Es muy grato saludarle amiga, amigo oyente. Nuestro tema de estudio es la bendita persona del Espíritu Santo, según aparece en la Biblia, la palabra de Dios. Dentro de lo mucho que hace el Espíritu Santo a favor de los creyentes es otorgar los dones espirituales. Hemos hablado ya de la definición de los dones espirituales, luego hablamos de la distribución de los dones espirituales y a continuación hablamos acerca de la descripción de los dones espirituales. En cuanto a esto último hicimos una descripción de los dones espirituales de comunicación, es decir, el don de apóstol, el don de profeta, el don de evangelista, el don de pastor maestro, el don de enseñanza, el don de exhortación, el don de palabra de ciencia, y el don de palabra de sabiduría. Luego comenzamos a describir los dones espirituales de servicio o auxiliares. Ya hemos descrito el don de ayudas o servicio y el don de repartir o dar. En instantes más, David Logacho nos hablará acerca de los dones espirituales de presidir o gobernar y el don espiritual de misericordia.
Que bendición es para mí compartir este tiempo junto a Usted amable oyente. Nuestro afán es que comprenda lo mejor posible lo que son los dones espirituales de modo que esté en capacidad de identificarlos en su propia vida. En cuanto a su definición, el don espiritual de presidir también se lo conoce como el don espiritual de gobernar. Es una capacidad de organizar y administrar con tanta eficacia y espiritualidad que el proyecto que se está tratando de llevar a cabo se cumple satisfactoriamente, con armonía y bendición evidente para todos. En cuanto a la explicación, es posible que usted se haya sorprendido que el don de presidir o gobernar se haya incluido entre los dones espirituales de ayuda o auxiliares. Esto obedece al hecho que presidir o gobernar, en el sentido bíblico, es en esencia un servicio. Los líderes en la iglesia no están para ser servidos sino para servir. Ponga atención a lo que dice el pasaje bíblico que se encuentra en 1 Corintios 15:15-16. La Biblia dice: Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio de los santos. Os ruego que os sujetéis a personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan.
En la provincia romana de Acaya, provincia en la cual estaba la ciudad de Corinto, había una familia, que además de ser la primera familia que conoció al Señor en esa provincia, era una familia que hallaba verdadero deleite en servir sin condiciones a los hermanos de la iglesia de Corinto. Esta característica, me refiero a la disposición a servir, hizo que Pablo sugiera a los creyentes en Corinto que reconozcan a la familia de Estéfanas, como los líderes de la iglesia en Corinto. La enseñanza es clara, los que lideran o los que presiden, o los que gobiernan deben ser primeramente siervos. Llegan a ser líderes por medio del servicio que realizan en la iglesia. Esto significa, amable oyente, que el don espiritual de presidir o gobernar no es la tendencia humana a dominar para cumplir con un objetivo. Insisto que el don de presidir o gobernar se manifiesta en sabiduría, ejemplo espiritual, humildad y servicio. Otro pensamiento interesante en cuanto al don de presidir o gobernar es que los que tienen este don deben demostrarlo primeramente en su hogar. Uno de los requisitos para los obispos pastores o ancianos es justamente gobernar bien su casa. Note lo que dice 1 Timoteo 3:4-5. que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?);
El hogar, o la casa es una especie de laboratorio en el cual se prueba el hombre de Dios que aspira ser líder en la iglesia local. Si en la casa o el hogar de un hermano en la fe no se nota una buena administración, o un buen gobierno, ese hermano estará demostrando que no está en capacidad de presidir o gobernar la iglesia. En cuanto a los síntomas de los creyentes que tienen el don de presidir o de gobernar, podemos mencionar esa disposición a meter la mano en todo aquello que necesita organización. Los que tienen el don de presidir o gobernar se dan modos para proveer de dirección y guía a las cosas. Otro síntoma es la frustración que sienten cuando están en medio de algo en lo cual hace falta organización. Un síntoma más es la tendencia a desarrollar metodologías para todas las cosas. Son expertos en escribir procedimientos, reglas y métodos. Por último, otro síntoma es un denodado interés por que otros se pongan metas y lleguen a sus metas. Un buen líder sabe ubicar a los creyentes en actividades acordes con los dones espirituales de esos creyentes. Se dice que un líder es aquel que conoce a su gente y los estimula a usar sus dones para la consecución de una meta común. Los que tienen el don de presidir o gobernar, no son los que gritan órdenes para que otros las cumplan sino los que por medio de su ejemplo de servicio incentivan al resto a servir con fervor. Si usted, amable oyente, nota estos síntomas en su propia vida, es muy probable que Dios por medio de su Espíritu Santo le haya dado el don de presidir o gobernar. Muy bien, ahora vamos a considerar otro don espiritual, dentro del grupo de dones espirituales de ayuda o auxiliares. Se trata del don de misericordia. Este es un don espiritual muy especial y necesario en la iglesia local. En cuanto a su definición, el don de misericordia es una capacidad de sentir simpatía hacia los que están en necesidad, se orienta especialmente hacia los que no lo merecen o hacia los que no pueden devolver el favor de ninguna manera, o hacia aquellos por quienes nadie se preocupa. El don de misericordia manifiesta esta simpatía en formas prácticas con una actitud tan alegre que llena de ánimo a los que están en necesidad. Quien tiene el don de misericordia, no solamente siente tristeza o lástima por los que están en necesidad sino que, además de sentir compasión, hace algo práctico para alivianar las cargas de las personas que están en necesidad. En cuanto a la explicación de este don, se manifiesta en los creyentes que entregan su tiempo, su casa, su privacidad, su corazón, sus conocimientos, de forma voluntaria, con alegría, sin esperar ninguna recompensa aparte de una satisfacción profunda difícil de explicar. La persona que tiene el don de misericordia tiene una facilidad admirable para, como afirma el dicho, ponerse en los zapatos de los que están sufriendo a causa de alguna situación difícil, y de esa manera pueden sentir lo que ellos sienten. Por eso es que los que tienen el don de misericordia fácilmente derraman lágrimas cuando ven personas sufriendo por alguna situación difícil. Pero no olvidemos que el don de misericordia no se manifiesta sólo en emociones sino que progresa hacia la acción. Los que tienen el don de misericordia hacen hasta lo imposible para socorrer a los que están en necesidad y cuando cumplen con su propósito experimentan un gozo indescriptible. Son personas que buscan oportunidades para mostrar la misericordia del Señor Jesucristo. Los creyentes con el don de misericordia hacen que la iglesia local tenga un buen testimonio entre los incrédulos. Ahora veamos cuáles son los síntomas de los creyentes que tienen el don de misericordia. Son personas que lloran fácilmente cuando ven u oyen cosas tristes. Además de expresar sus emociones de esta manera, se las ingenian para hacer algo que alivie el dolor de los que están sufriendo. Los que tienen el don de misericordia tienen una personalidad especial que les permite sentir las emociones que experimentan otras personas, no importa si es tristeza o alegría. Son personas dadas a llorar con los que lloran y reír con los que ríen. Otro síntoma es que se sienten atraídos por explorar regiones donde se sabe que impera la pobreza, la falta de educación, la falta de salubridad. Los creyentes con el don de misericordia jamás sentirán repulsión al ver gente miserable. En lugar de ello, están pensando en buscar la manera de poder ayudar. Los hermanos que tienen este don de misericordia son muy valiosos en la iglesia local, porque son ellos los que impulsan los proyectos de interés social. Los líderes deben ser muy sabios para identificar a los creyentes que tienen el don de misericordia para animarlos a involucrarse en los ministerios de ayuda a personas necesitadas. Quiera el Señor que si usted ha recibido el don de misericordia se decida a usar su don para edificación de la iglesia.
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