Permíteme hacerte una pregunta: ¿estas gastando tu excedente en tú propia vida? O ¿estas invirtiéndola por el bien de los perdidos y los pobres?
Ahora, si quieres ser luz en medio de este mundo lleno de tinieblas, debes dejar de preguntar ¿cuánto puedes ahorrar? y comenzar a preguntar ¿cuánto puedo dar? Voy a ser honesto contigo y te diré que tu no vas a poder hacer eso si no dejas que Cristo actúe en tu vida, hasta que no tengas la plena convicción de quien es Cristo para ti, no vas a poder obedecer lo que Él te pide hacer.
Mi familia y yo, tenemos una gran variedad de amigos que viven en todo el mundo y un par de ellos vinieron a visitarnos. Ellos viven en un área del mundo complicada económicamente hablando y viven en medio de personas que nunca han escuchado el nombre de Jesús. Así que mis amigos, han dado sus vidas, viviendo allí con tres niños pequeños. Cuando ellos vinieron de visita, hubo muchas cosas que ayudaron a desencadenar mi corazón.
Antes de venir ellos me escribieron un par de correos y quiero que oigas lo que dice uno de ellos. Él escribió: «¿Cuántas personas no han creído porque no han escuchado? ¿Qué se necesita para que esta gente escuche? ¿No lo han escuchado porque no hay nadie para decirles? ¿Qué podemos hacer en obediencia a Dios para cambiar un mundo en el que hay millones y millones de personas que no pueden invocar el nombre del Señor porque no han creído y no han creído porque no hay nadie para decirles? La mayoría de nosotros diría que conocemos la respuesta a esa pregunta. Muchos de nosotros diríamos que incluso estamos haciendo cosas para cambiar la situación, pero la verdad es que seguirá habiendo millones y millones de personas que no oirán mientras sigamos utilizando el tiempo libre y el dinero extra para llegar a ellos».
Tiempo libre y dinero extra, son dos cosas radicalmente diferentes a lo que Dios nos ordena hacer; Él nos dice que debemos dar todo. Entonces, en base a ese mandato pregúntate: ¿qué podemos ahorrar? No tiene ningún sentido, porque si queremos cumplir realmente con lo que Dios ordena lo que realmente deberíamos preguntar es ¿qué se necesita que haga?
Sé que cuando arrojo algunos de los números que he echado en las últimas semanas puedo ser demasiado abrumador: 4.5 mil millones de personas en pobreza extrema, 30.000 niños hoy que morirán de inanición o enfermedades evitables son cifras demasiado abrumadoras. Y mi temor es que la naturaleza abrumadora de estos números, en realidad puedan conducir a la inactividad porque realmente puede hacernos comenzar a pensar: “bien, ¿qué puedo hacer realmente para influir en eso? Es demasiado. Lo que yo haga no solucionará todo eso”.
Bien, a la luz de eso, quiero decirte algo: la línea de pensamiento que dice: “no puedo hacer nada, así que no haré nada” es totalmente opuesta a Dios. Lo que sucede cuando los individuos y las familias a través de este programa comienzan a preguntarse: ¿qué puedo hacer? es que empiezan a querer honrar a Dios obedeciendo lo que Él ha pedido hacer, y esa obediencia no es una obediencia a regañadientes, sino que es producto de entender el amor y la grandeza de Dios, solamente cuando eso sucede entonces empezaran a pensar: “puedo dejar esto para dar a uno y dejar esto para dar a cinco y dejar esto para dar a 10 o a 20” y entonces, empezaremos a ser luz en medio de las tinieblas.
¿Qué sucede cuando una familia de fe deja de preguntar qué podemos ahorrar mientras nos complacemos a nosotros mismos? Y empiezan a preguntar, ¿qué se necesitará para hacer que el Evangelio sea conocido entre los pueblos menos alcanzados de la tierra? Qué si todos los que nos decimos ser cristianos comenzamos a preguntar ¿qué se necesita para llevar agua, alimentos, necesidades básicas a quienes realmente lo necesitan? Pues déjame decirte que eso comienza a cambiar toda una mentalidad errónea de la iglesia contemporánea y eso nos lleva a esta última verdad, una verdad que justamente trata de la iglesia.
Trae todo esto junto a nosotros como una comunidad de fe, una familia radical. Esta es la imagen con la que termina en Marcos 10. Jesús une a su pueblo para disfrutar y alentarse unos a otros mientras se entregan a Él. ¿Lo entendiste? Disfruta y aliéntense unos a otros mientras se entregan a Él. No tenemos mucho tiempo para pasar el rato aquí, pero mira los versículos 29 y 30 de Marcos 10, esto dice así: «Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna». Esto trae una declaración final tan fuerte; Jesús dice que abandones tu casa, tus posesiones y tu familia, pero justo después de eso te dice que recibirás la recompensa.
Hablé con un hermano esta semana, él vive en una parte del mundo con grandes problemas económicos y fuertes paradigmas sobre los cristianos. Casi todas las personas que él dirige a Cristo son golpeadas por sus hermanos, por su padre o por su madre debido a su decisión de seguir a Cristo. Y déjame decirte algo, esto es una realidad muy fuerte. Muchos de ustedes perderán a su madre, padre, hermano o hermana, tal vez perderás tu vida, pero aquí está la belleza de todo esto, obtendrás cien veces más de lo que dejas por seguir a Cristo, ese es un buen trato ¿verdad? Si me das un dólar y yo a cambio te doy cien dólares, es un trato bastante inteligente, ¿verdad?
Eso es lo que Jesús está diciendo aquí. Y la imagen es: primero, la Iglesia ya no es una idea abstracta en nuestras mentes. Jesús dice que algunos de ustedes perderán a su familia, pero van a tener una familia que ni siquiera pueden imaginar, Él está hablando de la Iglesia. Déjame mostrártelo muy rápido. Mira el versículo 29, quiero que escuches a los miembros de la familia que se mencionan y veas si hay una ausencia notable la segunda vez que los menciona. Esto dice: «Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio«. Luego, escucha lo que dice: «que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna». ¿Qué dejó Él fuera? ¿Lo notaste? Él dejó afuera la palabra “padre”. La imagen aquí es que, cuando abandonas incluso a tu familia terrenal por seguir a Cristo, Él dice que tendrás hermanos, hermanas, madres, todo eso cien veces más, pero tendrás un solo Padre, y esta es la mayor recompensa; un Padre que te tomará como a su hijo y se asegurará de que estés provisto de todo lo que necesitas y ese Padre es el dueño y Señor de todo lo creado, ese Padre es Jehová.
Esta es la belleza de todo eso, la iglesia ya no es una idea abstracta, lo vemos en Hechos 2, 3 y 4: Si hiciéramos esto, tomarías la comida y la cobertura y luego comenzarías a dar el excedente y luego, de repente, surge una necesidad inesperada que nunca viste venir en tu vida, la belleza de ello es que ahora tienes a una familia que está a tu alrededor para que te acompañe y te ayude en esa familia generosa. Esta es la imagen de la verdadera iglesia. Pero también creo que es uno de los elementos disuasorios. Cuando pienso en estas verdades y las pongo en práctica, creo que una de las razones por las que dudamos también es por nuestro amor a las cosas. Creo que otra razón por la que también dudamos es por nuestro miedo a la soledad. Ahora esto es lo que quiero decir con eso. Creo que sería mucho más fácil vivir estas verdades de una vida radical sencilla si vemos a todos los demás en la iglesia haciendo eso.
Pero cuando miramos estas palabras y miramos a nuestro alrededor e incluso miramos a nuestro pastor y vemos una vida de autocomplacencia, entonces pensamos: “bien, supongo que esto de dejarlo todo por seguir a Jesús, realmente no es tan importante. Yo no tengo que dejarlo todo si todos los demás miembros de mi iglesia no lo hacen”.
¿Lo ves? Ese es un pensamiento muy normal en nosotros los seres humanos, el egoísmo es algo que esta intrínseco en nosotros y es justamente por eso que nos necesitamos unos a otros. Nos necesitamos para mostrar cómo se ve esto en la práctica. Necesito que oren por mí y quiero que sepas que estoy orando por ti. Nos necesitamos los unos a los otros. Mira, la iglesia no es un lugar físico para reunimos todos los domingos, la iglesia somos tu y yo, la iglesia es ese grupo de personas unida en el amor de Dios. Esta iglesia es un motivador en nuestras vidas que nos impulsa hacia Cristo con la forma en que vivimos. Solamente Dios puede hacer esto.
Ahora, a la luz de la Palabra de Dios, el sacrificio ya no parece un término apropiado, para obedecer a Dios. Jesús dice: “que no habrá alguien que haya dejado todo por seguirlo que no reciba cien veces más”. Esto está por todas las Escrituras. Veamos algunos ejemplos: Proverbios 14:21 dice: “Mas el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado”. Proverbios 22: 9 dice: “El ojo misericordioso será bendito, porque dio de su pan al indigente”. Hechos 20:35 dice: “Más bienaventurado es dar que recibir” Y amo Isaías 58:10 y 11 que dice: “y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía. Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan”.
Esa es una buena imagen, cien veces más. Es así como Hudson Taylor después de dar su vida por 50 años en China por el bien de los perdidos y los pobres en China, cuando llegó al final de su vida, después de 50 años, él dijo: «Nunca hice un sacrificio». Sorprendente ¿verdad?
Ahora yo te pregunto, ¿cómo es que alguien puede llegar a decir eso? Pues lo dice porque todo tenía sentido para él, Taylor tenía claro quién era Jesús en su vida y es por eso que obedecerlo jamás fue un sacrificio.
Mira el tesoro aquí; la iglesia ya no es una idea abstracta. Sacrificar ya no es un término apropiado y el mundo ya no parece un hogar adecuado. El mundo, este mundo ya no parece un hogar adecuado para los que aman a Dios. Hermanos y hermanas este mundo no es nuestro hogar, dejemos de vivir como si lo fuera.
Permíteme ilustrártelo, imagínate esto: tú vives en Francia, pero vienes a los Estados Unidos durante un mes y estás viviendo en una habitación de hotel. Y la regla es que durante este mes puedes ganar tanto dinero como desees, pero cuando te subas a ese avión a fin de mes para regresar a Francia, no puedes llevarte contigo absolutamente nada. No puedes llevar dinero ni posesiones, todo lo que tienes a la espalda es lo que llevarás contigo. Ahora, la única advertencia es que a medida que ganas todo el dinero que deseas, puedes depositarlo en tu banco en Francia. Así que tienes un mes aquí. ¿Qué vas a hacer? ¿Vas a salir y comprar pinturas caras y ponerlas en la pared de tu habitación de hotel? ¿Vas a salir y comprar muebles caros para arreglar esa habitación de hotel tan agradable como pueda estar? Absolutamente no. Esa sería la más tonta de las cosas que podrías hacer pues lo desperdiciarías todo. En lugar de hacer eso, vas a ganar la mayor cantidad de dinero posible y te asegurarás de que antes de subir a ese avión todo tu dinero esté en el banco de Francia.
Les recuerdo, señoras y señores, que estamos aquí por un instante. Nuestra vida está aquí un segundo y se va al siguiente. Y hay una eternidad por venir. ¿Qué son 80 años aquí comparados con 80 mil millones de años? Entonces, ¿por qué vivir para habitaciones de hotel agradables? Casas, autos, ropa y cosas que están llenas de lujos ¿por qué? ¿Por qué no dejar todos los lujos atrás? Bueno pues, todo eso tiene sentido porque hay otro mundo por venir.
Entonces la pregunta es: ¿creemos en este libro? Este libro nos dice que Cristo murió en una cruz para no tener que vivir por comodidades aquí, porque ahora estamos libres de esos lujos conociendo los lujos que vendrán. Sabemos que estamos viviendo para otro hogar, pero también sabemos que Dios nos ha dejado aquí para hacer su obra. La única razón por la que estamos aquí en lugar de estar con Él en este momento es por el bien de los perdidos y los necesitados.
¿Cómo podemos permitirnos más y más para nosotros mismos si decimos creer en Jesús? Estamos en un punto en el que tenemos que preguntarnos, como iglesia: ¿dónde vamos a quedarnos?, ¿nos vamos a quedar con los hambrientos o con los sobrealimentados?, ¿vamos a quedarnos con el hombre rico que se dirige al infierno o con el pobre Lázaro que se dirige al cielo? ¿Cómo podemos atesorar nuestra riqueza y nuestras posesiones cuando millones están viviendo al borde de la inanición?
¿Tendremos el coraje de buscar justicia para los pobres y los perdidos, incluso si eso significa la desaprobación de nuestros vecinos ricos y religiosos? ¿Para qué mundo vamos a vivir? Debemos decidir y mi propósito hoy, es que decidamos tomar nuestras vidas y nuestras posesiones para dárselas a Dios y pedirle que las uses radicalmente por el bien de los perdidos y los pobres de todo el mundo.
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