Qué gozo amiga, amigo oyente estar junto a Usted para nutrirnos de la sabiduría de la palabra de Dios. Sea bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy con David Logacho. Continuando con la serie que lleva por título: Proverbios, sabiduría celestial para la vida terrenal, nos corresponde estudiar la primera parte del capítulo 18 de Proverbios.
Lo que más necesita el hombre para sentirse realizado es vivir a la luz de la sabiduría divina. La Biblia es fuente de sabiduría divina. El libro de Proverbios destila sabiduría.
Abramos nuestras Biblias en el capítulo 18. El versículo 1 dice: «Su deseo busca el que se desvía, y se entremete en todo negocio.»
Este proverbio tiene en mente al hombre egoísta, al hombre que sólo piensa en sí mismo. Dice que el hombre egoísta busca su propio bien. No tiene ningún otro interés en su vida. Esto le impulsa a meterse en cualquier lugar. Es un entremetido por naturaleza.
Luego tenemos Proverbios 18:2 donde dice: «No toma placer el necio en la inteligencia, sino en que su corazón se descubra.»
El necio no tiene ningún interés en buscar la inteligencia. Lo único que le importa es hacer alarde de su propia opinión. ¿Se ha encontrado con personas que hacen de sus opiniones un caballo de batalla para arremeter contra todo aquel que se atreva a contradecirles? Así actúan las personas necias. Se desviven por hacer prevalecer sus opiniones.
Tenemos ahora Proverbios 18:3 donde dice: «Cuando viene el impío, viene también el menosprecio y con el deshonrador la afrenta.»
Este proverbio nos presenta a dos parejas inseparables. La primera pareja es el impío y el menosprecio. El impío siempre va acompañado del menosprecio. Las personas impías se creen que son la divina pomada y por esa razón menosprecian a todos los demás. La segunda pareja es el deshonrador y la afrenta. El deshonrador es el que se esfuerza por destruir la imagen de los demás. El deshonrador siempre está acompañado de la afrenta. Pero el deshonrador debe saber que algún momento él mismo va a sufrir una terrible afrenta. Bien se ha dicho que el orgullo precede a la deshonra. La Biblia dice en Proverbios 16:18 que antes del quebrantamiento es la soberbia o el orgullo.
Tenemos ahora Proverbios 18:4 donde dice: «Aguas profundas son las palabras de la boca del hombre; y arroyo que rebosa, la fuente de la sabiduría.»
En este proverbio se contrasta los dichos de los hombres, con los dichos de Dios o la fuente de la sabiduría. Los dichos de los hombres son como un pozo profundo repleto de agua. En cambio, los dichos de Dios, o la fuente de la sabiduría es como un arroyo de aguas cristalinas. Las palabras del hombre son aguas estancadas, incapaces de dar vida. Las palabras de Dios son ríos de agua viva que dan vida por dondequiera que van.
Continuando con Proverbios 18, llegamos al versículo 5 donde dice: «Tener respeto a la persona del impío, para pervertir el derecho del justo, no es bueno.»
Cuando este proverbio habla de tener respeto a la persona del impío, se está refiriendo a hacer acepción de personas a favor del impío. Se está refiriendo a dar razón al impío tal vez por su poder político, o su poder económico. Pervertir el derecho del justo, se refiere a fallar en contra de alguien a pesar que es inocente. Dar la razón a un impío, y condenar a un inocente, no es bueno, dice la palabra de Dios. Quienes deberían poner mucha atención a lo que dice este proverbio son los que administran justicia en la sociedad. Bien sean jueces o autoridades o padres, etc.
Antes de emitir algún fallo para condenar o para absolver, deberían examinar los hechos con sumo cuidado, evitando hacer acepción de personas a favor del impío.
A continuación tenemos Proverbios 18:6 donde dice: «Los labios del necio traen contienda; y su boca los azotes llama.»
La sabiduría divina toca un asunto de vital importancia para las relaciones armónicas de la gente.
Acabo de leer una crónica de prensa según la cual un hombre entró a un almacén a comprar alguna cosa. El dependiente del almacén le hizo una broma de mal gusto, y al puro estilo del viejo oeste, el hombre desenfundó una pistola que llevaba oculta y disparó varias veces contra el desafortunado dependiente de almacén. ¡Qué triste! No pensar en lo que iba va a decir, le costó la vida a este pobre individuo.
Cuánta razón tiene la Biblia al afirmar que los labios del necio traen contienda. La palabra es un arma de doble filo, puede traer bendición o puede traer maldición. Puede traer armonía o puede traer contienda. Si tan sólo nos propusiéramos a nunca jamás hablar antes de pensar, cuántos problemas nos ahorraríamos. No seamos necios hablando cosas que cual combustible arrojado sobre las brazas hace inflamar la hoguera de la discordia.
Dice además el proverbio que la boca del necio llama a los azotes. Esto se puede entender en dos maneras diferentes. La una, en que todo lo que dice el necio despierta peleas donde no faltan las agresiones físicas. La otra, en que el necio sufrirá las consecuencias de haber usado mal su boca. En algún momento el necio será azotado por haber hecho daño con lo que dijo. Que nuestro hablar sea siempre con cordura, con amor, hasta con ternura, de modo que nadie se incomode por algo que digamos. Aún las cosas más difíciles se las puede decir de una manera amable y gentil, de modo que no se despierten rencillas. Ojo con lo que hablamos, amable oyente.
Relacionado con el hablar, tenemos Proverbios 18:7 donde dice: «La boca del necio es quebrantamiento para sí, y sus labios son lazos para su alma»
Mediante su hablar, el necio puede causar mucho daño a los demás. Pero quien más daño se hace es él mismo. Sobre esto trata este proverbio. Dice que la boca del necio es su perdición. Así como el pez queda atrapado por el anzuelo en su boca, el necio queda atrapado por las palabras que salen de su boca. El proverbio dice por tanto que los labios del necio, o lo que habla el necio, son los lazos o la trampa para su alma, o para su propia vida. No andemos poniéndonos trampas a nosotros mismos por medio de un hablar que es propio de los necios.
Avanzamos. Proverbios 18:8 dice: «Las palabras del chismoso son como bocados suaves, y penetran hasta las entrañas.»
Otro problema con la boca es el chisme. El chisme en el fondo busca dañar la imagen de una persona. Por medio de esparcir lo malo que alguien ha hecho, se está procurando destruir el carácter de la persona que ha cometido la falta. El chisme por tanto es un atentado contra el carácter de otra persona.
Ahora, seamos honestos. El chisme es muy entretenido. La Biblia dice que las palabras del chismoso son como bocados suaves. Esto significa que los chismes son comparables a deliciosos manjares. Quien es dado al chisme hallará que los chismes penetran hasta lo más íntimo del ser. Por un lado esto significa que traen mucho placer al chismoso, pero por otro lado significa que es muy difícil dejar de ser chismoso. Cuando dejamos que el chisme se meta en nuestra vida, se va a lo más profundo del ser y sólo el poder de Dios puede sacar eso de allí.
Las personas chismosas necesitan una obra especial de Dios para dejar de ser chismosas. Cuidado amable oyente con andar en chismes. Cuando un gran hombre de Dios comenzaba a oír lo malo que había hecho otra persona, de la manera más amable cortaba la conversación y decía a su interlocutor: Hermano, ¿qué le parece si dejamos el trabajo sucio a Satanás? Eso servía para cortar por lo sano este terrible hábito del chisme. Realmente no vale la pena ensuciar nuestra alma con las maldades que otros han hecho.
Tenemos ahora Proverbios 18:9 donde dice: «También el que es negligente en su trabajo es hermano del hombre disipador»
Un negligente en su trabajo es un ocioso, es un perezoso. Un disipador, es aquel que echa a perder todo lo que toca con sus manos. Es un destructor por naturaleza. El proverbio está diciendo que el resultado de lo que hace el perezoso y el disipador es el mismo. En ambos casos causa destrucción. Podríamos también decir que el perezoso es pariente cercano del disipador. Ambos causan destrucción.
Llegamos ahora a Proverbios 18:10 donde dice: «Torre fuerte es el nombre de Jehová; a él correrá el justo, y será levantado.»
Hermoso proverbio. El nombre de Jehová encierra todo lo que él es. Allí está su perfección, su santidad, su poder, su misericordia, su sabiduría. Por eso dice el texto que torre inexpugnable es el nombre de Jehová. Nada ni nadie puede burlar la seguridad que brinda el nombre de Jehová. Los justos pueden refugiarse en esa torre fuerte para estar a salvo de cualquier mal. A él correrá el justo, y será levantado dice el texto. ¡Maravilloso! ¿No le parece? Puede ser que este mismo momento Usted esté enfrentando fuerte oposición, ya sea de Satanás o del mundo o de su propia carne.
Parecería como que la batalla está perdida. Pero no se desespere mi amigo, mi amiga. Vaya este mismo instante a la persona de Jehová. Él es el refugio inexpugnable. Allí encontrará seguridad, provisión, paz y todo lo demás que está necesitando. Aprópiese de esta promesa este mismo instante.
Finalmente por hoy tenemos Proverbios 18:11 donde dice: «Las riquezas del rico son su ciudad fortificada, y como un muro alto en su imaginación.»
Este proverbio tiene estrecha relación con el anterior. Contrasta el inexpugnable refugio que es el nombre de Jehová, con el engañoso refugio que ofrece la riqueza. El rico en su imaginación, note, en su imaginación, piensa que está seguro bajo la protección de la riqueza. Le parece que la riqueza es como una ciudad fortificada. Siente que la riqueza se levanta como un alto muro para ofrecer toda la protección imaginable. Lo que no sabe el rico es que la riqueza no podrá darle seguridad después de la muerte. Jamás confíe en la riqueza. Lo único confiable es el nombre de Jehová. Él es la torre fuerte. Usted debe correr a él para estar seguro en este mundo y cuando salga de este mundo.
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