento nominal en nuestras vidas. Creo que necesitamos renovar nuestra devoción a la estrategia dirigida y establecida por Cristo. No sé cómo se verá en tu vida, pero quiero invitarte a un tiempo de arrepentimiento. Necesitamos confesar nuestra necesidad de Él. Recuerda que Él es misericordioso y está listo para perdonarnos y ayudarnos a cumplir la misión que nos ha confiado.
Entonces, ¿Qué necesitas dejar ir en tu vida para hacer discípulos de todas las naciones? ¿A qué necesitas entregarte para entregarte a esta misión? Y quiero invitarte a que te tomes un tiempo con el Señor y reflexiones sobre la misión que nos ha encomendado y cómo se ve en cada una de nuestras vidas. Entonces, oremos
Dios, te alabo por tu gracia, tu misericordia y tu amor, y te alabamos por el corazón que te impulsó a buscarnos, que buscó reproducir tu vida, tu amor, tu rostro, tu misericordia y tu majestad en nuestras vidas. Dios te alabamos por la oportunidad de estar hoy aquí. Te alabamos por el perdón de nuestros pecados. Te alabamos por la promesa de tu Palabra. Te alabamos por la autoridad que tienes sobre el pecado, la muerte, la enfermedad y el sufrimiento. Dios, te decimos, que no queremos vivir como discípulos de Cristo para nuestra propia absorción. Queremos vivir para reproducir lo que nos has confiado en las vidas de hombres y mujeres de todo el mundo. Te pido Dios que, a través de ti, levantes familias de fe entregadas a tu misión de hacer discípulos. Confiaremos en tu autoridad, obedeceremos tu estrategia Nos entregaremos, oh Dios, y oramos para que nos muestres la promesa y el poder de tu presencia en formas que nunca hubiéramos podido imaginar. Amen.
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