Saludos cordiales. Bienvenido al estudio bíblico del día de hoy. Es muy interesante mirar la ruta que ha tomado el cristianismo a lo largo de su existencia. Nació en Jerusalén, luego cubrió Judea, dio un salto hacia lo que es el Asia Menor para de allí pasar a Europa. Atravesó el canal de la Mancha y llegó a Inglaterra, de allí pasó a Norte América y finalmente se regó en América Latina. Podríamos perfectamente decir que esta es una ruta de la vida, porque donde el genuino cristianismo ha echado raíces se ha producido el nuevo nacimiento o la resurrección espiritual de las personas. Pero lo trágico es mirar la ruta que ha tomado la apostasía. Es exactamente la misma que el cristianismo. La apostasía se Inició en Jerusalén, difícil es encontrar verdaderos creyentes en Jerusalén en la actualidad. Es una metrópoli llena de personas religiosas, pero vacía de personas regeneradas por la sangre de Cristo. La apostasía se ha extendido hacia toda la nación de Israel, de allí ha dado un salto hacia el Asia Menor, que en la actualidad en su gran mayoría está habitada por los musulmanes, de allí pasó a Europa, atravesó el canal de la Mancha y arrasó con Inglaterra. Hace un par de años tuve la oportunidad de visitar este país, cuna de grandes hombres de Dios como Carey, Taylor, Chapman, Wesley, Spurgeon y tantos otros que dieron lustre al Cristianismo. Me contaba alguien que Spurgeon solía congregar a multitudes de más de 20.000 personas para hablarles de Cristo, allí al aire libre, no en estadios ni coliseos, y sin ningún espectáculo para atraer a las masas, solo para hablarles del amor de Dios demostrado en Cristo. Las Iglesias, estaban repletas de creyentes fervorosos y sinceros. El esfuerzo misionero fue mayúsculo hacia África, Asia y América. Esto fue en el siglo pasado. Qué triste fue para mí constatar que en la actualidad, esas Iglesias otro hora repletas de gente hoy están vacías. No son sino monumentos a la gloria del pasado, una gloria opacada totalmente por la apostasía. De Inglaterra, la apostasía cruzó el Atlántico y llegó a Norte América. Hace poco tiempo atrás, Canadá dejó de ser considerado como un país cristiano. Hoy es una mezcla de todo. En Estados Unidos, día a día se cierran más y más iglesias porque no hay gente que las ocupe. La apostasía ha llegado y va extendiendo sus tentáculos hacia América Latina. La apostasía va atrás del cristianismo verdadero, donde el verdadero cristianismo echa sus raíces, allí surge después de un tiempo la apostasía. El cristianismo verdadero es una ruta de vida. La apostasía es una ruta de muerte. Cuan necesario es por tanto, estar preparados para que cuando tome fuerza entre nosotros los latinoamericanos, no nos dejemos arrastrar por ella. Ciertamente que la apostasía llegará a América Latina, eso es Inevitable, porque así tiene que ser para preparar el camino al Anticristo, no podemos hacer nada para eliminarla, pero podemos hacer mucho para que ella no nos consuma. Para eso tenemos a nuestra disposición la Biblia, que no solo nos anuncia lo que ya está pasando sino que nos de, herramientas para no dejarnos atrapar de la apostasía. Y dentro de la Biblia, uno de los libros que más frontalmente trata el asunto de la apostasía es Judas, el libro que justamente estamos estudiando.
A manera de introducción a la carta de Judas, en el estudio bíblico de hoy vamos a tratar acerca del autor de la carta, la fecha de escritura de la carta, los destinatarios de la carta y el tema de la carta. Vayamos pues al grano. En primer lugar, en cuanto al autor de la carta, la primera palabra del primer versículo nos dice que se llama Judas. El asunto ahora es determinar cual de los varios personajes que llevan este nombre es aquel que escribió esta carta. Hay por lo menos seis personajes en el Nuevo Testamento con el nombre Judas. Para saber quien es, qué tal si adoptamos el proceso de eliminación. Judas Iscariote, el traidor, puede ser descartado por obvias razones. Otro que puede ser descartado es el Judas de Damasco del que nos habla Hechos 9:11, porque aparte de hospedar a Saulo de Tarso cuando se quedó ciego luego de su encuentro personal con Jesucristo no aparece más en el Nuevo Testamento. Uno más que se puede descartar es Judas Barsabás, del cual nos habla Hechos 15:22 porque tampoco tiene trascendencia en el Nuevo Testamento. También Judas el galileo puede ser descartado porque era un revolucionario que fue muerto en la época del Censo. Esto nos deja con dos fuertes candidatos. Judas el apóstol, mencionado a veces como Judas no el Iscariote y también como Lebeo o Tadeo, y Judas el medio hermano de Jesús. En cuanto al primero, Judas 1:17 dice «Pero vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo» Según este versículo parece que el escritor está diferenciándose a si mismo de los apóstoles y eso indicarla que él no se considera un apóstol. Por este motivo podemos descartarlo como escritor de la carta. El que nos queda por tanto es el medio hermano de Jesús, hijo de José y María, porque sabemos que Jesús tuvo un nacimiento virginal. Jesús y Judas entonces tuvieron la misma madre, pero no el mismo padre. En segundo lugar, en cuanto a la fecha de escritura de la carta, se ha propuesto la fecha entre los años 67 y 80, pero en vista que Judas no menciona nada acerca de la destrucción del templo de Jerusalén que aconteció en el año 70, parece que la carta pudo haber sido escrita antes de esta fecha, por tanto, la mayoría de los estudiosos bíblicos sitúan la fecha de escritura entre los años 67 a 70 después de Cristo. En tercer lugar, en cuanto a los destinatarios de la carta, Judas no especifica a nadie en particular, simplemente dice; a los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo. Todo creyente verdadero cumple con estos requisitos. Todos somos llamados, todos somos santificados en Dios Padre y todos somos guardados en Jesucristo, por tanto la carta es universal, es decir que se aplica a todos y cada uno de los verdaderos creyentes. En cuarto y último lugar, con respecto al tema de la carta, Judas trata el asunto de la apostasía. Aún en su tiempo, la iglesia ya enfrentaba este problema, es decir la presencia de hombres que simulaban ser siervos de Dios pero en realidad eran enemigos de la cruz de Cristo. El propósito de Judas fue poner en evidencia a estos traidores y señalar su destino final. Un apóstata es una persona que profesa ser un verdadero creyente, pero que en el fondo jamás ha nacido de nuevo. Puede haberse bautizado y gozar de todos los privilegios de la congregación, pero en algún momento sale de ella renegando de la doctrina y maliciosamente rechazando al Señor. Las doctrinas más atacadas por los apóstatas son la deidad de Cristo, su obra redentora en la cruz del Calvario, su resurrección corporal y su segunda venida en persona. El apóstata no es un verdadero creyente que se aparta de la verdad. El apóstata es uno que nunca llegó a ser un verdadero creyente, solamente actúa o imita a un verdadero creyente. Recuerde que el actuar como creyente no hace a uno un verdadero creyente. El verdadero creyente es aquel que por el poder del Espíritu Santo ha nacido de nuevo y eso le permite vivir de una manera distinta a la que vivía antes. Judas Iscariote fue un apóstata. Profesaba ser un discípulo de Jesús, anduvo con el Señor Jesús por más de tres años, sirvió inclusive como el tesorero del grupo, pero finalmente reveló su verdadero carácter cuando entregó al Señor por treinta piezas de plata y luego carcomido por el remordimiento fue y se ahorcó para irse a su propio lugar. Las semillas de la apostasía se sembraron en la iglesia del primer siglo. Pablo advirtió a los ancianos de Efeso en el sentido que cuando el se vaya entrarán a la iglesia lobos rapaces que no perdonaran al rebaño y que de entre ellos mismo se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras si a los discípulos. En su primera Epístola, Juan les llamó anticristos que abandonan la comunidad de los creyentes y con ello revelan su verdadero carácter. Esta semilla de apostasía ha crecido como el tamo junto al trigo, por eso es necesario que estemos alerta para detectarla y no permitir que nos lastime. La apostasía es algo muy serio, pero gracias a Dios que Ud y yo podemos estar firmes en la fe en medio de ella, no por nuestra propia fuerza o nuestra propia capacidad, sino parque tenemos junto a nosotros a alguien que es poderoso para guardarnos sin calda y presentarnos sin mancha delante de su gloria con gran alegría. A él sea la gloria ahora y siempre.
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