Cordiales saludos amigo oyente. Es un gozo compartir este tiempo junto a Ud. Estamos estudiando lo que la Biblia nos ha revelado sobre la persona y obra del Espíritu Santo. Dentro de esto, hemos llegado al tema de los dones espirituales. Hemos planteado una definición de los dones espirituales, luego hablamos de la distribución de los dones espirituales y una vez hecho esto entramos a la descripción de los dones espirituales. Comenzamos describiendo los dones de comunicación y hemos cubierto ya los dones de apóstol, profeta, evangelista y pastor-maestro. En el estudio bíblico de hoy, David Logacho proseguirá describiendo para nosotros algunos dones más.
Prosiguiendo con la descripción de los dones espirituales, llegamos al don de enseñanza. En cuanto a su definición, el don de enseñanza es la habilidad dada por Dios a algunos creyentes, por medio del Espíritu Santo, por la cual estos creyentes tienen la habilidad de instruir, explicar y presentar las verdades bíblicas en tal forma que los demás creyentes entienden la Biblia y adquieren la verdad bíblica para su vida personal. Los creyentes que tienen el don de enseñanza, tienen una capacidad sobrenatural de entender lo que estudian de la palabra de Dios. Tienen además una habilidad extraordinaria para comunicar con claridad esas verdades bíblicas que han entendido, de modo que motivan a los creyentes a vivir en la práctica esas verdades. En cuanto a la explicación de este don, consideremos lo siguiente: La presencia del don de enseñanza en algunos creyentes resulta en la extensión de la palabra de Dios en el mundo. También debemos decir que existen riesgos para los creyentes que poseen este don. Santiago 3:1 dice sobre esto: “Hermanos míos no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación” Los creyentes que tienen el don de la enseñanza serán juzgados con mayor rigidez por cuanto ellos, a diferencia de los demás conocen más a fondo la verdad de las Escrituras. Además, ellos pueden causar mucho daño a otros creyentes cuando consciente o inconscientemente proclaman una doctrina errada. El don de la enseñanza, apunta a la madurez de los creyentes, ese fue el deseo del apóstol Pablo. Colosenses 1:28 dice: “a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre” Pablo tenía el don de la enseñanza y su meta, a través del uso de este don era llevar a los creyentes a la perfección. Perfección en este caso significa madurez espiritual en Cristo. Los creyentes que tienen este don son propensos a enorgullecerse por la manifestación del don. Requiere de una dosis extra de humildad para no jactarse de lo mucho que saben y de la habilidad para comunicar lo que conocen. El orgullo se manifiesta muchas veces en un desprecio a otros creyentes por su incompetencia. Lo que normalmente no reconocen los que tiene el don de enseñanza es que no es un mérito de ellos esto de poder entender y exponer la palabra de Dios con claridad, sino que es algo que lo han recibido inmerecidamente y por tanto algo de lo cual no tienen por qué sentirse orgullosos. Veamos ahora algunos síntomas de los creyentes que tienen el don de enseñanza. Primero, comprenden a fondo la verdad bíblica y tienen una pasión por ampliar sus conocimientos de la Biblia. Segundo, tienen un especial interés por explicar a los demás lo que han aprendido de la Biblia. Normalmente no guardan las verdades bíblicas para ellos mismos sino que de alguna manera las hacen públicas. Tercero, tienen una disciplina para emprender estudios sistemáticos de toda la Biblia. Cuarto, no escatiman esfuerzo alguno con tal de adquirir el mayor número de ayudas para su estudio bíblico, como diccionarios bíblicos, concordancias, comentarios bíblicos, etc. Quinto, son muy ordenados para exponer sus ideas. Su pensamiento es muy lógico. Eso contribuye a que su exposición de las verdades bíblicas sea extremadamente clara. Sexto, logra provocar cambios en las vidas de otros creyentes por medio de la exposición de la palabra de Dios. Si Ud. amigo oyente ve algunos de estos síntomas en su propia vida, es muy probable que Ud. tenga el don de la enseñanza. Si este fuera el caso, Ud. debería explotar su don para beneficio de sus hermanos en Cristo. Salgamos del don de enseñanza y vayamos a otro don de comunicación. Se trata del don de exhortación. El don de exhortación es la capacidad dada por Dios a algunos creyentes mediante el Espíritu Santo, por la cual estos creyentes pueden animar a otros a la acción en términos de la aplicación de verdades bíblicas o de amarles a otros a practicar los principios bíblicos o de consolar a otros por la aplicación de las Escrituras a sus necesidades. A modo de explicación diremos que el don de exhortación es la capacidad de acercarse a una persona para ayudarla, y fortalecerla en sus debilidades. Los que tienen el don de exhortación tienen una especial disposición para consolar a los destrozados, confrontar a los que yerran y animar a los desanimados. La presencia de este don en los creyentes no se manifiesta por gritar o apuntar con el dedo a alguien o criticar, sino por el contrario, se manifiesta por experimentar compasión, verdadero interés y simpatía por los que momentáneamente se han desviado del camino correcto y como consecuencia están desconsolados o desanimados. Los creyentes con el don exhortación desempeñan un papel clave en el trabajo de dar consejo y dirección. Se dice con sobrada razón que los consejeros más efectivos son aquellos que han sido dotados por el Espíritu Santo con el don de exhortación. Pasemos ahora a ver los síntomas de los creyentes que tienen el don de exhortación. Primero, convicciones muy fuertes fundamentadas en la Biblia. Todos los creyentes debemos tener convicciones bíblicas muy fuertes, pero los que tienen el don de exhortación son extremistas en este sentido, algo loable, en este caso. Segundo, con bastante frecuencia se encuentran dando consejos a otros creyentes sobre como hacer las cosas bíblicamente. Son el típico creyente que aconseja sin importar que nadie le haya pedido consejo. Tercero, siempre tienen a flor de labios algo de la palabra de Dios para la necesidad de un creyente. Quizá Ud. se ha encontrado con creyentes que ni bien uno empieza a conversar con ellos, ya le están citando la Biblia sobre cualquier asunto. Es una de las manifestaciones del don de exhortación. Cuarto, los creyentes buscan a aquellos que tienen el don de exhortación para pedir consejo. Si Ud. se ve a Ud. mismo asediado por personas que le piden su opinión sobre cierto asunto o de buenas a primeras comparten con Ud. algún tema buscando su consejo, es muy probable que Ud. tenga el don de exhortación. Quinto, tiene una verdadera pasión por que los creyentes vivan vidas agradables a Dios y se desespera por corregir bíblicamente a algún creyente que se ha desviado del camino. Sexto, se ve rodeado de muchas personas, porque estiman mucho estar junto a alguien que inspira seguridad, espiritualidad y ánimo. Séptimo, siente un gusto especial cuando se sienta junto a alguien para compartir una verdad bíblica, en especial cuando esa verdad bíblica puede aplicarse a alguna situación práctica. Octavo, no le atrae tanto la teología de la Biblia, sino más bien aquello que puede aplicarse a alguna cosa práctica. De hecho, los que tienen el don de exhortación, casi desprecian a los que se fijan mucho en lo teológico. Par ellos es insensato gastar tiempo en la teología habiendo tantos que necesitan cosas prácticas de la Biblia para sus vidas. Examine Ud. su vida amigo oyente, si Ud. nota que su vida está caracterizada por la presencia de estos síntomas, existe la gran probabilidad de que Ud. tenga el don de exhortación. Si este fuera el caso, agradezca al Señor por este don y a la brevedad posible empiece a usarlo para beneficio de otros creyentes. En el estudio bíblico de hoy, hemos hablado sobre el don de enseñanza y sobre el don de exhortación. Ambos dones buscan el crecimiento espiritual del creyente, por medio de conformar al creyente a la imagen de Cristo. Debemos estar agradecidos por creyentes que poseen estos dones, porque por medio de ellos, somos conducidos hacia la madurez espiritual.
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