Es una bendición para mí estar nuevamente junto a usted, amable oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando la epístola de Pablo a Tito, en la serie titulada: Rasgos de una iglesia saludable. Uno de los rasgos de una iglesia saludable es que no tolera la falsa doctrina proclamada por los falsos maestros. Pablo encargó a Tito que reprenda duramente a los falsos maestros para que sean sanos en la fe. Los líderes de una iglesia local, llámense obispos o ancianos o pastores, debemos ser severos con los falsos maestros que se introducen encubiertamente en la iglesia. Pablo dijo a Tito que era preciso taparles la boca. En esta oportunidad estudiaremos la instrucción de Pablo a Tito en cuanto a la sana doctrina y la sana práctica.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Tito 2: 1-2. La Biblia dice: Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina.
Tit 2:2 Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia.
Los falsos maestros estaban hablando lo que está de acuerdo con la falsa doctrina. Por contraste, Tito debía hablar lo que está de acuerdo con la sana doctrina. Una vez más en esta corta carta de Pablo tenemos una referencia a la sana doctrina. Un rasgo de una iglesia saludable es que allí se habla solamente lo que está de acuerdo con la sana doctrina. ¿Por qué? Pues, porque existe una relación muy estrecha entre la doctrina que profesa una persona y la conducta de la misma persona. En la carta de Pablo a Tito se nota esta relación con claridad. Los falsos maestros hablaban lo que está de acuerdo con la falsa doctrina y ¿Cómo era la conducta de estos falsos maestros? Pues, Pablo dijo que eran contumaces, esto significa que se rebelan contra toda autoridad, eran habladores de vanidades, hablaban mucho pero no decían nada, eran engañadores, trastornaban casas enteras, codiciaban ganancias deshonestas, eran abominables, eran rebeldes y reprobados en cuanto a toda buena obra. Esta era la conducta de los falsos maestros que hablaban lo que está de acuerdo con la falsa doctrina. De modo que si Tito quería ver una buena conducta en los creyentes de las iglesias en Creta, tenía que comenzar hablando lo que está de acuerdo con la sana doctrina. No olvide jamás, amable oyente. Una doctrina enferma se manifiesta en una conducta enferma y una doctrina sana se manifiesta en una conducta sana. Dejando esto en claro, Pablo prosigue instruyendo a Tito en cuanto a como debería ser la conducta de los creyentes ancianos. Al hablar de creyentes ancianos no me estoy refiriendo a los obispos, o pastores o ancianos en una iglesia local, sino a creyentes varones de edad avanzada. La palabra ancianos, en este caso, se podría traducir como viejos. Es decir, a los que cariñosamente llamamos creyentes ancianitos o viejitos. ¿Qué es lo que Tito debía hablar de acuerdo a la sana doctrina a los creyentes ancianos? Varias cosas. En primer lugar, que deben ser sobrios. El adjetivo que se ha traducido como sobrio, está relacionado con un verbo en el idioma en el que se escribió el Nuevo Testamento, que significa estar libre de la influencia de productos embriagantes. En esencia entonces los creyentes ancianos no deben permitir que alguna sustancia, ya sea alcohol, o nicotina, o cualquier droga, afecte su capacidad para razonar con claridad. Un creyente de edad en estado de embriaguez, es una vergüenza para sí mismo, para su familia y para su iglesia. Además de enseñar a los creyentes ancianos a que sean sobrios, Tito debía enseñarles que sean serios. El adjetivo serio, es la traducción de un adjetivo en el idioma en que se escribió el Nuevo Testamento, que se refiere a alguien que tiene una imagen de dignidad. Esto no significa alguien que jamás se ríe. Existe una dignidad en la edad avanzada que inspira respeto, y este respeto hace que el creyente anciano tenga autoridad. Creyentes así son una bendición en una iglesia local. Su venerable presencia hace que la gente tome muy en serio lo que dice. Lo opuesto es una persona frívola, una persona que todo lo lleva a la broma, una persona que cuando dice algo, la gente que le oye no sabe si está hablando en serio o en broma. Una persona así, no inspira respeto alguno, a pesar de la edad avanzada. Además de sobrios y serios, los creyentes ancianos deben ser prudentes. El adjetivo prudente es la traducción de un adjetivo que en el idioma en que se escribió el Nuevo Testamento denota a una persona mentalmente sana, una persona auto controlada, una persona moderada en sus opiniones y sentimientos, una persona discreta, una persona equilibrada. Esto es todo lo opuesto a una persona alocada, una persona desequilibrada, una persona que fácilmente va a los extremos en muchos aspectos de su vida. Un creyente anciano prudente reconoce que su vida puede ser de mal ejemplo para otros o de buen ejemplo para otros y por tanto cuida mucho su testimonio. Un creyente anciano prudente reconoce que gracias a Dios ha vivido un buen número de años en este mundo, y que tal vez no quedan muchos años más para vivir, y por tanto aprovecha lo mejor que puede su tiempo para conocer más de Dios y de su palabra, y para que su vida sirva de inspiración para los más jóvenes. Hace tanta falta creyentes ancianos con esta característica en las iglesias. Los creyentes ancianos jamás deben pensar que ya no sirven y que a nadie les importa lo que piensan o lo que sienten. No es así. Los creyentes ancianos tienen mucho para enseñar a los creyentes más jóvenes siempre y cuando sean sobrios, sean serios y sean prudentes. De la misma manera, los creyentes jóvenes en la iglesia no deben pensar jamás que los creyentes ancianos son una carga y lo mejor es estar lo más lejos de ellos. De ninguna manera. Los creyentes jóvenes deben apreciar y aprovechar la mucha experiencia de los creyentes ancianos. La obra que tenía que hacer Tito era enorme. Tenía que enseñar a los creyentes ancianos a ser sobrios, serios y prudentes. Pero esto no es todo. Además, Tito tenía que enseñar a los creyentes ancianos a ser sanos en tres cosas. En primer lugar a ser sanos en la fe. Un creyente sano en la fe, es un creyente que conoce bien la palabra de Dios y todo lo que cree y hace se fundamenta en lo que dice Dios en su palabra. Los creyentes ancianos son los que tal vez disponen de más tiempo que otros para conocer más profundamente la palabra de Dios. Qué triste que muchos creyentes ancianos desperdician el mucho tiempo que disponen en actividades que no producen ningún beneficio o peor todavía en actividades que deshonran a Dios de muchas maneras. Conozco creyentes ancianos, ya retirados o jubilados, que gastan su tiempo miserablemente en ver TV o en dormir, o en mirar el firmamento, o caminando lentamente sin dirección. No estoy diciendo que sea pecado mirar TV o dormir o descansar o caminar, pero sin descuidar estas cosas, hay tanto que los creyentes ancianos podrían hacer para aprovechar el tiempo. ¿Qué tal visitar a otros creyentes? ¿Qué tal tomar una clase en la escuela dominical en la iglesia? ¿Qué tal discipular a otros creyentes? ¿Qué tal visitar un hospital o la cárcel para compartir el evangelio? Son cosas que perfectamente podrían hacer los creyentes ancianos asumiendo que no tienen ningún impedimento físico. Los creyentes ancianos tienen que aprender a ser sanos en la fe. En segundo lugar, los creyentes ancianos tienen que aprender a ser sanos en el amor. ¿Qué significa esto? Pues tener un alto concepto que como creyentes deben sacrificarse por los demás sin esperar nada a cambio. En esto consiste el amor. Los creyentes ancianos tienen la tendencia a esperar que los demás hagan algo por ellos y si no lo hacen se sienten relegados, se sienten desechados. Pero ¿Por qué pensar así? Los creyentes ancianos deben ser sanos en el amor, esto significa que deberían buscar maneras para hacer algo que a ellos les signifique algún sacrificio y que los beneficiados sean otras personas. Finalmente, en tercer lugar, los creyentes ancianos deben aprender a ser sanos en la paciencia. La palabra que se ha traducido como paciencia, significa la capacidad para soportar adversidad con gozo. Cuan necesaria es esta cualidad no sólo para los creyentes ancianos sino para todos los creyentes en general. Pero tal vez es más necesario en los creyentes ancianos, porque junto con la edad avanzada vienen los achaques propios de la vejez. Por eso dice la gente que los viejitos están en la edad de oro. Usted sabe, oro por mi columna, oro por mi rodilla, oro por mi dentadura, oro por mi oído. ¿Ve? Es la edad de oro. No es fácil soportar las adversidades propias de la vejez. Los creyentes ancianos necesitan de mucha paciencia, de mucha capacidad para soportar estas adversidades con gozo. Tito tenía que enseñar a los creyentes ancianos a soportar sus aflicciones con gozo o en otras palabras a ser sanos en la paciencia. Uno de los rasgos de una iglesia saludable es que los creyentes ancianos son sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, sanos en el amor y sanos en la paciencia.
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