La presencia de Jesús es nuestra esperanza. Estamos experimentando la presencia de Cristo en nosotros cada vez más y más. Ese es un viaje de esperanza y no de desesperación. Bienvenidos a este su programa “La Biblia Dice Presenta” Soy Nelson Cabrera y es de esto de lo que hablaremos el día de hoy, y para eso tenemos junto a nosotros a David Platt.
La presencia de Jesús es nuestra esperanza, así que, ¿qué te parece si en lugar de desesperarte oras ante Él? Búscalo y pídele que traiga estas verdades a tu vida, Él es bueno para eso y se siente honrado con ese tipo de oración. No te desesperes, esto no se trata de ganar prestigio ante Jesús.
Sus palabras son nuestra autoridad y esto afecta radicalmente la forma en que escuchamos y lo que escuchamos. Así que, escuchemos lo que Jesús dice y luego descubramos si queremos obedecerlo. Recuerda que nuestro objetivo es la gloria de Jesús y para eso la apatía debe desaparecer al igual que el letargo al aplicar lo que Jesús dice.
Quiero ser honesto contigo y decir algo con lo que lucho a diario: es una tentación peligrosa mirar palabras como las que estamos viendo en esta serie, mirar nuestras vidas y pensar que simplemente no queremos lidiar con estas palabras. Es una tentación porque podemos pensar que, no tenemos que lidiar con renunciar a todo lo que tenemos y examinar cómo deben gastarse nuestras vidas y pertenencias por el bien de los perdidos y pobres. Es peligroso porque podemos comenzar a pensar que no vale la pena luchar en esta batalla, pero déjame decirte algo: esta es una batalla que vale la pena pelear. Vale la pena luchar contra el materialismo, el consumismo, el profesionalismo e incluso el legalismo. Vale la pena luchar contra la cultura auto instaurada y autoindulgente que no sólo nos rodea, sino que también nos consume. Vale la pena luchar contra el cristianismo hipócrita, nominal y no bíblico.
El Nuevo Testamento en ninguna parte da la imagen del cristianismo como si bajaras una colina fácil y divertidamente, al contrario, en el Nuevo Testamento ves palabras como: estamos en una pelea, una carrera, una batalla y una guerra con la que debes luchar. Hemos ignorado por completo gran parte de la Palabra de Dios en medio de nosotros y eso es lamentable porque para el cristianismo el objetivo máximo es Dios mismo; queremos experimentar su gloria, pero no sólo nosotros, queremos que los perdidos y los pobres experimenten su gloria también. Entonces, definitivamente vale la pena sumergirse en estas cosas y luchar por lo que realmente vale la pena. Pero déjame decirte algo más, esta batalla no va a terminar dentro de un año, va a ser una batalla continua hasta el día en que veamos a Cristo. Y entonces, luchemos juntos a través de estas cosas como una familia de fe. Somos discípulos de Jesús y debemos trabajar en su obra hasta que Él venga, y así, cuando Él llegue por los suyos, no tendrá problemas para reconocernos.
Lucas 14 es un capítulo que estudiamos hace unas semanas, ahí Jesús dice: «Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo«. Estas son palabras duras y después de ellas llegamos al capítulo 15 de Lucas, ese es uno de los textos más famoso de la Biblia y hoy vamos a examinarlo. Mira lo que está sucediendo. Lucas 15:1 dice: “Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come”.
Así que, aquí tienes una imagen de los fariseos, las personas religiosas de la época criticando a Jesús debido a su preocupación por los espiritualmente necesitados: los recaudadores de impuestos y los pecadores. Y Jesús confronta sus ideas sobre el hecho de que se supone que sus vidas deben vivirse por el bien de estas personas. Y de eso es de lo que habla en Lucas capítulo 15; el amor de Dios por ellos y eso es exactamente de lo que hemos estado hablando. Hemos pasado los últimos días mirando lo que significa tener una compasión y una urgencia radical por los perdidos, por las personas que se dirigen a una eternidad sin Cristo, que están en un camino que conduce a un infierno eterno.
En el capítulo 16 Jesús da una mirada a las posesiones, Él cuenta una parábola sobre cómo debemos usar nuestro dinero, no para servirnos a nosotros mismos sino para servir al reino; nuestros recursos, posesiones y dinero están destinados a ser utilizados para el avance del reino, no para complacer nuestros caprichos. Y Jesús de nuevo enfrenta al establecimiento religioso allí, después de que Jesús termina de hablar, Él dice en el versículo 14 y 15: «Y oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, y se burlaban de él. Entonces les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación».
Así que, aquí está el contexto de lo que estamos a punto de leer en el versículo 19. Por favor, no te lo pierdas. Presta atención de cerca. Jesús está hablando a personas religiosas que están tan cegadas por su afluencia al amor al dinero que justifican su prosperidad en medio de su devoción religiosa. Déjame decir eso una vez más. Jesús está hablando a personas religiosas tan cegadas por su opulencia, tan consumidas por sus posesiones que ni siquiera se dan cuenta. Y están operando en devoción a su religión mientras se complacen en el amor por las cosas. Esa es la imagen de a quién le está hablando Jesús.
Damas y caballeros, esto es lo que Jesús les dice a las personas que aman su dinero y lo justificaron en su religión. «Había un hombre rico» en el versículo 19: «que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán, aunque alguno se levantare de los muertos” (Lucas 16: 19-31) ¡Increíble! ¿Qué te parece si oramos?
Dios, te pedimos que nos ayudes a no responder esta mañana como respondieron los fariseos. Dios ayúdanos a no burlarnos de tus palabras o justificarnos cuando las escuchamos. Ayúdanos a escucharlas verdaderamente y obedecerlas rápidamente. En el nombre de Jesús oramos. Amén.
Quiero que veamos esta historia a través un contraste divino. Este contraste lo encontramos en toda la Escritura. Dios responde a las necesidades de los pobres con compasión. En esta historia tienes algo muy interesante, el hombre rico y Lázaro; es la única historia en la que Jesús da un nombre, lo cual señala un significado; Lázaro es nombrado por una razón, su nombre significa «Dios es mi ayudante”. Dios nos ayuda a protegernos contra el pensamiento humano. Ahora, vamos a aclarar algo: las Escrituras aquí no enseñan ni debemos equiparar lo que Lucas 16 dice con la idea de que, si tienes pobreza material, automáticamente vas al cielo o si tiene riqueza material, automáticamente iras al infierno, la Escritura no enseña eso. Las Escrituras enseñan que la pasión de Dios es cuidar, Él tiene compasión por las necesidades de los pobres. Esa es la imagen de este pobre hombre llamado Lázaro, cubierto de llagas, sentado en una puerta comiendo restos de una mesa mientras los perros lamen sus llagas. Y este es a quien Dios ayuda.
Esta no es una imagen que aparece únicamente en Lucas 16, esta es una imagen que está por todas las Escrituras. No vamos a tener tiempo para verlos todos, pero quiero alentarlos ofreciéndoles algunos de ellos y ver a Dios mostrar su grandeza y preocupación para los pobres, empecemos: 1 Samuel capítulo 2, versículo 8 dice: «El levanta del polvo al pobre, Y del muladar exalta al menesteroso, Para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor. Porque de Jehová son las columnas de la tierra, Y él afirmó sobre ellas el mundo«. Esto es contrario a lo que imaginamos en otras religiones mundiales. Generalmente los sistemas religiosos desprecian a los pobres, pero Dios muestra su grandeza mostrando compasión por ellos. Él levanta a los pobres, Job 34:28 dice: «Haciendo venir delante de él el clamor del pobre, Y que oiga el clamor de los necesitados«. Él oye su llanto, Él no hace oídos sordos a los pobres, Él oye a los pobres.
Salmo capítulo 22, versículo 26 dice: «Comerán los humildes, y serán saciados; Alabarán a Jehová los que le buscan; Vivirá vuestro corazón para siempre”. Salmos 35:10 dice: «Jehová, ¿quién como tú, que libras al afligido del más fuerte que él, Y al pobre y menesteroso del que le despoja?«. Salmos 68, versículo 10 dice: «Dios provee al pobre». Cuando nadie más provee a los pobres, Dios provee para los pobres. Salmos 82, versículo 3 dice: «Defended al débil y al huérfano; Haced justicia al afligido y al menesteroso«. Él defiende sus derechos. Salmos 113: 7: “El levanta del polvo al pobre, Y al menesteroso alza del muladar”. Dios levanta a los pobres, este es el mismo tipo de imagen que vimos en 1 Samuel. Y luego Salmos capítulo 140, versículo 12 dice: “Yo sé que Jehová tomará a su cargo la causa del afligido, Y el derecho de los necesitados”. Esa es la imagen que tenemos en todo el Antiguo Testamento. Dios es conocido como el Dios que se preocupa por los pobres. Este es el Dios de la Biblia y Jesús es la personificación del Antiguo Testamento.
Cuando vemos aparecer a Jesús en el Nuevo Testamento, Él lo hace respondiendo a las necesidades de los pobres con compasión. Quiero mostrarte el capítulo 4 de Lucas. Comenzaremos en el versículo 17. Este es el comienzo mismo del ministerio de Jesús. Así es como Jesús se presenta a sí mismo después de haber estado 3 días en el desierto siendo tentado por el enemigo. Verso 17, Ahí Jesús está en la sinagoga y dice: «Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito«. De todos los lugares que Jesús pudo señalar en este comienzo de su ministerio, cita Isaías 61, versículo 1 que dice: “Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas», ¿a quién? “a los pobres». Esta es la introducción de Jesús: “esto es lo que soy, les predico buenas noticias a los pobres, esto es por lo que estoy definido”. Lucas 4:18 y 19 dice: «Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor«.
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