Responde honestamente a esta pregunta. En tu vida o tu familia ¿estás dando todo lo que puedes dar? o ¿estás dando de lo que te sobra?
Si tienes una Biblia cerca te invito a que la abras en Marcos 10. ¿Recuerdas que hemos estado estudiando este texto de la Biblia? Bien, hoy vamos a continuar con este estudio, pero antes quiero decirte que, la salvación es completamente imposible para cualquier persona sin la gracia de Dios.
Bien leamos Marcos 10, verso 22 en adelante, esto dice: “Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: !!Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, !!cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!”.
Ahora aquí es donde todo se pone realmente bueno. El versículo 25 dice: “Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios». Entonces, ¿qué está diciendo Jesús? Jesús no dice que sea realmente difícil entrar al reino de los cielos, Jesús dice que es imposible para los ricos entrar en el reino de los cielos y, para el caso, es imposible para cualquiera ingresar por sus propios méritos, sencillamente no hay esa posibilidad. No hay nada que podamos hacer para ganar la entrada al reino. No importa cuánto damos y no importa cuánto hagamos, no podemos ganar entrada al reino de los cielos. No podemos ganar la salvación. ¿Por qué? Porque solamente Dios nos da la salvación.
Dios no nos vende la salvación, el reino no se puede comprar y Él no nos cambia la salvación por obras. Ahora quiero detenerme un momento aquí; las Escrituras obviamente hablan y hemos estado hablando sobre el costo de seguir a Jesús. ¿Significa eso que estamos sentados frente a Dios y si ponemos suficiente dinero en la mesa, entonces Él nos salvará? Claro que no, eso no es lo que enseña la Escritura. No compramos la salvación, nosotros no comerciamos la salvación. Ese no sería un negocio sensato porque no tenemos nada que aportar a la mesa de Dios, no tenemos nada más que nuestros pecados.
Entonces, esto es lo que sucede: nos sentamos al otro lado de la mesa y Dios, basado en absolutamente nada, extiende su mano de gracia en nuestras vidas, toma nuestro pecado, lo quita y en su lugar pone la justicia de Cristo. Así que, la única forma en que tu o yo somos aceptados ante Dios, en este momento es debido a la obra terminada de Cristo en la cruz y su justicia comprada para ti y para mí.
Lo que sucede es que por su gracia Dios toma nuestro corazón, quita nuestro pecado y pone la justicia de Cristo en nosotros. Ahora, como parte de eso, como parte de un corazón nuevo que no desea el pecado sino que desea a Cristo, Él nos pone un espíritu que comienza a fluir en nosotros y como consecuencia de ese nuevo corazón y con la guía del Espíritu Santo, damos a los pobres y obedecemos a Cristo, no porque sea una orden para ganar la salvación, sino como consecuencia de lo que Él hizo en nosotros.
Dar a los pobres no es cuestión nuestra, es el desbordamiento de Cristo en nosotros. Esas obras son el trabajo de Dios en nuestros corazones, son el resultado de su entrega a nuestros corazones; ese es el punto aquí en el capítulo 10 de Marcos en donde los discípulos están sentados allí con sus fundamentos del Antiguo Testamento pensando que, si alguien puede entrar en el reino debido a sus acciones, este tipo puede hacerlo; mira sus riquezas, mira su currículum, este tipo definitivamente puede entrar y Jesús dice: “no, es imposible para él entrar, cualquiera que quiera entrar en el reino de Dios necesita un cambio radical en su corazón”. Así que, si quieres entrar en el reino de Dios, entonces necesitas un cambio radical de tu corazón, necesitamos un cambio radical.
Entonces, todo lo que damos o hacemos no se debe a nuestra gentiliza o a lo buenos que somos, todo eso es únicamente el resultado de su entrega. Así que permíteme resumirlo de la siguiente forma: Dios no sólo nos da la salvación, sino que permite el sacrificio en nosotros, Él nos permite entregarnos a la necesidad de los demás, Él pone de su misericordia en nuestro corazón para que actuemos en pos de esos miles de perdidos y pobres que irán a una eternidad en el fuego eterno.
Ahora, aquí es donde se pone realmente bueno, cuando hablamos de ir y vender todas nuestras posesiones y dar a los pobres para que tengan un tesoro en el cielo, ¿cuántos de nosotros estamos realmente dispuestos a hacerlo? ¿Cuántos de nosotros, al terminar de escuchar esto, salimos con sonrisas en la cara, tan alegres porque ahora tenemos que dar todo por perdido? Probablemente esa no fue la reacción que hemos experimentado en las últimas semanas y eso se debe a la imposibilidad que los seres humanos tenemos; es imposible fabricar un corazón que no quiera seguridad y comodidad en las cosas de este mundo. Pero la buena noticia es que nuestro Dios es el gran hacedor de lo imposible y Él lo hace, Él toma nuestros corazones y los cambia.
La gente diría que es una locura hablar de estas cosas en esta cultura, con toda la riqueza y las posesiones que la gente busca hoy en día. Es una locura pensar que personas, individuos y familias de fe hagan estas cosas. Es imposible, diría yo, pero Dios es el gran hacedor de lo imposible. Y aquí es donde quiero detenerme, mi desafío para ti es que, cada día de esta semana, reserves un tiempo específico para orar con tu familia. Ora y pide al Espíritu Santo que cambie sus deseos y les muestre lo que Él quiere que hagan. Entonces comienza a hacerlo en su poder un paso a la vez.
Cuando vemos algunas de estas verdades, tengo la sensación de que hay una tendencia a la conmoción; quizás nunca hemos visto en las Escrituras algunas de estas cosas, y hay personas que están caminando en la cultura de este mundo, viviendo por acumular dinero y posesiones.
Tal vez, al leer la Biblia notamos que había algo mal y cambiamos un par de pequeños detalles, pero de repente llegamos a textos como este y nos paramos en seco y comenzamos a pensar: bien ¿qué debo hacer? ¿Por dónde empiezo? Y es en este punto en el que quiero alentarte a que te arrodilles delante de Dios, y digas:
“Dios, no sé qué hacer y no sé por dónde empezar; pero sé que cualquier cosa que haga o cualquier cosa que comience Tú poder estará conmigo. Dios, haz tu trabajo en mi corazón, cámbialo y haz lo que quieras conmigo. Amén”
¿Sabes qué? Es probable que el proceso de un cambio no suceda de forma instantánea, será un proceso en el que Dios comenzará a cambiar tu corazón y a mostrarte aquellas cosas que debes cambiar. Hay un proceso interno que debe suceder aquí. Tristemente somos gente inmediatista, queremos hacerlo todo ya, pero la realidad es que necesitamos que Cristo cambie nuestros corazones y eso no es una solución rápida.
Ahora, debemos tener cuidado de no terminar antes de tiempo con este proceso porque podemos empezar a ver cambios, pero dentro de poco volver a caer en la comodidad de vivir nuestra vida a nuestra manera. Mira, esto es una batalla constante. Así que quiero alentarte a dedicar tiempo a solas con tu familia y pedirle a Dios en oración que Él guíe tu estilo de vida de acuerdo con estas cosas radicales que las Escrituras nos muestra.
Bien, una cosa más, libertad radical. Jesús nos libera de la esclavitud a nosotros mismos y a nuestras cosas. No vamos a pasar mucho tiempo aquí, pero quiero que veas esto. Quiero que vean la respuesta de Pedro en Marcos capítulo 10, versos del 27 al 28 esto dice así: «Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios. Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido».
Me encanta esto. Mira el contraste; sólo unos pocos versos antes de esto, un hombre se aleja de Jesús triste porque vivía aferrado a todo lo que tenía y ahora, vemos un discípulo ansioso, que se pone de pie y dice: «nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido». ¿Lo ves? hay un contraste radical aquí, hay una libertad; hay un hombre que se marcha triste encadenado a sus posesiones y un hombre que se levanta emocionado por el hecho de que ha dejado todo para seguir a Jesús.
Existe una tendencia a pensar que cuando somos salvos, Cristo no nos libera, y efectivamente Él nos libera de nuestra sentencia a vivir una eternidad en el fuego eterno, somos libres de obedecer los mandamientos, pero aún tenemos lo que hay en nuestros corazones que es necesario sacar para poner en práctica las verdades eternas de Dios. Y aquí viene lo realmente difícil: entregarle todo eso al Señor. ¿Sabes por qué es difícil? Pues porque no hemos confiado plenamente en Él. Obedecemos a regañadientes y no lo hacemos porque Cristo está cambiando nuestros corazones y eso se desborda en nuestra obediencia. Mira, solamente cuando creemos plenamente en Él somos libres, absolutamente libres de nosotros mismos, nuestras posesiones, nuestras cosas y nuestra vida, libres de vivir para Cristo y de ir a donde Él nos llame.
Entonces, ¿qué sucede cuando no estamos encadenados a lo que nos aferramos?, ¿qué sucede cuando somos libres de ir a donde Él llame? ¿A dónde vamos a dar estos recursos? ¿Cuál es la mejor manera de dar lo que Dios nos ha dado?
Esta es una buena pregunta y déjame plantearla de la siguiente manera, antes, cuando dábamos lo que nos sobraba era bastante sencillo; quiero decir, es fácil recoger lo que ya no usamos y darlo a la caridad, pero eso no es lo que Jesús nos llama a hacer, Él nos dice que demos todo y eso es lo realmente difícil, eso es radical.
¿Y si realmente hubiera miles de millones de personas en este planeta que se dirigen a un infierno eterno y millones de ellos ni siquiera han escuchado el nombre de Jesús?, ¿qué pasaría si hubiera un número sin precedentes de personas que sufren en este planeta? ¿Y qué pasaría si Dios decidiera darle a su pueblo una riqueza sin precedentes para ir en pos de los perdidos y los pobres? ¿Qué pasa si eso es exactamente lo que Dios ha hecho?, ¿qué pasa si te digo que todo lo que tienes hoy, es porque Dios te lo ha dado para que seas un instrumento que lleve su misericordia y amor a quienes lo necesitan?, ¿qué sucede cuando tú y yo somos libres de ir donde Dios llame y de dar lo que sea que Él pida?
Ralph Winter dice: «La obediencia a la gran comisión ha sido más constantemente envenenada por la opulencia que por cualquier otra cosa».
Para ser sincero, supongo que el 90% de nosotros estamos dando menos de lo que podemos y me incluyo en eso. Yo diría que tal vez un par de puntos porcentuales de nosotros da de acuerdo a su capacidad y, probablemente menos del 1 por ciento de nosotros estamos dando más allá de nuestra capacidad y esos son, probablemente los que menos tienen, materialmente hablando.
Ese el cuadro en Lucas 21 cuando todos los ricos están poniendo regalos en el tesoro del templo y una viuda viene con dos monedas de cobre y los pone dentro, ¿qué dice Jesús? Él dice que aquella mujer dio más que todos ellos. ¿Por qué? Pues porque ella dio todo y no se guardó nada, ella dio más de lo que podía.
Sin embargo, en la actualidad, al igual que en la época de Jesús, creemos que hacer eso es una locura. Usaré un ejemplo extremo para afirmar esto: digamos que un hombre gana 10 millones de dólares el próximo año y regala 9 millones a los pobres. ¿Diríamos que es una donación extravagante? Por supuesto que lo haríamos, pero la realidad es que está dando mucho menos que la capacidad de ese hombre. Él aún vive con un millón de dólares, eso no cuadra con 1 Timoteo 6 cuando dice: “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Timoteo 6: 6-10).
¿Qué sucede cuando las personas que no conocen de Cristo, ven a una familia de fe que comienza a dar más allá de sus capacidades? Definitivamente serán luz en medio de ellos y muy probablemente, no sucederá de la noche a la mañana, pero muy probablemente se convertirán en un referente de lo que se debe hacer. ¿Qué sucede si todos los que nos decimos cristianos comenzamos a avanzar en esa dirección? De esto es de lo que hablaremos nuestro próximo programa. Espero que puedas acompañarnos. Que Dios te bendiga.
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