Una vez mas agradecemos a Dios el permitirnos llegar hasta usted y compartir estos minutos junto a la palabra de Dios y desarrollar el “La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del Espíritu Santo” hoy es el último estudio de esta serie. En breve estará con nosotros David Logacho para compartir con nosotros lo que dios ha puesto en su corazón.
Saludos y bienvenida. Estamos estudiando el libro de Hechos en la serie titulada: La obra de Jesucristo después de su ascensión, realizada mediante el Espíritu Santo. A decir verdad, este es el último estudio bíblico dentro de esta serie. En nuestro último estudio bíblico, dejamos a Pablo anunciando a los judíos de Roma que dado que el mensaje del Evangelio había sido rechazado por ellos, entonces el Evangelio va a ser anunciado a los gentiles quienes lo recibirán con gusto. En el estudio bíblico de hoy analizaremos el epílogo del libro de Hechos. Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Hechos capítulo 28 a partir del versículo 29. Lo primero con lo que nos vamos a encontrar aquí es con los judíos de Roma desperdiciando su oportunidad de recibir el Evangelio. Hechos 28:29 dice: Y cuando hubo dicho esto, los judíos se fueron, teniendo gran discusión entre sí.
Al oír que el Evangelio, la salvación de Dios, iba a ser enviado a los gentiles y que ellos lo recibirán, los judíos de Roma deben haberse enojado mucho y seguramente se dispusieron a salir de la presencia de Pablo, no sin antes expresar sus profundas divergencias entre ellos. Lucas registra que se fueron teniendo gran discusión entre sí. Qué triste que de esta manera los judíos de Roma dejaron pasar su oportunidad para recibir al Señor Jesucristo como Salvador. No se sabe si el Señor en su gracia les concedió una nueva oportunidad, pero es indudable que muchos no la tuvieron, sino que salieron de este mundo si recibir perdón de pecados. Su destino eterno quedó sellado. Hoy están en un lugar de tormento en fuego, esperando el momento cuando serán arrojados al lago de fuego, donde sufrirán pena de eterna perdición. Si Usted, amable oyente, ha escuchado el mensaje del Evangelio y lo entiende muy bien, pero hasta ahora no ha tomado la decisión de recibir a Cristo como su único y personal Salvador, hágalo hoy mismo, porque puede ser que ya no tenga otra oportunidad para hacerlo. En segundo lugar encontramos el ministerio de Pablo en Roma mientras estuvo prisionero. Hechos 28:30-31 dice: Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento.
Pablo estaba en calidad de prisionero, esperando su comparecencia ante el César. La providencia y benevolencia de Dios permitió que Pablo no sea arrojado a una fría y obscura celda sino que cumpla su prisión en una casa alquilada, bajo la custodia de la guardia romana. En esta casa, donde Pablo cumplía su prisión domiciliaria, Pablo tenía ciertas libertades como por ejemplo recibir a todos los que querían hablar con él, a quienes, como no podría ser de otra manera, les predicaba el reino de Dios, que no es otra cosa que el Evangelio de Cristo, y les enseñaba acerca del Señor Jesucristo, seguramente les hablaba de lo que las profecías del Antiguo Testamento decían sobre él, de su nacimiento, de su ministerio en este mundo, de su pasión, de su muerte en la cruz, de su sepultura, de su resurrección, de su ascensión y de su pronto retorno. Es probable que muchos hayan oído el mensaje de Pablo y muchos deben haber hallado perdón de pecados por medio de recibir a Cristo como su único y personal Salvador. Dios permitió que Pablo, a pesar de ser un prisionero, cumpla con su ministerio abiertamente y sin impedimento. Lucas registra que Pablo pasó dos años cumpliendo su ministerio en estas condiciones. Durante esos dos años los judíos de Jerusalén, quienes eran sus acusadores, no se presentaron en Roma para acusar a Pablo y tampoco hicieron llegar algún documento al respecto, por lo que se supone que después de esos dos años, Pablo fue puesto en libertad porque su caso prescribió por falta de presencia de la parte acusadora. Lucas se limita a relatar lo que hizo Pablo por dos años en Roma. El final parece abrupto. No se relata lo que ocurrió después de esos dos años. Pero Dios no se equivoca. El libro de Hechos termina de esta manera para que todos entendamos que la obra de Jesucristo después de su ascensión, realizada por medio del Espíritu Santo, no ha terminado todavía, porque sigue realizándose por medio de la iglesia de Cristo, mientras la iglesia de Cristo esté en la tierra. En un sentido muy real, el capítulo 29 de Hechos todavía se está escribiendo, los actores ya no son Pedro, ni Pablo ni ningún otro gran hombre de Dios del pasado, son personas comunes y corrientes como Usted y como yo, quienes estamos siendo los instrumentos del Señor Jesucristo, en el poder del Espíritu Santo para seguir con su obra. La obra de Jesucristo después de su ascensión, realizada mediante el Espíritu Santo terminará cuando el Señor Jesucristo llame a su iglesia para que esté con él para siempre, en lo que se conoce como el rapto o el arrebatamiento. En todo caso, durante el tiempo que Pablo pasó preso en Roma, escribió las Epístolas de Filipenses, Efesios, Colosenses y Filemón. En la Epístola de Filipenses, Pablo resalta que su permanencia en Roma como prisionero resultó en progreso de la obra del Señor. Filipenses 1:12-14 dice: Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio, de tal manera que mis prisiones se han hecho patentes en Cristo en todo el pretorio, y a todos los demás. Y la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor.
Así que, Pablo no perdió su tiempo lamentando o quejándose o bajando los brazos. Pablo aprovechó su tiempo compartiendo la palabra de Dios a todos cuantos tuvo oportunidad. Escribiendo a Filemón, Pablo dio a conocer que esperaba salir en libertad muy pronto. En el versículo 22 dice: Prepárame también alojamiento; porque espero que por vuestras oraciones os seré concedido. La mayoría de los estudiosos de la Biblia, piensan que efectivamente Pablo fue puesto en libertad y pudo continuar con su ministerio. Durante este tiempo, Pablo tuvo consigo a Timoteo, así como también a Juan Marcos, Lucas, Aristarco, Epafras, Justo y Demas. Durante este tiempo, Pablo también conoció a Onésimo, el esclavo de Filemón que había huido y había caído preso en Roma, y quien recibió a Cristo como Salvador por medio de su testimonio. Fue durante este tiempo también que Pablo recibió por medio de Epafrodito una ofrenda enviada por la iglesia en Filipos. Inclusive Epafrodito enfermó de muerte y por poco pierde la vida mientras estaba sirviendo a Pablo. Tíquico sirvió a Pablo como cartero durante este tiempo y fue él quien personalmente llevó las epístolas de Efesios, Colosenses y Filemón. Después de aparentemente ser puesto en libertad, puede ser que Pablo inclusive haya llegado a España, conforme a su deseo expresando en Romanos 15:24 y 28. Una vez en libertad, Pablo escribió las epístolas pastorales, 1Timoteo, y Tito. En este tiempo, Pablo dejó a Tito en Creta, a Trófimo dejó enfermo en Mileto y dejó a Timoteo en Efeso. El deseo de Pablo fue encontrarse con algunos de sus colaboradores en Nicópolis, una vez que visite algunas de las iglesias que había fundado. A cualquier lugar que iba, procuraba que tanto judíos como gentiles lleguen a recibir a Cristo como su personal Salvador. Hasta donde se puede seguir el rastro, parece que Pablo fue arrestado una segunda vez en Roma, alrededor del año 67, pero esta vez no hubo ninguna contemplación para con él. No fue llevado a una casa alquilada como en la primera vez sino que fue encadenado en una celda como si fuera un vulgar criminal. Fue desde esta fría y obscura prisión que Pablo escribió su última carta, 2 Timoteo. En ella habla de lo sólo que se hallaba y de lo mucho que estaba padeciendo. 2 Timoteo 2:9 dice: En el cual sufro penalidades, hasta prisiones a modo de malhechor; mas la palabra de Dios no está presa. Estando en prisión, Pablo notó que se estaba aproximando el invierno y escribió a Timoteo que le traiga algo de abrigo. 2 Timoteo 4:13 dice: Trae cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos. Pero lo más triste de la segunda vez que estuvo prisionero es que Pablo fue abandonado por los creyentes de Roma. 2 Timoteo 4:16-17 dice: En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león. El gran apóstol a los gentiles fue abandonado por las mismas personas a las que quiso ayudar. De sus colaboradores, Demas le abandonó y sólo se quedó Lucas. La familia de Onesífero le ayudó en sus necesidades, pero deseaba mucho que vinieran, Timoteo y Marcos a su lado. Pablo presentía que su tiempo en este mundo estaba llegando a su fin, por eso escribió las palabras que se encuentran en 2 Timoteo 4:6-7 donde dice: Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Según la tradición, Pablo fue decapitado en Roma entre el año 67/68. Así terminó la vida de este gran apóstol. Que el ejemplo que nos ha dejado moldee nuestra vida como hijos de Dios.
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