Es un gozo saludarles amigos oyentes. Bienvenidos al estudio bíblico del día de hoy. Una de las muchas cosas hermosas e impactantes de la Biblia es la manera como usa la naturaleza para, enseñarnos principios bíblicos para nuestro diario vivir. Como no quedar asombrados ante la enseñanza de Proverbios 6:6-8 donde dice «Ve a la hormiga, oh perezoso, Mira sus caminos, y sé sabio; La cual no teniendo capitán, Ni gobernador, ni señor, Prepara en el verano su comida, Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento» Ciertamente las hormigas tienen mucho para enseñarnos, en especial a los perezosos. Cómo trabajan incansablemente en el tiempo señalado para ello, en el verano, para luego tener qué comer en el tiempo cuando no se puede trabajar, el invierno. Esta es una lección tomada de la naturaleza. Luego vendrá el desafío al lector, en base a lo que se ha aprendido de la hormiga. Proverbios 6:9-11 dice «Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de sueño, un poco de dormitar, Y cruzar por un poco las manos para reposo; Axial vendrá tu necesidad como caminante Y tu pobreza como hombre armado». La naturaleza puede enseñarnos muchas cosas, entre ellas, el carácter de los apóstatas, lo cual será el tema de nuestro estudio bíblico de hoy.
Abra su Biblia por favor, en Judas 12 y 13. Dice así «Estos son manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos; nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados; fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza, estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas» En este par de versículos tenemos un cuadro del carácter de los apóstatas. Para ello, Judas se vale de la naturaleza para ayudarnos a comprender cómo son en carácter los apóstatas. En primer lugar, son comparados a manchas en los ágapes. Una traducción literal diría son escollos o arrecifes en los ágapes. Seguramente Ud. habrá visto escollos o arrecifes en el mar. Allí están, en medio del agua, como una gran amenaza para la navegación. Los escollos de los que habla Judas están en los ágapes. Los ágapes eran celebraciones que los primeros cristianos tenían en conexión con la cena del Señor. En ellas compartían sus posesiones comiendo con alegría y sencillez de corazón. Pero cuando entraron los apóstatas, fueron como escollos o arrecifes que echaron a perder estas celebraciones. Pablo en su primera carta a los corintios los critica severamente por los desórdenes que se estaban dando en estos ágapes. Algunos se emborrachaban, otros comían hasta hartarse sin preocuparse siquiera por los que no tenían qué comer. Para fines del primer siglo, parece que los ágapes degeneraron tanto que dejaron de celebrarse. Judas dice que los apóstatas comían impúdicamente, con los cristianos, lo cual significa que su conducta era totalmente desinhibida, y no tenían la menor vergüenza por ello. Al hacerlo los apóstatas se apacentaban a ellos mismos. No les importaba nada aparte de su propio interés. Eran sus propios pastores, atendían a sus propias necesidades y descuidaban totalmente las necesidades de los demás. Con razón que Judas los llama manchas o escollos o arrecifes contra lo cual se puede tropezar y sufrir intenso dolor. En segundo lugar, los apóstatas son comparados a nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos. En Palestina, un territorio mayormente árido es de vital importancia la lluvia. Cuanta felicidad traía a los agricultores la presencia de nubes negras en el firmamento. Las nubes negras eran el presagio de la tan ansiada lluvia. Pero de pronto, sopla un fuerte viento y las nubes en lugar de acercarse se alejan para siempre dejando destrozadas las ilusiones de recibir la preciosa lluvia. Axial son los apóstatas. De lejos parece que prometen mucho, pero los vientos de la apostasía los empujan a cualquier lado y todas las promesas son huecas y vacías. Una vez un hombre joven entró en una Iglesia. Aparentemente recibió al Señor y empezó a crecer en conocimiento de la Biblia a pasos agigantados. Los pastores de la Iglesia hicieron todo el esfuerzo que pudieron para enviar a este joven a estudiar en un seminario en Alemania. Cuando el joven salió, dejó a toda una Iglesia con la gran esperanza de que cuando vuelva será un poderoso instrumento para honrar a. Dios. Pasaron los años, el tiempo del retorno llegó. El joven ya no era tan joven, aún se había casado con una alemana. Todo fue felicidad en el recibimiento. Pero de pronto, este hombre cuestionó la inspiración de la Biblia. Decía que solamente ciertas partes de la Biblia son inspiradas, que el resto no. Luego cuestionó la deidad de Cristo y todos los milagros registrados en los evangelios. Terminó por cuestionar lo que la Iglesia siempre había aprendido porque para él era tradición enseñada por los pastores en su ignorancia de la teología. Terminó saliendo de la iglesia, pero se llevó a algunos consigo. Era un apóstata. Prometía mucho, pero no cumplió nada. Nube sin agua llevada de acá para allá por los vientos. En tercer lugar. Judas compara, a los apóstatas con árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados. Esta imagen nos presenta un árbol sin hojas y sin fruto. Uno pensaría que a lo mejor está axial por el otoño, pero no es axial, esta dos veces muerto y prueba de ello es que ha sido desarraigado. Axial son los apóstatas. No tienen fruto que agrade a Dios, es más, nunca podrán producir fruto porque no tienen raíces. En cuarto lugar, Judas compara a los apóstatas con fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza. Para entender esta figura uno tendría que mirar el choque de las olas contra los acantilados de una accidentada costa. La ola de a veces decenas de metros de altura golpea furiosamente contra la roca, produciendo un ruido ensordecedor, pero la roca no se mueve. Cuando la ola se retira lo único que queda es espuma por doquier. Axial son los apóstatas, a gritos y con furia inusitada lanzan su basura doctrinal a los cuatro vientos, pero ello no va a cambiar en nada la verdad eterna de la Palabra de Dios. Cuando cesan en su ímpetu, queda como rezago la vergüenza de su desordenada conducta. Un par de décadas atrás surgió un fuerte movimiento hacia la liberación de la conducta. Su mensaje era: En Cristo somos libres para hacer lo que queramos y vivir como queramos. El ímpetu pasó y cuando se fue dejó homosexualismo, drogadicción, aborto, pornografía, enfermedades venéreas, pobreza y un sin número de problemas sociales. Esta fue la espuma vergonzosa de la liberalidad proclamada a gritos por la apostasía. Triste es amigos oyentes el resultado de caer en las manos de la apostasía. En Quinto lugar, Judas compara a los apóstatas con estrellas errantes, para las cuales esta reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas. La imagen que debemos hacernos es la de un meteorito. Seguramente Ud. habrá visto algunos de ellos. De pronto aparecen en el firmamento, dejando una estela luminosa que dura fracciones de segundos para luego desaparecer axial como aparecieron. Hermosa descripción de un apóstata. Aparece inesperadamente, parece que tuviera luz propia, como una estrella, pero en poco tiempo desaparece su luz y queda solo las tinieblas. Los meteoritos no tienen una órbita definida cuando entran a la atmósfera de la tierra, no se puede depender de ellos para la navegación por ejemplo. Axial también son los apóstatas, no se sabe en qué dirección van a salir corriendo. No se puede depender de ellos en absoluto. Su destino está asegurado en las más densas tinieblas de una separación eterna de Dios. Esta es la naturaleza mostrándonos el carácter de los apóstatas. Los escollos muestran el peligro de los apóstatas, las nubes sin agua muestran las falsas promesas hechas por los apóstatas, los árboles otoñales muestran la improductividad de los apóstatas, las fieras ondas del mar muestran sus frenéticos pero inútiles esfuerzos y las estrellas errantes muestran el ambiguo y breve curso que despliegan. Cuidado con ellos amigos oyentes.
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