Reciba afectuosos saludos amigo oyente, y una cordial bienvenida al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el Espíritu Santo y dentro de ello su obra. Muchas personas piensan que el Espíritu Santo tiene que ver con los creyentes exclusivamente, pero en el estudio bíblico de hoy, David Logacho nos mostrará que el Espíritu Santo tiene también mucho que ver con los incrédulos.
En nuestro estudio bíblico sobre el Espíritu Santo hemos llegado amigo oyente a la obra del Espíritu Santo en los incrédulos. Quizá esto sorprenda a muchos, porque no son pocos los que piensan que la obra del Espíritu Santo se limita a los creyentes exclusivamente. Veamos pues, en qué consiste la obra del Espíritu Santo en los incrédulos. En primer lugar, el Espíritu Santo, contiende con ellos. Génesis 6:3 dice: “Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días 120 años” El verbo contender significa luchar, reñir, oponer. Y esto es exactamente lo que hace el Espíritu Santo no solo en el incrédulo sino en el mundo incrédulo en general. Si el Espíritu Santo no realizara esta obra, tiempo ha que el mal hubiera saturado este mundo. Si vemos al menos rasgos de bondad en el mundo en el cual vivimos es una obra directa del Espíritu Santo contendiendo con el incrédulo. El Espíritu Santo utiliza diversos medios para contender con el hombre impío. Tenemos por ejemplo la autoridad establecida. Romanos 13:3 dice: “Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella” Los magistrados o la autoridad establecida están para infundir temor al malo. Es una de las formas como el Espíritu Santo contiende con el hombre para frenar el avance del mal. ¡Solo imagine el caos que habría si un buen día desapareciera la policía en todos los países del mundo! Tenemos también que el Espíritu Santo contiende con el mal por medio de los ángeles al servicio de Dios. En realidad, no tenemos idea de la batalla encarnizada y constante que llevan a cabo los ángeles contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Los ángeles son medios por los cuales el Espíritu Santo está oponiéndose al mal. También debemos mencionar a la iglesia de Cristo, ese cuerpo formado por todos los que hemos confiado en Cristo como nuestro Salvador. Es otro medio al servicio del Espíritu Santo que contiende contra la impiedad. El Espíritu Santo mora en la vida de cada verdadero creyente, y como consecuencia, ese creyente se torna en un medio para frenar el mal, tanto porque ese creyente ya no practicará el mal como porque ese creyente influenciará a otros a apartarse del mal. Los pueblos mineros en Inglaterra, en el siglo 16, además de ser fuentes de riqueza para la nación, eran antros del vicio. A esos pueblos llegó Juan Wesley con el mensaje del Evangelio. Hubieron muchos que recibieron a Cristo como su Salvador y como consecuencia de ello, abandonaron sus vicios, principalmente el alcohol. Con tantos convertidos, las tabernas estaban con menos gente cada vez. Los taberneros se opusieron a Wesley y a todo el que propiciaba estos cambios de conducta. Así es mi amigo oyente, el Espíritu Santo morando en la vida de los verdaderos creyentes ha sido una especie de freno para el avance del mal en el incrédulo y en el mundo incrédulo en general. Una vez que hemos visto que una de las obras del Espíritu Santo en la vida de los incrédulos es contender contra el pecado, veamos una segunda. El Espíritu Santo también testifica a los incrédulos. Juan 15:26 dice: “Pero cuando el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mi” Como podemos apreciar, el Espíritu Santo, o el Consolador, otro nombre para él, da testimonio a toda persona sobre el Hijo de Dios, el Señor Jesucristo. No es que el incrédulo va a escuchar voces o ver visiones, o algo por el estilo. El Espíritu Santo da su testimonio por medio de los creyentes. Cada vez que un creyente testifica de su fe a un incrédulo, es en realidad el Espíritu Santo quien está testificando a ese incrédulo. El creyente es simplemente un medio o un canal por el cual el Espíritu Santo entrega su testimonio al incrédulo. De modo que, amigo, amiga que me escucha, sí Ud. es creyente, Ud. debe estar compartiendo su fe con los incrédulos, para que de esa manera, el Espíritu Santo hable a los incrédulos, por así decirlo, por medio de Ud. Si los creyentes cerramos nuestras bocas y no compartimos con los incrédulos el mensaje del Evangelio, estamos privando al Espíritu Santo de testificar al incrédulo. Además de contender y testificar, el Espíritu Santo convence al incrédulo. Juan 16:8-11 dice: “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado” Este texto se refiere a una de las obras del Espíritu Santo que tiene que ver con los incrédulos. El Espíritu Santo convence al mundo de tres situaciones, pecado, justicia y juicio. El verbo convencer, no significa hacer creer a alguien algo por engaño, como cuando decimos que fulano de tal está convencido de que es el más inteligente del mundo. La palabra griega que se ha traducido como convencer significa reargüir, poner en evidencia, reprender, acusar. Se usa en el sentido de confrontar a una persona con la realidad de su situación. Y esto es exactamente lo que hace el Espíritu Santo en favor de los incrédulos. El Espíritu Santo toma a los apóstoles, los evangelistas o los predicadores y por medio de ellos confronta a los pecadores con la realidad de su situación. Convencer denota entonces proclamar la verdad del Evangelio con una luz tan clara que los hombres sean capaces de aceptar o rechazar el evangelio inteligentemente. Note que el Espíritu Santo convence al mundo de pecado por cuanto el pecador no cree en Cristo. El hombre está condenado delante de Dios, no porque sea pecador, sino porque, estando en estado pecaminoso, se ha negado a creer en el Salvador y a aceptar su perdón. Además, el Espíritu Santo convence al mundo de la justicia de Cristo, por cuanto Cristo fue al Padre. Cristo vino a este mundo, vivió una vida pura, fue crucificado como si fuera malhechor, resucitó al tercer día, y fue ascendido al cielo. El hecho que él resucitó y hoy por hoy está en el cielo es prueba de que él es justo y el único que puede llevar a otros al cielo. El Espíritu Santo confronta al pecador con esta realidad y deja con el pecador la decisión de confiar en Cristo el justo y hallar salvación o rechazar a Cristo el justo y condenarse para siempre. Finalmente el Espíritu Santo convence al mundo del juicio por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. Esto se refiere al juicio que se cernirá sobre todos los incrédulos, y la prueba de que habrá un juicio futuro constituye el hecho de que Satanás ha sido ya juzgado. El Espíritu Santo convence a los hombres de que el mismo juicio a que se vio sometido Satanás caerá sobre ellos, si insisten en rechazar a Cristo por supuesto. Qué interesante el orden en el testimonio del Espíritu Santo. Primero convence de pecado. El hombre necesita saber el estado de pecado en que se encuentra, segundo, de justicia, el hombre necesita saber que Cristo es justo y el único quien puede salvarlo del pecado y finalmente, tercero, de juicio, el hombre necesita saber que si se niega a recibir dicho Salvador tendrá que enfrentar un juicio severo de parte de Dios. Todo esto hace el Espíritu Santo en favor de cada pecador. Por eso, amigo oyente, si un pecador se condena, es por su propia voluntad, porque conociendo el testimonio del Espíritu Santo, voluntariamente ha rechazado ese testimonio. Si Ud. amigo oyente, todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador, no cierre sus oídos al testimonio del Espíritu Santo. El está testificando este instante a Ud. haciéndole saber que Ud. es pecador, haciéndole saber que Cristo es justo y el único que puede salvar y haciéndole saber que si Ud. persiste en su rechazo a Cristo Ud. estará condenado por la eternidad. ¿Qué va a hacer con este testimonio del Espíritu Santo? La respuesta es suya.
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