Saludos cordiales amigo oyente. Bienvenido al estudio bíblico de hoy. Proseguimos con el estudio de lo que la Biblia nos ha revelado sobre la persona y obra del Espíritu Santo. Hemos llegado ya al tema de los dones espirituales. Luego de esbozar una definición de los dones espirituales, hemos hablado de la distribución de los dones espirituales y en nuestro estudio bíblico último entramos al asunto de la descripción de los dones espirituales. Para ello, primeramente hicimos una especie de inventario de los dones que aparecen en el Nuevo Testamento y encontramos que son 18. Luego dividimos a estos 18 dones en tres grupos, los dones de comunicación, los dones auxiliares o de ayuda y por último los dones de señal. En el estudio bíblico de hoy, David Logacho nos hablará de algunos de los dones de comunicación.
Nuestro interés para incursionar con algo de detalle en este asunto de los dones espirituales es que Ud. amigo oyente obtenga la mayor cantidad de información para que pueda saber con certeza cuál es su don o sus dones. Por esto, al hablar de cada uno de los dones vamos a plantear una definición, seguida de una explicación y finalmente algunos síntomas de la manifestación de este don. Hecha esta aclaración, entremos a analizar el primero de los dones de comunicación. El don de apóstol. Definamos este don. El don de apóstol, es la capacidad dada por Dios a un creyente, a través del Espíritu Santo, para que el creyente sea enviado o comisionado por un grupo de creyentes para cumplir una tarea pionera de extensión del evangelio. También se ha dicho que el don de apóstol es una capacidad para establecer nuevas iglesias locales, desarrollar un liderazgo propio en esas nuevas iglesias locales de modo que esas nuevas iglesias locales puedan seguir por sí solas, y todo esto especialmente en otras culturas. A manera de explicación permítanos expresar lo siguiente: No se debe confundir el don de apóstol con el oficio de apóstol. En la actualidad existen algunos creyentes que pueden tener el don de apóstol, conforme a la definición que hemos dado, pero de ninguna manera tienen el oficio de apóstol, porque el oficio de apóstol está reservado para los Doce y Pablo. No cualquier persona podía tener el oficio de apóstol. Los que fueron apóstoles tenían que cumplir con requisitos bastante estrictos cuando los apóstoles se vieron en la necesidad de nombrar un reemplazo para Judas Iscariote, veamos lo que debieron tomar en cuenta. Hechos 1:21-22 dice: “Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección” Fíjese que el candidato a apóstol tenía que haber estado con los otros apóstoles todo el tiempo desde que se bautizó Jesús hasta Que ascendió. Solamente unos pocos cumplían con este requisito y solamente uno fue escogido. Todo esto, amigo oyente apunta a que los apóstoles, los Doce y Pablo, dejaron de existir en el primer siglo. Se dice que Juan fue el último de ellos, y no ha habido ni habrá más apóstoles. Pero en ese sentido de ser enviado o comisionado por una iglesia local para ir a un lugar distante, quizá a otras culturas, para fundar iglesias locales, y preparar liderazgo para que esas iglesias puedan funcionar por sí solas, podemos hablar de creyentes con el don de apóstol. Muy bien, veamos ahora algunos síntomas de creyentes que tienen este don de apóstol. Primero, tienen un fuerte sentido del llamamiento de Dios. Todos los creyentes hemos recibido el llamado de Dios para ir por todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura, pero solamente algunos creyentes toman este llamado con la seriedad que todos deberían tomar. Ese deseo profundo de ir a cualquier parte del mundo llevando la luz del evangelio, cueste lo que cueste, es un síntoma de la presencia de este don. Segundo, una confirmación del llamamiento por parte de la iglesia local. Recuerde que el que tiene el don de apóstol tiene que ser enviado o comisionado por una iglesia local. Si la iglesia local tiene un sentir unánime acerca de enviar o comisionar a un creyente para que vaya a tierras lejanas a anunciar el evangelio, es muy posible que estemos ante un creyente que tiene el don de apóstol. Tercero, la presencia de varios dones para cumplir con la tarea de incursionar en nuevos campos con la palabra de Dios. Los que tienen el don de apóstol normalmente tienen una rica mezcla de otros dones, como enseñanza, exhortación, servicio, etc, lo cual les permite hacer su trabajo con eficacia. Cuarto, una determinación para vencer situaciones adversas. Nuevamente aquí, todos los creyentes podemos vencer situaciones adversas, pero existen algunos creyentes quienes no les detiene nadie en su afán de alcanzar a muchos para Cristo. Esta determinación es un síntoma de la presencia del don de apóstol. Quinto y último, una personalidad que atrae a muchos seguidores. El creyente que tiene el don de apóstol normalmente tiene una personalidad que inspira confianza y como resultado, no son pocos los que le siguen. Investigue su vida amigo oyente, para ver si se manifiestan estos síntomas. De ser así, a lo mejor Ud. es uno de los pocos con el don de apóstol. Vayamos ahora a otro don, se trata del don de profecía a manera de definición diremos que es la capacidad dada por Dios a algunos creyentes, por medio del Espíritu Santo, por la cual estos creyentes pueden proclamar la verdad de Dios para exhortar, edificar y consolar a los creyentes y para convencer a los incrédulos en cuanto a su necesidad de salvación en Cristo. 1ª Corintios 14:5 dice “Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación” A manera de explicación, diremos que esa verdad de Dios que los profetas proclaman, puede provenir de dos diferentes fuentes: primero, directamente de Dios como fue el caso de los autores de los libros de la Biblia o en segundo lugar, de la Biblia misma. Los que recibieron revelación directamente de Dios, tienen el oficio de profetas y al igual que el caso de los apóstoles, estas personas dejaron de existir cuando se terminó de escribir la Biblia, allá a fines del primer siglo. En cambio los que toman la verdad de Dios de la Biblia, para proclamarla a los creyentes o incrédulos de una manera contundente son los que tienen el don, de profecía. Diríamos entonces que como don, la profecía no produce nuevas revelaciones sino una capacidad de entender, explicar y aplicar la verdad de Dios contenida en las Escrituras para las circunstancias actuales. En cuando a los síntomas, los creyentes que tienen el don de profecía, normalmente no tienen temor de hablar en público. También son propensos a adoptar posiciones radicales en cuanto a sus convicciones aun a pesar de la crítica de los demás. Son conscientes de las necesidades espirituales de las multitudes y buscan maneras para satisfacer esas necesidades. Todo lo catalogan como negro o blanco, el gris o las cosas a medias no tienen cabida en su modelo de pensamiento. Les gusta buscar la lógica a todo lo que se cruza en su camino, están convencidos que todo problema tiene una solución y se dan modos para conocer el por qué de todo a menudo, son los que inician las cosas y responden mejor cuando son ellos los que controlan la situación. Gozan de una gran habilidad para mover a los demás a la acción. Si Ud. amigo oyente ve estos síntomas en su propia vida o en la vida de otros creyentes, es muy posible que Ud. o los que Ud. conoce hayan sido dotados con el don de profecía. Para terminar, qué bueno es saber que Dios se ha encargado de poner en el cuerpo de Cristo creyentes con el don de apóstol y el don de profecía. Todos nosotros nos hemos beneficiado de creyentes así. Agradezcamos al Señor por ellos y mostremos el fruto de su trabajo.
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