Saludos cordiales amigo oyente. Nos satisface mucho saber que Ud. nos está sintonizando. Bienvenido a nuestro estudio bíblico de hoy. Nuestro tema de estudio es lo que Dios nos ha revelado en su palabra acerca del Espíritu Santo y dentro de ello hemos llegado a la descripción de los dones espirituales. En el estudio bíblico último hablamos de los dones de señal y tocamos el tema del don de milagros. En esta ocasión el hermano David Logacho nos hablará de otro don de señal, el don de sanidad.
Existen cuatro dones de señal, que sirvieron como pruebas para autenticar mensaje y mensajero en los inicios de la iglesia cristiana. Estos dones son los siguientes: El don de milagros, que tratamos en nuestro último estudio bíblico, el don de sanidad que trataremos en esta ocasión, el don de lenguas y el don de interpretación de lenguas, que trataremos en nuestro próximo estudio bíblico. Estos cuatro dones, se los ha denominado de señal, porque justamente fueron eso, una señal para indicar algo. Lo que indicaban es que los apóstoles eran en realidad enviados de Dios y que lo que ellos comunicaban era el mensaje de Dios. Dicho esto, pasemos a la descripción del don de sanidad. El don de sanidad es la capacidad sobrenatural dada por Dios a algunos creyentes, mediante el Espíritu Santo, por la cual estos creyentes podían curar enfermedades de cualquier tipo en una forma instantánea, completa y permanente. Como hemos señalado ya, este don fue dado no solo con el propósito de ayudar al necesitado sino más bien con el propósito de autenticar al mensajero como enviado de Dios con un mensaje que proviene directamente de Dios. Jesús ha sido el más notable exponente de alguien con el poder para sanar enfermedades, pero él mismo dijo que sanaba no solo para aliviar a los enfermos sino para mostrar que él era enviado de Dios. Casi al final del evangelio de Juan, en Juan 20:30-31 leemos estas palabras: «Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre» Las señales, entre ellas el sanar a los enfermos, no tuvieron como propósito final el simple hecho de sanar sino que a través de la sanidad se demostró que Jesús es el Cristo, el ungido de Dios, el Hijo de Dios. Al ver las señales, la gente podía creer en él y creyendo podían tener vida eterna. La sanidad entonces fue una señal que autenticó mensaje y mensajero. Lo mismo fue con los apóstoles. El don de sanidad que tenían, entre otras señales, era una especie de credencial que garantizaba que ellos fueron enviados de Dios con un mensaje de Dios. Cuando Pablo se defendió de los que atacaban su apostolado, mire lo que dijo según 2ª Corintios 12:12 «Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros”. Las señales, prodigios y milagros, entre lo cual está el don de sanidad, fue la prueba de que Pablo fue también un apóstol, al igual que Pedro, Juan, y todos los demás. Para entender de mejor manera qué es el don de sanidad, me gustaría citar al autor John McArthur, quien en su obra titulada ¿Qué enseña la Biblia sobre el don de Sanidad? Da seis características de los milagros de sanidad realizados por Jesús o sus apóstoles, las cuales deberían estar presentes en todo milagro de sanidad. Primero, los milagros de sanidad fueron realizados con una palabra o un toque. En Hechos 9:32-35 Pedro sanó a un hombre llamado Eneas que habla estado en cama ocho años con parálisis. Lo único que hizo Pedro fue decir: «Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y haz tu cama» y enseguida Eneas se sanó, según el versículo 34. En Hechos 28 vemos a Pablo en la isla de Malta, y allí sanó con un toque. Publio, un hombre principal de Malta1 recibió y hospedó a Pablo y a sus compañeros. El padre de Publio estaba en cama con un caso grave de fiebre y disentería. Pablo entró a verle, oró, le impuso las manos y lo sano según el versículo 8. Segundo, los milagros de sanidad resultaron en sanidad inmediata. Pedro se encontró con un mendigo en la puerta del templo y le dijo; «en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda» El hombre cojo inmediatamente se paro y comenzó a andar, saltar y alabar a Dios. Este hombre no necesito terapia de rehabilitación. Se curó instantáneamente después de estar cojo toda la vida. Tercero, los milagros de sanidad resultaron en sanidad total. Esto se puede ver en el relato del cojo en Hechos 3, como también en la sanidad de Eneas en Hechos 9.La sanidad fue inmediata y total. No hubo tal cosa como: He sido sanado y desde entonces estoy mejorando. Cuarto, los que tenían el don de sanidad podían sanar a todos. Hechos 5:12-16 relata que los apóstoles hicieron muchas señales y prodigios en el pueblo, y el pueblo los tuvo en alta estima. Multitudes de creyentes se añadieron constantemente, así hombres como mujeres; tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos. Y aun de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; y todos eran sanados. En Hechos 28:9 vemos que después que Pablo sano al padre de Publio, un hombre principal de Malta, también los otros que en la isla tenían enfermedades, venían y eran sanados. Quinto, los milagros de sanidad ocurrieron en personas con enfermedades orgánicas. No se trató casos de personas con problemas psicosomáticos. El hombre en la puerta del templo probablemente tenía más de cuarenta años y era cojo de nacimiento. El padre de Publio tenía disentería, un problema orgánico infeccioso. Sexto, el don de sanidad, en ocasiones se manifestó devolviendo a la vida a alguien que había muerto. Hechos 9:36-42 nos relata como Pedro resucitó a Dorcas. En Hechos 20:9-12 un joven llamado Eutico murió en una caída, y Pablo le resucito. Hasta aquí lo que el autor John McArthur dice sobre el don de sanidad. Lo que queremos enfatizar es que si vamos a hablar de alguien con el don de sanidad, debería mostrar estas seis características, es decir, sanar con una palabra o un toque, sanar instantáneamente, sanar totalmente, sanar a todos, sin importar si tenían o no fe para ser sanados, sanar enfermedades orgánicas, no enfermedades que solo existen en la mente o psicosomáticas y llegar aun a la resurrección de los muertos. Si somos honestos en la evaluación, inevitablemente llegaremos a la conclusión que en la actualidad no vemos a creyentes que tengan poderes de esta naturaleza. ¿Será entonces que hoy en día no existe sanidad sobrenatural? Mil veces NO. Hoy en día existe sanidad sobrenatural, pero no administrada por personas que tienen el don de sanidad sino administrada directamente por Dios en su soberana voluntad y muchas veces en respuesta a la oración ferviente de sus hijos. Dios no ha prometido sanar a todos los que estén enfermos, Pablo vivió con una enfermedad en su cuerpo a pesar que pidió a Dios ser sanado, pero la voluntad de Dios no fue sanar a este gran hombre de Dios, esto, sin embargo no significa que Dios no puede sanar o que él no esté sanando hoy en día. El continúa sanando a los que él quiere conforme a su soberana voluntad, porque eso es parte de su carácter como persona. En Éxodo 15:26 Dios dijo al pueblo de Israel: Yo soy Jehová tu sanador. De modo que es perfectamente lícito esperar la sanidad de parte de Dios. Nuestra oración no debería ser en el sentido de demandar sanidad de parte de Dios. ¿Quiénes nos creemos que somos para ordenar al Todopoderoso? Nuestra oración debería ser un clamor ferviente y constante al Señor en el sentido de: Señor, si es tu voluntad, sáname o sana a tal o cual persona. Esto es lo que sugiere 1ª Juan 5:14 donde dice: «Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye» Terminando ya, mientras la Biblia enseña que Dios es sin duda un Dios sanador, existe sin embargo mucha evidencia bíblica para mostrar que los creyentes además de orar a Dios por sanidad, debemos acudir a los médicos cuando nos enfermamos. Isaías 38 relata la historia del rey Ezequías, quien estuvo gravemente enfermo. El rey lloró amargamente y rogó al Señor por sanidad. El Señor accedió al pedido, pero notemos cómo vino la sanidad, versículo 21 dice: «Y había dicho Isaías: Tomen masa de higos, y pónganla en la llaga y sanará» ¿Acaso Dios no podía sanar directamente sin necesidad de ninguna masa de higos? Por supuesto que si. ¿Pero por qué pidió poner esta masa de higos en la haga? Pues para enseñarnos que en caso de enfermedad, debemos primeramente recurrir a Dios en oración buscando sanidad, pero no debemos descuidar la ayuda que Dios puede darnos a través de la ciencia médica. En nuestro próximo estudio bíblico trataremos los dos últimos dones de señal que nos faltan. En don de lenguas y el don de interpretación de lenguas. Esperamos por tanto su compañía.
Leave a comment